Para terminar este ciclo que inicié hace ya algunas semanas sobre la fibromialgia hablaré a continuación de algunos de sus misterios que se refieren sobre todo a su conceptualización. En 2002 en un articulo muy polémico publicado en una de las revistas médicas de mayor reputación mundial y que se titulaba «In search of no disease», es decir «en busca de la no-enfermedad. Carl Smith publicó una serie de reflexiones que aun hoy se encuentran sin respuesta
Este titulo generó mucha polémica porque parecía señalar hacia el hecho de que ciertas enfermedades cuya causalidad medica se desconoce son sospechosas de ser psicologicas -por no adecuarse a los paradigmas que manejamos los médicos para filiar las enfermedades-, o bien de simulaciones por su presentación proteiforme, con varios síntomas compartidos entre distintas patologías que se solapan entre ellas y varios sistemas afectados que dan lugar no a una ni dos sino a cientos de patologías emparentadas entre si como hoy sucede con el SIBO y el colón irritable y las intolerancias alimentarias. Ni que decir que para los médicos, las enfermedades son entidades discretas y no nos gustan nada las enfermedades que se contaminan o se plagian unas a otras como seres miméticos que somos. Solo los psiquiatras estamos acostumbrados a vernoslas con patologías indiscretas.
El no-espacio.-
Todos vivimos en un espacio determinado, ocupamos un lugar, bien en nuestro salón, nuestro trabajo o en la cocina, sin embargo hay espacios que se consideran no-espacios, o no-lugares por ejemplo una autopista (pensada para los coches), un aeropuerto (pensado para los viajeros en transito y los aviones) o una gran superficie (pensada para ir de compras). Se trata de espacios no amigables que no están pensados para socializar, hablar, compartir, se trata de lugares de paso, inhóspitos, a escala no-humana. Se reconocen porque carecen de lugares para sentarse.
En mi opinión el concepto de no-enfermedad sugiere algo muy parecido. No son enfermedades conocidas, flliadas, descritas por los clásicos, son enfermedades que parecen nuevas, y que son multisistémicas (afectan a varios sistemas) y sobre todo de origen desconocido y lo peor -en el caso de la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica-: son enfermedades sin causa médica que las explique. Más que eso: son enfermedades que rompen el propio paradigma médico.
Y cuando esto sucede se echa mano de la Psiquiatría.
La mayor parte de la gente y la mayor parte de los médicos entienden que ciertos síntomas inexplicables como el dolor sin daño, suceden -son causados- por razones psicológicas, lo cual no es cierto pero tampoco sería cierto decir que no tienen componentes psicológico alguno. Pero decirle a alguien que está enfermo por razones psicológicas es lo mismo que decirle que está enfermo por su culpa porque la mayor parte de la gente identifican psicológico con voluntario, es por eso que prefiero llamar a estos fenómenos «psíquicos» pero no psicológicos tal y como expliqué en este post. No es de extrañar que la mayor parte de la gente rechace esta explicación, que entre otras cosas es falsa, pues lo psíquico no equivale linealmente a lo psicológico. Las personas que se sienten enfermas sin enfermedad (sin daño aparente) no tienen más problemas psicológicos que usted o yo. Su «avería» no es psicológica sino una avería de las alarmas (en este caso las alarmas relacionadas con el dolor) que se encuentran mal reguladas, naturalmente determinadas personalidades son más alarmistas que otras. Hoy decimos sensibles porque se han sensibilizado a algo que a la mayoría de nosotros no nos hace ningún daño.
Sentirse enfermo sin enfermedad.-
Hay algunas razones para la sospecha, la primera pregunta, el primer misterios es éste. ¿Por qué la fibromialgia es más frecuente en mujeres? Si le preguntáramos a una psicóloga feminista nos daría esta repuesta: «Porque las mujeres sufren mas estrés que los hombres». ¿Pero es esto cierto?
Vale la pena leer este post para comprobar que esta hipótesis es falsa: lo cierto es que los hombres deberían padecer más estrés que las mujeres pues llevan la peor parte en la repartición de los trabajos fuera del hogar, los mas peligrosos, los más duros y los menos deseables son realizados por hombres. bastaría con reconocer el hecho de que la alta prevalencia de suicidio en el sexo masculino es una prueba definitiva sobre el estrés que los hombres soportan. Y también es cierto que las mujeres son particularmente sensibles al rechazo social, y la ansiedad y la depresión a menudo nos impactan cuando sentimos que no damos la talla.
El suicidio sigue siendo más frecuente en el sexo masculino del mismo modo que la previsión de la duración de la vida: más de tres años más de media en las mujeres.
Lo cierto es que las mujeres son más sensibles al estrés, y es más intenso en aquellas mujeres que tienen poca instrucción.
Es probable que las mujeres que estuvieran más atentas protegiendo a sus hijos de amenazas tuvieran más éxito pasando sus genes a sucesivas generaciones que las mujeres que estaban menos atentas. En consecuencia, esta susceptibilidad hacia las preocupaciones podría haber sido seleccionada positivamente y explica lo que Benenson ha dicho; “la ansiedad es parte de lo que significa ser mujer”.
Es muy probable que ciertas composiciones genéticas ayuden a las mujeres a desarrollar carreras académicas y que esta configuración -sin llegar a la patología- esté relacionada con la anorexia mental (delgadas, competitivas y emancipadas). Del mismo modo es posible especular que pueda existir un complejo de genes que facilite el dolor y que este dolor esté relacionado con la ansiedad o la depresión y que esta patología se revele más frecuente en mujeres con poca o mediana instrucción. En realidad no conozco ninguna fibromiálgica que sea a la vez anoréxica, como si estas dos enfermedades afectaran a poblaciones bien distintas.
La segunda sospecha es la cronología de su aparición, me refiero a su aparición epidémica. Antes de los 70 no había ninguna paciente con esta patología de dolor inexplicable ni tampoco trastornos alimentarios. Fue inventarse las palabras «anorexia» y «fibromialgia» y empezar a aparecer casos, algo que es por cierto bastante bien conocido en medicina. No significa que antes de esa fecha no existiera la enfermedad sino que no estaba rotulada.
Y el rótulo atrae más casos con síntomas inespecíficos que no son exactamente iguales a los «verdaderos»
La palabra yatrogenia es una voz que significa «una creación de patología derivada del hecho del propio diagnóstico o tratamiento médico». Usualmente llamamos yatrogenia a los efectos adversos de la medicación o de las exploraciones, pero yo voy a utilizar esta palabra de un modo más genérico. La yatrogenia es además de todo eso, la génesis – a la que no es ajena la conceptualización- de las enfermedades provocadas por el propio proceso de medicalización con independencia de que se realicen intervenciones o tratamientos cruentos o peligrosos.
La aparición epidémica de esta patología señala epidemiológicamente hacia un agente infeccioso y comenzaron a aparecer los sospechosos habituales: el virus de Epstein-Barr es el más conocido. El problema es que todo el mundo está infectado con este virus por lo que es imposible establecer comparaciones entre sanos y enfermos. Algo parecido sucedió con la esquizofrenia: su aparición en la sociedad industrial simulaba un modelo infeccioso.
Aquí puedes leer la hipótesis vírica de la esquizofrenia
Lo que sabemos es que: la conceptualización de una enfermedad modela a la propia enfermedad y me estoy refiriendo ahora a todas las enfermedades pero posiblemente afecta de un modo más claro a las no-enfermedades descritas por Smith.
Como sucedió con la esquizofrenia -muy rara antes del siglo XIX- la fibromialgia apareció en los 70 al menos en España y puede deberse a dos factores: Algo nuevo que apareció en torno a esa década, uno social (la posición de la mujer en el mundo) y otro un agente infeccioso, un virus con toda probabilidad.
Y hemos llegado a este momento crucial en el que he de «mojarme».
Creo que las enfermedades no son como las pensamos, las entidades discretas son una excepción, una rareza y solo son posibles en aquellas enfermedades cuyo daño anatómico puede ser objetivado por su tosquedad, una vesícula llena de cálculos por ejemplo. Pero la mayor parte de las enfermedades e incluyo aquí a las autoinmunes son indiscretas, es decir participan de múltiples canales de señalización y comparten síntomas en todas las series. La fibromialgia, la fatiga crónica y la sensibilidad química múltiple (SQM) que hoy catalogamos como encefalopatías, existen pero su existencia no se parece en nada a las patologías del siglo XIX y XX. Lo que predomina es la sensibilización de circuitos neurales concretos bien a causa de un agente infeccioso, bien por otros agentes. Me inclino a pensar que son los agentes químicos los que operan en tal designación de encefalo-mielopatías.
Lo cual es coherente con la fecha de su aparición epidémica pues cada vez somos ¿lo somos? más conscientes de que estamos rodeados de agentes químicos que son banales para la mayoría pero que afectan a una minoría de personas (un 2,4 %) que desarrollarán a lo largo de su vida una de estos patrones que por cierto son bien distintos en unos casos y en otros.
Se trata de enfermedades ambientales causadas por disruptores sobre las que es posible que vuelva alguna otra vez