No cabe duda de que existe una enorme desconfianza ante la ciencia, una desconfianza que es comprensible pero tambien injusta si pensamos en los beneficios que nos ha aportado, tanto en tecnología como en bienestar y longevidad.
Por referirme solo al campo de las ciencias biomédicas no cabe duda de que las sospechas -algunas con cierto fundamento y otras sin él- afectan a ciertos campos del saber, nombraré tres de ellos: la oncología y sus tratamientos, las vacunas y los tratamientos psiquiátricos se situan en la primera linea de sospecha junto con las multinacionales farmacéuticas a quienes se les acusa incluso de “inventar” o propiciar nichos diagnósticos para promocionar sus productos.
De estos temas ya he hablado en otros post, de modo que no voy a volver a referirme a ello sino para situar mi análisis en lo que entiendo que es un posicionamiento ambivalente del publico en general frente al progreso de la medicina. Las personas dudan en cierto modo de los avances -innegables- de la medicina quizá porque se han visto decepcionados por las altas expectativas que tenian sobre el tratamiento de ciertas enfermedades.
Y es cierto que aunque haya habido avances fascinantes en casi todos los campos del saber médico existen y cada vez hay más bolsas de sufrimiento vinculados a la cronicidad o a la incapacidad y tambien mucha controversia frente al precio de ciertos medicamentos. La medicina no lo resuelve todo y de ahi, la decepción.
Y es por eso que surgen por doquier tratamientos alternativos,medicinas exóticas, de imposición de manos, todo tipo de terapias, florales o gestálticas, homeópatas y naturistas, chamanes y curanderos, sexo tántrico, medicinas cuánticas, aromatoterapéuticas y dietistas que hacen recomendaciones contradictorias entre sí cuando no nos someten a la dictadura del placebo. Dicho de otra forma: existe una infoxicación de remedios para cualquier tipo de malestar. En el tema de las creencias la gente vuelve sus ojos hacia oriente y se hacen taoistas, budistas, practicantes del tai-chi o cualquier otra disciplina cargada de sentido espiritual. A pesar de que sigue sirviéndose de ella, el publico ha estigmatizado por desconfianza a la tecnologia y vuelve a creer en cosas que parecian ya amortizadas por la modernidad. ¿Qué ha sucedido? ¿No es paradójico que en el mejor de los momentos para la medicina aparezcan tantos pseudomédicos lanzando sus proclamas?
Lo cierto es que la ciencia deja ciertos fenómenos sin explicar o lo que es peor: los oculta. Por poner algunos ejemplos de esa ocultación (y no necesariamente los más candentes), los sueños, la compulsión repetitiva, la causa de la esquizofrenia, la dualidad cerebro-mente carecen de explicación.
¿Es la esquizofrenia una enfermedad cerebral o mental? ¿Y si es mental como se distingue de las enfermedades neurológicas puras como el Parkinson o el Alzheimer? ¿hay algo más que neurotransmisores y circuitos deficitarios? ¿Qué papel juegan los factores ambientales, de la vida fetal, la pobreza o los exilios forzosos de lo social?
Aqui hablé precisamente de la debilidad epistemológica de la psiquiatria. ¿Sabemos de qué va la psiquiatria?
Lo cierto es que el paradigma médico induce muchas confusiones sobre nuestra especialidad haciendo equivaler la neurología con la psiquiatría y llevando nuestra disciplina a una ineficaz práctica que remeda lo que hacen los médicos en general: prescripciones básicamente farmacológicas en el contexto de hipótesis neurobiológicas. Este es el paradigma en el que no movemos.
Dicho de otra forma: la psiquiatria -al igual que otras especialidades médicas- se mueven en un territorio incierto, un paradigma anticuado, una debilidad epistemológica fundamental. Y todo parece indicar que nos hallamos en un momento histórico de cambio, un cambio que aun no puede percibirse en lo nuevo que no acaba de emerger mientras lo viejo no acaba de abrirse a las nuevas influencias. ¿Qué sucederá?
Los peligros de la postmodernidad.-
Personalmente creo que la postmodernidad es un lugar minado, lleno de peligros y de atascos, que Wilber ha llamado “cuellos de botella”. Y que más que una superación de la modernidad representa la amortización de todos los valores que encarnó la misma, un borrón y cuenta nueva. Una suspensión de sus avances.
De esta opinión es Juan Jose Sebreli quien en este post nos da algunas pistas a través de su libro “El asedio a la modernidad”.
Tanto si es una regresión como si es un estadio nuevo nombraré algunos de los lugares que representan para nuestra especialidad un atasco en el v-meme verde.
El meme verde puede resumirse diciendo que es pluralista, relativista, tolerante, antibelicista e igualitarista. Y narcisista.
Si bien el meme verde atrae ideales bien conocidos desde los 60, lo cierto es que no ha podido desprenderse de un cierto tufillo narcicista. La razón de esta contradicción es la dificultad del meme verde de integrar a sus antecesores sobre todo al meme azul (orden, jerarquia, trascendencia) y el meme rojo (dominancia, control). El resultado del ejercicio del meme verde es que se encuentra desconectado de su tradición, de alli donde procede. Existe como una amputación de todo lo que dio lugar a la afiliación verde, altos ideales y pasión por el igualitarismo a consecuencia de su negación o repudio de la jerarquia, de los absolutos y de la tradición.
Lo cual representa un socavamiento del la autoridad y de la transmisión de la experiencia, representa una ruptura y la no-integración de otros estadios de conciencia, supone un corte, una escisión. El meme verde se caracteriza por su ineficacia, su falta de proyecto colectivo.
Por ejemplo el igualitarismo es un valor interesante que impulsa a la conciencia humana hacia una amortizxación de una autoridad tiránica, inspirada por el dogma, medida por las herencias o el nepotismo, pero el igualitarismo no significa que todas las opiniones tengan el mismo valor, aunque todos puedan ajercer su derecho a exponerlas. Las ideas no salen todas en el mismo puesto de salida de valor. Las personas tampoco.
La psiquiatria es un mal lugar para la postmodernidad es la hora de la new age.
Y ha venido para quedarse con nosotros un cierto tiempo: el necesario hasta que un nuevo paradigma emerja.
¿Será este, el que defiende Kapra en su libro “La trama de la vida”?