Estaba oyendo por enésima vez este tema de Paul Mc Cartney mientras leía el ultimo post y se me ocurrió la idea de que el acceso a “Lo Femenino” era realmente un camino largo y sinuoso.
 
Paul Mc Cartney y la metafisica de lo femenino
¿De qué está hablando Paul Mc Cartney en esta canción?
Nos habla de un camino largo y difícil que forzosamente nos lleva a su puerta aunque no sabemos de qué puerta nos está hablando ni a quien pertenece, sólo podemos adivinar que esa puerta es un limite. Se trata de un camino conocido, Paul ya ha estado allí y mantiene un anhelo por volver y ruega que no le deje de pie y esperando, pide -a quien sea que se dirija- que le muestre ese camino, al tiempo que nos muestra su vulnerabilidad.
Lo femenino.-
Lo femenino no son las mujeres, tampoco es el feminismo, sino que es un lugar. Este lugar se puede nombrar a partir de tres elementos fundamentales: el vacío, lo ilimitado y la ausencia de referente. El vacío no es la falta que bordea lo simbólico, es por definición ilimitado y aquello que no tiene límite, como los conjuntos abiertos matemáticos, no tiene referente preciso. Por el contrario, los conjuntos cerrados sí están cercados por un límite que hace al lugar de la excepción: “Existe”
Lo femenino es un campo al que las mujeres se ven especialmente convocadas desde nuestra anatomía. Si acordamos con Freud, podemos decir que “hay consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica”: a las mujeres nos habita un vacío. El problema es la dificultad que se suscita para saber manejarse en un territorio sin medida. Es más fácil moverse en un sitio acotado, medido, y simbolizado que “soltarse en los conjuntos abiertos de los cielos ilimitados” (Carolina Rovere).
¿Entonces qué es lo Femenino?
Lo femenino es un Absoluto, una idea platónica, una abstracción, como todo lo que lleva ese articulo indeterminado “Lo”, algo que es común a toda criatura femenina, aunque “Lo femenino” no le viene de serie a ninguna mujer, se trata de una conquista de algo que hay que currarse a través de un largo y sinuoso camino. Lo que viene de serie a una mujer cuando nace es “la hembridad”. Una niña es primero que nada una hembra de la especie humana y más adelante otras cosas de las que voy a hablar a continuación.
Lo femenino es la hembra ancestral, la hembra primigenia, no es una mujer sino todas las mujeres, todas las posibilidades de ser como sucede con la Durga.
Durga es según la tradición hindú el arquetipo femenino, esa diosa que tiene tantas piernas y brazos cuando aun no se ha escindido en las múltiples formas que la femineidad contiene. Fundamentalmente tres: la semilla, Perséfone o la doncella, la espiga o Demeter (la madre) y el grano, Hecuba, Selene o la anciana sabia. Antes de tomar forma la femineidad sagrada, Durga o en las tradiciones mediterráneas la Gran madre, es la matriz que contiene completas todas las formas que posteriormente se constelarán en una mujer cualquiera, es un equivalente -en el Tarot- de la Fuerza, el arcano más poderoso y que compite en poder con otros arcanos de la virilidad como el Emperador o el Mago. Y la Fuerza de lo femenino procede del hecho de que no tiene más remedio que volver, en forma de semilla, espiga o grano siempre vuelve. De esa matriz proceden todas las mujeres que usted conoce y cada una según su edad o sus vicisitudes personales encarna un arquetipo u otro, pero todos están potencialmente entre sus recursos. En este sentido para el hinduismo Shakti es la energía o fuerza de Shiva y está encarnado en su esposa.
El poder de la mujer procede pues de su capacidad camaleónica que es lo mismo que Baumeister ha llamado la plasticidad erótica de la mujer, en cada mujer hay una Afrodita (diosa del placer), una madre (Demeter diosa de la maternidad), una Perséfone o doncella ingenua y una Hécate o anciana sabia pero también malévola o diabólica. La plasticidad de la mujer es algo que recientemente ha sido explorado por algunos psicólogos aunque era algo ya conocido por la filosofía perenne. Significa que una mujer aun sin instrucción alguna puede ser iniciada si es joven y aun su sexualidad no ha coagulado en una forma sexual cualesquiera. Aun así, señala Baumeister que esa plasticidad erótica para adaptarse a los gustos eróticos de sus parejas se mantendrá activa durante toda su vida, siempre y cuando los otros arquetipos no ejerzan demasiado influjo sobre los anteriores. Todo el mundo sabe que el principal enemigo de Afrodita es Demeter: la maternidad suele imponerse a la sexualidad, algo que todos los hombres que tenemos hijos sabemos por experiencia. Una transfiguración sucede en la mujer cuando tiene hijos y es por eso que en algunas doctrinas esotéricas no admiten mujeres con hijos, del mismo modo sucede en las religiones monoteístas: el voto de castidad de los religiosos no es sólo por evitar emparejamientos contra la comunidad religiosa, sino sobre todo para que no haya hijos ni tampoco ese nepotismo que llamamos herencias si atendemos al plano material.
La hembra ancestral o arquetípica es pues dócil, sumisa, complaciente, cuida de los suyos, les enseña y protege. Es sexo y es goce, es leche, madre y contenedora, es masoquista, sufre y muchas veces es sacrificio y dolor. Pero también puede ser todo lo contrario, es cruel, sabia y vengativa, es infanticida, paraliza a los hombres con su mirada, es maga y asesina, celosa y posesiva.
Las dos cosas al mismo tiempo, pues en el inconsciente donde habita no hay contradicción.
Toda mujer ha de contactar con su hembra ancestral alguna vez en su vida, ha de verse cara a cara con ella y reconocerla, aceptarla en su dignidad y a partir de ahi construir su identidad femenina. Una identidad que en cualquier caso (y a diferencia del varón) es una identidad que ha de coserse con los hilos del vacío, de la ilimitación y de la falta de referentes. La mujer es un océano, mientras que el hombre es un rio y está blindado por puertas (como esas de las que habla Mc Cartney)
¿Pero qué significa esto de los limites del varón y la ilimitación de la mujer?
Me estoy refiriendo al goce sexual naturalmente. El hombre tiene un goce sexual hidráulico, directo, vinculado a la eyaculación que es la que pone la puerta, el limite a su goce, la mujer en cambio no tiene diques que se opongan a su goce, incluso la anorgasmia es un goce en sí mismo, pues representa a la mujer fálica, la mujer que se niega a dar, una manifestación más de la Durga.
De la histeria a la mujer.-
El camino largo y tortuoso de una niña se inicia en la histeria y termina en la mujer en lo Femenino si todo anda bien. Tomo la palabra “histeria” en su concepción psicoanalítica dura, es decir aquella persona cuyo goce no ha traspasado el umbral de lo fálico. Toda niña comienza su andadura de goce a través del descubrimiento de su clítoris ,no de su vagina. La vagina no existe, se trata de un orificio virtual que solo se descubre como el cáliz sagrado, con su llenado de sangre (Santo Grial= Sangre real).
El goce femenino es difuso y se materializa en todo el cuerpo sobre todo en los recodos de los miembros, los tobillos, las muñecas, el cuello y los pechos, pero cualquier lugar del cuerpo puede ser anatómicamente susceptible de erotización, entre otros la voz y los ojos, los intangibles y como no, las relaciones, los vínculos.
La bella es una mujer histérica que ha tomado el semblante fálico del deseo masculino para ofrecerse a él. Hay muchas formas de histeria, pero me estoy refiriendo ahora a la mujer que seduce, que ofrece su cuerpo, que se exhibe para hacer emerger el deseo en ese ser limitado y vulnerable que es el hombre ( de cuyo recorrido largo y sinuoso hablaré en el próximo post). Existen pues mascaradas histéricas que no son exactamente “Lo Femenino” sino otra de las estrategias de la Durga.
La histeria es una mueca de triunfo y de asco.
La histérica quiere llenar su vacío fundacional con cosas con demandas, objetos, caprichos: busca saciarse pero el resultado es siempre el mismo: insatisfacción.
Pues una mujer debería saber que un hombre no va a llenar ese vacío, pues ese vacío es la propia brecha ontológica. Y un hombre debería saber que no puede colmar totalmente a una mujer, porque “la mujer es No –toda”, como dijo Lacan. Esto tiene importantísimas implicaciones y consecuencias.
Una mujer ha de reconocer la castración en el hombre en tanto hacerse consciente de que hacía pesar sobre él una exigencia-expectativa de pura potencia, de omnipotencia, de excepción.
La castración desde luego existe aunque se trata de un concepto freudiano mal entendido y mal explicado. Trataré en mi próximo post de explicárselo a mis lectores.
R. Baumeister: gender and erotic plasticity 2004.
Pagina web sobre la obra maestra de Julius Evola: La metafisica del sexo
Capitulo de las practicas sexuales tántricas y su peligro de Julius Evola.