Llamo efecto Zendal a un curioso fenómeno de repudio que se da en ciertos partidos políticos hacia las obras, instituciones o hallazgos de gestión que suponen por otra parte una aceptación muy importante por parte de la población general y que contrasta con el desprecio, el sabotaje o el ninguneo de cierta parte de los actores políticos. El Hospital recientemente inaugurado por Isabel Diaz Ayuso y que lleva el nombre de “Isabel Zendal”, una enfermera que fue protagonista de la vacunación que nuestro país llevo a cabo sobre la viruela en America, es un buen ejemplo de esta “politización” absurda contra esa institución y que se entiende muy poco sabiendo que es un Hospital publico y ya sabemos que la dicotomia publico/privado sirve de pretexto usualmente para el repudio pues ya sabemos que la izquierda de nuestro país, defiende lo publico aunque nadie de momento haya demostrado que un Hospital publico es más barato o eficaz que uno privado.
El modelo Alcira.-
Durante al mandato de Zaplana y a través del Conseller Joaquin Farnós se llevó a cabo un plan de dotación de recursos en lo que vino en llamarse el modelo Alcira. Consistía en que la empresa privada construía un Hospital con los estandares que la autoridad sanitaria dispondría y luego -mediante contrato- se le cedía a esta misma empresa la gestión del Hospital durante x años. El modelo funcionó bien y se propagó en otras autonomias incluso hasta en tierras andaluzas, feudo territorial clásico del PSOE, pero en la Comunidad valenciana no hizo sino aumentar la animadversión frente a este modelo (que de privatización no tenia nada) hasta que se consiguió amputar en la ultima legislatura .
Casi al mismo tiempo (1995) en Castellón se abordó la rehabilitación y puesta a punto del viejo Hospital Provincial. Fui el director gerente de ese Hospital desde 1995 hasta el 2001 y fui testigo y autor de su renovación arquitectónica y funcional.
El Hospital Provincial comenzó a construirse en 1897 y debido a falta de fondos quedó inconcluso. Su arquitecto fue un modernista catalán llamado Montesinos, que había llevado a cabo varias obras en la ciudad. Su estructura era en forma de H de la que faltan como puede verse en esta antigua fotografía, las alas. Se trataba de uno de aquellos viejos hospitales de beneficencia gestionado por la Diputación provincial y que había sido legado por un médico de mi pueblo (Torreblanca) el Dr Clará, que cedió los terrenos para su construcción a cambio de que el Hospital no dejara nunca de pertenecer a la ciudad de Castellón. Algo intuyó aquel hombre.
El Hospital Provincial fue durante muchos años el único Hospital de Castellón y muchos castellonenses nacieron allí, quizá por aquella tradición cristiana de beneficencia gozó siempre de una inapreciable estima por parte de los ciudadanos, pero poco a poco y a medida de que iban cambiando las instituciones sanitarias en nuestro país el Hospital fue perdiendo servicios, calidad y comodidades, quedando casi como un museo de viejas glorias médicas y sobre todo por albergar una institución psiquiátrica que era la única en la provincia, un viejo manicomio insertado en un viejo Hospital.
Cuando se abrió la residencia del Sagrado Corazón (el nuevo Hospital del Insalud en 1962) comenzó el declive del Provincial pues todos los recursos públicos se desviaron hacia aquel Hospital (hoy General) aunque nunca perdió el cariño ni la admiración de los ciudadanos: formaba parte de su tradición, una estima que no posee el Hospital General, quizá por su atención impersonal. Fue por eso que la opinión publica se volcó ante el proyecto del entonces presidente de la Diputación, Carlos Fabra de rehabilitar el edificio y aumentar sus servicios dotándole de la tecnología suficiente para atender casos oncológicos.
Si pudiéramos hablar de competencia entre Hospitales llegaríamos a la conclusión de que la instalación y apertura de servicios oncológicos se encontró con la oposición de algunos agentes sanitarios pero lo cierto es que las ideas solo sirven si se llevan a cabo y es obvio que aquella idea fue brillante si atendemos a sus resultados: hoy Castellon es autosuficiente para atender casi toda el área oncológica que se genera en la provincia y no es necesario moverse a otras partes para recibir tratamiento. Simplemente hubo quien tuvo la idea antes empezando por el propio Farnós y Fabra que sin duda acertaron de pleno en este planteamiento.
Notese los fingers que comunican las viejas instalaciones y sus transiciones ajardinadas
El Hospital provincial es un Hospital público y es gestionado de forma mixta por Diputación y Conselleria y ahora se llama “Consorcio Hospitalario de Castellón”, esa es su forma jurídica pero lo cierto es que no forma parte aun de la red de Hospitales públicos de la Generalitat, es en este sentido un híbrido, muy mal visto por los agentes políticos, unos porque no pueden pagar el presupuesto anual (unos 80 millones) y otros porque no pueden mandar del todo. De forma que los políticos aun siendo del mismo partido no se ponen de acuerdo en cambiar el estatuto jurídico del Consorcio y admitir a todo su personal en igualdad de condiciones con el resto del personal sanitario de la Generalitat.
Solo así se puede entender el “ninguneo” que sigue teniendo mi Hospital (mi alma mater) por parte de los poderes públicos que parecen haber arrojado la toalla en cuanto a modernización, nuevos empleos o nueva tecnología. Nadie tiene un plan viable para integrar el Hospital o para venderlo y todo parece destinado a dejarlo envejecer sin tomar una decisión. Parece haber una maldición, de “hospital inconcluso” a pesar de que la guerra de Cuba -que le detuvo en un principio- o la guerra civil que le convirtió en un Hospital de sangre, parece que terminaron hace muchos años- Tanto “ninguneo” que ni siquiera ahora con la pandemia se utilizó como Hospital de segundo recurso y se prefirió levantar unos toldos a poco camino del General. Según mis informaciones estos entoldados ya se han retirado pues la pandemia en Castellón parece que está remitiendo. Pero los políticos lo siguen usando para hacerse fotos y lo hacen porque es un Hospital muy bonito.
Un Hospital en un jardín.-
La Diputación Provincial sacó a concurso la rehabilitación y prolongación del Hospital y ese concurso lo ganó Albert Pineda un arquitecto que había diseñado el Hospital del Mar de Barcelona que era un Hospital de las mismas características que el nuestro y sobre el que había diseñado un proyecto de “fingers” para unir los ediificios separados entonces y que formaran parte de este modo de un edificio total. de una unidad y que fuera posible transitar entre lo viejo y lo nuevo y que las transiciones fueran amables, ajardinadas. Yo estuve con él tomando decisiones sobre la marcha y a medida que salía un obstáculo tratábamos de solucionarlo al alimón. Parece un perogrullada decir que esos fingers a ras de suelo son los pabellones psiquiátricos, uno de media y otro de breve estancia y que están diseñados en medio de dos jardines para que la estancia en esos lugares no sea del todo traumática o demasiado lesiva para los pacientes. Que yo sepa es el único Hospital de España que tiene las salas de psiquiatría (tanto adultos como niños) en planta baja. ¿Parece obvio verdad?
La ventaja de no pertenecer a la red sanitaria general es que se pueden eludir todos los controles burocráticos que imponen las decisiones en temas de este calibre, es por eso que la burocracia no dispone que haya jardines, sino cemento y no se piensa que los pacientes mentales no pueden hospitalizarse en un piso alto, cerrado y donde ni siquiera se pueden estirar las piernas. Los pacientes psiquiátricos no necesitan estar encamados, por tanto diseñar un espacio para ellos ha de ser pensado por alguien que no sea un golem (tal y como conté en este post), sino de alguien con alma.
Mi Hospital sigue en pie y sigue dando servicios para los que se diseñó en 1995, nadie ha cambiado nada aunque los recortes pueden distribuirse al 50% entre izquierdas y derechas. Unos por desidia, otros por rivalidad, otros por afán de poder y otros por ignorancia o el rencor político (el rencor por lo que otros hicieron bien) constituye el efecto Zendal.