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Personalidad e irrealidad (y II)

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creodoUn creodo es una de las posibles trayectorias que seguirá la bola en su caida y movida por un impulso.

La personalidad se forma de forma muy parecida a la caida de esa bola: elige los caminos de menor resistencia, es por eso que un rasgo de personalidad se refuerza a si mismo a partir de la repetición de esa trayectoria y se refuerza imitándose a sí mismo, un rasgo de personalidad es una imitación pero no una imitación cualquiera sino algo que se imita porque se puede, algo asi como si hubiera una determinada facilitación para unas imitaciones y no otras.. No se imita cualquier cosa, sino aquello que ofrece menor resistencia al desplazamiento de la energía de una determinada emoción.La que ofrece una mejor explicación salvaguardando, claro está, la autoestima.

Pues nuestra mente no sirve tan solo para representarse la realidad sino que ha de conjugarla con la otra realidad: la interna.

Es por eso que el mundo no sigue las leyes de la representación, en realidad el cerebro interactua con la realidad (Varela diría que enactua) y va proponiendo hipótesis explicativas de esa misma realidad.  Significa que el mundo interno y el externo coevolucionan.

Y es por eso que un rasgo puede estar bien acomodado a la realidad (cuando es coherente con la propia concepción de esa misma realidad) pero también puede distorsionar la realidad misma (tanto la interna como la externa) a partir de su autopoyesis.

Es posible afirmar que las irrealidades creadas por las personas que padecen un TP son “sesgos de confirmación”, por decirlo de un modo cognitivo,  algo que los individuos construyen para defender sus propias cogniciones, sentimientos o percepciones. Así el celoso “inventa” indicios que le permiten seguir dudando de la fidelidad de su esposa, no tanto porque padezca alucinaciones o trastornos perceptivos sino que interpreta las señales de modo que encajen en su previa concepción del mundo desconfiada.

Es como si prefiriera cambiar la realidad antes que cambiar su percepción de las cosas, la distorsión que acompaña a estas personas en casi todos los ámbitos de su vida indica claramente que lo que se trata de defender en todo caso es un “a priori”, una especie de idea, sentimiento o percepción estereotipada y en cierto modo endógena. Y es de tal modo así que las personas no podemos sino seguir esas autopistas o creodos que hemos construido a lo largo de nuestras experiencias personales y más allá de eso que estamos condenados a seguirlas de forma endógena, algo asi como si las posibilidades de navegar fueran un numero finito de supuestos.

Significa que un rasgo puede enloquecernos, al menos en tanto en cuanto ese rasgo construye irrealidades que hemos de reintroyectar (representar) una vez que las hemos volcado hacia afuera. Es por eso que el rasgo puede inducir fenómenos psicóticos transitorios, lo que les diferencia de los estados psicóticos propiamente dichos. Uno puede estar loco al mismo tiempo que está cuerdo y más: uno puede estar loco en algunos aspectos (o por decirlo de un modo más fino: cometer torpezas, errores cognitivos o distorsiones de las relaciones interpersonales) al tiempo que se mantiene cuerdo en el resto de la vida psíquica.

Lo que nos lleva de nuevo al tema de la ontología del rasgo que está ampliamente enredada en la biografia del propio individuo, pero no sólo en la biografía sino en las “posibilidades de ser”, “no enloquece quien quiere sino quien puede”, decía Lacan.

Para ser paranoide es necesario ser un desconfiado innato, haber sufrido o visto en familia humillaciones constantes, haber desarrollado una defensa rigurosa contra los supuestos enemigos y tener una pobre experiencia sobre las propias posibilidades de ser. Humillación y autodesvalorización son pues las precursoras imaginarias del TP paranoide.

Sin rencor no hay TP paranoide.

En un TP hay pues rasos primarios (la desconfianza) y rasgos defensivos secundarios (la sospecha) y el escrutinio sospechoso de todos los que el paranoide envidia.

La pregunta que se impone a continuación seria la siguiente. ¿Qué e slo que diferencia entonces a un paranoide de un delirante? ¿Por qué los paranoides no llegan a construir un delirio sistematizado? ¿Por qué no pierden la razón del todo? ¿Cual es la grieta que separa un TP de un estado psiquiátrico clásico?

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¿Qué es lo que les impide llegar a ser un loco razonante como los que describieron Serieux y Capgras?

El caso de Salvador Dali.-

Salvador Dali es uno de esos  casos que navegaron entre el genio, la locura, la iluminación y el marasmo. Es muy posible que tuviera un TP no especificado, con elementos paranoides, esquizotípicos, evitativos, histriónicos y de dependencia. Todo lo cual no explica su genio, su creatividad, pero ¿cómo es posible que tuviera una vida de éxito, dinero y encumbramiento artístico si tenia todos los boletos para dar con sus huesos en una institución psiquiátrica?

Hubo algo que le sirvió de prótesis y esa prótesis se llamaba Gala.

La prótesis es algo que llena un agujero en la personalidad, algo que recompone las grietas, algo que compensa, soporta y contiene la locura de alguien que por si mismo seria incapaz de construir diques a la misma y que se desbordaría a la menor ocasión.

Esas prótesis no son sólo personas concretas, sino tambíén el dinero, la fama, la religión y las ideas políticas; las creencias son diques a la locura y aunque muchas veces estas ideas son en sí mismas locas o estúpidas ejercen de un poder de arrastre hacia ciertas personas que a su vez. ejercen de refuerzos protésicos a quienes las sufren. Un ideólogo enloquecido puede mejorar si consigue seguidores para su causa, es por eso que hay personas que no se conforman con tener sus ideas sino que las publicitan y obtienen toda clase de simpatizantes para su causa por enloquecida que esta sea.

Volviendo al caso de Dalí, no es posible liquidar el asunto de la prótesis que Gala ejerció sobre él diciendo que fue el amor quien salvo a Dalí de un destino de orate. A veces no es el amor sino el desdén, la utilización, la manipulación, la influencia emocional que una persona pueda llegar a tener sobre nosotros lo que nos compensa. No todo es cuidado, cariño y simpatía. A veces, algunas personas necesitan dominio, vigilancia coercitiva, control sobre sus conductas y castigo.

Simplemente hay personas que encajan perfectamente en las necesidades de otros y que ejercen de terapeutas naturales, con una condición: que estén siempre ahí dispuestos a intervenir cuando las cosas se ponen feas.

Los TPs necesitan ese tipo de prótesis de referencia pues ellos mismos han sido incapaces de construir un mundo de sincronías , causalidad y expectativas razonables: un apego seguro, una confianza básica.

Algo que no se puede reconstruir pero se puede olvidar que algún día se necesitó y se sufrió por ello.

El amor magico entre Gala y Dalí



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