La esquizofrenia necesita de un hombre dividido (A. Colina)
Edward H. Hare es un psiquiatra británico que escribió en 2002 (editado en castellano por Triacastela) un libro de culto conocido como “El origen de las enfermedades mentales” y que desde su conocimiento de la epidemiología psiquiátrica se plantea si la esquizofrenia es una enfermedad que ha existido siempre -tal y como suponen los psicólogos evolucionistas que la han ligado a la propia hominización como Timothy Crow- o si por el por el contrario se trata de una enfermedad reciente.
Tal y como conté en este post, la idea de Hare -que se basa en datos epidemiológicos y en la ausencia de registros documentales históricos, es que la esquizofrenia es una enfermedad reciente y cuyos primeros casos vinieron a conocerse no antes de 1800.
Así como las alucinaciones visuales y la melancolía se encuentran bien documentadas históricamente no existen registros de que existieran alucinaciones auditivas o alguno de los síntomas nucleares de Schneider antes de esa fecha.
Pensemos por un momento en uno de los síntomas mayores de la esquizofrenia: las alucinaciones.
¿Serían las alucinaciones tan disfuncionales en el paleolitico como hoy?
No lo creo, por varias razones:
- La subjetividad aun no habia aparecido, ni tampoco el Yo ni una separación clara entre cuerpo-mente y mundo. Por lo tanto la productividad cognitiva del hombre ancestral pudo explicitarse a traves de la alucinación -en algunas personas especiales- como hoy hacemos con nuestra meditaciones o dialogos interiores.
- El sapiens se desarrolló en un mundo hostil, incomprensible y amenazante con el que tuvo que interactuar continuamente tratando de evitar sus amenazas, es decir evocando -sobre todo- sus resortes de supervivencia, instintivos y reptilianos sometiéndose por tanto a un nivel de definición de bajos contenidos cognitivos y una alta respuesta conductual y arousal emocional. Los primitivos dioses contenian tanto elementos protectores como amenazantes, y discriminar o reclamar la protección cósmica de esos seres o deidades debió de ser una preocupación fundamental en el hombre primitivo sin que existiera demasiada separación entre estas fuerzas primigenias y el sujeto: de ahi que “conversar” o negociar con ellas no deberia entenderse como lo hacemos hoy en clave de patología.
- Algunas personas debieron especializarse pronto y quiza debido a una especial hiperconexión con la totalidad de la naturaleza -que incluia todos los miembros de un clan- en una comunicación directa con esa totalidad. Estas personas carismáticas no se elegirían democráticamente -como sigue sucediendo hoy con los chamanes- sino que emergerian espontáneamente en las diversas comunidades. Estas personas se caracterizarian por presentar rasgos esquizoides, tendencia a la soledad y a autoexcluirse de sus grupos de origen, estableciendo bien pronto una conexión con lo sagrado, con el misterio o con el numen y un cierto desapego por lo social.
- Alucinar en modo dialogante en ese momento del desarrollo carecería de sentido pues el Sapiens ancestral carecería de interioridad.
Es así, como Hare construye su hipótesis de que la esquizofrenia seria una enfermedad ligada a la revolución industrial y plantea además dos causas: la primera es la teoría virica de la esquizofrenia y la segunda es la teoría cultural, es decir algo sucedió en esa época a raíz de la manera de vivir que propició la urbanicidad y la industrialización que hizo emerger esta enfermedad.
Esta hipótesis no significa que antes de la revolución industrial no existieran los fenotipos esquizotípicos, lo que viene a decir es que aun admitiendo casi con toda seguridad estos fenotipos relacionados con al carisma, la creatividad, el contacto con lo cosmológico o con el chamanismo, no llevaban consigo, no implicaban patología alguna, tal y como hoy sabemos que sucede con la esquizofrenia que es una enfermedad devastadora y que lo fue aun más en el siglo XIX. Existen pruebas de que la malignidad de la esquizofrenia ha disminuido desde unas formas malignas (hebefrenia, catatonía) hasta el panorama de hoy donde la forma paranoide es la más frecuente, así como las formas abortivas o recortadas (trastorno esquizofreniforme, psicosis reactivas breves o psicosis atípicas).
Algo que también se conoce bien en relación con esta idea es que este cambio en la malignidad de la esquizofrenia es que no se debe a la irrupción de los psicofármacos sino que comenzó mucho antes de que se sintetizaran los primeros neurolépticos (Odegard 1967). Y si eso es verdad solo puede explicarse a través de la idea de que el gen o genes que dieron lugar a esta enfermedad han mutado a formas más benignas.
Si la hipótesis de Hare resultara cierta podríamos encontrar una explicación a “la paradoja de la esquizofrenia”, esa peristente tasa del 1% de prevalencia-vida en todas las culturas. Si esta enfermedad fuera reciente -tal y como sostiene Hare- se explicaría la dispersión del 1% de su prevalencia pues la epidemia no habría tenido tiempo aun a manifestar disminuiciones de la natalidad entre sus portadores. Según su propia predicción es muy posible que la prevalencia-vida de la esquizofrenia disminuya paralelamente a su incidencia y gravedad al menos en occidente donde nuestros sistemas de salud aseguran un buen cuidado de sus ciudadanos.
¿Pero qué pasó en la revolución industrial?.-
El cambio demográfico más importante que hubo en ese periodo que llamamos revolución industrial fue un cambio gradual que implicó grandes movilizaciones de población del campo a la ciudad. Los asi llamados proletarios eran personas jóvenes que abandonaron sus entornos rurales de procedencia para enrolarse en trabajos en las factorías próximas a Londres. Se trataba de hombres jóvenes, pobres y analfabetos que llevaron consigo a su mujer y a sus hijos (prole) y que inventaron sin saberlo la familia nuclear, es decir un modo de vida bastante distinto a la familia extendida que era y es el modelo hegemónico aun hoy en determinados entornos. La pareja y los hijos se impusieron a la parentela extendida, lo que supuso una modificación radical en los sistemas de apoyo que hasta el momento y a pesar de la pobreza habían sustentado la identidad personal.
A lo que hay que sumar otra cuestión relacionada con lo que Antonio Colina ha llamado: la necesidad de un hombre dividido para que exista la esquizofrenia. ¿Pero dividido entre qué?
Dividido entre las adaptaciones ancestrales a las que estos sujetos estaban acostumbrados en sus entornos preindustriales y el nuevo mundo, la modernidad que supuso un duro revés y que puso a prueba los sistemas de adaptación de generaciones enteras: horarios, responsabilidad, laicidad, creencias, preferencias, educación, deseo de mejorar o medrar. Hasta la responsabilidad individual sufrió un cambio importante en las nuevas reglas que el entorno urbano deparó. La falta de apoyos nepotistas que solo proporcionan los familiares, los escasos apoyos de los vecinos, y un sin fin de pequeñas circunstancias que señalan en la dirección de que el mundo industrial trazó una linea roja con las viejas tradiciones rurales cooperativas preindustriales.
Como ejemplo cabe señalar que el nepotismo famiiliar es del todo incompatible con la idea de la democracia: las fidelidades no pueden dividirse y aun hoy nosotros en ocasiones vivimos esta contradicción:
¿A quién favorecemos cuando está en nuestra mano hacerlo?
Sólo mire qué hacen las personas con poder hoy en dia para entender que estamos cableados para favorecer a nuestros amigos, conocidos o parientes en todos los ámbitos de la vida a la vez que estamos obligados -a veces por la fuerza- a ser justos y democráticos en el reparto de prebendas.
Esta es sin duda una situación esquizofrenógena por nombrar sólo la que me parece más importante y que es seguro que puso a prueba al hombre primitivo industrial: conflictos de lealtades o lo que otros llaman sesgos de fidelidad-filiación,algo -que por cierto- ha sido señalado como efecto en el éxito-placebo de algunas psicoterapias.
Bibliografía.-
Odegard, O:(1967) “Changes in the prognosis of functional psychoses since the days ok Kraepelin” Brit. Journal of Psychiatry 113:813-22.
Edward Hare: El origen de las enfermedades mentales.