Quantcast
Channel: neurociencia neurocultura
Viewing all articles
Browse latest Browse all 778

La mente contra la mente (XXI)

$
0
0

Estamos acostumbrados a pensar la mente como un epifenómeno del cerebro. Ese es también el punto de vista actual de la neurociencia, heredera de aquella idea dieciochista de que la mente sería algo así como una secreción del cerebro, algo parecido a lo que hace el riñón con la orina, o el hígado con la bilis. Afortunadamente esta idea ya no la sostiene nadie y los científicos han terminado por aceptar que las relaciones entre mente y cerebro son algo insólito. Así algunos incluso hablan del problema difícil de la conciencia. Algo así se plantea en esta pregunta:

¿Cómo es posible que el cerebro que sólo procesa señales eléctricas o químicas de lugar a una experiencia subjetiva consciente?

En este post me propongo enunciar otra de las teorías que amenazan con poner patas arriba al paradigma materialista científico actual, me refiero a las ideas que Juan Arnau -un astrofísico valenciano y experto en filosofías orientales- ha publicado en el libro que preside este post, donde trataré de suspender la extrañeza que a nosotros los occidentales nos provocan estas filosofías cuya jerga, práctica y conceptos nos pueden parecer incomprensibles. Por eso trataré de obviar los nombres sánscritos que gobiernan estos conceptos, así como nombrar las múltiples escuelas tanto hindúes como tibetanas relacionadas con lo que nosotros entendemos como budismo. Lo que haré será usar un lenguaje inteligible para el occidental moderno y tratar de arrojar luz sobre conceptos que parecen haber desaparecido de nuestro mapa mental cómo sucede con la palabra «alma», «espíritu» o «mundo». A la palabra «mente» estamos más acostumbrados y todo el mundo sabe que tiene una mente aunque nunca nadie antes la haya visto.

Lo mismo sucede con lo que la ciencia considera dogmas de fe, por ejemplo nadie ha visto nunca un logaritmo neperiano, ni una raíz cuadrada, ni un número. Se trata de abstracciones que sirven para llevar a cabo operaciones pero no existen por sí mismas, no ocupan pues ni tiempo ni lugar. Les pasa lo mismo que a los conceptos que antes nombraba: alma, mente, materia, sonido o luz, son palabras o conceptos que no están en ningún lugar físico pero no tienen existencia propia más allá de la conciencia de quién los percibe. No hay sonido si no hay una conciencia que escucha, ni hay percepción de figuras si no hay ojo que mira ni hay materia sino forma, luminosidad o textura. Es decir conciencia de quién toca, ve, saborea, huele u oye algo.

Dicho de un modo más claro, la conciencia y la mente no son la misma cosa y este es uno de los hitos más importantes de este libro de Juan Arnau, aunque es cierto que los científicos suelen intercambiar ambos conceptos, yo mismo en este blog he usado muchas veces mente y conciencia como sinónimos a pesar de que son conceptos bien distintos.

La idea fundamental de Arnau, que no es una idea original suya sino que está en otros autores anteriores como Sheldrake, Bohm, Grinberg o Luminet es que la mente no está en el cerebro sino que el cerebro está en la mente.

Arnau utiliza la metáfora del rio para explicar que la mente no es algo egoico sino colectivo. Una corriente -como de agua- que contiene remolinos o vórtices que representan a los individuos concretos. En este sentido mi mente o la suya están en esa corriente, es decir pertenecen a ese rio colectivo, una idea que nos recuerda al inconsciente colectivo de Carl G. Jung y que ya fue enunciada a principios del siglo XX.

La mente se compone de cuatro elementos, es decir llamamos mente a aquello que contiene: percepción, memoria, intención y lenguaje. En este sentido todos nosotros tenemos una mente que procede de la corriente de aquel rio, y es por eso que somos capaces de tener percepciones, una memoria personal de lo que hemos hecho en la vida y también de lo que hemos aprendido y todo gracias al lenguaje, un idioma (distinto para cada cultura) pero común a la especie humana que encapsula valores, opiniones, ideas, discursos y comunicación. Sin lenguaje nuestro pensamiento estaría muy cojo, no seriamos capaces de tejer argumentaciones complejas y solo seriamos capaces de entender reglas sencillas que no nos llevarían a poder cambiar nada de nuestro entorno.

El problema es que la mente colectiva (el rio en sí mismo) y la mente individual han de estar -por decirlo de alguna manera conectadas y en sintonía, para ellos es necesario que nuestro cerebro no contenga averías groseras. de lo contrario se crean interferencias entre rio y remolino, entre mente colectiva y mente individual pues nuestra mente individual es -a su vez- hija de la conciencia y la naturaleza. Y su hijo primogénito es la inteligencia.

Imagínese que usted está en un teatro viendo un ballet. Ahí aparecen una serie de bailarines que pululan por el escenario llevando a cabo su actuación. Esas bailarinas que no paran de moverse, de bailar, saltar y que no parecen quedarse quietas nunca representan a la naturaleza, que siempre fluye como el rio, siempre se mueve y que por tanto es la madre del deseo, el deseo es la otra manera en que Arnau se refiere a la naturaleza. Por contra el espectador es la conciencia, atiende al escenario, contempla las idas y venidas de las bailarinas quizá valorando su mérito o destreza artística pero lo importante es que esa contemplación es la conciencia. Pues la conciencia es simple contemplación por eso se dice que la conciencia esta vacía. En este caso la conciencia es conciencia visual, de estar mirando a las bailarinas. Y además la conciencia requiere suspensión del juicio, no pensar, solo contemplar.

Pero hay más: hay un decorado, unas bambalinas, un backstage, unos focos, u escenario, una caja negra. Eso es la mente, que permitirá a cada espectador guardar en su propia memoria lo visto, percibir cada movimiento, contar o comunicar a otros -gracias al lenguaje- la excelencia de la interpretación y sobre todo gozar, saborear aquello artístico que está más allá del plano mental, es decir lo espiritual.

En este sentido espiritual sería algo relativo a un goce de la conciencia mientras que la psiché, es decir el alma, es lo que nosotros hoy llamamos mente.

Ahora cobra más sentido la hipótesis de Sheldrake que expuse en mi anterior post donde hablaba de emisor y emisora. Hay una mente emisora que trasmite a cada individuo las frecuencias propias de su dial, es por eso que nuestra memoria, percepciones, intencionalidades y lenguajes pueden ser parasitados por esa corriente que mas arriba llamé mente colectiva y que explica fenómenos de «déjà vu», comprensión y habla de idiomas desconocidos, fenómenos del doble y sobre todo impulsa la idea del inconsciente que no sería sino una burbuja de memorias colectivas enmarañadas con las propias. Dicho de otro modo: fenómenos paranormales pueden tener su explicación si aceptamos la idea de que es la mente colectiva la que contiene el cerebro.

Y otra idea, la mente no puede enfermar, pero sí el cerebro. El cerebro puede enfermar de tres modos: 1) a partir de lo que llamamos inclinaciones naturales es decir lo que traemos con nosotros al nacer 2) lo que aprendemos durante nuestra vida individual, los traumas de la infancia o los errores cognitivos que nos impulsan a seguir a la naturaleza (deseo) y a prescindir de la conciencia y 3) los desordenes que la sociedad o el espíritu de nuestro tiempo impone a nuestros aprendizajes sobre todo cuando somos más vulnerables a las influencias ajenas: durante nuestra infancia o adolescencia. A estas tres fuentes de malestar mental que enferman al cerebro a través de de memorias aberrantes, percepciones irreales, basura cognitiva e ideologías sub-humanas, hemos de añadir las enfermedades neurológicas que representan averías groseras de nuestro cerebro (del receptor): así la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por una perdida de las habilidades cognitivas globales y afecta sobre todo a las habilidades aprendidas (apraxias) al reconocimiento de personas bien concoidas (agnosias) o a la perdida de la comprensión del lenguaje (afasias).

Con todo la patología mental más interesante para seguir esta serie de ideas que estoy organizando, es la esquizofrenia. ¿Se trata de una avería del cerebro o una enfermedad mental?¿Es una avería de la emisora o del receptor?

Será en el próximo post.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 778

Trending Articles