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El trastorno bipolar: ¿una bifurcación entre adaptación y patología? (I)

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bipolar

La euforia es, por decirlo de una forma diferente, la alegría de una parte de la
mente que despierta y ve que puede hacer cosas. Y el cuerpo se las cree. (Jose Manuel Castellano)

Hace algún tiempo ya, uno de mis maestros me profetizó que los hallazgos en la psiquiatría del futuro no procederían de nosotros los psiquiatras o de los psicólogos, sino de algún ingeniero, físico o informático. Tomé buena nota de esta idea y me propongo escribir este post después de haber conocido el blog de Jose Manuel Castellano que recientemente ha publicado su experiencia en primera persona y su teorización en psiquiatria.com.

No deja de ser curioso que la revista digital citada haya aceptado este articulo -que a mi personalmente me parece interesantísimo- por proceder precisamente de una experiencia subjetiva y además de subjetiva y cualitativa de un afectado por la enfermedad. La subjetividad (la experiencia personal) suele ser descalificada siempre en ciencia que como es sabido ha pactado con la hermana pobre de la matemática -la estadística- para rastrear la verdad, como si la verdad solo pudiera hallarse en los grandes números, renunciando así a un pozo de conocimientos inefables como las de este lúcido ingeniero bipolar, que aporta a través de su propia autoreflexión, una serie de pistas sobre por donde hemos de ir los clínicos, a la vez que despliega una serie de conocimientos teóricos sobre la mente de indudable interés. Y nos avisa de que “su método” no es infalible”  ni sirve para todo el mundo y nos previene de ciertas euforias. Personalmente veo más sus argumentos dirigidos a sensibilizar a los profesionales que a los propios pacientes bipolares.

La idea fundamental de Castellano se dirige a describir dos conceptos: la no-casualidad y la mente corporal.

La mente corporal.-

Para Castellano existen dos mentes la cerebral y la corporal, la primera es la mente con la que pensamos y con la que tomamos decisiones en nuestra vida práctica. La otra mente también piensa si bien con una menor definición y que a lo largo de este blog hemos denominado “código máquina” (¿hay un cerebro en las tripas se preguntaba hace poco un reputado investigador?) y además de eso es inconsciente. Dicho de otro modo: de la “manera de pensar” de nuestras tripas no tenemos noticia, lo único que sabemos es que nuestras tripas toman decisiones a una velocidad menor que nuestro cerebro. Necesitan más tiempo para tomar decisiones pero siempre obedecen al cerebro, excepto cuando no entienden lo que le dice.

Cosa que no sucede en sentido contrario, el cerebro toma nota de los mensajes corporales pero no necesariamente le obedece. El cerebro está muy pagado de sí mismo gracias a sus logros y menosprecia en cierta manera su mente menor, la corporal.

Para Castellano el trastorno bipolar seria la puesta en funcionamiento de una mente en desuso, la mente corporal. Algo que coincide con ciertas ideas que he ido publicando en este post. Me refiero a la nueva conceptualización del inconsciente como un depósito de adaptaciones arcaicas que no usamos cegados como estamos por el brillo y los logros de nuestra consciencia lógico-racional.

La idea de Timothy Wilson es que el inconsciente es un extraño para nosotros mismos y que no podemos acceder a él ni con asociaciones, ni con sueños o recuerdos ni con palabras. Estoy de acuerdo en parte con esta idea si Wilson se refiere al inconsciente instintivo, al código máquina: los conflictos organismo-individuo (cerebro-cuerpo) no pueden dirimirse a través del adagio “Conócete a ti mismo”, pues la verdad es que no sabemos bien qué es lo que debemos conocer si las razones para nuestras decisiones están más allá de nuestra conciencia y voluntad como parece haber demostrado la neurociencia actual. Nuestros juicios y nuestras decisiones no son permeables al conocimiento racional y más aún: estamos diseñados de una forma tal que nos es más fácil decir cómo nos sentimos que por qué nos sentimos así.

Las fuentes de nuestro ánimo no son accesibles mentalmente pues proceden del cuerpo, el cerebro simplmente las interpreta.

Algo en lo que Castellano estaría de acuerdo con Wilson: el inconsciente (le mente corporal) es inaccesible al escrutinio consciente pero mantiene relaciones con nuestros pensamientos, a la vez que es obvio que si persiste entre nuestro modo de procesar la realidad es porque es una adaptación, lo que significa que en tiempo ancestral fue quizá la única consciencia con lo que transitamos el mundo, una especie de consciencia primitiva que mantiene inconscientes su modos exceptuando a los canales sensoriales, el único procesamiento corporal del que somos conscientes.

La no-casualidad.-

Para Castellano, la no-casualidad es la consecuencia del encendido de la mente corporal volcando información desordenada pero coherente al cerebro. Información predominantemente sensorial, una especie de sopa sinestésica que configura la mente maníaca a través de la euforia-disforia ,la forma en que reacciona el cerebro a la inundación de estímulos sensoriales, de la expansividad y de un exceso de energía.

Nuestra mente corporal puede deducir, decidir, concluir, actuar, etc…  Cosas que son posibles gracias a la comunicación fluida con la mente cerebral, pero que pasan en el cuerpo. El cerebro tiene un mecanismo para asegurarse el control y cerciorarse de que los pensamientos son creados a partir de información útil y desecha la información de más, pero entra dentro de las posibilidades del cuerpo asimilar toda la
información posible proveniente de la realidad, y es cuando la no-casualidad se convierte en la fuente de una nueva realidad.

Dicho de otra manera la mente cerebral opera fundamentalmente por descarte del sentimiento y del ánimo pues en palabras de Castellano:

Puede que los pensamientos provenientes de la mente cerebral sean más importantes y ellos solos pueden llevar adelante nuestra vida cotidiana, apartando a un segundo plano los sentimientos y el ánimo. Esto es contraproducente a todas luces, ya que nuestro
ánimo es una elemento importante en nuestra calidad de vida, y no sólo colmar nuestras
necesidades materiales para satisfacer una necesidad sólo objetiva para la mente cerebral.
Nuestro cuerpo tiene “pensamientos” más lentos que los cerebrales; un cambio del estado de ánimo puede durar días y los sentimientos pueden durar segundos. No es una inteligencia racional sino más primitiva, pero el cuerpo del ser humano es muy válido en todos los aspectos.
Busca el bien para el individuo y su capacidad para la supervivencia es importante ya que interviene directamente en el medio físico.

Castellano ve el trastorno bipolar como una forma (una estructura mental) evolutiva y está es la parte más novedosa de su teoría, en síntesis -y tal como yo lo veo- la humanidad estaría buscando una nueva forma de consciencia que superara la alienada y descorporeizada consciencia lógico-racional. La emergencia o encendido de la mente corporal sería un arma de doble filo, por un lado podría apoyar la emergencia de los potenciales creativos del hombre tal y como nos demuestra la historia de la enfermedad y por otra daria lugar a una enfermedad incurable donde un ciclo maniaco sería sustituido inexorablemente por otro depresivo con o sin periodos libres de síntomas, recaidas y episodios que se verian con el tiempo acompañados de deterioro cognitivo y de invalidez.

En este sentido el trastorno bipolar podría representar el precio que nuestra especie paga por integrar lo corporal-anímico en la experiencia mental y vital. El cuerpo reclama su parte del botín que el raciocinio le sustrajo.

Referencias.-

Jose Manuel Castellano Gonzalez: “El primer episodio maniaco y la depresión desde el punto de vista de un paciente”.



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