El lenguaje narrativo resuena con múltiples significados contradictorios, alude a otras historias ya contadas y revela aspectos tanto cognitivos como afectivos del autor y de los sujetos. Si el conocimiento científico busca establecer verdades universales trascendiendo lo particular, el conocimiento narrativo alude a lo particular y a través de él, a verdades universales. (Rita Charon)
A pesar de la opinión de Lasègue y de Israel sobre la imposibilidad de definir la histeria, la voy a intentar aunque no estoy seguro de que mi intentona no termine añadiendo más confusión en el lector. Para ello, el primer ejercicio que le recomiendo es que aparte de su mente el pensamiento categórico, algo que nos viene dado por naturaleza, pues la histeria no es una categoría sino una sopa, una especie de macedonia de frutas, donde es dificil discriminar la piña del melón o el melocotón de la uva.
Se trata de una etiqueta metacognitiva, de una meta-entidad.
Asi la histeria es una sopa de conductas, sintomas psíquicos, rasgos de carácter, disfunciones mnésicas, estados de disociación, sintomas psicosomáticos y sintomas conversivos (pseudoneurológicos) y por ultimo sintomas sexuales. Pero no sólo es una sopa de síntomas sino que además de eso la histeria es capaz de combinar antagonismos, síntomas aparentemente opuestos entre sí pueden ser igualmente histéricos y de ahi la imposibilidad de clasificarlos como entidades independientes o autónomas. la histeria es una, o se es o no se es histérico.
Una discriminación muy importante para nosotros los psiquiatras pues lo histérico carece de base biológica, sus síntomas son por así decir psicógenos e inalterables a través de drogas o procedimientos biológicos. La histeria representa además de eso “la rebelión de las entidades“, pues apenas sabemos algo sobre ella ya ha mutado en otra cosa, en algo diferente. La patoplastia de las enfermedades remite siempre a la histeria que es por decirlo claramente el eje donde giran los malestares humanos y sobre todo los problemas de poder, según la época y las creencias compartidas por la población. La histeria es Proteus aquella deidad griega cercana al transformismo y al disfraz, la histeria es incatalogable.
La histeria, tal y como conté en el post anterior ha sido borrada de los manuales diagnósticos, ya no se puede diagnosticar una histeria, sin embargo algunos de sus fenómenos como la conversión resisten el paso del tiempo si bien han perdido interés para los propios médicos, para los investigadores y para la Industria. Simplemente los fármacos han perdido la batalla frente a la histeria lo que puede explicar en parte ese desinterés.
Otra de las razones del desinterés de los médicos hacia la histeria procede de la misma tradición del concepto: histeria significa útero, y señala en la dirección de que la enfermedad histérica es algo de mujeres, algo poco serio, fingido, cercano a la simulación, a la inconsistencia y al teatro. Los médicos -que casi siempre. han sido hombres- han volcado en esa etiqueta sus propios fantasmas (el miedo a la mujer) y así han propiciado que algunos autores, sobre todo los ponentes del DSM hayan concluido que decir histeria es algo más cercano a un insulto que a un diagnóstico. Ese fue el espíritu que llevó a los ponentes del DSM a suprimir el concepto. El diagnóstico de histeria podía contener descalificaciones y prejuicios hacia lo femenino, algo intolerable en una cultura ginecocéntrica y presumiblemente igualitaria.
Pero es cierto que los médicos han renegado de la histeria y de las quejas de las mujeres en consulta movidos por la falta de objetividad de los síntomas histéricos pero también por los prejuicios antifemeninos: hay algo en la mujer que aparece como siniestro para el hombre. Algo que no se ha resuelto con la celebre sentencia psicoanalitica “la histeria es el eje donde pivota la femineidad”.
¿Pero que significa femineidad?. En cualquier caso “femineidad” es algo tan subjetivo como “virilidad”, nadie puede definirlo sin acudir a lo que cada uno de nosotros pensamos sobre esos sustantivos. La histeria es en este sentido muy intuitiva (platónica) y poco objetiva (aristotélica), como por cierto sucede en toda la Psiquiatría. Todo en nuestra especialidad es subjetivo sobre todo cuando apelamos a constructos a los que no se le puede meter el dedo, como el carácter. ¿Qué significa decir que la histérica es una oposicionista? ¿Qué es ser oposicionista? ¿Donde está el limite entre oposición y conformismo? ¿Y ser conformista no es un rasgo patológico?
Nuestra especialidad está embargada por lo subjetivo y sin embargo nadie, ni nosotros los psiquiatras tampoco podemos escapar de la subjetividad ni de la intuición. Estamos condenados a movernos por ese resbaladizo terreno si queremos saber algo sobre los malestares humanos que derivan no tanto de averías genéticas sino de relaciones insufribles, experiencias torturantes o infortunios diversos. El problema epistemológico que plantea la histeria es que no tenemos más remedio que acercarnos a ella sabiendo de antemano que estamos escotomizados por nuestros propios prejuicios y proyecciones y que sólo con un trabajo sobre ellos podremos entender el enigma que nuestras pacientes plantean. Un enigma que tienen que ver precisamente con ese poder. El poder médico.
Pero hay algo que se revuelve contra ese poder: pues las enfermedades mentales ocupan los intersticios que la ciencia deja vacíos en sus conceptualizaciones. Si hoy a la histeria no la reconocemos como un sufrimiento real por falta de objetividad, la histeria reapecerá con otros mimbres mas misteriosos y más somáticos o bien confundida con la locura.
Los sintomas conversivos.-
Los sintomas conversivos son hoy poco frecuentes en clinica, se trata de las clásicas cegueras, mutismos, sorderas pero también parálisis, paresias, espasmos, perdidas de conocimiento, temblores, contracturas, etc.
Se trata pues de síntomas que imitan a las enfermedades neurológicas verdaderas y que operan a través del sistema de inervación voluntario, pero que tienen una ubicación característica en zonas donde usualmente hay o debiera haber prendas de vestir o adornos como joyas, asi hay anestesias en guante o en calcetín que no siguen la distribución metamérica de los nervios y que exigen la existencia de un cuerpo imaginario, un cuerpo recortable por esa linea de puntos que separa lo que se exhibe de lo que se oculta.
La conversión es una amputación imaginaria que tiene lugar en ese cuerpo espectral, en ese cuerpo de la acupuntura que como un papel de celofán recubre el cuerpo material. Amputaciones que en algunas ocasiones logran pasar al acto: hablamos entonces de apotemnofilia.
No es de extrañar que la mayor parte de los sintomas conversivos se den en la zona del cuello, verdadero espacio de tránsito y zona erógena fundamental. Cuello y hombros son el espacio donde la histeria con mayor frecuencia se nos revela,
Lo que caracteriza además la conversión es la exageración del síntoma, lo que en lingüistica conocemos con el nombre de hipérbole y sobre todo la conducta demostrativa, un síntoma histérico existe para ser mostrado, mientras que una somatización no precisa de testigos para ser percibida. Es por eso que el sintoma conversivo es sobre todo un sintoma demostrativo que nunca acaece en ausencia de un testigo que pueda ejercer de notario de la minusvalia. Pues la histeria de conversión se caracteriza siempre, por un “no puedo hacer” o bien “no puedo dejar de hacer”.
Otra de las características de la conversión -descritas por Babinsky y Janet- es que se salvaguarda el estado mental del accidente o ataque nervioso. El individuo queda a salvo de las consecuencias de la conversión a través de una especie de estado de indiferencia psíquico, la “belle indiference”clásica se observó en personas como en Irene, la famosa paciente de Janet que a pesar de haber sufrido un enorme traumatismo psíquico con la muerte de su madre mantenía un estado mental consciente de total indiferencia a la perdida mientras sus síntomas declaraban el estado contrario, -traumático- de tal perdida.
Dicho de otra manera: la conversión -si es exitosa- es una defensa contra la angustia psíquica. La conversión, que es una traslación de algo doloroso desde lo psíquico hacia lo somático (si bien en un cuerpo imaginario y no anatómico real) protege a los pacientes de la angustia. Y de ahí su resistencia a la extinción. Si bien toda conversión es de hecho indolora y de ahi su éxito como mecanismo protector. Recordemos que la conversión tiene lugar en un cuerpo imaginario, sin inervación. No puede, pues, doler.
Decía al comenzar este epígrafe que la conversión es hoy poco frecuente, las razones son múltiples pero la principal es que los médicos han perdido el interés por la misma y se limitan a descartar organicidad. Cuando un histérico se ha descartado como paciente objetivo se abandona en manos de otras agencias o bien la conversión se desvanece por si sola.
¿Pero si los pacientes conversivos son hoy tan poco frecuentes donde están?
Es por eso que en el próximo post hablaremos de los síntomas y enfermedades psicosomáticas.