No estamos vivos sin un sentido de identidad (E. Erickson)
No cabe duda de que la globalización ha tenido influencia en la forma y la presentación clinica de los trastornos psiquiátricos, asi como en el más genérico titulo de “Malestares en la cultura”, una disfunción colectiva que se traduce de alguna manera en “sufrimiento psiquico individual”.
La globalización no significa que los trastornos psiquiátricos sean comunes a toda la humanidad, puesto que ya lo eran antes de la misma, pues la hominización y la dispersión del sapiens por toda la tierra puede considerarse como el primer episodio de globalización: tanto la esquizofrenia como el trastorno bipolar mantienen una prevalencia similar en todas las culturas de la tierra. La globalización afecta, sin embargo a la patoplastia de los trastornos psiquiátricos y a los modos de sufrimiento, al estilo de su presentación y sobre todo a la construcción y deconstrucción de los modos de apego, sexuales, identitarios y de preservación. Afectan a los modos en que el Yo social se construye y sobre todo afectan a la identidad.
Qué es la identidad.-
La primera cuestión que hemos de entender es que la identidad al igual que la personalidad son constructos teóricos, ilusiones necesarias que prestan unicidad a nuestra conciencia pero que carecen de fundamento. En un post anterior Erickson definía la identidad de este modo:
La identidad es el sentido de continuidad en la experiencia de nosotros mismos, una continuidad histórica, étnica, generacional, nacional, que incluye valores, creencias y un sentido de pertenencia a algo supraindividual, a algo que está más allá de nosotros mismos trascendente o banal pero que en cualquier caso es una experiencia compleja que incluye a la memoria, a la autoimagen, a la vivencia del tiempo y a las emociones y valores, sobre todo a esa dificil síntesis entre el apego y a la autonomía personal. La identidad se encuentra a medio camino entre el ser y el otro.
La identidad es pues el pegamento de la conciencia, lo que mantiene unidas sus partes.
Y es la disociación el mecanismo opuesto, la que fragmenta esas mismas partes.
La identidad se forma por resonancia o identificación con lo propio: lo que más resuena conmigo soy Yo mismo, mi historia, mi narrativa, mis recuerdos, mi familia, el colegio al que fuí, mis amigos, mi pueblo, las canciones que he escuchado a lo largo de mi vida, mis experiencias. La identidad es profundamente autoreferente y podriamos decir egocéntrica y también etnocéntrica. ¿Que duda cabe que mi identidad está ligada a lugares, a sitios, a todo lo que he amado?, a canciones como esta:
A veces es necesario recurrir al arte para comprender un concepto. La identidad de John Lennon en este caso, son sus recuerdos cosidos por un hilo imaginario que le hace de eje conductor, como la de todos.
¿Qué es la globalización?.-
Tal y como dice la wiki, globalización es:
La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a escala planetaria que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.
Siendo verdad esta definición, no me complace demasiado, es demasiado retórica. Me gustaria decirlo de otro modo: globalización es que un ciudadano de Nigeria tenga los mismos gustos y las mismas ambiciones que cualquier ciudadano de Europa o América. Globalización es que ese ciudadano nigeriano aspire a tener un iphone, a ser de Barça, o a tener un Mercedes. En el otro lado, globalización es la creencia de que nuestros valores occidentales pueden ser exportados a todos los lugares de la tierra y de entre todos el más preciado: la democracia liberal y el libre mercado.
La globalización es en todo caso una conquista, unos pretenden imponerles a otros sus valores mientras otros pretenden imponerles a otros su presencia y sus derechos. Lo podemos ver en el idioma. ¿Cual es el idioma oficial de casi todo el mundo?
El inglés es una imposición colonial que hacen las potencias que pueden imponerlo a costa de extinguir los idiomas locales y minoritarios.
Y es lógico, porque la globalización o mundialización es algo bueno para el comercio, la tecnología, la ciencia y las ideas, para los movimientos de capital (bueno y malo), las subprime y el narcotráfico, también para el terrorismo, los viajes exóticos o el turismo sexual de los ricos pero muy malo -nefasto- para los individuos concretos, sobre todo para los más pobres, peor si viven entre nosotros y se sienten oprimidos.
Con todo, los más pobres no tienen problemas de identidad sino de subsistencia, los que van a encontrarse con problemas de identidad son otros, más concretamente los jóvenes que proceden de una cultura y que han sido devorados por la globalización en un pais democrático. Aqui en este articulo, se plantea el autor muy acertadamente los vaivenes de la identidad de estos jóvenes que no acaban de construirse una identidad globalizada (integrada) tan al gusto de nuestros politicos.
Es lo que se conoce como aculturación. Un musulmán o musulmana en paro, viviendo en un barrio pobre de Bristol tiene pocas probabilidades de integrarse aunque sus padres si lo hicieran. Se sentirá oprimido como cualquier otro ciudadano de Europa en sus mismas condiciones, pero el musulmán tiene bien a mano el mecanismo de defensa para escapar de esa situación. Su odio o resentimiento con ese sistema que le niega el trabajo y un futuro digno puede derivarse de forma regresiva hacia sus origenes culturales, puede pensar que la culpa de su opresión procede del sistema, de ese sistema que en otro tiempo dio cobijo y sostén a su familia. Puede alistarse en la milicia islamista y viajar quizá a Siria o Iraq, puede hacerse también antisemita y dedicarse a asesinar judíos, o bien puede -el caso mas frecuente- ponerse a delinquir o a actos vandálicos que siempre terminan con el saqueo, tan comprensible como llevarse a casa un Mac o un televisor de plasma.
El oprimido en realidad lo que quiere son esos bienes de consumo por los que suspira y que tan cerca puede ver en sus vecinos, o bien sueña con ser un héroe y volver aclamado por su comunidad bajo la aerola de la victoria.
Todos los oprimidos sueñan con que les hagan la ola mexicana.
La identidad que no alcanzaron por la via democrática la alcanzarán por la via del crimen o de la fanatización, se trata de una vuelta atrás, de una regresión en el sentido freudiano de la palabra: una vuelta al etnocentrismo más feroz.
La verdad de la cuestión es que es muy dificil forjarse una identidad sólida viviendo en un mundo donde todo está sometido a debate y donde las creencias, las costumbres y las reglas están siempre sometidas al cambio y son provisionales ¿como mantener una relación comprometida con el divorcio revoloteando por el imaginario?¿Como mantener la lealtad laboral si no hay trabajo y los despidos están a la orden del día? . La identidad precisa cimientos sólidos para desarrollarse, reglas inapelables, castigos ejemplares. Un universo cerrado siempre es el contexto mejor para el asentamiento de la identidad. Las sociedades abiertas con costumbres relajadas, sexo fácil, castigos laxos, prebendas sociales y estímulos diversos acechando son lugares complicados para casi todo el mundo. Y no sólo para los pobres o los inmigrantes.
En realidad, las enfermedades mentales graves no han aumentado pero si los fenotipos sufrientes y/o hedonistas. Algo que abarca a casi toda la población en riesgo, los más jóvenes. La anorexia mental, los trastornos de personalidad ligados a la impulsividad, la depresión, el suicidio, las conductas de riesgo, las conductas antisociales y el consumo de drogas son algunas de las ventanas por las que asoma un malestar difuso que planea sobre la forja de la identidad.
La difusión de la identidad.-
La difusión de la identidad es un concepto creado por Erick Erickson que consiste en la imposibilidad de fundir aspectos distintos de la personalidad y que se manifiesta por un sentimiento subjetivo de incoherencia , en una dificultad para asumir roles y elecciones laborales u ocupacionales, una inestabilidad en los proyectos y sobre todo en una tendencia a confundir en las relaciones íntimas los atributos, emociones y deseos propios con los de otra persona y temer por tanto la pérdida de la identidad cuando la relación termina. Erickson describió también cómo algunos individuos tratan de escapar de este estado de confusión de la identidad merced a la asunción de una identidad negativa, esto es, con roles que resultan antivalores culturales, inapropiados o inusuales dadas las características socioeconómicas o de formación cultural de un determinado individuo.
Dicho de otra manera la “difusión de la identidad” no es una forma de locura (no es una psicosis) sino una forma de confusión sobre quién o qué es uno. Algo que conlleva una conducta tan desorganizada que podemos confundirla con una psicosis muy profunda o en una psicopatía grave.
Los que asi piensan en relación con ciertos estados de fanatización, como los que llevan a cabo algunos ciudadanos de Europa al enrolarse en esos ejércitos aniquiladores de oriente- no caen en la cuenta de que ser un fanático asesino también es una identidad. Y que más vale tener una identidad -aun negativa- que ninguna.
Mis conclusiones van a ser más políticas que psicológicas:
El ego y el etnocentrismo son invencibles, se trata de una idea bien conocida por la neurociencia y la psicología social. Estamos diseñados para vivir en entornos locales, con costumbres fijas, trabajar para nuestra comunidad y no movernos demasiado de nuestros lugares de origen, estamos diseñados para vivir en pequeños grupos. Algunas razas son mas colectivistas que otras tal y como conté en este post, de modo que la felicidad no es exportable, tampoco la democracia ni los valores occidentales.
Si los políticos supieran algo de neurociencias no hablarían de “alianza de civilizaciones” sino de “segmentación de civilizaciones”. Sencillamente las formas culturales que están detrás del Islam no son compatibles con nuestro modo de vida que ya de por si tiene muchos esqueletos en el armario. Es verdad que no todos los islamistas son radicales pero mi afirmación anterior sigue siendo cierta porque la radicalidad no nace con el individuo sino que se forja a través de la relación con el mundo en que se vive. No es solo una cuestión religiosa (todas las religiones pueden convivir) pero ciertos modelos -como por ejemplo el papel de la mujer en el mundo árabe- no es compatible con nuestro mundo laico y democrático.
No hay ni habrá jamás un gobierno mundial al que acaten todos los países, es imposible mantener el orden mundial entre las distintas naciones, como es absurdo imponerles reglas democráticas a entornos y culturas selváticas y del desierto que emergieron de contextos muy diferentes a los nuestros.
El sueño de un mundo feliz donde desaparezcan la religión ,las fronteras y donde reinen la paz y la fraternidad universal son sencillamente utopias procedentes de la “sintesis progresista” que emergió en la Ilustración dejando tras de sí un montón de cadáveres.
Que nuestros gobiernos gobiernen para nuestra naturaleza y no para nuestros ideales.