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¿Están relacionados el asco y las alergias alimentarias?

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Advertencia al lector

Este post es un resumen divulgativo de una investigación que estamos llevando a cabo en el Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón. En el post no se ofrecen los detalles engorrosos de la investigación sino tan sólo los aspectos de interés para un lector medio. De mismo modo los resultados deben ser considerados como preliminares hasta la publicación definitiva del citado trabajo.

Hipótesis.-

En relación con los trabajos de M. Profet sobre la hiperemesis del primer trimestre del embarazo, se nos ocurrió plantearnos la siguiente pregunta ¿Protegen las repugnancias psicológicas de las alergias alimentarias? o preguntado de otro modo, ¿Son las alergias alimentarias el fracaso de las alarmas psicologicas? y ¿Qué relación existe entre alergia alimentaria y repugnancia? Por ultimo nos planteamos si habría algún factor de la personalidad que correlacionara con el grupo clínico de nuestra investigación.

Asi se reclutó en el servicio de alergologia de nuestro hospital un numero suficiente de personas diagnosticadas de algún tipo de alergia alimentaria (demostrada por IgG) y se comparó con un grupo control de estudiantes. El rango de edad estduiado fue de 18-65 años.

Introducción.-

El asco o la repugnancia es quizá la emoción más desconocida para la psiquiatría. La razón de este olvido es probablemente la confusión que usualmente llevamos a cabo entre el miedo y el asco. No cabe duda de que tanto el miedo como el asco han sido seleccionados positivamente por la evolución por los servicios que han prestado a nuestra especie. Aunque han seguido caminos evolutivos bien  distintos,  el miedo parece ser innato, mientras que el asco requiere ciertos aprendizajes basados en el pensamiento mágico pero así y todo dotados de una enorme consistencia y muy difíciles de extinguir una vez establecidos. Incluso los circuitos cerebrales que regulan a ambos están en lugares bien distintos: en la amígdala el miedo y en la corteza cingulada el asco.

El asco surgió como un mecanismo diseñado para eludir toxinas alimentarias y probablemente evitar el contacto con animales ponzoñosos, plantas venenosas, evitar las enfermedades transmitidas por insectos, ratas y otros parásitos. La nausea y el vómito parecen ser los mecanismos (los marcadores somáticos) de esta emoción del mismo modo que la taquicardia es el marcador somático del miedo.

Hasta nosotros nos han llegado sus secuelas caracterizadas sobre todo por “manías” alimentarias muy frecuentes en los niños pero supervivientes en nuestros adultos en forma de “fobias”, intolerancias o “alergias” más o menos justificadas. La lista de alimentos “repugnantes” seria escandalosa y cualquier alimento puede según qué individuo ser un soporte del asco, lo cual exige ciertos aprendizajes sociales por mimetización. Así y todo las vísceras, el marisco crudo y la carne o pescado crudo son los alimentos preferidos por los aversivos consumidores que los detestan, no sin algo de razón.

La hipótesis desde el punto de vista evolucionista es que el asco es un mecanismo de evitación de enfermedades diseñado por la selección natural para evitar objetos como heces, vómito y personas que pueden ser contagiosas. Steven Pinker considera al asco como una “microbiología Intuitiva”, como una “Teoría de los Gérmenes” innata, y verdaderamente es sorprendente que la gente ha evitado posibles causas de contaminación como si supiera que existen los gérmenes, cuando el descubrimiento de los mismos se realizó a finales del siglo XIX. Por lo tanto la ventaja evolucionista del asco evitando la transmisión de enfermedades parece clara. Se han estudiado las cosas que dan asco en diferentes culturas y evidentemente existen variaciones culturales, cosas que dan asco en una cultura y no en otra, pero existen también muchas cosas en común. Los principales disparadores del asco son:

  • Secreciones del cuerpo y partes del cuerpo ( las heces son las primeras en la lista en todas las culturas). No hace falta insistir en que las secreciones corporales ( heces, sangre, heridas, secreción nasal, vómitos…) son transmisoras de gérmenes.
  • Comida podrida  (también transmiten patógenos)
  • Ciertos seres vivos (arañas, ratas,  gusanos…). Evidentemente transmiten enfermedades.

Ahora bien, el asco en nuestros dias parece más bien una emoción sin mucho sentido debido a las normas de higiene, limpieza y asepsia casi quirúrgica en que vivimos, así pues el asco ha ido evolucionando  y colonizando otros resortes más simbólicos que reales.

Segun Paul Rozin (1987) existirían tres niveles en el asco: uno relativo a lo concretamente ponzoñoso, otro relacionado con nuestra propia naturaleza animal y detritus propios y otro asco que pertenece ya a un nivel puramente simbólico: el asco moral.  Jonathan Haidt es el autor que más ha investigado sobre las relaciones de vecindad del asco con lo moral.

De manera que no es raro que ciertas patologías se encuentren enroscadas en esta emoción -aun mal identificada- destinada a preservarnos de los venenos y ponzoñas de otros seres vivientes. La paradoja de esta cuestión es que estas adaptaciones se produjeron en entornos ancestrales, obsoletos para nosotros, de manera que hoy muchas de sus caracteristicas precautorias han terminado y se convierten en estorbos y muchas veces en manías o patologías que lejos de ser adaptativas resultan inadaptativas e interfieren en la vida de muchas personas.

Gran parte de los trastornos de ansiedad, el TOC (con sus temores a la contaminación), algunos trastornos alimentarios y probablemente los vómitos cíclicos se encuentren enroscados en esta emoción del asco en su origen. Pues el asco se encuentra vinculado muy frecuentemente con las funciones corporales, comer, defecar, orinar, sangrar, y con los fluidos corporales, semen, saliva, menstruacion, etc.

La hiperemesis del primer trimestre del embarazo, un paradigma clínico de asco.-

Existe además una sensibilidad particular al asco, las mujeres son más sensibles que los hombres y las mujeres embarazadas todavía más pues existe una relación entre la hiperemesis del primer trimestre y el asco. Margie Profet es una neurocientifica de Harvard que desarrolló en su carrera profesional algunas hipótesis que fueron muy criticadas en su momento pero que hoy son muy citadas por los investigadores, una de ellas es la idea de que la hiperemesis del embarazo es una conducta adaptativa que tiene como fin desprenderse de teratógenos. Para demostrar su teoria Profet intentó correlacionar la frecuencia de abortos espontáneos con la presencia o ausencia de vómitos en el primer trimestre. Lo que encontró fue que, efectivamente, las mujeres que más vomitan son las que menos abortan (espontáneamente). Es como si la repugnancia psicológica protegiera de un aborto espontáneo.

Aversiones e intolerancias alimentarias.-

Existen tres  grandes bloques relacionados con el asco o la repugnancia:

Las neofobias.-

Los alimentos nuevos, que nunca se han probado pero que sin embargo pueden ser la base de la alimentación en otras culturas provocan un buen número de repugnancias, los insectos fritos  y la carne de serpiente.

Lo relacionado con la muerte.-

Las cabezas de animales y las visceras de animales , son pues y después de los alimentos exóticos el siguiente plato que rechazaríamos más frecuentemente de nuestra dieta. Era de esperar, todo lo que nos recuerde a nuestra condición de animales finitos nos provoca repugnancia. No hay nada tan repugnante como una cabeza de cordero presidiendo una mesa o una cabeza de conejo flotando por la sopa.

Lo crudo.-

No cabe ninguna duda de que nuestra dieta y probablemente nuestro cerebro cambió después de haberse inventado el fuego y que los alimentos cocinados representaron un hito en nuestro medraje evolutivo al hacerlos más digeribles y precisar de intestinos más cortos. Un desarrollo que pudo dedicarse a otros menesteres como por ejemplo el tamaño cerebral, el gran consumidor de glucosa. El marisco crudo y el pescado crudo.

Es tambien lógico puesto que los alimentos crudos, (sin cocinar) representan peligros por la posibilidad de hallarse infectados de bacterias o de temibles parásitos como el anisakis que se destruyen con una simple cocción.

Mi conclusión es que el asco evolucionó como un sistema de defensa psíquico destinado a protegernos de tóxicos, infecciones, parásitos y otros venenos relacionados con la alimentación. El gusto y el olor (a podrido) salieron en ayuda de estas defensas señalando que lo amargo (alcaloides) es peligroso mientras que lo dulce (sacaridos) era comestible.

No obstante, esta primera barrera defensiva es tosca y poco de fiar pues se encuentra dependiendo de los condicionamientos simples (clásicos o paulovianos y aprendizajes indefinidos). Significa que del mismo modo como parece que nos ha servido como defensa para eludir sustancias tóxicas tambien puede erigirse como guia de elusión de alimentos inocentes como las aceitunas.

Curiosamente el alcohol (que es un tóxico) no tiene ningun voto aversivo, lo cual representa una paradoja similar a la aceptación general que tienen los pasteles y los dulces en general (0%) de aversiones a pesar de su efecto metabólico bien conocido, lo que viene a señalar en que el asco no evolucionó para mejorar nuestra salud sino para apartarnos de peligros entendidos en clave ancestral.

Pero es necesario distinguir entre aversiones, intolerancias y alergias propiamente dichas

Intolerancias.-

Las intolerancias alimentarias son menos frecuentes que las aversiones.

Una vez descontadas las intolerancias al gluten de los celíacos, los resultados muestran un perfil muy parecido al que cabía esperar. La intolerancia más frecuente en nuestro medio es a los lácteos (28%). Lógico, puesto que hay que recordar que nuestra especie solo se ha adaptado a los lácteos muy recientemente (efecto Baldwin). Simplemente nuestro intestino no posee lactasa y ha de sintetizarlo durante la infancia, un fermento que degrada la lactosa presente en la leche. Estamos en general mal adaptados a los consumos de lácteos no fermentados.

Los alcoholes tambien generan no pocas intolerancias o a la cerveza aunque es dificil de precisar si se trata de una verdadera intolerancia o a que los intolerantes son simplemente metabolizadores lentos del alcohol. En cualquier caso no deja de ser relevante el numero de intolerantes comparado con los que tienen aversión por el alcohol -algo poco frecuente-

Alergias alimentarias.-

Pareciera indicar que las alarmas metabólicas o inmunológicas -como sucede con las alergias a la fruta-, son la ultima barrera que nuestro organismo opone para defenderse de sustancias extrañas o potencialmente peligrosas.

Las llamadas alergias alimentarias parece que son también arbitrarias -como sucede con las alergias respiratorias- y probablemente tienen que ver con la detección errónea de antigenos inofensivos que -por alguna razón hasta ahora desconocida- son identificados como peligrosos por nuestro sistema inmunitario.

Lo que podria ser explicado a través de la teoria del detector de humos de Nesse que viene a decir que más vale que una alarma salte en ausencia de peligro que demasiado tarde cuando el peligro ya haya provocado daños.

Si existe alguna relación entre aversiones e intolerancias y aun: si existe algun rasgo de la personalidad asociado con ellas será motivo de otras investigaciones.

Conclusiones preliminares de la investigación.-

Tal y como proponíamos en nuestra hipótesis, los controles puntúan más alto ( de forma estadísticamente significativa)) en el item “contaminación” del cuestionario de Haidt (SPR-2). En relación con la personalidad y a través del cuestionario de los 5 grandes (big five), solo un rasgo nos aparece como estadísticamente significativo: la apertura a la experiencia y mas concretamente el item apertura cultural en la población con alergias alimentarias.

Los hechos sin embargo requieren una interpretación y eso lo dejo para cuando se publique el trabajo.

Bibliografía.-

Profet, M.(1992): “Pregnancy sickness as adaptation. A deterrent to maternal ingestion of teratogens. In J. Barkow, L. Cosmides & J.Tooby (eds) “The adapted mind” (pp 327-366) NY. Oxford University Press.

Traver, F: “Conflictos agonísticos madre-hijo: Su relación con la psicopatología y el aborto como minimización del riesgo”. (Agonistic rivalry mother and her son: Its relation with the psicopatology and the abortion as reduction of risk.) (2004).  Psiquiatria.com.

Orban, L: “Shifts in Color Discrimination during Early Pregnancy”. Evolutionary psichollogy, http://www.epjournal.net – 2012. 10(2): 238-252

Rozin  Paul: “Moralidad y salud”.

Rozin, P y A, Fallon (1987): «A perspective of Disgust», Psychological Review, nº 94,pags. 23-4.

Isaac, Glynn: ¿Cómo compartían su alimento los homínidos protohumanos?. Investigación y ciencia, nº 21 (1978)



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