El síndrome de vómitos cíclicos se conoce desde finales del siglo pasado y fue descrito por un pediatra llamado Gee en 1882 que consideró que su prevalencia estaba alrededor de un 2% de niños. Hoy este curioso síndrome se ha extendido a los adultos y- sin dejar de ser una patologia predominantemente pediátrica- forma ya parte de la rutina de las consultas de gastroenterologia. Aqui hay un buen articulo sobre el tema su diagnóstico y tratamiento.
Se trata de una de esas enfermedades que aunque no presentan riesgo para la vida interfieren en el día a día de quienes lo padecen. El caso de los vómitos cíclicos ha vuelto a ponerse de moda por dos razones.
La primera de estas razones es histórica, pues parece que Charles Darwin padecía esta enfermedad, aunque hay quien disiente de este diagnóstico y atribuyen los malestares del padre de la “teoría de la evolución” a la enfermedad de Chagas o a la socorrida somatización o hipocondría. Sin embargo otros consideran que los malestares de Darwin son muy parecidos sino la misma enfermedad que padece Messi.
Lo primero que hay que aclarar es que el síndrome de vómitos cíclicos no es una enfermedad mental y en mi opinión pone en entredicho el viejo paradigma de las enfermedades psicosomáticas. No se trata de vómitos psicógenos, esos que son producto del asco o del rechazo de una determinada situación sino de algo más parecido a la jaqueca, al colón irritable, la fatiga crónica o las alergias con los que comparte no solo parecidos fisiopatológicos sino probable causalidad. Se trata en cualquier caso de una enfermedad funcional sin correlato lesional.
Efectivamente, el vómito puede ser una forma metafórica de expresión emocional de carácter histérico -conversivo- pero debemos reservar este diagnóstico para los casos donde la relación entre situación emocional y respuesta de hiperemesis sean reconocibles.
Nada de esto sucede en el síndrome de vómitos cíclicos, aquí no hay una relación situacional entre el rechazo de algo y el vómito sino que el vómito no parece tener nada que ver ni con la alimentación, los eventos, el régimen de vida o la personalidad de base. Se trata de una mente vomitadora autónoma.
En esta entrevista que Messi concedió a una cadena de TV podemos obtener de primera mano las variadas situaciones donde el vómito paroxístico le sorprende , no solamente durante un partido de fútbol, sino en cualquier tipo de situación banal puesto que el síndrome de vómitos cíclicos es sobre todo una enfermedad circular, que cursa con brotes paroxísticos, se trata de que una enfermedad cíclica, que tiene un periodo libre de síntomas para volver a aparecer más tarde.
Lo cual no significa que el estrés no tenga nada que ver. El estrés es la causa que precipita o agrava casi todas las enfermedades, ¿pero qué estrés? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de estrés?
Lo cierto es que debe ser muy dificil convivir con el personaje mediático que es Messi, las presiones, agobios, y sobrecargas que debe sufrir son fáciles de imaginar. Ser el mejor jugador del mundo no debe ser una tarea fácil de sobrellevar y soportar a la nube de personas y de aduladores que viven de él o están cerca de él -no siempre con las mejores intenciones- tampoco. Aislarse del mundo debe ser complicado para él y concentrarse en el próximo partido una tarea casi imposible.
Ahora bien, el estrés que pone en marcha el automático mecanismo de los vómitos cíclicos no es especialmente intenso, pues cualquier excitación emocional por banal que sea (sorpresa, alegría, decepción) puede desencadenarlo una vez que se ha construido el andamiaje neurobiológico adecuado (sobre el que volveré más abajo). Es necesaria ahora una pequeña disquisición propedéutica: no es lo mismo la excitación emocional que la anticipación emocional. Las personas que sucumben a la anticipación tendrían vómitos antes del partido pero no durante el mismo o en situación de relax y descanso. Al parecer el mismo Guardiola padecía este problema de anticipación emocional con vómitos pre-partido según he podido escarbar por ahi. Pero la anticipación emocional -el miedo escénico- no forma parte del cortejo sintomático del síndrome que nos ocupa, es otra cosa.
De manera que no conocemos exactamente las causas de este síndrome de vómitos cíclicos pero sabemos algunas cosas. Por ejemplo, sabemos que en nuestro entorno la causa más frecuente es el consumo crónico de cannabis. Paradójicamente, el cannabis es un antiemético pero en algunas personas su consumo crónico puede predisponerlos a sufrir el síndrome.
Un síndrome que puede darse espontáneamente claro, pero lo que hemos aprendido precisamente del modelo neurobiológico que proporciona el consumo de cannabis es lo que se conoce como efecto espejo (opuesto al esperado), algo que nos ha enseñado mucho sobre ciertos mecanismos de los que hablaré a continuación. Los vómitos cíclicos podrían ser una especie de efecto nocebo autoprovocado, vomitamos porque si, porque ha pasado algo en nuestro sistema nervioso que nos ha sensibilizado a reaccionar con vómitos ante cualquier situación. El articulo que cito en la bibliografía explica con detalle el mecanismo del efecto-espejo.
De manera que si yo fuera el médico de Messi lo primero que le preguntaría es si consume cannabis, más que eso, lo buscaría en su orina a fin de detectarlo y aconsejarle que dejara de consumirlo. Está demostrado en un estudio de Allen (Allen et alt 2005) que el abandono del consumo de cannabis predice el curso del síndrome de vómitos cíclicos.
Una posible fisiopatología de los vómitos cíclicos.-
Los vómitos son una reacción (una alarma) que nuestro cuerpo pone en marcha ante determinadas amenazas relacionadas casi siempre con lo alimentario. El vómito nos defiende de tóxicos, gérmenes, venenos, alimentos en mal estado, etc. Se trata de una reacción programada e innata que está relacionada con una emoción interesante: el asco. Asco y vómito son pues parientes cercanos, el uno en el terreno de lo emocional y el otro en el terreno de lo instintivo-motórico.
En nuestra especie este mecanismo sin embargo dista mucho de ser algo automático o preciso, es por eso que puede ser secuestrado por otras fuerzas, se trata de una alarma inespecífica, pues casi todas las enfermedades al decir de Marañón pueden cursar con vómitos.
El vómito puede ser secuestrado por ejemplo por el asco, pero también por ciertas drogas y por ciertos mecanismos relacionados con el condicionamiento clásico u operante. El vómito puede ser condicionado como aquel perro de Paulov que salivaba con el sonido de una campana. Sucede porque el estómago y el cerebro tienen linea directa a través del vago, un nervio que sale del cerebro e inerva nuestro sistema digestivo, vía de comunicación y de paso de mensajes y mercancías continuos de abajo arriba (via aferente) y de arriba-abajo (via eferente).
Lo interesante de la vía eferente es que es doble, la vía principal lleva los mensajes propiamente dichos y la vía secundaria guarda copias (memoria) de lo que hizo la vía eferente en el pasado. Es por eso que podemos aprender a vomitar, como algunas bulímicas hacen prácticamente sin forzar, a voluntad.
De manera que la vía eferente contiene como un resguardo de las acciones que ya hemos realizado, que hemos llevado a cabo millones de veces y que nos permite refinar y maximizar los resultados de cualquier acción al mismo tiempo que minimiza el “gasto” de esas mismas acciones. La función de la copia eferente es atenuar e inhibir a la propia via eferente refinando su perfomance.
Pero ya sabe usted lo que pasa con las copias con respecto a un original, una copia puede:
- Perderse
- Perder definición o contener borrones.
- No haberse nunca realizado.
- Contener errores o discrepancias con el original.
Es por esa razón que cuando usted quiere validar un documento le piden siempre el original. La administración pública por ejemplo no admite copias sino que exige el original a efectos de compulsar su veracidad. Las copias son poco de fiar, precisamente porque pueden estar falsificadas o no contener la misma información que consta en los originales.
Y ahora que ya sabemos qué es la copia eferente vamos a ver qué es la descarga corolaria, pero primero repasaremos el concepto de corolario:
Un corolario es una inferencia que se hace a partir de una verdad demostrada. Si es verdad que:
“La suma de los ángulos de un triángulo rectángulo son 180 º”, entonces se desprende un corolario:
“En un triángulo rectángulo la suma de los dos ángulos contiguos a la hipotenusa es igual a 90°”.
Un corolario es una verdad que no se encuentra manifiesta pero que se desprende de otra verdad de la que se puede inferir.
La descarga corolario se produce cuando existe una discrepancia entre la via eferente y su copia
Como puede observarse en el esquema de arriba, la descarga corolario (Sperry, 1950) que describió Sperry como explicación de los movimientos oculares que se producen con la inmovilidad de la cabeza se produce cuando existen discrepancias entre la copia eferente y el movimiento eferente propiamente dicho (la orden cerebral) y donde puede observarse la función de realimentación de la copia eferente que informa al resto del cerebro de la orden concreta que se está tramitando.
De manera que el vómito -en ausencia de tóxicos que expulsar- es una descarga corolaria destinada a resolver las disonancias entre lo que se espera que suceda y lo sucedido. Por decirlo de una manera comprensible: nuestro cerebro a través de la via eferente guarda copia de vómitos anteriores y la actualiza de vez en cuando para refinar su copia.
Pues si la via eferente no guardara memoria (copia) de los movimientos ya realizados o vibraciones o dolores percibidos tendría que aprender ex novo cada vez a realizar los movimientos que ya sabemos hacer, es por eso que no precisamos pensar para caminar, las copias eferentes que tenemos en nuestras piernas son suficientes para ello y aprenden a través de la repetición de un mismo movimiento. Y la función del vago -una de sus funciones- es expulsar el contenido gástrico.
En conclusión los vómitos cíclicos son descargas corolarias de una via eferente sensibilizada. Y el destino de esas copias eferentes es la extinción o el refuerzo, como toda respuesta condicionada.
Sobre el tratamiento decir solo una cosa: son todos decepcionantes como los tratamientos de la jaqueca, la fatiga crónica, las alergias o el colón irritable. Quizá en el futuro y cuando sepamos más de ese segundo cerebro que anida en nuestro sistema digestivo podamos concretar y recomendar algún tratamiento especifico. Por el momento personalmente centro mi atención en ese eje cerebro-intestino y la microbiota que es seguro que pronto comenzará a dar resultados.
Para saber más sobre copias eferentes y descargas corolarias, el lector puede visitar este post.
Bibliografía.-