Si crees que la palabra “moral” es un sustantivo lo más probable es que seas un platónico, conservador y nominalista. Si por el contrario crees que es un adjetivo entonces eres aristotélico, progresista y naturalista. @pacotraver
Jonathan Haidt es un profesor de psicología social de la Universidad de Nueva York que ha sido múltiples veces citado en este blog. Se trata de uno de los investigadores que más saben sobre eso que llamamos “Moral” y las raíces éticas de la conducta. El hallazgo más interesante de Haidt es la idea de que la moral no una cuestión binaria, no es algo que se tiene o de lo que se carece, sino una categoria dimensional. Para visualizar estas ideas de una forma sistemática puede el lector leer este post.
Recientemente Haidt ha publicado un interesante articulo donde nos cuenta de qué manera la opulencia, o la prosperidad nos ha cambiado el cerebro, más concretamente Haidt habla del cambio de nuestra conciencia, de nuestros valores y de nuestro modelo del mundo.
Y no es posible hablar de opulencia sin hablar de “capitalismo” que aunque es un palabra fea y más bien desacreditada lo cierto es que gran parte del bienestar que disfrutamos en eso que venimos a llamar Occidente es a causa de habernos metido bajo la tutela del Capital.
Es precisamente el capitalismo es que ha podido sortear la trampa malthusiana, de la que hablé aqui y que vale la pena recordar algunos párrafos:
La trampa malthusiana.-
Según Malthus, la población crecería en progresión geométrica, mientras que los recursos solo crecerían en progresión aritmética; llegando, en un momento dado, a una ruptura del equilibrio entre población y recursos, dando lugar a una catástrofe malthusiana que haría caer a la población hasta llegar de nuevo a un punto de equilibrio.
Clark demuestra que en las economías preindustriales se encontraban encerradas en una trampa malthusiana. Cada vez que la producción crecía, la población lo hacía a una escala muy superior, consumiendo los excedentes de producción y cayendo, por tanto, los ingresos medios al nivel anterior al aumento de productividad, siendo muy bajos en relación directa a la adquisición de trigo para el consumo.
Tomando cifras como referencia, en 1790, el consumo del inglés medio era de 2.322 kilocalorías diarias, mientras que el de los ingleses pobres se limitaba a sólo 1.5080 kilocalorías al día. Teniendo en cuenta que una dieta variada para un hombre adulto de unos 70 kilos es satisfactoria en todos los aspectos cuando su valor calórico es de unas 2600 -2700 kilocalorías diarias, según Grande Covián, y que las sociedades caza-recolectoras actuales tienen un consumo de 2.300 kilocalorías o más, llevan a Clark a observar que “el hombre primitivo comía bien en comparación con una de las sociedades más ricas del mundo en el siglo XIX”.
En este sistema, la única tregua llegaba con los desastres cíclicos correspondientes a los periodos de catástrofe maltusiana. La caída de población, a consecuencia de desastres como la peste negra, daba la oportunidad de comer mejor a unas cuantas generaciones.
Guerra y enfermedades eran pues los inhibidores naturales de la demografía y lo que permitía coyunturalmente escapar de la trampa malthusiana.
En este sentido la revolución industrial permitió “escapar” de la trampa malthusiana de un modo definitivo. En lo sucesivo los incrementos demográficos ya no serian necesarios para equilibrar recursos y consumo. Había nacido un invento para terminar con las limosnas: la productividad industrial y el trabajo asalariado.
¿Pero por qué en Inglaterra?
Los ingleses fueron los primeros en abolir el poder absoluto de los reyes y someterlos al Parlamento, fue concretamente en 1688 – la Revolución Gloriosa- cuando sustituyeron a Jacobo II un rey extractivo por un Guillermo de Orange, una dinastía extranjera pero inclusiva. Con ello estaba preparando el terreno para la llegada de la revolución industrial y gracias a los que podríamos llamar una “cultura de tenderos” germen de la burquesía y ricos por decirlo así aunque no aristócratas. (Clarck 2007)).
El capitalismo es el sistema que permite hacer las cosas más rápido y baratas.
La rapida prosperidad creciente
Es indudable que aquellas naciones donde se estableció la revolución industrial y el trabajo asalariado han progresado más y mejor al haber podido escapar de la trampa malthusiana, mientras que aquellas que no la hicieron son hoy pobres, se encuentran sumidos en guerras tribales o bien mantienen regímenes extractivos y corruptos, al tiempo que mantienen un incremento de su demografía. Un incremento que traduce perfectamente las ideas de Malthus: mucha gente que alimentar y pocos recursos.
El capitalismo malo.-
Pero efectivamente el capitalismo tiene algunos efectos secundarios, son bien conocidos, la corrupción, el ataque al medio ambiente y la injusticia, ¿pues no es una injusticia que un futbolista gane más que un cirujano vascular?
En efecto, no parece justo que ciertas profesiones de entretenimiento lleguen a ganar y a ser mas valorados por sus coetáneos que aquellos que dedican su vida a la ciencia, a la investigación o a cualquier otra tarea con retorno social. Y sin embargo esa es la lógica del capital. si Messi gana más dinero que usted o que yo es porque en el actual sistema capitalista las intervenciones de Messi se venden a precio de oro (de mercado) mientras usted o yo somos seres anónimos que vivimos de un sueldo, en mi caso de funcionario.
Sin embargo se le atribuyen al Capital otros efectos secundarios que no tienen nada que ver con él. La pobreza de una parte del mundo, no es el efecto del bienestar de la otra parte del mundo pues la economía no es un juego de suma cero, donde lo que uno gana el otro lo pierde como en la lotería, sino que cada nación ha de hacer sus deberes tal y como conté en un post que titulé ¿Por qué fracasan las naciones? En él encontrara el lector las razones porque existe eso que llamamos desigualdad. Y en este otro post exploré las razones por las que nuestras sociedades reproducen también en su seno democrático otras desigualdades.
El cambio de valores en los países opulentos.-
La mejor investigación sobre cómo la creciente prosperidad cambia a las personas proviene de la Encuesta Mundial de Valores (WVS), dirigido por Ron Inglehart y Welzel cristiana.[2] El WVS ha recopilado datos sobre muestras representativas de las personas en muchos países cada seis años aproximadamente desde la década de 1980. Comenzaron con una veintena de países y ahora son hasta noventa y cinco países de la sexta ola de investigación. Piden más de un centenar de preguntas sobre temas como la religión, la democracia, los derechos de la mujer, el capitalismo y las prioridades nacionales.
Los autores a partir de la investigación crean un mapa en dos dimensiones en el que los países se pueden agrupar. El equipo no tiene la menor idea de lo que significan las dos dimensiones, simplemente alinea países con perfiles similares de valor, como se puede ver en la figura de arriba.
Podemos observar como hacia la derecha se imponen aquellos países que optan por valores como “la libertad de expresión” en contra de los valores de supervivencia que están en la parte izquierda, por contra en el eje vertical se encuentran los valores tradicionales y los valores racionales explorados.
La mejor manera de entender el gráfico es considerar que casi todas las sociedades proceden de un entorno agrícola. Culturas agrícolas preindustriales generalmente tienen valores tradicionales y de supervivencia (que se agrupan en el cuadrante inferior izquierdo del mapa).La vida es dura e impredecible, por lo que usted debe hacer su deber, orar a los dioses, y se aferran a su familia extendida para la protección.
Pero a medida que los países se industrializan y la gente deja la tierra y entra en las fábricas, se eleva y los memes de valores cambian. Curiosamente, los países no sólo se mueven en diagonal, desde los pobres cuadrante (actualmente ocupado por las naciones islámicas y africanas) al cuadrante rica (anclado por Escandinavia, en la parte superior derecha). Más bien, hay un proceso de dos pasos. Primero, los países se mueven hacia arriba, a partir de los valores tradicionales / de supervivencia a los valores / de supervivencia seculares. Cuando el dinero proviene de las rutinas de producción de la fábrica, no hay mucho tiempo ni espacio para el ritual religioso. Las personas expresan valores materialistas en este cuadrante: quieren dinero, no sólo para la seguridad, sino por el prestigio social y por todo lo que pueden comprar.
Esta es seguramente la razón por la que el capitalismo está tan mal visto, pues el consumo es algo detestable al menos para intelectuales y artistas. A mucha gente le parece que el capitalismo es una forma de explotar a la gente mientras estos se mantienen como locos comprando bienes que alimentan el ciclo de su propia explotación.
Pero usted sólo tiene que esperar un par de generaciones, para llegar a la segunda etapa. Se trata de sociedades en transición hacia empleos más basados en los servicios, que requieren (y fomentan) muy diferentes habilidades y valores en comparación con los trabajos de la fábrica. Además, como las sociedades consiguen más ricos (en realidad más clase media), la vida se hace generalmente más segura, no sólo debido a la reducción de la enfermedad, el hambre y la vulnerabilidad a los desastres naturales, sino también debido a la reducción de la brutalidad política. La gente consigue derechos e incluso consigue derechos para los animales. El efecto neto del aumento de la seguridad es transformar los valores de la gente de una manera que a la izquierda política le gusta.
Y aquí vienen los efectos secundarios del “progreso” es decir del Capital:
La generación que creció con estas “mentes abiertas” y “valores expresivos” comienza preocuparse por los derechos de las mujeres, derechos de los animales, los derechos de los homosexuales, derechos humanos, y la degradación ambiental. Lo interesante es saber que los valores se desplazan en una especie de deriva genética ( en realidad deriva de valores) y no significa linealmente que todos los valores que abrazamos supongan un “progreso” o perfectibilidad del hombre. Concretamente en muchos lugares se ha criticado que mientras el aborto se considera hoy un derecho de la mujer (porque le permite individualmente programar su vida reproductiva a la baja) se moralicen otras cuestiones que nada tienen que ver con la vida de las personas, como sucede hoy con los derechos de los animales.
Todo parece indicar que el bienestar no está haciendo más tontos y pusilánimes, cosa por otra parte lógica.
Los jóvenes de hoy esperan más de la vida que sus padres lo que les hace más vulnerables al sufrimiento mental subjetivo si no se alcanzan los objetivos marcados. Cuando las mujeres tienen perspectivas de educación y de carrera, tienden a tener menos hijos, tan pocos, de hecho, que si dejamos a un lado el África subsahariana (que será la última región que someterse a esta “transición demográfica”), la población en el resto del mundo comenzará a disminuir en apenas unas décadas y se desplomará en el siglo XXII.
Dicho de otra manera moriremos de éxito.
Y el capitalismo efectivamente será el culpable no por lo que dicen los comunistas sino precisamente por sus éxitos que llevan aparejado un suicidio demográfico del mundo opulento que vendrá a ser ocupado por inmigrantes de otros países, portadores de otra cultura, otras costumbres y otros valores.
No sabemos que sucederá entonces pero lo que si sabemos es que sólo el capitalismo podrá sacarnos del atolladero en que nos metió.
Bibliografía.-
Adiós a las limosnas (2007), una mirada a la historia económica de Malthus