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Trastornos del deseo estético (II)

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Siguiendo mi anterior post me propongo ahora una ampliación de otros trastornos del deseo estético y recordaré que en cada uno de estos cuadrantes voy a integrar tanto las condiciones (no patológicas o maneras de ser), los trastornos propiamente dichos que no implican patología por sí mismos pero están muy cerca de ella y las enfermedades propiamente dichas que implican patología. En este caso la patología pivotaría alrededor de la idea de la belleza.

Pero antes de seguir adelante creo que son necesarias algunas aclaraciones sobre los ejes y los rótulos que les acompañan. Recordarán mis lectores que elegí dos ejes que configuran cuatro dimensiones en esta nosología que pretendo articular.

El primer eje al que llamé eje de la reflexión, decidí llamar individualismo y colectivismo a sus extremos. ¿Por qué estos rótulos?

Creo que la subjetividad humana oscila entre dos limites: por una parte una dimensión de subjetividad interna bien establecida desde la antigüedad: los humanos pensamos en primera persona, tenemos un nombre, un origen, somos “hijos de”, un periplo histórico y nos afectamos también de ese modo, de uno en uno. Pero la subjetividad humana ha sufrido grandes oscilaciones a lo largo del tiempo: no es lo mismo la subjetividad homérica que la subjetividad de San Agustin. En mi opinión el pensamiento cristiano ha sido el que más ha hecho por hacer crecer e hipertrofiar la subjetividad humana y lo ha hecho por medio de la noción de pecado. Solo el individuo puede pecar y cuando se peca se hace contra Dios no contra el rey o el prójimo sino contra la divinidad. El pecado es el origen de la subjetividad moderna al menos en nuestro entorno y es por eso que las culturas donde no existe esta condición de pecado no han desarrollado un individualismo tan robusto como el nuestro.

Suele decir y más ahora en época de la pandemia que los chinos son mucho más disciplinados que los europeos y es cierto pero es que ademas son mucho más conformistas y mucho más colectivistas que nosotros. Dicho de otra manera: no han desarrollado una idea robusta respecto a la responsabilidad o culpa individuales, simplemente se someten al dictamen de la mayoría con mayor facilidad que nosotros los europeos que estamos fascinados con la idea del libre albedrío, de que podemos elegir casi cualquier cosa.

Por contra las culturas más colectivistas -sean deístas o no deístas- como las culturas confucianas se regulan más en función de la vergüenza que de la culpa. la vergüenza que es una emoción fundamentalmente social pero orientada hacia afuera, hacia el qué dirán, algo que comparten tanto las culturas árabes como las asiáticas. Para un chino sería absurdo hablarle de malestar con el cuerpo, de esa disconformidad que aqueja a nuestras conciudadanas comunes lo cual no significa que la anorexia mental no exista en China aunque por lo que yo he visto en la clínica la anorexia en China parece que tiene otra evolución y otras motivaciones: más concretamente el suicidio. Sin embargo en nuestro entorno solo las anoréxicas más graves (melancólicas) evolucionan hacia el suicidio o la muerte por inanición.

Pero los chinos también pueden ser como nosotros egoístas o altruistas, criminales o sensibles, morales o inmorales pues la moralidad no es algo individual sino grupal como veremos más adelante. Es por eso que pensé en un esquema gráfico en abscisas i ordenadas e introduje ese eje de la socialización pues a socialización depende de otras variables distintas a las que en la cultura inscribe la subjetividad. La socialización depende de la crianza.

Una vez aclarados estos extremos sobre las razones por las que elegí esos rótulos estoy dispuesto a seguir dando por sentado que cualquiera de ellos podría ser cambiado por otros conceptos emparentados, por ejemplo el individualismo podría ser sustituido por la reflexividad o la identidad tal y como proponen otros autores si bien estos conceptos pueden ser vistos como una nueva vuelta de tuerca de la individualidad y el colectivismo podría ser sustituido por el gregarismo o la sobresocialización. Si bien este ultimo concepto de sobresocialización implica un mayor empeño de ingeniería social tal y como supone Kaczyinski.

“Algo más que un simple “exceso” cuantitativo de socialización y no puede darse espontáneamente salvo en pocos individuos. Se trata más bien de un tipo especial de socialización dirigido más a lo psicológico que a lo comportamental, razón por la cual es lícito pensar que estamos ante una estrategia cuidadosamente planificada e introducida en la sociedad. Este tipo de estrategias nos remiten más allá de la idea de ingeniería social, a la Escuela de Frankfurt, en la cual se dieron los primeros pasos hacia la reprogramación psicológica del individuo y el control del cambio actitudinal.

La sobresocialización puede definirse entonces como un proceso de re-condicionamiento psicológico que supone una re-educación o re-programación profunda (ya que alcanza el nivel subconsciente) y que implica cambios en la personalidad y la propia naturaleza psíquica del sujeto”.

Este concepto de “sobresocialización” es para mi clave en la comprensión de estas enfermedades estéticas de las que estoy hablando y si bien es cierto que determinadas patologías como la anorexia mental, o determinadas condiciones como la homosexualidad han existido siempre lo cierto es que estaban circunscritas a ciertos ámbitos relacionados con esa búsqueda del ideal estético que gobierna a estas poblaciones. La novedad de la época moderna es que estas búsquedas ya no son patrimonio de artistas, pensadores o filósofos sino del publico en general, es obvio que se han democratizado lo que viene a significar que se han extendido estas condiciones dando lugar a patologías concretas.

Por ejemplo la homosexualidad es una condición del gusto amoroso, que puede ser interpretada como una búsqueda estética de lo masculino (en la homosexualidad masculina) y tiene dos variantes tal y como introduje en el post anterior: la belleza según Donatello y la belleza según Miguel Angel, la primera afeminada, la segunda hipermasculina: ambas son una  búsqueda ideal del andrógino en un caso y del coloso en la otra. Esta búsqueda de modelos de belleza masculina es más probable que sucedan en tiempos de secularización más o menos manifiesta como el Renacimiento o la época actual donde la laicidad se ha consagrado como una opción sustitutoria de la religión. Como es sabido todas las religiones están en contra de la homosexualidad y lo están porque el homosexual esgrime una sexualidad incontrolable, no reproductiva y la religión como el Estado exigen deberes reproductivos a los individuos. Es de notar que la homosexualidad griega estaba tolerada porque no era absoluta, sino que se trataba de una actividad suplementaria al matrimonio y vinculada a la paideia.

El Renacimiento es una época -que se llama así- por una vuelta al clasicismo griego y es de notar que el clasicismo griego era profundamente misógino, la andróginia y la masculinidad eran los ideales culturales de esa época; apenas hay arte femenino o que revele la naturaleza femenina más allá de columnas como cariátides o diosas guerreras como Atenea. Sostener las columnas de la tierra o blandir el casco de la guerra son algunas de las formas que nos ha legado la cultura griega en relación a las mujeres. Algo mucho más evidente en el arte de Roma. El clasicismo representa sobre todo un ideal masculino.

Las que sostienen el mundo

Todo parece indicar que la desaparición de ideales femeninos o de franca misoginia correlaciona con la aparición de gustos amorosos de los hombres por los hombres y por el contrario cuando sucede el fenómeno contrario (androfobia) aparece una vuelta de lo pagano, de las deidades primitivas y de lo monstruoso.

La belleza y lo feo en el tiempo actual.-

Todos los autores que se han ocupado del tema están de acuerdo con la idea de que la secularización fue el inicio de cambios sutiles y otros groseros en la subjetividad humana. Es lógico puesto que la secularización implica un cambio en el fundamento de la subjetividad. Ya no se sostiene en la creencia en Dios, ni en una serie de normas a acatar o en un paraíso a alcanzar sino que ese fundamento externo, que es un fundamento no solo de la conducta y del pensamiento e ideales sino también un fundamento de sentido deja de operar y ha de ser sustituido por algo: las creencias o la ideología; otro tipo de ideales vinieron a sustituir a la idea de santidad o de santificación de la vida o simplemente a la idea de salvación. La subjetividad y sus equivalentes grupales (identitarios), clanes y camarillas cuando no sectas y tribus vinieron a tomar el relevo de la identidad individual.

Asistimos así a la tribalización de la identidad, a su gremialización.

Es en este contexto donde se inscriben algunos trastornos de la modernidad como los trastornos alimentarios: anorexia y bulimia sobre todo aunque con múltiples variaciones de condición sobre este tema relevante: la búsqueda de la belleza y cuando no se alcanza la fealdad como ideal, como algo a mostrar, como algo que provoque rechazo, asco o repulsión.


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