Algunos de mis lectores me han hecho llegar algunas preguntas a mi email privado acerca de algunas dudas que suscitó mi anterior post. Al parecer estas dudas están relacionadas con este párrafo:
“Es obvio que el beneficio secundario era la causa de estos ataques de conversión histérica en las trincheras. Ataques comprensibles en nuestra mentalidad actual. ¿No es lógico que los pacientes fingieran parálisis, cegueras o paresias en una situación como aquella a fin de retirarse a retaguardia y ser cuidado por amorosas enfermeras?”
El problema parece residir en la palabra “fingir” y las preguntas que he recibido son como ésta: ¿Entonces los sintomas histéricos son voluntarios?
Y me parece adecuado ahora volver sobre estos términos voluntario/involuntario a fin de aclarar que un humano puede fingir algo sin saber que está fingiendo, algo que se debe sobre todo a la interfase entre lo voluntario y consciente y lo involuntario o inconsciente.
El control de nuestro azúcar en sangre o de la tensión arterial es involuntario (sucede más allá de la consciencia), pero otras funciones neurobiológicas son medio voluntarias y medio involuntarias, como la micción, la defecación o la respiración, otras son enteramente conscientes, beber cuando tenemos sed. Diríamos que la regulación de nuestra tensión arterial es inconsciente (sucede más allá de la consciencia) y por el contrario, la respiración es consciente e inconsciente. La conducta que llevamos a cabo en la realidad es usualmente consciente.
El asunto fundamental es que lo consciente ylo inconsciente no están separados por una linea roja a partir de la cual ya somos inconscientes sino que es un proceso gradual, de tal modo que podemos ser más o menos conscientes de cualquier cosa.
Lo que nos lleva a hablar de la evolución del engaño y el autoengaño.
Y hablar de engaño y autoengaño es hablar de Robert Trivers.
El engaño-autoengaño como hito evolutivo.-
Un hito evolutivo, en el sentido de que estas conductas han dado grandes beneficios a las especies vivas, desde las amapolas, la sepia, los pájaros, reptiles y los mamíferos. El engaño está bien representado en la naturaleza y su función es, 1) proteger a las crias, 2) la autopromoción en el grupo 3) conseguir mejores recursos alimentarios y 4) conseguir mayor numero de hembras con las que reproducirse. Es obvio que las conductas de engaño han sido seleccionadas positivamente por la selección natural por las ventajas que proporcionan a sus ejecutores.
Obsérvese como esta ave finge tener un ala rota (ser una presa fácil) para alejar al depredador de su nidada.
Sin embargo es precisamente en nuestra especie donde el engaño se ha sofisticado lo suficiente -gracias al lenguaje- para convertirse en autoengaño pues la mejor manera de engañar a alguien es engañarse a sí mismo a fin de no delatarse en esos pequeños signos motores que señalan nuestras mentiras. Naturalmente para Trivers la función del engaño en nuestra especie es la autopromoción, es decir aparecer ante los demás como alguien mas importante, sano, fuerte y con más recursos de los que realmente disponemos. En eso consiste la vida.
El problema es que mantener este nivel de engaño en muy costoso para nuestro organismo, es por eso que Trivers explora los distintos niveles de “gasto” según el sistema que pretendamos engañar.
Dicho de otra manera, el autoengaño es una estrategia común en nuestra especie, y no solo como autopromoción sino también como un mecanismo para eludir responsabilidad sobre lo que se hace o se ha hecho y también para eludir el sufrimiento, la culpa o la vergüenza.
Naturalmente el autoengaño para ser eficaz ha de ser inconsciente, de lo contrario no sería autoengaño sino simulación simple. Es necesario que el sujeto autoengañado ignore su propio engaño.
Y esto es precisamente lo histérico: lograr ignorar lo que hacemos a fin de engañar a los demás y autoengañarnos.
Por lo tanto: los síntomas histéricos no son voluntarios, pues si lo fueran desvelarían al sujeto su propio engaño y ya no hablaríamos de histeria sino de impostura o simulación.
Es posible entonces afirmar que si existe la histeria es porque tenemos esa extraña capacidad de mantener alejados ciertos contenidos de la consciencia sin saber que lo estamos haciendo.
Algo que naturalmente implica a la memoria, pues sin memoria no recordariamos lo que queremos ocultar.
La memoria disociada.-
La memoria opera por asociación, por contigüidad, de unos contenidos con otros, pero en el plano emocional e incluso en el cognitivo pueden suceder cosas muy interesantes como esta:
Mi padre me sacó de la cama, me llevó a su habitación, me acostó en su cama y…ya no recuerdo nada más.
Se trata de un recuerdo infantil de una muchacha a la que traté, un recuerdo, por otra parte nada raro que nos deja con el suspense de qué sucedió en realidad. Nos obliga a proyectar, ¿qué proyectaría usted?
Lo cierto es que si pongo este ejemplo es para decir que este tipo de amnesias son siempre histéricas, en el sentido de que no se parecen en nada a las amnesias traumáticas (orgánicas) que suelen ser retrógradas. El paciente pierde la memoria de todo lo que sucedió inmediatamente antes del episodio fuere el que fuere. La amnesia de la histeria es lacunar y episódica, lo cual no quiere decir que la muchaha en cuestión nos esté mintiendo con respecto a lo que sugiere que pasó con su padre.
Pero tampoco significa que sea verdad, puesto que lo que podemos ver en este caso y en muchos parecidos es una especie de disociación de la memoria. Es lógico, imagínese a usted mismo viviendo en un entorno con un padre o madre hostiles, imagínese maltratado, incluso abusado, castigado sin motivos, humillado o desatendido. Imagine una infancia así, todos los días. Es fácil comprender que un niño sometido a este tipo de crianza no amará a sus padres. No les puede amar. Pero amar a los padres no sólo es una obligación moral, es una obligación de supervivencia, uno no elige a sus padres, pero su dependencia de ellos es tal que el niño no tiene mas remedio que adaptarse a ese o a cualquier otro ambiente peor.
Y lo que suelen hacer estos niños es retorcer sus emociones, disociarlas. dado que el amor no puede conjugarse junto al miedo o la rabia, lo que el niño va a hacer para sobrevivir es separar sus sentimientos negativos de los positivos, desplazarlos, proyectarlos o negarlos.
Lo mismo sucede con las mentiras de los padres, esas mentiras que nos cuentan para tenernos atrapados o sojuzgados. Uno puede creer las mentiras que le cuentan o bien conformarse con visualizar el mundo a través de la distorsión de las mentiras que le contaron. En cualquier caso la disociación es una opción.
La memoria trata de evacuar los recuerdos que resultaron angustiosos y suele hacerlo a través de la reexperimentación, usualmente en sueños, pero también es posible que ciertos contenidos puedan reescribirse por otros. Es lo que llamamos un recuerdo encubridor. Hoy sabemos que las falsas memorias pueden inducirse activamente con o sin hipnosis, merced a uno de los rasgos más conocidos de la histeria: la sugestibilidad.
Es por eso que Freud decidió no volver a utilizar la hipnosis al caer en la cuenta de que sus pacientes le contaban aquello que él esperaba oir. Mientras sostuvo la idea de la etiología traumática de la histeria, sus pacientes recordaban abusos sexuales, pero cuando abandonó la hipnosis y dejó hablar a sus pacientes en estado de vigilia aparecieron otros contenidos no tan literarios. Freud modificó su idea original de la etiologia traumática de la histeria por la teoria del impulso inaceptable.
Hay algo que la histérica o histérico no quieren saber, algo que reprimen, niegan o proyectan. Ese algo es un contenido disociado.
Histeria y castigo.-
Todos los malhechores niegan siempre aquello que se les imputa. esto es un hecho muy corriente, lo podemos ver casi todos los días en las noticias de los telediarios, desde los que meten la mano en la caja, hasta los depredadores sexuales y los asesinos. Nadie se confiesa casi nunca de su culpa cuando estamos hablando de delitos.
Es comprensible, podrá usted pensar. Lo que los delincuentes persiguen es eludir el castigo. Es verdad, y nuestro sistema judicial incluso permite a los acusados que mientan para defenderse. Pero no es toda la verdad y cuando un delincuente niega recordar algunos detalles sobre sus crímenes es posible que esté diciendo la verdad.
Si lo que el delincuente buscara es su defensa simularía no recordar nada pero es más que posible que no se trate de una simulación consciente y voluntaria todo el tiempo. El delincuente ya condenado sigue negando su crimen. ¿Qué sentido puede tener esto?
Es muy posible que haya llegado a un nivel de autoengaño lo suficientemente profundo para conseguir apartar de su consciencia los materiales que puedan imputarle como causante de algo que realmente causó.
Pero una cosa es causar un daño y otra muy distinta es tener consciencia del daño hecho. Este proceso se llama mentalización, la capacidad de representarse en sí mismo el daño causado a otra persona. Y no todos los delincuentes pueden llevarlo a cabo.
Y sin mentalización no puede haber rehabilitación ni arrepentimiento.
Claro que algunos crímenes son tan atroces que si el agresor llegara a recordar lo que hizo es muy probable que enloqueciera.
De modo que volvemos al inicio de este post: la disociación es un mecanismo de defensa destinado a sobrevivir a la presión culpógena de ciertos recuerdos.
Pero también hay que recordar ahora siguiendo a Trivers que el peaje a pagar por mantener la disociación es un peaje muy alto, no solo por el enorme consumo de recursos que se emplean para mantener el autoengaño sino también por que la mentira entre cuerpo y mente no tarde en pasar factura a través del sistema imunológico.
Pero ese es otro post.