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La cadera de Eva

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De Jose Enrique Campillo ya hablé aqui en este post a propósito de «El mono obeso», al que remito al lector de este post que de alguna forma le sucede. Allí ya aprendimos que la obesidad actual pandémica que soportamos en occidente procede de una adaptación. Una adaptación a las hambrunas, se trata de los genes relacionados con la resistencia a la insulina y la leptina. Dos hormonas que tienen mucho que ver con el aprovechamiento de los carbohidratos y de su almacenamiento en forma de grasa, para cuando las cosas se ponen feas. Si hay gordos es porque son portadores de esos genes y los delgados son los que poseen menos genes de ese tipo.

Aquí el profesor Campillo profundiza aun más en el tema de la alimentación al relacionarlo con otras cuestiones como la reproducción y la contribución de la mujer a la evolución de nuestra especie. Pero a mí lo que mas me ha interesado ha sido el capitulo donde aborda la relación que ciertos trastornos -hoy llamados alimentarios- guardan con aquellas adaptaciones. Déjenme que recuerde los síntomas que caracterizan a las anoréxicas actuales:

  • Delgadez extrema
  • Negativa a comer adecuadamente
  • Hiperactividad
  • Maniobras purgativas (presentes o no)
  • Distorsión del esquema corporal (se ven más gordas de lo que están)
  • Amenorrea (supresión de la fertilidad).
  • Altruismo alimentario

La alimentación de Lucy.-

Y ahora vamos a sumergirnos en el ambiente paleolítico: hace unos 30.000 años en algún lugar de Europa cercada por los hielos.

Afuera nevaba y la temperatura exterior era de unos veinte grados negativos. La cueva carecía de puertas salvo algunas pieles que no eran suficientes para impedir las ventisqueras. las fogatas ardían cada pocos pasos y albergaban a las mujeres con sus crías y a otros miembros de la familia o del clan. Había niños de todas las edades, algunos enfermos, otros agonizaban, el hambre y el frío habían hecho presa en muchos de ellos, la tos, la fiebre y los lamentos recorrían la cueva. Los hombres habían salido de caza y solo algunos adolescentes o ancianos ocupaban lugares de honor en la fogata.

Cada mujer alimentaba un fuego y Lucy tenia el suyo donde se protegía a sí misma y a dos de sus hijos, uno de seis y otro de dos años, donde yacía Gorj cuando estaba en casa. No era solo el frío y el hambre lo que perturbaba el ambiente sino la proximidad de las fieras que pululaban por el exterior y competían con los sapiens por el mismo albergue. No era extraño que alguna noche un oso cavernario entrara en el recinto causando daños, escándalo y pánico en las noches cavernarias.

Una hermana de Lucy llamada Artemis la acompañaba y la asistía en la difícil tarea de proporcionar algún tipo de alimento para sus sobrinos. Lucy no hubiera podido valerse por sí misma para alimentarse o alimentar a sus hijos ya destetados, por eso la función de Artemis era esencial en ausencia de Gorj. Los hombres ya habrían comenzado su viaje de vuelta y es posible de trajeran carne, las preciadas proteínas animales.

Lucy era muy afortunada al contar con su hermana, no todas las mujeres con hijos tenían esa suerte, alguna contaba con la asistencia de su madre, pero no era frecuente que nadie sobreviviera más allá de los 40 años. Lucy no tenia madre pero a cambio tenia una hermana, tenía a Artemis que además no tenia hijos y era infértil, quizá a causa de su delgadez extrema, alguna vez le había visto compartir la fogata con un hombre, pero por lo general rechazaba la cópula y solo aceptaba ser penetrada por detrás, al contrario de Lucy que practicaba la cópula cara a cara. Por eso Artemis se dedicaba especialmente a los hijos de su hermana a los que quería como si fueran propios.

Artemis era muy activa con una especie de vigor masculino, salía bien temprano de la cueva en busca de alimento, y era muy valiente, incluso a veces acompañaba a los hombres en sus cacerías. Buscaba alimento, raíces, pequeños animales, escarbaba en la nieve hasta encontrar cualquier cosa comestible, mordía las duras raíces con sus dientes, y las tragaba. Al llegar a la cueva las vomitaba a medio digerir y con ello hacia una especie de papilla que daba a comer tanto a Lucy como a los niños. Había aprendido a regurgitar la comida a pequeños tramos. Lo aprendió un día de caza cuando se dio un atracón de una dura carne de bisonte que mas tarde vomitó. Aprendió así a no desechar nada y a reciclar sus propios vómitos. Esta técnica le resulto muy útil para alimentar tanto a su hermana cuando daba el pecho a sus hijos como para alimentar ahora ahora a esos niños ya destetados.

Había que estar preparados para la llegada de la primavera, sería necesario volver al camino. A buscar nuevos lugares de caza y recolección. El lugar donde ahora habitaban era inhóspito y ya había decidido el chamán del clan, emigrar. En cuanto el tiempo lo permitiera y antes de que la nieve se derritiera emprenderían el viaje que a Artemis no le asustaba en absoluto pues las caminatas eran parte de sus habilidades: resistir el hambre y el cansancio. Ella suponía que era más fuerte de lo que realmente era, incluso alguna vez había visto reflejada su imagen en el agua y le pareció que estaba muy gorda, a pesar de ser casi toda ella huesos.

Pronto volvió Gorj con una buen cargamento de carne y huesos con sus nutritivos tuétanos. Artemis apenas probó bocado aunque participó de la fiesta y el regocijo del clan. Se retiro a su propia fogata mientras Gorj y Lucy copulaban. Cara a cara.


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