La neurosis no es una enfermedad sino una organización pulsional. Un continente donde se habla un idioma que se llama “histeria”. Además existen otros dos dialectos, “el obsesivo-compulsivo” y “la angustia”. El eje sobre el que pivotan todos estos desarrollos es la histeria.
La histeria es la organización madre de toda organización neurótica.
Freud habló de tres tipos de organización pulsional, una es la neurótica, otro la psicótica y enmedio la perversa.
La organización -la estructura- perversa ha sido llamada de distintas formas segun qué escuela psicoanalitica, unos como Kernberg hablan de la organización narcisista, otros de organización límite y otros de psicosis ordinarias. Hasta el mismo Israel habla de “neurosis desbordadas” para trazar una linea entre la histeria como estructura y la histeria como clínica, siguiendo esa tradición de descripciones que piensan la enfermedad mental siguiendo patrones de desarrollo basados en los sintomas, las defensas y en suma en la organización de las pulsiones.
Lo importante a retener ahora es que para Freud la normalidad no existe, todos somos en este sentido neuróticos como minimo, si bien ser neurótico no significa linealmente sufrir sintomas psíquicos o somáticos, esos que atendemos los psiquiatras, los psicólogos o los médicos.
Y si la neurosis no es una enfermedad y es dificil de trazar una linea que separe una organización neurótica de la personalidad de una patología de origen psiquico, tan dificil es definir qué es la sexualidad normal.
La sexualidad normal simplemente no existe. Pero si la sexualidad normal no existe qué significa el titulo de este post. ¿Hay una sexualidad histérica?
En un post que titulé “Todos somos perversos” decía:
Es difícil discriminar el sexo normativo del sexo inusual, una vez desaparecida la vieja prescripción canónica de que el placer sexual debe ir destinado a la reproducción con la propia pareja dentro del matrimonio. ¿Es la felación una conducta parafilica? ¿y el coito anal? ¿Morderle las nalgas a su pareja es una parafilia? ¿Y atarla a la cama o darle azotes en el culo?
En resumen, es muy difícil discriminar qué es y qué no es una parafilia lo que es lo mismo que admitir que solo existen dos condiciones para separar lo tolerable de lo intolerable: el daño y el consenso.
Clasicamente se habla de dos condiciones clinicas de tipo histerico en la sexualidad,son bien conocidas, una es la frigidez, la dispaurenia o el vaginismo en la mujer y la impotencia o eyaculación precoz en los hombres. Lo cierto es que los psiquiatras sabemos poco de estas disfunciones probablemente porque estén en manos de otras especialidades: la urología, la ginecología u otras.
Es poco frecuente que una mujer vaya a la consulta de un psiquiatra por un problema de frigidez, lo más común es que ese síntoma de aparecer, venga envuelto en otros de mayor tamaño o gravedad y que la frigidez sea una revelación periférica del discurso de una paciente, algo a lo que no se dio demasiada importancia. Pero la verdad es que fuimos nosotros los psiquiatras los que definimos, y tratamos la frigidez o la impotencia cuando aun la medicina no habia sido fraccionada en especialidades. Y fuimos nosotros los que definimos estos problemas del siguiente modo:
1.- La mujer frígida no quiere sentir, a pesar de que una mujer puede sentir orgasmos cuando quiere, como quiere y con quien quiere. No es una disfunción somática sino una averia del deseo.
2.- El hombre impotente no quiere comprometerse o quizá siente la sexualidad de la mujer como amenazante. Lo que nos lleva a hablar de los fantasmas.
Fantasmas del hombre, fantasmas de la mujer.-
Para entender algo de los fantasmas (fantasias inconscientes) que anidan en el inconsciente de hombres ymujeres es necesario que aceptemos de buen grado lo que la neurociencia nos ha revelado sobre las diferencias entre los cerebros del hombre y la mujer. No voy a volver sobre este tema por considerarlo bien conocido y sólo para señalar que las mujeres son más agradables que los hombres, menos agresivas, rehuyen los conflctos, son más empáticas, más comunicativas y sociales, mentalizan y se representan más y mejor los deseos e intenciones de los demás, les gusta gustar y en cuestiones de deseo: su deseo es el deseo del otro. Siguiendo este diseño o cableado cerebral podemos entender mejor una de las características de su psiquismo: las mujeres son menos narcisistas que los hombres, lo que es lo mismo que decir que superan con más facilidad su etapa narcisista. La mujer está orientada hacia el otro y hacia el amor y amor es precisamente eso: superar el narcisismo es ser competente para el amor.
Hombres y mujeres comparten un fantasma común: ser abandonados,ella por su escaso atractivo y él por su escasa competencia sexual. Se trata de dos temores compartidos por hombres y mujeres, el temor a no ser amados. De manera que el amor es el campo donde se juegan y baten los temores de ellos y de ellas. Más abajo volveré sobre este tema del amor.
Los hombres temen a las mujeres, temen su sexualidad, pues la mujer no tiene sexualidad sino que es la sexualidad. La sexualidad femenina es un misterio para el hombre y satisfacerla fálicamente es el propósito de cualquiera y es por eso que algunos desfallecen o bien terminan deprisa, pues hay prisa cuando algo se teme. El orgasmo femenino es entonces el acta notarial de que el macho no ha desfallecido, pero ¿qué sucede si no hay orgasmo por parte de ella?.
Pues que se levanta acta imaginaria de incompetencia masculina. Aunque no se trata de un acta notarial pues las mujeres por lo general son bastante comprensivas en estos asuntos de las prestaciones masculinas. Se trata más bien de un problema de él con su pene, o lo que es lo mismo con los penes de los demás. Uno siempre sale perdiendo cuando se comparan los tamaños y no cabe duda de que la duda sobre la competencia planea sobre el imaginario de muchos.
Y eso explica la impotencia de las primeras veces. Una vez el hombre se siente valorado por lo que es y no por lo que posee o poseen los demás entonces puede comenzar a no desfallecer. Una vez se ha asegurado el amor, el hombre histérico se tranquiliza.
Pero hay muchas clases de amor. Nos equivocaríamos si pensáramos que el amor es algo de una pieza, pero vale la pena recordar que el amor siempre remite al objeto de la primera dependencia, la madre. Ese es el amor-modelo: el que moldea el resto de amores, hay que decepcionarse de la madre, algo que hacen las niñas antes que los niños. Y es por eso que las niñas salen de su narcisismo antes de que ellos si es que nosotros los hombres salimos del narcisismo alguna vez de modo completo. Pues sin decepción el objeto amoroso se parecería tanto al ideal que enloqueceriamos.
He dicho ideal. Y de eso va la histeria y de eso va la renuncia al placer genital de los y las histéricas. El hombre preserva la relación con su madre y su lealtad durante toda su vida. La mujer -orientada hacia el amor al otro y del otro- escapa de la neurosis de su madre y se transforma en La mujer pero antes tendrá que renunciar a ser un hombre.
Pero aun cabe otra vuelta de tuerca en el amor: la maternidad reactiva el narcisismo y es por eso que una mujer puede ser una magnifica pareja hoy pero hacer estragos en la pareja y sus hijos mañana. Pues el hijo reactiva el amor narcisista en la mujer, es suyo, sólo suyo. Muchas mujeres cruzan ese umbral de la neurosis desbordada sólo cuando son madres.
El amor histérico es narcisista en tanto en cuanto la madre ama al hijo porque es suyo, su prolongación. No ama al objeto sino al amor en sí mismo. Se ama a sí misma en el espejo.
La histérica devalua a sus parejas o las idealiza de tal modo que se convierte o bien en esclava de un amo y señor universal (con el que comparte la plenitud y la certeza de una misión de valor incalculable), la abnegación o lo que es más frecuente: se queja constantemente del marido, lo degrada, humilla y mortifica -se hace abandonar- o bien le abandona en busca de ese amor por el que suspira toda buena histérica.
Pues no hay que olvidar que la histérica en sus fantasias sueña con un amor diferente, un amor trascendente, un amor universal o al menos el amor de un médico, esa persona que tiene ese saber que a ella le falta para ser completa. Un amor cuyo destino es también la decepción.
Pues no existen amos, ni maestros ni padres completos. Solo existen de forma virtual.
Pueden ser imaginados pero no existen.