Para mi todos los días son el “día de la salud mental” es por eso que no había caído en que hoy 10 de Octubre es el día oficial de la Salud mental.
Algo que ha venido a sustituir al santoral, ahora ya no celebramos santos sino enfermedades, edades, géneros o cosas así, lo cierto es que esas celebraciones no me gustan nada y solo sirven para abrir un espacio de reivindicación y de visibilidad que se opaca al día siguiente. Es verdad que los recursos en salud mental dan mucha pena en nuestro país, no solo porque hay pocos, sino además porque son muy desiguales según las distintas autonomías. Si a eso sumamos los recortes pues ya podemos saber por donde van los tiros de la Salud mental, un área muy abandonada por las sucesivas administraciones.
Pero no es la intención de este post hacer una reivindicación, algo que ya hacen otros agentes con poquísimo éxito. Yo voy a centrarme en el concepto propiamente dicho. En el concepto de “salud mental”. Si ustedes me preguntaran qué es eso mi respuesta seria esta:
-No tengo la menor idea.
Por una razón fundamental: no hay una única manera de estar sano mentalmente sino múltiples y otra, sabemos algunas cosas de la patología mental pero sabemos muy poco de la normalidad, ni siquiera tenemos una teoría sobre la normalidad. Y este es el verdadero problema.
Es por eso que me dirigí a este post de Pablo Malo donde aborda este mismo tópico del que les estoy hablando.
En Psiquiatría hablamos de enfermedades mentales desde Séglas para acá, más recientemente se ha habilitado la palabra “trastorno”, que es como una enfermedad de mentirijillas. ¿Pero son los trastornos mentales enfermedades similares a las físicas? o ¿representan mas bien disfunciones de funciones cerebrales concretas que son en sí mismas fisiológicas?
La mejor forma de averiguar algo sobre esto es obtener una definición sobre la salud, es decir en qué consiste la salud mental?
La respuesta que se encuentra en este post es ésta:
Salud mental es dejar que nuestro cerebro y nuestra mente hagan aquello para lo que han sido diseñados por la evolución.
“Cartografiar el territorio de lo normal es un trabajo fundamental para la Psiquiatría porque la mejor forma de entender muchos trastornos como perturbaciones de sistemas y mecanismos normales. Sin una referencia básica de cómo funcionan la mente y el cerebro, nuestras definiciones de anormal y normal dependen mucho de qué conductas decidamos que son inusuales, extrañas o problemáticas. Y en estas decisiones pueden influir fácilmente las modas culturales, la tradición histórica y las opiniones “autorizadas”. En lugar de partir de lo anormal deberíamos partir de lo normal: ¿Para qué se construyeron la mente y el cerebro? ¿Cómo se desarrollaron las funciones mentales y neuronales? ¿Cómo están organizadas?
Y Smoller cita a Jerome Wakefield, el autor que ha hecho la propuesta más seria hasta la fecha para utilizar la teoría de la evolución en la definición del trastorno mental (Wakefield, 1992, 2007). No se trata de una definición de trastorno mental perfecta, tiene sus problemas y, por supuesto, ha sido criticada por muchos autores, pero también es verdad que, hasta la fecha, nadie ha puesto sobre la mesa una propuesta mejor, ni basada en la teoría de la evolución, ni de otro tipo. El resto de la entrada la voy a dedicar a comentar y discutir en detalle esta propuesta.
La propuesta de Wakefield es una definición relativamente sencilla: “un trastorno es una disfunción perjudicial”. Esta definición es una definición híbrida, porque tiene dos componentes, uno es el daño o el perjuicio que genera, y este componente se refiere una condición que es valorada como negativa por los estándares socioculturales (los valores sociales). La eterna discusión a la hora de definir la enfermedad es si las enfermedades son entidades naturales o reales, o si son construidas por la cultura. Una cosa se puede considerar perjudicial en una cultura o sociedad y no en otra. De esta manera, Wakefield incorpora en su definición el componente de “construcción” que inevitablemente contiene toda definición de enfermedad. Pero, al hablar también de disfunción, está hablando de un hecho biológico, de una realidad, de algo comprobable científicamente, que no es totalmente arbitrario. La disfunción la ancla Wakefield en la biología evolucionista, es el fallo de un mecanismo psicológico para funcionar tal y como fue seleccionado por la selección natural. (Pablo Malo)
¿Para qué sirve el aire acondicionado?
Suelo poner el ejemplo del aire acondicionado para ilustrar el hecho de que nuestra vida transcurre en entornos poco saludables en términos evolutivos. Nosotros los sapiens no estamos diseñados para trabajar en verano en esa maldita oficina durante horas sentados de mala manera en una silla mientras la temperatura de la calle está a 40 ª y la del interior a 21ª.
Todo el mundo sabe que el aire acondicionado es muy deseable porque nos permite sobrevivir a la canícula haciendo algo de provecho fabril, pero no estamos pensados para eso. De tal forma que nos resfriamos. El resfrío es una patología humana de la que sabemos poco, pues no solo nos podemos resfriar de las vías respiratorias superiores, sino que los músculos, los nervios y hasta nuestra vejiga puede resfriarse. Se trata de las clásicas patologías “a frigore” que ya ningún médico contempla a pesar de ser más frecuentes que nunca.
En resumen no estamos diseñados para vivir en entornos de aire acondicionado.
Y de ahíi se derivan consecuencias para la salud. Podríamos decir que pagamos un peaje por estar fresquitos en verano.
¿Qué es lo que puede funcionar mal en nuestro cerebro o nuestra mente para que exista esa discrepancia entre el medio ambiente actual y nuestras adaptaciones?
Hay tres clases de posibilidades de avería: atribuibles al cambio del entorno, atribuibles a procesos psicológicos o atribuibles a cambios sociales o civilizatorios.
Atribuibles al cambio del entorno.-
Nuestros mecanismos psicológicos pueden estár funcionando correctamente pero ha cambiado el ambiente, por lo que ese mecanismo ahora resulta disfuncional. Creo que esto es fundamentalmente un matiz y que la medicina evolucionista (Nesse y Williams,1994) contemplan este caso del “desajuste” entre el mecanismo evolucionado y el ambiente entre sus causas de enfermedad. Uno de los ejemplos clásicos es nuestro apetito por las grasas y los dulces, que era perfectamente adaptativo en un mundo donde había escasez de los mismos, pero que se ha vuelto problemático en un mundo donde disfrutamos de abundancia de alimentos. En última instancia este problema del desajuste se debe a que la selección natural trabaja en una escala de tiempo muy larga, y le lleva miles, o millones de años, realizar sus ajustes.
Otro ejemplo es el del clima, es muy probable que la población europea desarrollara adaptaciones al clima que convirtió Europa en un glaciar hace unos 30.000 años. Es evidente que si nuestra especie desarrolló estos mecanismo ahora se han quedado en paro. No sabemos exactamente qué consecuencias y por qué mecanismos se ha producido este cambio, pero estamos seguros de que ha tenido una influencia muy importante. Algunos autores relacionan
el trastorno bipolar con esas adaptaciones ancestrales y climáticas.
Atribuibles al cambio psicologico.-
Uno de los factores más señalados por los psicólogos evolucionistas es el fenómeno de la
jibarización cerebral o los procesos de autodomesticación, la neotenia por otra parte señala en la dirección de que cuerpos esbeltos y estiilizados llevan aparejados psicologías gráciles.
“Otra crítica que considero que tiene mucho más peso es que no conocemos en la mayoría de los casos en Psiquiatría cuáles son los mecanismos psicológicos normales diseñados por la selección natural y, por lo tanto, no conocemos cuáles son los mecanismos disfuncionales causantes del trastorno. Conocemos muy poco acerca de los mecanismos cerebrales subyacentes a las funciones psicológicas básicas, aunque intuimos que existe una disfunción biológica, y tampoco conocemos los caminos evolucionistas por los que llegaron a existir esas funciones psicológicas. Actualmente, y a pesar de todos los esfuerzos, los trastornos mentales son conceptos descriptivos sin que podamos decir nada sobre los posibles mecanismos biológicos subyacentes. No existe todavía ni un marcador biológico en Psiquiatría ni unos factores genéticos delimitados. Pero es que la Psicología y Psiquiatría evolucionista se encuentra todavía en pañales y tampoco puede aclarar y definir cuántos mecanismos psicológicos tenemos y su evolución filogenética desde estadios iniciales en animales inferiores hasta el ser humano. Basándome en estos datos, creo que la definición de Wakefield es en principio una buena definición, pero prematura, se adelanta a los tiempos, es un buen programa para investigación, para definir qué es lo que deberíamos hacer y buscar en el futuro, pero creo que no estamos todavía en condiciones de llevarla a la práctica. Tal vez por eso, el grupo de trabajo del DSM-5 no ha podido incorporarla. Sólo como ejemplo y experimento mental, la situación ideal sería la siguiente. En las últimas décadas hemos ido conociendo un mecanismo psicológico que se ha denominado “Teoría de la Mente”, que es un mecanismo para detectar las intenciones, deseos y motivaciones de los demás. Sabemos que este mecanismo psicológico se sustenta sobre una neurobiología que implica a la articulación temporoparietal, la corteza prefrontal medial y la corteza cingulada posterior. Conocemos, asimismo, que este mecanismo mental es disfuncional en el Autismo. Bien, éste sería el sueño de una clasificación psiquiátrica futura: un mecanismo mental definido y una enfermedad asociada a su fallo. (por supuesto el autismo no es simplemente un fallo de la Teoría de la Mente, pero no habría en principio graves problemas teóricos para que una enfermedad implicara el fallo de varios mecanismos). Evidentemente, estamos lejos de este objetivo”.
Me voy a permitir en este punto un inciso para señalar un hecho que, tal vez, solemos pasar por alto en Psiquiatría. Decíamos ahora mismo que no sabemos cuáles son los mecanismos psicológicos normales de la mente humana, pero es que tampoco sabemos cuáles son los “mecanismos curativos normales” en Psiquiatria. Si yo me fracturo un hueso, el tratamiento es reducir e inmovilizar el miembro afectado, pero la curación la realiza el propio organismo que tiene mecanismos para reparar y consolidar el hueso fracturado, o para cicatrizar en el caso de las heridas, etc. No sabemos cuáles son los mecanismos mentales curativos equivalentes a la cicatrización o a la consolidación de fracturas en el plano físico. (Pablo Malo)
Atribuibles al cambio social o civilizatorio.-
La hipótesis más conocida es la urbanicidad que Jared Diamond propone en
“Armas , gérmenes y acero”.la invención de las ciudades, el exceso de excedentes y otros males nos alejaron de nuestra esencia como simios con un sistema dopaminérgico a medio hacer y de donde la continua migración de hábitats y la incertidumbre de ese vivir en contacto pleno con la naturaleza (el periodo cazador-recolector) había configurado nuestras adaptaciones hasta ese momento.
Lo cierto de todas estas teorías es que apuntan hacia un fenómeno común: la hominización con esa dicotomía continua entre naturaleza y cultura va agrandando cada vez mas el espacio que existe entre nuestras adaptaciones ancestrales y los dilemas nuevos que tenemos que enfrentar al vivir cada vez en un mundo más complejo, donde casi continuamente nos enfrentamos a lo nuevo sin resortes biológicos para salir triunfadores.
Para Hood la variable critica de este empequeñecimiento cerebral, los cambios corporales y los cambios del comportamiento mental hemos de ir a buscarlos a la domesticación de nuestra especie: cada vez más los humanos estamos más adaptados a vivir en grupos de los que obtenemos recursos que por nuestra propia cuenta no sabríamos obtener (ni sabemos como funcionan). Somos dependientes no sólo en materia energética, servicios, abastecimientos, etc sino también en nuestra necesidad gregaria y de contacto social. Simultáneamente con esa idea nuestra vida en las ciudades nos individualiza más y nos separa de nuestros semejantes y los ideales de autonomía y de emancipación nos enfrentan a una contradicción: ¿Como ser autónomos si somos tan dependientes?¿Como ser fuertes y asertivos si somos tan vulnerables?
Y la peor noticia es que los bienes culturales crecen a una velocidad mucho mayor que los cambios biológicos que les pueden ser de referencia neurobiológica (ley de Moore), lo cual nos permite predecir que el futuro de la humanidad es bastante oscuro si no somos capaces de utilizar nuestros resortes biológicos ancestrales y hacerlos compatibles con los desarrollos que la tecnología que ya está aquí mismo, esperando.
Dicho de una manera más clara, todo parece indicar que la opulencia le sienta muy mal a nuestro cerebro. ¿Entonces qué hacer? ¿Hemos de volver a la tribu o a un estado semisalvaje?
No estoy proponiendo eso, pero estoy convencido de que si no somos capaces de desvelar cuales son esos mecanismos por los que nuestra especie logró medrar en entornos tan hostiles como los que conocemos por la antropología y la Pelontología, nunca llegaremos a conocer qué cosas tenemos que evitar en nuestro continuo trasiego de inventos “pro-sociales”.
Hemos de aprender a hacer convivir nuestro diseño biológico con nuestros ideales y aun: con la tecnología.
Bibliografía.-
Smoller J. La otra cara de lo normal. Todos los secretos de la conducta normal y anormal. RBA 2013
Wakefield JC. The concept of mental disorder: on the boundary between biological facts and social values. Am Psychol 1992: 47:73-88
Wakefield JC. Disorder as harmful dysfunction: A conceptual critique of DSM-III-R´s definition of mental disorder. Psychol Rev 1992; 99:232-247
Wakefield JC. The concept of mental disorder: diagnostic implications of the harmful dysfunction analysis. World Psychiatry 2007; 6:149-156