Fue después de leer este post de mi amigo y colega Juan Rojo cuando recordé que el libro de Juan Cubero sesteaba en mi biblioteca y aunque lo ojeé en su momento decidí que era el momento de volver sobre él.
“El grupo paranoide” es un libro de texto que explora las relaciones entre la paranoia y su espectro, el paranoide, es decir las relaciones que establecemos entre nosotros, los humanos y que comparten con la patologia buena parte de sus dinámicas. Se centra sobre todo en el estudio de los fanatismos, las sectas destructivas, las politicas tiránicas, los nacionalismos excluyentes que afectan tanto a los Estados, como a, los grupos humanos y a las parejas que tienen en común sustratos y parámetros que comparten con la patologia -la paranoia propiamente dicha- algunos de sus dinamismos psicológicos.
La paranoia es según Kraepelin una de las tres psicosis, pero no fue descrita por Kraepelin sino por Kahlbaum, siendo Lasègue el primer psiquiatra que describió una de sus principales temáticas: la persecución. Lasègue creyó que estaba describiendo una enfermedad nueva pero más tarde Kahlbaum sugirió con razón que la temática del delirio no era trascendente y que el delirio de persecución no era sino una de las formas que puede adquirir la paranoia. Lo central de esta enfermedad es la creación y sistematización de una temática delirante cualquiera, algo que se vive con absoluta certeza y que lleva al individuo que la sufre a operar en base a los axiomas que la componen, asi, se han descrito subtipos de paranoia, invención, infestación, delirios nihilistas, mesiánicos, místico-religiosos, erotómanos, celotipias, envenenamiento, afiliativos, megalómanos, etc.
Casi ninguna actividad humana queda por afuera de la posibilidad de ser vivenciada de forma delirante. Y más: las ideas delirantes se contagian y es por eso que puede hablarse de “folie a deux” o de “folie de famille”. Todos los miembros de una familia o de una pareja pueden participar de un mismo delirio, aunque es cierto que siempre hay un miembro contaminante (dominante) y un miembro contaminado (dominado).
El espectro paranoide.-
Sin embargo existen constelaciones que no son abiertamente delirantes y que mantienen un cierto hálito, una cierta atmósfera paranoica, hablamos entonces de paranoidismo o de “paranoide”. En lo paranoide no hay delirio sistematizado sino una atmósfera recurrente “paranoica” sin que sea posible encontrar un tema delirante lo suficientemente intenso como para hablar de paranoia, incluso es posible que los temas fluctuen de uno a otro, sin cristalizar en nada concreto. Decimos entonces que el individuo vive en una especie de trema, donde aun no ha identificado a su perseguidor, a su enemigo o a su enamorado.
Lo paranoide es una paranoia recortada.
Ideas de referencia, divulgación de secretos, enamoramiento, plagio, influencia, maledicencia, o exclusión preceden aun en años a la aparición de un delirio verdadero haciendo verdad aquel aforismo de Clérambault que dice: “Cuando el delirio aparece la psicosis es ya antigua”
Dinámicas paranoides.-
Lo que caracteriza un vínculo paranoide son ciertos parámetros que se comparten con la psicopatología, y que podemos encontrar en los grupos paranoides, las sectas o las mismas mafias. Enumeraré los siguientes sin ánimo de ser exhaustivo:
- Cohesión y adoctrinamiento.
- Imposibilidad de abandono del grupo.
- Culto a la personalidad del lider.
- Cercanía e intimidad.
- Aislamiento de la influencia externa.
- Castigos a la disidencia y pedagogía de la lealtad.
- Proyección de la amenaza al exterior del grupo.
- Amor nepotista.
- Dependencia.
Es posible afirmar que lo que caracteriza una dinámica paranoide es la expectativa de traición y los mecanismos que se ponen a punto -control, escrutinio y posesión- para evitarla o si ya se ha producido para castigarla, usualmente a través del ostracismo cuando no de la pena de muerte.
El amor y lo paranoide.-
Hay parejas cuyo funcionamiento se parece mucho al de las sectas: hay un perseguido y un perseguidor, usualmente un tirano doméstico que impone sus leyes, administra los castigos y lleva a cabo una pedagogía del sometimiento. Este tirano doméstico suele ser un hombre y sus víctimas sus parejas y los hijos.
Curiosamente toda esta vigilancia y escrutinio de la pareja que se conoce con el nombre de celos, se impone en nombre del amor, de la exclusividad y del asimétrico reparto de poder entre los miembros de la pareja.
Cuando se estudia este fenómeno del “maltrato de género” o de la violencia doméstica suele pasarse por alto esta dinámica paranoide, olvidando que para que exista un perseguidor ha de haber un perseguido. Y que las variables criticas están ocultas en la relación en sí misma y no en “el machismo del hombre” o en su patología. Si bien es cierto que alcohólicos y paranoicos forman parte de la patología clásica de estos abusadores, no es menos cierto que la mayoria de ellos no padecen enfermedad mental alguna. Dicho de otra forma, la patología no está en los cerebros individuales y hay que ir a buscarla en las relaciones que establecen estos hombres con sus parejas.
La mayor parte de los abusos proceden de tiranos sin patología mental alguna y probablemente estos sistemas de gobierno doméstico son más frecuentes que los casos extremos que estamos acostumbrados a leer en las páginas de sucesos de los periódicos.
El nudo de Isis: ¿Es el amor un nudo o un don?
Y el origen está precisamente en el amor, una forma ambigüa del amor como el que aparece en ciertos amores patrióticos. Decir la “madre patria” es un ejemplo de esa ambigüedad, como si padre y madre se hubieran fundido en una especie de hermafroditismo mítico.
Todo el mundo sabe o intuye que el amor es un sentimiento al que casi todas las personas podemos tener acceso. Pero el amor no es un sentimiento de una pieza sino que tiene octavas o planos de desarrollo segun el nivel que la conciencia de cada cual haya alcanzado en su maduración personal.
Hay tres formas de amor:
1.- El amor en su octava mas baja, es afiliativo, nepotista y sectario. Está muy cerca de lo instintivo, muy cerca de lo animal y en él predomina lo fusional en el plano metafísico y lo territorial en el terreno etológico. En este tipo de amor el hombre siente que la mujer le pertenece como un objeto, como las tierras o su ganado y de ahi su conducta intrusiva, intimidatoria e impositiva, vigilante y desonfiada: la expectativa de traición -que es un temor- solo puede aplacarse con la intimidación. Sin embargo este tipo de amor no es exclusivo del hombre, las mujeres tambien disponen de este tipo de estrategias para con sus hijos, si bien los celos de las mujeres son bastante distintos a los del hombre. Los celos son pues la consecuencia de este tipo de amor entendido como un lazo que no puede desatarse unilateralmente, una característica que comparten con las sectas: nadie que entre puede salir y si sale es considerado como un traidor y condenado al ostracismo en el mejor de los casos.
En realidad se trata de un amor ilusorio en el sentido de que nadie puede poseer a nadie sin causarle estragos psíquicos y ni aun asi podemos siquiera bordear al otro en toda nuestra incompletud. La fusión a la que aspiran este tipo de amantes es de hecho imposible.
2.- En su octava media el amor es un ajuste o complementariedad entre dos personas que comparten un proyecto de vida usualmente a través de la institución de una familia y que comparten tanto el cuidado de la prole como las cargas familiares. Probablemente es el tipo de amor más frecuente en el mundo actual, al menos en nuestro entorno. Se trata de un amor sosegado y práctico, alejado de lo pasional y por tanto muy vulnerable a las rupturas que por otra parte se llevan a cabo sin el dramatismo que parece aquejar a los amores y apegos afiliativos.
3.- Por último el amor en su forma mas elevada no es ni un lazo ni una transacción sino un don. El que tiene acceso a este tipo de amor está a salvo de los celos y de los temores que suelen aquejar a los anteriores. Simplemente el amor se da con independencia de si se recibe o no. No hay cash ni contabilidad en este tipo de amor que paradójicamente es desapegado y tiene un retorno que no es consecuencia directa de la busqueda de retribución. Es un amor abundante y gratuito que no se agota jamás y que usualmente precisa de diversos sujetos y proyectos de vida en los que diversificarlo.
Este es el amor que cura.
Mientras muchas parejas han de conformarse con ser una secta y otras sucumben a la mitología del amor romántico, un lugar dificil de encontrar hoy que se han levantado todos los tabúes sexuales.
A la mitología del amor romántico se le adosó la mitología del amor libre que acabó desplazando desde la prohibición religiosa o moral hacia la prescripción sanitaria. Pero las cosas no son tan sencillas como parecen sino tan complejas como son. Ni siquiera el comunismo terminó de resolver el tema de las diferencias personales entre los miembros que hacen que unos sean más atractivos que otros y por ello más solicitados, incluso en un mundo libre de mercados. Algo así debería andar pensando Marx cuando en sus escritos afirma:
Oponer a la propiedad privada la propiedad general, puede expresarse también en la forma animal que busca oponer al matrimonio, la comunidad de las mujeres. Este es un comunismo tosco e irreflexivo. La envidia general constituida en poder no es sino la forma escondida en que la codicia se establece o se satisface de otra manera.
Sin contar con las contradicciones del modelo de amor romántico que colisiona frontalmente con nuestro estilo de vida:
- El amor romántico como modelo ideal a alcanzar, es decir una pareja exclusiva de por vida.
- En medio de una sociedad sin tabúes donde todo (cualquier oportunidad de goce es legítima) está permitido y cualquier mujer es de hecho accesible.
- En una sociedad donde la mujer ha desertado de su rol protector para la prole y del hogar que ha pasado de ser de un nido de amor a un lugar de paso (Gergen).
- Sin una moral colectiva que se oponga al deseo individual, el sujeto no tiene más remedio que dirimir en su interior las consecuencias de este conflicto echando mano de sus mecanismos individuales de resolución de conflictos. El dilema ha pasado de ser un problema social de control de individuos a un tormento intrapsíquico donde los celos son sólo una de las posibilidades de expresión.
Muy probablemente los celos son hoy un “genoma lag” es decir una conducta demostrativa que ha perdido su función de control sobre el territorio o sobre la progenie, más allá de eso, los hombres si quieren mantenerse sanos y longevos tienen que multiplicar sus escarceos sexuales con más de una mujer y las mujeres tendrán que renunciar a sus ideales románticos y multiplicar sus encuentros con hombres jóvenes y fuertes si quieren conseguir rejuvenecer. Cómo compatibilizar esta receta taoísta tan antigua como la humanidad con nuestros ideales industriales y románticos y sobre todo con la seguridad que el matrimonio monógamo ofrece a la mujer es un enigma que no me comprometo ahora a resolver.