Hoy he leido un post que voy a tomar como referencia de lo que voy a decir a continuación. Se trata de un post fimado por una psicóloga llamada Olga Pujadas que me ha dado la idea del titulo del mío. La hipótesis central de esta psicóloga en relación a los TLP, es ésta: se trata de personas gravísimamente maltratadas en su infancia (y también en su edad adulta) y que padecen, por tanto, en mayor o menor medida daños severos en su personalidad.
Esta es una idea fácil de entender para muchas personas pero tiene un defecto: es falsa.
Y lo es porque los psicólogos clínicos que tratan a este tipo de pacientes operan con un modelo lineal de causalidad, hacen como ese Fernando Simón cuyos errores en la predicción en la epidemia del coronavirus no tiene tanto que ver con mala fe sino con haber utilizado el modelo de propagación de SARS, un virus que era muy letal pero escasamente contagioso. De ahí sus errores, pues los epidemiólogos como los hombres del tiempo funcionan con modelos. Y los modelos no siempre funcionan para predecir las novedades. El COVID19 no era el SARS y de ahí los errores de planteamiento.
A los psicólogos les pasa un poco lo mismo: casi todos operan con un funcionamiento (un modelo) lineal, en este caso el de Bowlby y su teoría del apego y no hay apego que resista a un maltrato continuado, un abuso sexual infantil o a la negligencia que son los traumas más frecuentes en la crianza. Pero no siempre existieron.
Hay un sesgo en la observación de los psicólogos que tratan TLPs y el más importante es que casi todos sus pacientes son privados y los pacientes privados están sesgados pues si no encuentran terapeutas que les den la razón, no vuelven. Yo que he trabajado (casi) siempre en la publica he de decir que a pesar de haber visto cientos de casos de TLPs solo recuerdo dos o tres casos con abusos sexuales, negligencia grave o maltrato. Y son 42 años de de experiencia clínica. Alguien tiene el sesgo y puede que sea yo. Por eso haré a continuación algunas revelaciones sobre mi.
¿Qué demonios es la identidad?.-
La identidad es la variable critica de eso que llamamos TLP que en realidad es una amalgama de conflictos personales que van más allá del criterio diagnóstico en si mismo. Más abajo volveré sobre ello.
- Yo nací en Castellón de la Plana pero no soy castellonero, es decir no me interesan ni las fiestas de mi ciudad, ni la Magdalena, ni las Gayatas ni la Virgen de Lidón. Castellón no es mi identidad.
- Tampoco es mi identidad el CF. Castellón, es decir no soy “orellut”, a pesar de que durante y mi adolescencia iba con regularidad al futbol. El uniforme blanquinegro no es mi identidad.
- Mi madre era catalana y mi padre valenciano. En mi casa se hablaba en catalán con dejes valencianos y a pesar de ello n i el catalán, ni el valenciano, ni es castellano son mi identidad, son simplemente idiomas que hablo.
- He escrito en catalán (o valenciano), poesía,sobre todo, me gusta Ausías March y Vicent Andres Estellés como valencianos y Salvat Papaseirt como catalán. Me gusta Joan Manuel Serrat cuando canta en catalán y yo mismo escribí una opera rock en valenciano (L´home de cotó-en-pél en 1973 ) cuando era músico, así como otras canciones, he escrito poemarios en valenciano y je leído mucho en estos idiomas y a pesar de ello, ni la música, ni la poesía, ni la literatura son mi identidad.
- Decidí ser medico para poder ser psiquiatra y a pesar de muchas dudas durante la carrera y otras posteriores acabé decidiéndome por la Psiquiatría, pero a pesar de que esa es mi identidad social, esa no es mi identidad personal.
- Soy heterosexual absoluto, pero esa no es mi identidad.
- Tengo mujer, hijos y nieto pero ellos -a pesar de lo mucho que les quiero- no son mi identidad.
La pregunta que a continuación procede hacerse es ésta: ¿Entonces qué demonios es la identidad?
Lo primero que podemos decir es que hay muchas personas que creen que su identidad es su campanario, su equipo de futbol, su orientación sexual, su profesión o lo que han hecho en la vida. hace algún tiempo escribí un post sobre lo que opinaba Schopenhauer sobre esta cuestión.
Algo que nos indica que definir la identidad es algo imposible, es algo demasiado profundo para poder encontrar sus bordes.
La identidad, como el TLP es una conceptualización, es decir una abstracción: algo que no existe como tal, es algo que construimos con los materiales que tenemos a mano, en el caso del TLP , la clínica que presentan nuestros pacientes pero ¿y en la identidad, qué tenemos a mano?
Tenemos padres, sobre todo tenemos madres. Madres y padres que pueden ser capaces o no de transmitir los valores de una estirpe, un legado inconmensurable de ideas, actitudes, tradiciones, mitos, creencias, y esqueletos en el armario y que pueden estar sincronizadas o desincronizadas con su pareja. Existen divorcios reales y divorcios emocionales y no cabe ninguna duda de que una pareja divorciada emocionalmente es incapaz de transmitir nada coherente a sus hijos de ese carácter imaginario que llamamos identidad.
Ciertos psiquiatras como Erickson han hablado de difusión de la identidad, una manera de decir que algunas personas carecen de identidad y pueden adquirir cualquiera otra, pues es intolerable vivir sin algún tipo de identidad. Sin ser algo único, desgajado del común.
La construcción y deconstrucción de la identidad.-
La mayor parte de las personas imaginan la identidad como una única pieza, muchas veces oculta e inmóvil y que necesitamos encontrar, la tratamos como un descubrimiento prefijado, algo que está ahí y que tenemos que descubrir a lo largo de nuestra vida, cuanto más pronto mejor. En realidad la identidad es sinónimo de plasticidad, algo que construimos y deconstruimos varias veces a lo largo de nuestra vida con arreglo a las circunstancias y a los incetivos (nuestra identidad persigue a los incentivos), si bien en la mayor parte de los casos no afecta a nuestra esencia más que periféricamente. Y que procede de la siguiente paradoja, ¿cómo mantener la idea de una identidad del Yo si continuamente estamos cambiando? Parmenides y Heráclito vuelven a enfrentarse con fuerza en este relato que titulamos ¿Quien soy yo?, un relato sobre el reemplazo: se trata de la conocida paradoja de Teseo o el calcetín de Locke. Y que se resuelve con la siguiente idea: “sigo siendo el mismo que ayer aunque he cambiado”.
Lo cierto es que tal y como decía Eric Erickson, construirse una identidad propia, desgajada del común, es esencial para nosotros los que vivimos en sociedades donde la individualidad es central en nuestras interacciones con los demás, pero puede ser menos letal en otras culturas donde el colectivismo es tradicionalmente superior a la individualidad. Y es probable que estas tendencias hacia el individualismo y el colectivismo estén reguladas genéticamente. (Chiao y Blizinsky (2009).
Este individualismo tiene una traducción psicológica: se llama narcisismo, no cabe ninguna duda de que ese constructo psicoanalítico que llamamos narcisismo es en realidad una constelación mítica de nuestra cultura occidental. Apañárselas solo, ser independiente, ser fuerte y autosuficiente, competente, no mostrar emociones que muestren debiidad (en los hombres) o deseos de dependencia o cuidado en las mujeres son los valores en los que todos nosotros nos hemos criado y en los que creemos: los socialmente deseables.
Mi opinión personal es que el TLP no es una patología genuina, muchos síntomas que lo definen los podemos encontrar en otros trastornos de la personalidad e incluso en personas normales. EL TLP es una neurosis experimental, una neurosis antrópica, gestada por la obra y gracia del hombre..
¿Qué es una neurosis experimental?.-
Una neurosis experimental sugiere la idea de que hay alguien que hace experimentos psicológicos con la población, y aunque no descarto esta opción lo cierto es que no necesitamos echar mano de esta idea para entender la sociogenésis de un trastorno, es decir su etiología compleja y determinada socialmente.
Los seres humanos somos impermeables a la persuasión pero muy sensibles a la sugestión. La razón de esta diferencia es que la sugestión es una forma de persuasión indirecta, a veces inconsciente y casi siempre acompañada de cogniciones con peso emocional. Es mas fácil creer que si eres gorda no te preocupes “porque podrás tener el cuerpo que deseas” (con cirugía por ejemplo o deporte) que ponerte a dieta severa. Las dietas severas han fracasado pero existen alternativas identitarias para gordas (y gordos) que les hacen valiosos si caen en la cuenta de que son gordos -incluso monstruosos- si pertenecen a algún gremio defensor de la monstruosidad. Dicho de otra manera es más fácil convertir a alguien a una fe identitaria que cambiarle la manera de pensar o que pierda peso.
Pero para llegar ahí es necesario que las sociedades hayan llegado a un punto de partida donde el individualismo, la hipereflexividad, haya llegado a sustituir al pensamiento colectivo y las sociedades a causa de ello hayan llegado al colapso civilizatorio.
Volviendo al post de Olga Pujadas dice allí que:
Los TLP busca sobre todo intensidad, atención y presencia. Y es verdad que eso es lo que buscan no solo nuestros pacientes sino casi todo el mundo. Lo que caracteriza a los TLPS es que no mejoran con ello ni tampoco ninguna neurosis grave. Tampoco es cierto que sean huérfanos furiosos porque no fueron abandonados nunca pero es muy probable que su orfandad no se refiera a un abandono real o imaginado sino a un abandono de valores propiciado pro la evolución de una sociedad en tiempos de cambio y transición donde casi nadie sabe a qué atenerse consigo mismo ni mucho menos con la crianza de los hijos. Lo cierto es que los padres han dejado de ser modelos para sus hijos, les pasa como a Fernando Simón, huérfano de modelo cuando llegó el COVID-19.
En conclusión: aunque los pacientes TLPs pueden haber sido víctimas de toda clase de maltrato, abuso o negligencia como cualquier otra persona, no me parece que ese sea una variable crítica causal sino que más allá de eso nos permite hacernos preguntas sobre la causalidad en las enfermedades mentales.