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Especialistas y generalistas

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No cabe ninguna duda de que vivimos en una sociedad taylorista de esas que organizan el conocimiento en especialidades como si la sociedad fuera una especie de cadena de montaje y donde unos se encargan de montar piezas sin saber de donde proceden ni a donde van. Casi todo está organizado de ese modo y tampoco cabe ninguna duda de que existen incentivos para ser especialistas y casi ninguno para los generalistas.

Cuando fui profesor de la Universidad y daba clases de Psiquiatría a alumnos de medicina, me di cuenta de que la carrera de medicina había sufrido un vuelco importante con respecto a la carrera que yo estudié. Entonces estar en la universidad era algo así como sumergirse en una especie de playa donde lo importante no era tanto aprender medicina sino aprender sobre la vida de la que la universidad era una verdadera atalaya. Hoy la carrera de medicina está enfocada hacia el MIR. De lo que se trata es de aprobar el MIR y sacar alguna de esas plazas para convertirse en un especialista. La única posibilidad de serlo es aprobar el MIR.

Y no es de extrañar porque los especialistas hospitalarios ganan más dinero y son más respetados que sus colegas generalistas. No ha habido ninguna acción política que haya resuelto el problema de la dualidad asistencial, por una parte los médicos de familia y por otra los especialistas, un escalón que no ha sido resuelto y que aisla a unos para favorecer a otros.

Pero no todos los especialistas son iguales, quizá los más valorados sean los cirujanos y los oncólogos. de entre ellos los menos valorados somos los psiquiatras, algunos incluso bromean con la idea de que los psiquiatras no somos en realidad médicos y nos ven como una especie filosófica a extinguir por medio de la tecnología, sin embargo y como más tarde contaré los psiquiatras somos los médicos especialistas con una visión más amplia de todos los especialistas. Perdemos pues profundidad a cambio de amplitud.

Amplitud es lo contrario de profundidad, una multiplicidad de intereses y de herramientas, de puntos de vista y de eclecticismo. Obviamente un psiquiatra no es solo un médico, ha de saber algo de otras disciplinas totalmente inútiles para un traumatólogo. En realidad hasta la medicina es inútil para un traumatólogo y mi opinión es que en el futuro las ramas quirúrgicas -que precisan de profundidad y de experiencia- se escindirán de las médicas. Pero un psiquiatra que solo sepa de medicina es un psiquiatras castrado, indistinguible de un neurólogo. Un psiquiatra ha de tener un perfil generalista aunque sea un especialista, ha de moverse con soltura por múltiples disciplinas como la sociología, la antropología, la psicología, la psicoterapia, la psicofarmacología, la psicopatología, el arte, la literatura, la filosofía, etc.

Cuando decidí hacerme psiquiatra y le conté a mi padre mi intención, decidió llevarme a hablar con él que se suponía era el ilustrado de mi familia. Me dio un buen consejo: «lee todo lo que caiga en tus manos, hasta la hoja parroquial», «no te olvides del latín ni del griego que es una buena forma de aprender a pensar». Ese fue un buen consejo, un consejo de tercera cultura, porque los psiquiatras y mucho más los psicoanalistas somos la representación de lo que Charles Percy Snow llamaba la tercera cultura

Más tarde descubrí que:

Los psiquiatras somos los polímatas de la medicina.

La idea de terminar con el analfabetismo de los científicos en materias humanísticas y el opuesto analfabetismo de los humanistas sin conocimientos científicos es desde luego una buena idea con la que muy probablemente todo el mundo estaría de acuerdo si exceptuamos a los que diseñan planes educativos en nuestro país: sólo hay un conocimiento al que acceder con independencia del método que se utilice y parece que la división disciplinaria del saber nos ha llevado por un camino equivocado a la hora de entender un mundo con una creciente complejidad.

Complejidad significa que ciertas enfermedades como por ejemplo las mentales exceden los conocimientos que de ellas tenemos los médicos. Haría falta inventar una nueva profesión desde cero que acostumbrara a los alumnos a comprender que las leyes de la causalidad simple o lineal no se cumplen cuando intervienen seres humanos, pues el humano es en sí un ser complejo y sus patologías mentales no pueden comprenderse con la heurística médica, es decir no pueden comprenderse con lo que ya sabemos de otras enfermedades. Hay algo nuevo en lo mental, algo que emerge y que acompaña siempre al Zeitgeist, es por eso que las enfermedades mentales son patoplásticas, es decir cambian con la época en la que se observan. Una búsqueda infructuosa que nos obliga a buscar siempre allí donde no hay nada que encontrar, es el caso del reduccionismo cerebral o del monismo psicológico, su opuesto.

Los neogeneralistas.-

La tesis que sostiene David Epstein en su libro «Amplitud», es que existe un futuro para los generalistas, pues serán los generalistas los que tendrán un mejor perfil para abordar problemas complejos. Pero para eso deberemos entender qué es y que no es un generalista.

Un medico de familia es un generalista que en teoría es el que tiene la mayor parte de información sobre un paciente, es algo así como el dueño de los procesos, el que sobrevuela por encima de los especialistas y es capaz de tratar no un órgano o un hueso roto, sino el todo de las patologías del paciente y a lo largo del tiempo. Es el que conoce mejor a un determinado paciente y el que -de alguna manera- tutela su salud a largo plazo. Los especialistas solo conocen pequeñas partes o trozos de ese mismo paciente y están profundamente desinteresados por la personalidad o las circunstancias vitales de ese mismo paciente. Son esos que suelen decir «la operación fue un éxito pero el paciente murió».

Claro que los especialistas son necesarios, no estoy abogando por su extinción, lo que creo es que un especialista requiere de un tutor que en teoría debiera ser el jefe de servicio dotado de un perfil de liderazgo y que impusiera una determinada cultura orientada a los pacientes. Pero para eso sería necesario que cumpliera ciertos requisitos que se encuentran presentes en los neogeneralistas.

Principales ideas de ‘The Neo-Generalist

  • La sociedad valora al “especialista” sobre el “generalista”. Esto lleva a las organizaciones a formar silos que no comparten conocimientos ni perspectivas.
  • La educación formal se enfoca en «canalizar» a los estudiantes hacia las especialidades.
  • La especialización es un remanente de las teorías de administración científica de principios del siglo XX.
  • Los “neogeneralistas” combinan conocimientos especializados con una amplia gama de intereses.
  • Cambian entre información general y especializada según lo requiera la tarea.
  • Su visión general, que les permite moverse entre silos, es importante en un momento de cambio acelerado.
  • Los neogeneralistas participan en el aprendizaje autodirigido, continuo y permanente.
  • Aprovechan su conocimiento para enseñar a través de silos y cultivar nuevos líderes.
  • Los neogeneralistas persiguen las «buenas prácticas», el grial abierto de la mejora incremental constante, en oposición a las «mejores prácticas», cuyo objetivo es encontrar el mejor camino.
  • La definición de buenas prácticas de un equipo evolucionará a medida que cambie su desempeño.

Como puede observarse lo que Albert Garcia Pujadas llama neogeneralista es el mismo concepto que otros llama polímatas, o y o mismo llamé catalizadores.

Un polímata es una persona con amplios intereses, puede ser un médico, que a su vez escriba poesía, pinte cuadros y se dedique a la política (he conocido a algunos así) son personas que nos recuerdan al renacimiento, pues tienen habilidades procedentes de muchas áreas y disciplinas como Leonardo da Vinci (escultor, pintor, ingeniero, arquitecto). No es necesario que sea un experto en todo ello sino que extraiga de cada uno de esos silos argumentos para usarse en otro lugar , es decir que disponga de una especie de exprimidora que le permita agrupar o reunir argumentos dispersos en una idea nueva o innovadora. Una función fundamentalmente ética, pues los problemas complejos tienen una dimensión ética que no necesariamente encontramos en problemas simples o complicados.

Funciones éticas del catalizador.-

  • propicia y facilita.
  • empodera y responsabiliza.
  • enseña a pensar.
  • resuelve problemas.
  • siembra ideas y plantea preguntas que impulsan la conciencia hacia niveles de definición superiores.
  • genera focos de liderazgo a su alrededor, legitima, descentraliza y delega.
  • atiende más de un nivel de definición por vez  e integra opiniones diferentes.
  • no atiende objetivos sino a pequeñas decisiones sensatas.
  • trabaja localmente y en red.
  • sabe que ninguna decisión es definitiva pero todas son necesarias.
  • carece de planes para arreglar el mundo.

Son raros y excepcionales los hombres que son capaces de llevar ambos hemisferios bien cosidos y amueblados colaborando entre sí de forma sinérgica, pero de ellos ha de proceder el cambio de la humanidad, no necesariamente porque ellos vayan a ser los que introduzcan por sí mismos dichos cambios sino porque resultarán los catalizadores de ese reencuentro entre razón y espíritu, entre ciencia y fé, entre intuición y conocimiento.

Quizá necesitemos ahora -más que a muchos nuevos pensadores- a los que podríamos llamar “catalizadores” o “ejecutantes” (que diría Houellebecq) o “integradores noéticos” usando terminología de J. Huxley. Estas personas “catalizadoras” que si bien no son grandes aportadores para el nuevo hombre, no obstante, serán fundamentales como enlaces de una nueva red de pensamiento (vivencia cósmica) que haga posible una mutación metafísica, como ocurrió con el cristianismo, con la época industrial, o como debe ocurrir con la nueva humanidad.

Un atractor que operó como un agujero negro y dividió el mundo entre un antes y un después de ese evento. Nada puede escapar de su influencia.

Si no aparecen estos nuevos humanos, catalizadores cósmicos, seguiremos desparramados como nudos de una red, sin apenas conexiones. Solo creando esta intra-red, la mutación metafísica, la transformación que nos haga trascender podrá llegar a ese número crítico -en el que las diversas confluencias, bien de nuevos valores asimilados, bien de opuestos…- hará posible la emergencia de la nueva evolución generalizada.

A esta nueva clase de hombre se le conoce al decir de Rojo Moreno como el Hombre cósmico que Wilber ha llamado el Centauro.

Conclusiones.

Como vemos la función del polímata o catalizador es la de dirigir o liderar especialistas, pensar fuera de la caja y ser funcional cuando los demás han dejado de serlo como dice Javier G. Recuenco.

Nota liminar.-

¿Para ser un buen especialista en algo cree usted que debería empezar a entrenar su hijo desde tierna edad o piensa que es mejor la vocación tardía? ¿Es mejor forzar los aprendizajes o no intervenir activamente?

El libro de Epstein está lleno de ejemplos de entrenamiento precoz, como Tiger Woods o entre nosotros el caso de Rafa Nadal que comenzaron ya a los tres años a jugar golf o tenis pero también existen casos como el de Roger Federer que desmienten esta idea. Los ejemplos que propone Epstein se refieren sobre todo al deporte, la musica o el ajedrez, actividades que pueden intercambiarse con otros deportes o actividades que operan en sinergía. Importa poco qué instrumento tocara Mozart pues obviamente podría tocarlos todos, como sucedió con las figlias de la Pietá en Venecia, un orfanato donde las niñas aprendían a tocar instrumentos de forma intercambiable y que parece ir en contra de la idea de un supuesto «gen musical»; lo que es cierto es que los entornos donde los padres son amantes del deporte, del ajedrez o de la musica generan en los niños el entrenamiento automático necesario para que mas adelante se entusiasmen con su pericia. Así y todo no sabemos cómo construir un cerebro generalista más allá de dotar de conocimientos diversos a nuestros niños. descubrir en qué somos buenos y en qué disfrutamos es difícil y no suele ser un hallazgo precoz salvo en ciertos aprendizajes pero no en otros. Con todo cuando me preguntan sobre esta cuestión suelo dar el siguiente consejo:

Toca la citara pero vigila la olla.


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