La generación i-gen o generación Z es la cohorte demográfica que sigue a los millenials, tal y como conté en mi ultimo post. Se la llama así. con esa i inicial porque es la i de internet o mejor dicho de las redes sociales. De manera que a esta generación se la conoce con el nombre de la generación de las redes sociales (tik-tok, facebook o Instagram), nacieron en el anterior siglo pero a finales, de manera que se las considera a caballo entre milenios y siglos. Se la ha descrito tambien como la generación del selfie.
Jean Marie Twenge (nacida el 24 de agosto de 1971) [1] es una psicóloga estadounidense que investiga las diferencias generacionales, incluidos los valores laborales, los objetivos de vida y la velocidad de desarrollo. Es profesora de psicología en la Universidad Estatal de San Diego , [4] [5] [3] autora, consultora y oradora pública. [6] Ha examinado las diferencias generacionales en las actitudes laborales, [7] objetivos de vida, [8] velocidad de desarrollo, [9] comportamiento sexual, [10] y compromiso religioso. [11]
También es conocida por sus libros iGen , [12] Generation Me [13] y The Narcissism Epidemic . [14] En la edición de septiembre de 2017 de The Atlantic ,
Twenge y recientemente Jonathan Haidt han argumentado que los teléfonos inteligentes eran la causa más probable del aumento repentino de los problemas de salud mental entre los adolescentes después de 2012. Aunque más tarde daré mi punto de vista sobre esta cuestión, antes de eso me gustaria hablarles de los cacahuetes. En este articulo se posiciona claramente en esta hipotesis.
El misterioso aumento de la alergia a los cacahuetes.-
La alergia suele confundirse con la intolerancia en este caso alimentaria, pero es necesario decir que ser alérgico a un alimento representa un peligro muy serio de la salud si se consumen solo unas trazas de tal alimento como hemos comprobado recientemente con el desgraciado accidente que tuvo lugar en Ciudad Real , mientras que la intolerancia nunca pone en riesgo la vida. La muerte por alergia suele producirse por un choque anafiláctico en reacción a una proteína cualquiera de ese fruto seco, leche o fruta. Así los melocotones, las nueces, las almendras, las avellanas, los cacahuetes, la manzana, y la leche son los alimentos que más reaccionan con nuestro sistema inmunitario poniendo en marcha esta cascada de sucesos que pueden terminar con la muerte del paciente. De manera que los alérgicos a cualquier alimento deben restringirlo del todo de su dieta y llevar siempre consigo la salvadora jeringuilla de adrenalina por si consumen trazas no detectadas en un alimento en un lugar publico y donde no se puede detectar el alimento principal, algo muy frecuente en la cadena industrial, pues las maquinas que procesan los alimentos pueden contener trazas de otros.
El misterio al que me refería más arriba tiene que ver con el aumento que ha tenido lugar en USA en los últimos años concretamente con la alergia al cacahuete. Una enfermedad que aquejaba a algunos muchachos y que en un década aumentó su prevalencia en un 20%. ¿Qué había sucedido para que hubiera este aumento de casos?
Pues lo que sucedió fue que los padres decidieron en un determinado momento restringir el cacahuete de la dieta de sus hijos y hay que recordar que en USA el cacahuete se consume en forma de cremas para los almuerzos. Dicho de otra manera: el aumento de casos está relacionado con la no exposición de amplias capas de población infantil a los frutos secos.Naturalmente los niños alérgicos tienen que evitar esta exposición pero ¿para qué restringirlos en los niños que no son alérgicos?
Hay que recordar ahora que nuestro sistema inmunitario es una obra de ingeniería bastante rara si la comparamos con una maquina cualquiera. Su rareza consiste en que es antifrágil.
La antifragilidad es un concepto de Nicholas Taleb que tiene mucha importancia médica y psiquiátrica como veremos después. Si nos cae al suelo un vaso de cristal este se romperá en mil pedazos (es frágil), por eso para los niños usamos vasos de plástico que son resilientes, y aguantan todo tipo de golpes y caídas. Pero más allá de la resiliencia está la antifragilidad, es decir aquellas cosas que se benefician del desorden, de los estiramientos, de las caídas, los tironeos y en definitiva del estrés físico. Nuestros músculos, nuestros huesos y también los niños son antifrágiles, necesitan caerse, doblarse, correr, saltar, hacerse chichones y brechas en la cabeza, heridas y alguna que otra fractura mientras crecen. Por eso los médicos nos aconsejan a todos el ejercicio, porque el ejercicio -adecuado para cada edad-, proporciona una lucha contra la gravedad que favorece la deambulación y la buena circulación de la sangre. El ejercicio es positivo en todas las edades y dependerá en todo caso de la intensidad, puesto que todo el mundo sabe que si pasamos mucho tiempo acostados o sentados, nuestros huesos se reblandecen y todo el mundo sabe que cuanto antes y después de una intervención quirúrgica es bueno ponerse en pie y caminar. Pues nuestros huesos y músculos son antifrágiles, es decir necesitan estímulos externos para funcionar adecuadamente.
Y psicológicamente sucede un poco lo mismo, nuestra mente es antifrágil: se beneficia de las experiencias que ponen a prueba su capacidad de reacción, necesitamos retos, competencia, saber ganar y saber perder, pensar que un único sí puede enterrar miles de noes, levantarse y volver a empezar, volver una y otra vez al camino, eso es antifragilidad o aquella antigua frase: «lo que no mata engorda». Era una verdad que creímos nosotros los boomers, pero parece que los padres actuales ya no creen en ello y prefieren mantener a sus hijos en una burbuja. Y es cierto que la familia es una burbuja, es el único lugar donde te van a querer y aceptar sin condiciones, donde vas a encontrar recursos y comprensión para casi todo. Un lugar donde se te va a exigir -sin embargo- rendimientos, pues todos los padres quieren que sus hijos lleguen lo más lejos posible con sus medios intelectuales y sociales. El lugar donde siempre se puede volver. El problema es que el mundo no es una burbuja y una burbula puede pincharse.
La generación Z, ¿quienes son?
Son hijos de la generación X o bien de los milenialls, los mayores nacieron el 1995-2000 y están en la universidad los menores de entre ellos están aun en la ESO (tienen entre 12-17 años).
No beben tanto como sus padres y tampoco fuman, tienen menos relaciones sexuales que sus padres o abuelos a pesar de viví en un mundo hipersexualizado y donde el ocio está sobrecargado de imágenes eroticas.
Su preocupación principal es la identidad.
Todos tienen móvil y todos usan las redes sociales, son los nativos digitales que nacieron con un i-phone en sus manos como principal juguete.
Han jugado poco con sus iguales sin supervisión y nunca en la calle solos, los niños de esta generación son los niños más frágiles de todas las generaciones anteriores, frágiles desde el punto de vista psicológico claro. Existe una correlación muy intensa entre esta falta de juego y su activismo politico en relación con propuestas feministas, animalistas o relacionadas con el medio ambiente.
Son la generación que menos prohibiciones han necesitado internalizar pues han vivido una época de deserción de valores tanto religiosos, como espirituales o simplemente trascendentes.
Son la generación que han sufrido la educación menos sexista que en el mundo se ha conocido y digo sufrido porque aunque educar en la igualdad es un valor en el que creen maestros, profesores y padres, no parece que los chicos crean demasiado en ella. Es lógico, los niños tienen su propio código relativo a las jerarquías y en este sentido todos los esfuerzos por contener estas diferencias están destinadas al fracaso. Las buenas intenciones se dan de bruces con nuestra condición de hominidos miméticos. Aquí hay un buen post sobre esta cuestión.
La variable critica es la socialización.
Y los chicos y las chicas tienen distintas formas de socializar.
Lo cierto es que el contagio o mimesis es más potente en ciertos sexos (el femenino) y en ciertas edades (la adolescencia) y los psicólogos que estudian la influencia de pares se preguntan porque la histeria antaño o la anorexia mental hoy, se contagie y se propague tan fácilmente entre las muchachas. Amanda Rose ha estudiado este fenómeno y explica: «A diferencia de los chicos cuando escuchamos a las chicas hablar entre sí es mucho más probable que respondan con declaraciones de validación y apoyo más que con cuestionamientos». Las chicas socializan hablando, hablan de sus cosas y critican a las ausentes, construyen relatos pormenorizados de su vida interior, pero no solo eso sino que encuentran en sus oyentes justificaciones para seguir sintiendo lo que sienten. Por esta razón las adolescentes son más propensas a asumir la depresión por la que está atravesando una amiga y a deprimirse ellas mismas.
A Amanda Rose le debemos el concepto de co-rumia que ha detectado en las relaciones entre pares femeninos. Se trata de la discusión excesiva de una dificultad, una especie de sobrecalentamiento argumental de un problema, lo que hace que las relaciones entre chicas sean más fuertes y sobre todo más peligrosas a la hora de asumir las dificultades de la otra.
Otro fenómeno descrito por la Dra Rose es la persecución excesiva de consuelo y la búsqueda de retroalimentación negativa en la que alguien mantiene una sensación de control al procurar confirmar con los demás su baja autoestima. Hay que recordar ahora que la mayor parte de las personas necesitan mantener el control sobre sí mismas y la conducta ajena y que siempre será preferible sentirse culpable o con una autoestima baja si no se pierde el control.
La adolescencia es un tiempo en el que suceden fenómenos psicológicos de enorme trascendencia, para empezar se supone que los adolescentes han de saber conducirse por si mismos, tomar sus propias decisiones al tiempo que se esfuerzan en su entorno académico por mantener sus rendimientos anteriores a la explosión hormonal de la adolescencia. Hay que advertir además que la primera regla hoy en España es a los 12 años de media, pero las tetas comienzan a crecer hacia los 10, significa que la pubertad -gracias a la buena alimentación- se ha adelantado dos años si empezamos a comparar a las niñas con la generación de sus madres, y que cuando una niña comienza la enseñanza secundaria (ESO) a los 12-13 años deja de estar integrada en un entorno protector, infantil y maternal para pasar al mundo de los adultos -el instituto- donde va a compartir tareas y juegos (y sobre todo patio) con otros niños y niñas de edades superiores a la suya. Y que va a comenzar a sentir las miradas de los chicos y sus peticiones y demandas al mismo tiempo que probará por primera vez el acero de la rivalidad de sus iguales. Y toda esta novedad acaece en un momento en que ha de comenzar a separarse de sus padres, a pensar de forma diferente y a hacerlo notar. Una forma extrema de separase de la madre es por ejemplo, no querer ser en absoluto una mujer aunque las formas más leves suponen un agrandamiento de la brecha generacional: de repente los padres ya no sirven para el apoyo. el grupo de amigas es el que dicta las normas y el que sugiere cambios y exigencias si uno no quiere convertirse en un bicho raro o ser excluida del grupo, lo peor que le puede pasar a un adolescente.
De manera que el pase por la adolescencia supone un periodo de extrema vulnerabilidad y sugestionabilidad. Un adolescente es una persona capaz de sugestionarse con cualquier cosa que se le sugiera y llegar a creérsela si procede de la persona o personas más significativas en ese momento vital.
Ciertas patologías sociales reclutan entre sus víctimas a las mujeres, es el caso de la histeria, las autolesiones y la anorexia mental. Cada muchacha tiene sus propios problemas inespecificos y se adhiere a una patología social que las legitima para ser consideradas enfermas sin que nadie caiga en la cuenta, de que no existe ni la histeria ni la anorexia sino que ciertas personas reproducen los síntomas legitimados socialmente sencillamente porque están disponibles en ese disco duro que llamamos sociedad o cultura.
Naturalmente este tipo de diagnósticos se muestran refractarios al tratamiento médico, pues abandonar la conducta dejaría al individuo inerme frente a sus conflictos y sin legitimidad social para ser atendidos.
Las redes sociales como su nombre indica, sirven para socializar, pero niños y niñas tienen diferentes formas de hacerlo como ya conté en un post anterior. Y dentro de las niñas se establece una rivalidad enroscada en las escenas eróticas que dejan fuera de ese campo a las menos agraciadas instituyendo en ellas el rencor, la agresividad y la envidia.
Ser diferente tiene sus costos, estar en sobrepeso, tener acné, algún defecto estético o fisico, demasiado alto o demasiado bajo y los muchachos femeninos o las chicas hombrunas, pero también la debilidad o la excesiva soberbia pueden ser la señal para inspirar todo tipo de acosos y mobbings. Una vez dicho esto es necesario señalar que el mobbing ha existido siempre y la elección del chivo expiatorio se hace en clase o en el patio del colegio y siempre sobre lo diferente.
Los padres de esta generación Z son liberales pueden estar divorciados, trabajan los dos y raramente comen juntos, no son nada religiosos y sabemos hoy que la educación religiosa es un buen protector de patologías mentales y por supuesto del suicidio.
Este es el contexto en el que se mueve la generación Z pero ninguno de ellos puede explicar el aumento de patologías mentales en las niñas Z. Recordaré ahora que existe una gran preocupación por este fenómeno de incremento de suicidios entre las jóvenes y al mismo tiempo el incremento de depresiones. ¿Pero es cierto este fenómeno? Quiero decir ¿es verdad que los suicidios entre las muchachas han aumentado?
Veamos un gráfico de suicidios por edades:
Bueno no parece que la brecha de genero haya sido superada por las chicas. De manera que continuaré en el próximo post discutiendo estos hallazgos.