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La vida secreta de la mente

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Maquetaci—n 1

David Eagleman es un neurocientifico y escritor del que ya he hablado en este blog alguna vez. Extraeré algunos parrafos de un post anterior como preámbulo al tema que quiero hoy abordar: el tema de la multiplicidad de Yoes de nuestra mente.

En un post anterior ya me referí a la idea original de Jerry Fodor respecto a la multimodularidad de la mente. Se trata de una idea que cuando fue publicada tuvo escaso éxito, sin embargo David Eagleman la retomó recientemente en su libro “Incógnito” si bien en lugar de módulos habla de “zombies”. Un libro que subtitula como “las vidas secretas de la mente”.

La idea del zombie me parece muy tridimensional y acertada si la comparamos con la idea de módulo que parece referirse a algo mecánico y en cierto modo artificial e inanimado, también recuerda al término de bucle extraño propuesto por Hofsdadter. El zombie es un “muerto vivo”, algo que posee vida pero no conciencia de sí mismo, de ahí el acierto de la metáfora.

Dicho de otra manera los zombies se parecen mucho a los virus, no son seres vivos sino replicantes que precisan de células vivas para reproducirse. El término meme, acuñado por Dawkins vendría a ser algo parecido, si bien el zombie es algo más parecido a un circuito neural mientras que el meme seria una idea, algo externo que parasita nuestro cerebro y produce copias de si mismo saltando de huésped en huésped.

La idea a retener es ésta: el zombie solo atiende a sí mismo. Un ejemplo de lo que es un zombie puede el lector encontrarlo en este post donde hablé de un zombie con mucha reputación: el perfeccionismo. Un zombie solo obedece a sí mismo y no podemos ni hackearlo, ni saber como funciona , si bien podemos neutralizarlo a través de otro zombie como propone Eagleman y por cierto ya adelantó Spinoza: una emoción negativa -decía Spinoza- solo puede combatirse con su opuesta, pero hay una emoción -un zombie- que es un comodín: la alegría o por decirlo en términos griegos, la virtud, es decir la eutimia a diferencia de Kant que propuso a la Razón como antídoto.  Un zombie es por definición estúpido y solo tiene un plan: gozar.

Eagleman propone en su libro una idea esencial que cuenta con el apoyo de la psicologia evolucionista y es ésta:

En lugar de imaginarse el cerebro como un conjunto de módulos que se encargan de llevar a cabo tareas concretas, plantea un funcionamiento parecido al que llevó a cabo la evolución. Así, propone que estos módulos no se encontrarian separados unos de otros, sino entrelazados y enmarañados de tal modo que el módulo no estaria fisicamente en lugar alguno sino distribuido en toda la red a partir de su conectividad neuronal. La otra cuestión que plantea Eagleman es que estos módulos representarian rutinas competitivas unas con otras y no solamente artefactos que cooperan ciegamente sin saber con quién.

Esta idea de democracia parlamentaria basada en el conflicto, es bastante aproximada con nuestra experiencia subjetiva. Cuando hemos de tomar una decisión ¿no intervienen acaso partes en conflicto que enfocan el problema cada una de una manera llevándonos a un estado de duda? ¿No hay una “vocecita interior” que nos avisa, confronta y aconseja en sentido contrario de lo que deseamos? ¿No ha oído usted nunca una declaración como ésta: “Se que no me conviene pero le quiero”?

Estos módulos funcionan automáticamente y se les llama asi porque son tan estúpidos como cualquier programa de ordenador, solo que tienen tres caracteristicas que les hacen imprescindibles: 1) son automáticos, 2) son inaccesibles y 3) operan más allá de la conciencia, es decir son inconscientes.

Vale la pena ver este video de Carlos Mirapeix quien en esta conferencia sobre “Traumatismos psicológicos graves” nos habla de este mismo concepto, si bien utiliza otras palabras. La multiplicidad de Yoes es otra forma de llamar la atención sobre la evidencia de que no somos Uno sino múltiples, es por eso que el concepto de Eagleman a propósito del zombie me parece tan oportuno. Son zombies porque están muertos pero pueden revivir, activarse y comunicarse unos con otros, para volver a morir otra vez por falta de uso. Una conferencia que nos viene bien para saber algo más sobre ese constructo que llamamos Yo (Self) y que nos imaginamos como algo unitario. En realidad estamos habitados por multitudes.

¿Cuantos zombies ha reconocido usted en sí mismo?.-

Hablaré de mi.

En mi habitan o he identificado los siguientes:

  • El racionalista integrador.
  • El adolescente rebelde.
  • El funcionario obediente.
  • El procastinador.
  • El experto ecléctico.
  • El macho alfa.
  • etc

Y asi, lo importante en este momento es comprender que cada uno de ellos se activa en determinadas situaciones interpersonales congruentes con el contexto en que aparecen, pero ninguna de ellas es mi Yo verdadero. Y soy múltiples e incluso hay zombies que no han sido explorados del todo, como por ejemplo, en mi caso el zombie espiritual. Lo importante es conocer qué zombies puede acudir en ayuda del zombie activado a fin de que -llegado el caso- pueda servir de relé o de neutralización si la cosa se pone fea.

Asi he descubierto que el zombie procastinador (que tiende al perfeccionismo) puede ser neutralizado con el zombie “Menos es más”. Un zombie zen por asi decir.

Un zombie que cura.-

Barry Schwartz propone el zombie “Menos es más” para combatir al procrastinador, a aquel que por perfeccionismo deja siempre las tareas inconclusas. Asi en el libro de este mismo titulo Schwartz dice:

Schwartz denomina “satisfactores” a aquellos que, sin ser meros conformistas que cogen lo primero que ven, buscan optimizar su compra, pero que en cuanto encuentran algo razonablemente bueno se detienen y eligen. Frente a ellos nos presenta otra figura poética, los “maximizadores”. Estos últimos son personas que quieren obtener lo mejor de lo mejor, algo único que reúna unas cualidades excepcionales en precio, calidad, originalidad, modernidad o lo que al maximizador le pase por la cabeza. El caso es que estas dos figuras poéticas (estos seres ideales), habitan en distinta proporción en cada uno de nosotros, y me atrevería a decir que también en cada uno de nuestros distintos yoes a lo largo de una vida que va de la maximización a la búsqueda de la satisfacción. El maximizador, a la hora de comprar, por ejemplo, un coche, no parará de dar vueltas hasta dar con aquel que cumpla al máximo con sus expectativas ideales (tantas veces irreales), o acaso un libro, o un pantalón, o un servicio de telefonía para llamadas internacionales, o un seguro médico. El satisfactor, en cuanto haya dado un par de vueltas y comparado dos o tres productos, si uno de ellos le satisface, lo tomará y se irá tan contento a su casa ahorrándose quebraderos de cabeza del tipo: “¿y si hubiera mirado en una tienda más?”, y sufrimientos como el de ver, al día siguiente, a un amigo que tiene ese producto que estaba buscando obtenido a mejor precio y más de su gusto. Como  dice Schwartz, aunque con otras palabras, todos llevamos dentro un homúnculo maximizador y otro satisfactor. Pero el problema reside en quién gana la batalla el mayor número de veces. Los que en una escala de maximización realizada por Schwartz daban puntuaciones más altas solían ser bastante desdichados (medido esto con otra escala de felicidad y complacencia con sus propias vidas y elecciones).

Dicho de otra manera: la diversificación en la elegibilidad no nos hace mas felices o libres sino más insatisfechos.

Y todo parece indicar que es precisamente la abundancia la que constela y activa el zombie procastinador.

Como decia mi abuela quien no se conforma es porque no quiere.

Bibliografía.-

David Eagleman: Incógnito: The Secret Lives of the Brain, Pantheon Books, 2011



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