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Enfermedad mental y crisis civilizatoria (I)

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Burro_y_zanahoria

En el post anterior pasé casi de puntillas sobre un tema sobre el que me gustaría volver. Se trata de la relación que existe entre los trastornos mentales, -enfermedades gráciles donde las haya- y la sociedad en la que se inscriben o se contextualizan.

Es bien sabido que las enfermedades mentales son patoplásticas, es decir adquieren contornos de la época en que aparecen. La histeria del siglo XIX, básicamente con síntomas de conversión ha desaparecido de los manuales psiquiátricos y de las consultas médicas, sin embargo en nuestro entorno han aparecido nuevas enfermedades, los trastornos de personalidad (sobre todo el TLP) las adicciones con o sin sociopatía y sobre todos los trastornos de la alimentación.

Y no sólo eso, lo más inquietante es la aparición de trastornos mentales que otrora eran exclusivos de los adultos en los niños. Pareciera como si las enfermedades clásicas, incluyendo a las más graves hubieran sufrido una mutación y alcanzaran a los más jóvenes sin piedad.

Los sospechosos habituales de esta eclosión de casos en salud mental son el estrés psicológico aunque nadie ha sabido nunca explicar por qué el hombre moderno tiene más estrés que el del siglo XIX, otro, los modelos educativos con sus cifras de fracaso escolar que en España tampoco nadie ha sabido explicar. Otra el desinterés afectivo de las familias que choca con un dato paralelo: el compromiso de los padres con sus hijos, con su salud y educación es hoy mayor que hace solo 40 años. Lo cierto es que reconocemos que los cambios que nuestras sociedades han sufrido en los últimos años tiene algo que ver en esa bolsa de sufrimiento mental que se identifica bien en la clínica o bien en los malestares sociales (drogas, suicidio, violencia, crímenes, abusos o maltrato de género).

Lo que sabemos es que hoy las personas que componen esta sociedad en la que vivimos comparten ciertas características, una de ellas es: su extrema vulnerabilidad. ¿No es vulnerabilidad el que un hombre mate a su esposa si se siente amenazado por su abandono?¿No es vulnerabilidad que una niña sabotee su cuerpo con dietas radicales ante un comentario de que “está gorda”? ¿Cómo es posible que la gente enferme o enloquezca por no poder soportar el abandono, el no tener la figura que triunfara con el sexo opuesto o que se suicide porque el novio la ha dejado?

Lo que destaca en nuestra sociedad es que la patología o la locura se han banalizado de tal forma (de la misma forma que el mal) que nos obliga a repensar las cosas. ¿Qué hay en nuestra sociedad que resulta tan mortífero?, ¿Son los modelos educativos, es Internet, es la tutela de los padres lo que falla o es algún siniestro virus que nos ha penetrado de tal forma que nos ha enjaulado en una especie de espiral donde solo el poseer algo nos reconcilia con nuestro origen deficitario?.

La siguiente característica a la vulnerabilidad es la identidad. Sufrimos, (cuanto más jóven se es peor) un trastorno de difusión de la identidad en la terminología de Erickson. Para decirlo en palabras comprensibles para todos, la difusión de la identidad es una falta de de continuidad en la experiencia de nosotros mismos, una continuidad histórica, generacional, nacional, que incluye valores, creencias y un sentido de pertenencia a algo supraindividual, a algo que está más allá de nosotros mismos trascendente o banal pero que en cualquier caso es una experiencia compleja que incluye a la memoria, a la autoimagen, a la vivencia del tiempo y a las emociones y valores, sobre todo a esa difícil síntesis entre el apego y a la autonomía personal.

Escribo este post un día después de la festividad del Pilar, ayer me entretuve en seguir los comentarios de los tuiteros que o bien celebraban o bien criticaban el festejo de la Virgen del Pilar que como todo el mundo sabe es la patrona de la Hispanidad y de la Guardia civil. Todos los años el Rey preside en Madrid un desfile militar donde  se llevan a cabo homenajes tanto  ala bandera como a los caídos por España, todo ello aderezado por un espectáculo de colores a cargo de ciertos cuerpos del ejercito.

Ayer twitter en este sentido se llenó (más que otros años) de banderas de España, una clara reacción al proceso de defragmentación que se vive en nuestro pais, pero tambien de personas que criticaban tal celebración por considerarla una celebración de un exterminio que sucedió hace más de 600 años y que no fue tal. Otros simplemente criticaban la confluencia del ejercito y la festividad o bien se preguntaban por el precio de tal celebración. En resumen criticaban a España, sin caer en la cuenta de que España es una abstracción, un intangible que no pueden elegir, pues son españoles quieran o no quieran.

Confundir “España” con Franco, la corrupción, Rajoy o el PP es de una estulticia soberana al no caer en la cuenta de que “España” es un plano de definición que va más allá de los gobernantes de España, y que no es sino una abstracción abarcativa que no tiene nada que ver con los planos de definición que los individuos computan según le adjudiquen valor o demérito.

Dicho de otra manera: la exhibición de antiespañolidad que presencié ayer en las redes me llevó a comprender el concepto de Erickson sobre difusión de la identidad, pues ¿Se puede odiar de esa manera una abstracción sin resultar autodestructivo?

¿Qué sucede cuando nuestra identidad se enrosca en el auto-odio?

El declive de la civilización europea.-

Suele decirse que no es una cuestión de ideologías sino de demografía, pero para saber las causas de ese declive hemos de hacernos con una definición de civilidad y para ello lo mejor es leer este post de donde extraeré algunas ideas:

Las de Robert Weissberg.

Según Weissberg toda población humana debe dar al menos tres pasos prácticos si pretende “civilizarse”:

1) Controlar sus emociones, especialmente las violentas;

2) Autodisciplinarse y demorar las gratificaciones;

La investigación apoya esta idea de que la gente pobre se focaliza en el presente. La gente que está en el escalón más bajo de la pobreza tiende a gastar su dinero en necesidades inmediatas, como techo o comida, que son muy caras. Trabajar por recompensas futuras requiere la confianza de que esas recompensas estarán esperándote cuando llegues allí. En los propios experimentos de Mischel con la golosina se observó que si el experimentador no era fiable los niños esperaban mucho menos que si el experimentador era fiable. Por supuesto, inestabilidad e impredicibilidad son precisamente sellos distintivos de la pobreza. La investigación en adultos criados en la pobreza muestra que se focalizan en el presente , especialmente cuando se les recuerda la mortalidad.(Pablo Malo)

3) Obedecer a la autoridad 

Valores que, en general, chocan con las modas pedagógicas que subrayan el valor de la espontaneidad, la expresión de emociones, la autonomía, la diversión o la igualdad de salida de todas las opiniones. Las minorías le han perdido el respeto a las mayorías, los alumnos a los profesores, los lerdos a los ilustrados y en los extremos los hijos  a sus padres . No soy el primero en advertir algo similar. Analizando el declive de la familia negra americana, cuyo deterioro es visible especialmente a partir de los años sesenta, Thomas Sowell también alerta sobre el “capital humano” como factor de desarrollo, algo que va más allá de los meros medios económicos o naturales. Para Sowell el modelo sobreprotector de la educación muy lejos de educar en civilización fomenta la irresponsabilidad, y de hecho daña a la minoría negra al inocular el sentimiento de que son “víctimas que poseen un agravio en contra de personas actuales que no les han hecho nada, porque otras lo hicieron en el pasado”.

La irresponsabilidad sin embargo no afecta de igual modo a todas las clases sociales, es mucho más mortífera para las clases más desfavorecidas. Debe ser por eso que la culpa siempre se proyecta en otro, en la historia o en los sucesivos regímenes que han asolado este país, sin saber por cierto una palabra de Historia.

Debe ser por eso que algunos hablan de genocidio, mientras otros se defecan en su propia identidad.

Auto-odio.

Dicho de otra forma: no es posible atacar a las abstracciones (los símbolos) sin meterse en un agujero negro de autodestructividad, la erosión de la autoridad, la escasez de recursos psicológicos para demorar las gratificaciones y la falta de inhibición correctora de las emociones negativas son los tres factores implicados en la epidemia de casos de salud mental que atendemos hoy. Condiciones que explican tanto nuestra vulnerabilidad como la pobre identidad que presentan nuestros pacientes.

Y que los psiquiatras sostenemos ante la perplejidad de familiares y padres.

No es la educación sino la civilidad, pues no se puede educar en valores en los que la civilización no cree.

El autocontrol y el test de la golosina.

La precocidad de la violencia escolar

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