Hasta hace poco tiempo no había oído hablar de la disgenesia, una palabra de esas que suenan a “pecado mortal”, una especie de tabú que relacionaba con Hitler y el Holocausto, aquella manía que surgió en Alemania sobre la pureza de la raza y el exterminio o la esterilización de enfermos psiquiátricos, los homosexuales, los gitanos o los judíos.
De manera que yo soy uno de los que habían llevado a cabo en su mente la asociación -por otra parte común- entre eugenesia y nazismo.
Claro que sobre esto de la eugenesia hay un velo de prejuicios y de oscurantismo, por ejemplo yo soy medico y ya sabia que la esterilización que provocan los anovulatorios (esterilización reversible) es una forma de eugenesia, que llevan a cabo las mujeres – en realidad la eugenesia sólo pueden llevarla a cabo las mujeres- (“Ahora no quiero quedarme embarazada”). También sabía que en las fertilizaciones “in vitro” se eligen los embriones más viables y con menor carga de “genes malos”. Lo considero normal, al fin y al cabo ¿si usted pudiera elegir a sus hijos, no los elegiría, inteligentes, sanos y guapos?
Claro que si, de modo que ¿a qué vienen tantos remilgos con la eugenesia?
De modo que volví a interesarme por el tema cuando por causalidad cayó en mis manos un articulo de Francis Galton, el primo de Darwin que según la wiki fue uno de los primeros interesados en el tema. En realidad la eugenesia es una forma de evitar la selección natural y sustituirla por la artificial, algo parecido a los que hacemos con perros, gatos, naranjas y tomates. Dice Galton:
“El ser humano alberga sentimientos de compasión y dispone del poder de prevenir muchas clases de sufrimiento. Pienso que deberíamos superar a la cruel selección natural para aliviar ese sufrimiento. Este es precisamente el objetivo de la eugenesia”.
Pero hasta que no leí el libro de John Glad titulado “El futuro de la evolución humana: la eugenesia en el sigo XXI” -y que puedes descargarte gratuitamente en pdf y en cualquier idioma desde http://www.whatwemaybe.org-, no profundicé lo suficiente en el asunto. Ahora ya sé que eugenesia no es lo mismo que disgenesia, y lo que hicieron los nazis era pura disgenesia.
En realidad la guerra es disgenésica, todas las guerras, pues en ellas mueren precisamente los mejores de cada generación sin demasiados distingos entre categorías de ciudadanos. Lo que se ha venido en llamar aristocidio, un termino acuñado por Nathaniel Weyl un antiguo comunista norteamericano de origen judío, luego transformado en un activo anticomunista,en su trabajo Envy and Aristocide (Envidia y aristocidio), al tiempo que argumentaba que la envidia impulsa a la gente menos inteligente al comportamiento criminal. El concepto de “aristocidio” propuesto por Weyl explica por qué en los sucesivos genocidios comunistas –y en general los perpetrados por las ideologías igualitarias, desde la Revolución Francesa a la URSS, pasando por las checas de la II República Española- los crímenes fueron cometidos no solo por cuestiones ideológicas –como la célebre “lucha de clases”- sino también por reacciones de tipo primario como la envidia y la conciencia de que los asesinados eran mejores en todos los sentidos que los criminales.
Del mismo modo los crímenes -el genocidio nazi- debe entenderse no como una cuestión racial sino como un intento de liquidar al poderoso enemigo judío en palabras del propio Glad. Hitler pensaba que los judíos eran los únicos que podían oponerse a su idea de raza aria y a la hegemonía de la misma.
Hay dos maneras de entender la eugenesia: la primera es para prevenir enfermedades hereditarias (como por ejemplo el Tay Sachs de la raza judía) y la segunda para mejorar la humanidad del futuro. Pues los intereses eugenésicos no se limitan al “aquí y ahora”, se trata de un compromiso ético con los que aun no han nacido, se trata de un compromiso que va más allá de intereses políticos o económicos actuales y que salta por encima de nuestros intereses más transversales.
La eugenesia no se ocupa sólo del fitness (del éxito reproductivo) sino que se ocupa desde luego de la supervivencia y la reproducción, pero también de la inteligencia, el altruismo, la salud y la moralidad de nuestros descendientes. Es por eso que la eugenesia no se basa en el supuesto derecho reproductivo sino en la responsabilidad reproductiva. La vida no es el supremo bien si carece de la dignidad suficiente. Es por eso que la eugenesia está emparentada con la eutanasia.
Y con el aborto.
El aborto puede ser eugenésico o disgenésico. Y dependerá de las facilidades que tenga una mujer para interrumpir su embarazo. Dado que la sociedad está dividida en clases y IQs estratificados con distintos accesos a la necesaria información y servicios y que todas las mujeres no tienen las mismas oportunidades -en condiciones de igualdad- a recursos de “planificación familiar”, es obvio que las dificultades de este acceso desfavorecen a las mujeres de baja clase social y bajos IQs. De hecho las mujeres de clases medias o altas en cualquier condición legal podrán conseguir interrumpir su embarazo si así lo desean por sus propios medios. En este sentido las medidas coercitivas, prohibiciones, o condicionamientos sanitarios se imponen sobre todo contra las mujeres de clase baja.
Y esto es disgenesia.
Lo que Glad propone es precisamente lo contrario de las políticas ñoñas de nuestros gobernantes actuales: facilitar el aborto a toda mujer que así lo requiera,y favorecer sobre todo la gratuidad en un determinado segmento social, no tanto por un supuesto “derecho de la mujer a decidir”, sino en base al principio de responsabilidad reproductiva, un principio que no termina en la mujer embarazada sino que se prolonga en las siguientes generaciones. Por otra parte el “derecho a la vida” que sostienen los prohibicionistas del aborto es otra falacia. ¿Qué vida?
En este post hay una buena revisión sobre las falacias que apresan a ambos bandos.
En la actualidad somos unos 7000 millones de habitantes en el mundo, y si miramos el cuadro anterior veremos que mientras algunos continentes como Europa no llegan al indice de reemplazo necesario para mantener la población, otros superan este indice con creces. Significa que en el 2050, el sistema de bienestar del que hoy disfrutamos en Europa se dirige hacia el colapso.
De estos 7000 millones más de la mitad se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. La enfermedad mental, el alcoholismo, las enfermedades heredables, el cáncer, la debilidad metal, las enfermedades neurodegenerativas, la guerra y la violencia de todo tipo, el hambre, las condiciones inhumanas de vida, la vejez y sus soledades, la mortalidad infantil por deshidratación, el maltrato y aun la esclavitud forman parte de las noticias que a diario contemplamos en los informativos. Y aun: la degradación a la que nuestra especie está sometiendo al planeta nos hacen sospechar lo peor. Calentamiento global y desastres ecológicos van de la mano.
Necesitamos una humanidad más pequeña, más inteligente, más sana y más altruista.
Necesitamos un hombre nuevo: posthumano.