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El síndrome de intestino irritable

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kefir

Escribo este post, un poco a demanda de algunos de mis lectores que me han hecho preguntas sobre el tratamiento de este curioso pero frecuente padecimiento, pero antes de dar recomendaciones me gustaría teorizar un poco sobre qué es el síndrome de intestino irritable (en adelante SII).

Se trata de una enfermedad benigna, que no compromete la vida pero que interfiere con la vida activa en un grado variable y casi siempre por la diarrea, las deposiciones diarreicas urgentes que a veces acompañan a este síndrome.

Porque en realidad la diarrea no es un sintoma central del SII, lo que le caracteriza es el meteorismo (los gases) la distensión abdominal y los accesos de dolor cólico. Un dolor que se alivia con las deposiciones, pero el SII puede cursar con diarrea, estreñimiento o ambas condiciones alternantes.

El SII no debe confundirse con la colitis ulcerosa ni con la enfermedad de Chron, ambas son condiciones autoinmunes. EL SII es sobre todo un trastorno de la motilidad intestinal.

El peristaltismo intestinal es el responsable de llevar las heces hacia abajo, un proceso largo y dificil si lo pensamos debido a los pliegues y repliegues del tubo digestivo. Un órgano que necesita células que sean capaces de excitarse eléctricamente, por eso el intestino tiene neuronas y también fibras musculares.

El SII es una enfermedad muy prevalente en nuestros entornos probablemente porque representa una inadaptación al consumo de cereales (sobre todo a los que consumimos con más frecuencia) y es comórbida con ciertas enfermedades psiquiátricas menores como los trastornos de ansiedad o las distimias. En Atención primaria es una enfermedad muy conocida y omnipresente, también por los psiquiatras de primera fila, los que prestan sus servicios en las USMs. Suele coexistir con la fibromialgia y el sindrome de fatiga crónica.

Y lo cierto es que es la gran desconocida, si usted va al medico este le recetará antidepresivos, ansioliticos y otras sustancias de las que hablan aqui. Hablaré ahora de las razones de este desconocimiento.

Si sabemos tan poco de algunas enfermedades es porque las tenemos mal conceptualizadas, por ejemplo el SII se considera históricamente como una enfermedad nerviosa o psicosomática.

Psicosomático significa que una enfermedad física tiene un origen mental. Este punto de vista sugiere que el paciente hace algo con su mente (o no hace lo que debiera hacer) de tal modo que el malestar pasa de un plano sutil (psicológico para entendernos) al plano material) .Se trata del viejo concepto del estrés.

Estrés es una de esas palabras que necesitan una redefinición, es demasiado abstracta, pero encaja bien en el modelo médico: hay una circunstancia externa estresante que si es lo suficientemente intensa se manifestará en el polo psíquico y si es demasiado profunda acabará por manifestarse en el plano físico. Se trata de una idea lineal y determinista, fácil de comprender pero ¿es cierta?

La verdad es que el SII como casi todas las enfermedades empeoran con el estrés, lo cual no significa linealmente que su causa sea el estrés (si usted padece un SII y tiene un disgusto tendrá una crisis casi seguro). Personalmente he visto muchos pacientes con SII, y sus ciclos de dolor-diarrea o simples deposiciones diarreicas no parecen responder a un patrón de estrés reconocible e identificable. Todo parece indicar que los episodios de SII muestran independencia tanto de la dieta como del estrés, es como si el SII fuera una mente expulsiva-retentiva autónoma.

Ahora el lector tendrá que volver a leer dos post que titulé “La teoría de las jerarquías” si quiere entender como el sistema digestivo (nuestro segundo cerebro) se comunica con nuestro primer cerebro (el de la cabeza). Lo cierto es que es imposible desde nuestra voluntad consciente detener un ciclo o episodio diarreico de nuestro segundo cerebro, es como si anduvieran desincronizados, como si el cerebro de arriba hubiera perdido el mando del de abajo.

La verdad del asunto es que nuestro cerebro entérico está diseñado para expulsar (además de digerir nutrientes) todo aquello que considere tóxico para nuestro organismo, de modo que el SII debe considerarse como un exceso de la manifestación normal de ese mismo intestino. Una sobreactuación en ausencia de peligros reales. (un poco lo mismo le pasa al estomago con los vómitos a a las alergias con proteínas inocentes,

Algo que sucede cuando el intestino ha ganado grados de libertad. es precisamente entonces cuando comienza a hacer tonterías pues su función no es pensar sino hacer la digestión y arrastrar los excrementos hacia una defecación normalizada.

¿Cómo podemos quitarle a nuestro esos grados de libertad que ha ganado con su autonomía?

En el intestino suceden dos procesos biofisicos de enorme interés medico, uno es la fermentación y el otro la putrefacción, ambos son procesos de catabolismo destinados a metabolizar nutrientes. la putrefaccion es el resultado de la descomposición de las proteinas en aminoacidos.

Lo que tenemos que hacer es favorecer la fermentación. Ponernos de su lado. Es así como el intestino perderá grados de libertad.

Pero los alimentos fermentados no gustan a todo el mundo, algunos son incluso exóticos para nuestra cultura y otros les resultan desagradables a la mayoría de la gente: la leche fermentada en forma de yogur o de multiples entidades bebibles (de Danone o Nestle) o pastosas resultan -por su textura- rechazadas por la mayor parte de las personas que padecen un SII.

Si descontamos el queso, el resto de alimentos fermentados son bastante horrorosos de tomar al menos para mi. Pero no hay que fiarlo todo el queso.

Y sin embargo el mejor aliado para nuestro intestino es el kefir. Una especie de monstruito (en realidad es un Alien) que hay que alimentar a diario con leche para después consumirla. El Kefir es el mejor medicamento que existe para el SII, pero no todo el mundo tiene tiempo ni facultades para cuidar de esa especie de Tamagochi que al menor descuido invadirá tu frigorifico.

Es por eso que en el próximo post hablaré de los probióticos y los prebióticos, el tratamiento que ha probado (ya existen evidencias) de su buen resultado en el SII.

 



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