La verdad es estadística pero no sabemos qué significa (Kahneman)
Nuestro cerebro procesa de igual forma imagenes y pensamientos y lo hace a través de un algoritmo (algoritmo de Mountcastle) que es el mismo independientemente de lo que compute. Tambien procesa sonidos a través de eso que conocemos con el nombre de música.
¿Qué es la música?
La música es una combinación de sonidos y de tiempo, pero los sonidos en sí mismos tomados de uno en uno no crean música. Para que exista musica es necesaria una coherencia interna del lenguaje musical, una armonia, una melodia, algo que haga de guia al desarrollo propiamente interno de la misma. Llamaremos a esta guia para entendernos “el símbolo de la tonalidad”.
Lo importante en este momento es que el lector recuerde una cuestión esencial: la música solo atiende a si misma. Dicho de otra manera, la música no significa nada.
Ahora bien ¿qué significa la palabra “significar” en este contexto?
Lo que quiero decir es que la música no tiene sintaxis ni semántica gramatical, esa que nos permite generar frases e ideas con sentido, eso que nos permite conversar, exponer ideas, expresar nuestros más profundos secretos o comunicarnos con los demás. Existe un cierre categorial en la música que no permite traducirla al lenguaje de esos símbolos que llamamos palabras. Del mismo modo tampoco nos es posible hacer esa traducción hacia el lenguaje de las imágenes. La música , la Gran abstracta, no puede traducirse a imágenes.
Pero sucede a veces que la música lleva letra, es decir se le añade un plus de sentido que nos permite contar una historia al tiempo que la música de fondo le permite desenrollarse. Del mismo modo hemos aprendido a través del cine que la música puede acompañarse de paisajes, o imágenes diversas lo que añade aun más belleza si cabe a la sinergia.
Lo que sucede es que estos maridajes entre música con letra (historias) o imagenes son arbitrarios.
Vamos a ver esta aria de Bach en sus variaciones Goldberg.
¿Qué significa?
No significa nada pero es emocionante ¿no es verdad?
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Ser [una cosa] signo, representación o indicio de otra.“la presencia de humo en un lugar significa fuego”
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Ser [una palabra, una expresión, un gesto o una imagen] representación de una idea o un objeto.“la palabra ‘banco’ significa ‘asiento para varias personas, largo y estrecho’ y ‘edificio, local u oficina en la que una institución bancaria atiende al público’; un semáforo en rojo significa que no se puede pasar.
Nótese como el verbo signficar se refiere siempre o bien a una idea (una cosa indica otra) o bien una image (el humo significa fuego). Pero en ningún caso “significar” se refiere a los sonidos de los que podríamos hablar solo a partir de sus atributos o del tiempo en que fueron emitidos, en este caso el barroco. Pero en ningún caso el verbo “significar” nos sirve para traducirlo al lenguaje de las ideas o de las cosas.
Vamos a ver qué sucede con el verbo “conocer”.
Podemos hablar al menos de tres cosas bien distintas, una forma es conocer su biografía con todo lujo de detalles (la de Bach), otra cosa es lo que hace la musicología: desbrozar y analizar su obra, y pongo ahora este ejemplo Lo cierto es que ninguno de los dos acercamientos añadiría nada al conocimiento de Bach. Saber su biografía (su vida publica) no nos diria nada de sus enfermedades, de sus conflictos, de sus preocupaciones, forma de pensar, creencias, ni de su vida privada o secreta. Analizar su obra no añadiría nada a su belleza, al menos para un lego en música y sólo podria ser de interés para un musicólogo profesional que escarbara en la construcción interna de su obra a fin de encontrar los trucos de composición que utilizó y que tampoco nos ayudaría en la comprensión de su genio.
Entonces no sirve ni el verbo “significar” ni el verbo “comprender”
Comprender, conocer a Bach no consiste en conocer su biografia ni tampoco en analizar su música. Pues la música no es un conocimiento ¿Entonces en qué consiste entender a Bach?
Bach es imposible de comprender sin hablar de la contemplación de su música, sin hablar de ese rapto de belleza que casi todos podemos experimentar oyendo esta aria tocada por Glenn Gould (uno de los interpretes-hermeneutas del genio). De manera que para comprender a Bach es necesaria cierta sensibilidad musical (que se adquiere oyendo música) y conocer las claves. Las relaciones que existen entre esta obra, su autor, su tiempo y el oyente y su tiempo son un plus, un añadido que no explica la emoción que recorre nuestra espalda cuando oímos esta composición
Dicho de otro modo: la belleza del aria de Bach no está en ella misma sino en sus enlaces, puesto que precisa de un oyente que haya atendido extático a su argumento y que además pueda situarla de algún modo en relación con algo que le sea de referencia. Dicho de otro modo: necesitamos aprender a que nos guste Bach.
Y entonces y solo entonces la música se nos significa.
Pero se nos significa a cada cual según cada cual. Aunque todos oímos lo mismo es casi seguro que a cada uno de nosotros nos despierta emociones y cocteles bien distintos, aunque lo más probable es que este rapto de belleza sea algo universal.
Como en los sueños.
Es por eso que algunos investigadores han inventado una palabra nueva: Enact (enactuar)
La palabra enacción es un neologismo (enact) propuesto por Francisco Varela para las ciencias cognitivas y la biología que podría traducirse como representación coemergente. Enact viene a significar dos acciones distintas: bien “promulgar” una ley (hacer la propuesta de ley, aprobarla y hacerla ejecutar, bien “representar” un papel teatral o declamar -haciendo vivir- un cuento, un suceso, etc). Hay que distinguirla del acting out que seria una especie de cortocircuito conductual que transformaria una emoción en una conducta sin pasar por el filtro de la reflexión. La palabra “enacción” está emparentada con el histrionismo y la ficción: con aquello que creamos a partir de roles.
Los sueños son difícilmente explicables desde una teoría de computación donde el cerebro manipula símbolos ¿Qué sentido tendría soñar para una máquina que manipula símbolos para representarse la realidad y obtener un mapeo imperfecto de ella debido a su absurdidad? Es esta la razón por la que los sueños son una “patata caliente” para los cognitivistas, carecen de explicación y lo mejor cuando no se encuentra una explicación es ignorar el fenómeno. Eso es lo que ha sucedido con el estudio científico de los sueños, nadie se ocupa de ellos y todo lo que sabemos se encuentra ciertamente anticuado pues data ya de 1900, el año en que Freud escribió su “Interpretación de los sueños” desde una posición representacional, intencional y simbólica.
Los sueños no representan la realidad ni la significan, pues son muy imperfectos scomo figuras representacionales, más bien parece que Freud tuviera razón de refilón con el argumento bien conocido de que los sueños son realizaciones de deseos pues cada deseo podría recorrer un canal propio o “símbolo de la tonalidad”. Los sueños sin embargo son algo más que deseos, son agentes o conglomerados cognitivos a veces muy indiferenciados: emergencias de contenidos mentales que nos ayudan a prolongar la realidad, los sueños enactuan en lugar de representar la realidad, es decir complementan la realidad percibida a través de restos que se encuentran en el mismo carril que aquellos contenidos mentales que enactuaban en el estado de vigilia y que se encontraban en negociación con el mundo-realidad mientras anduvimos despiertos, es por eso que a veces los sueños nos dan claves sobre la realidad que no supimos percibir durante el día. Y además sin relación temporal entre ellos, lo que viene a señalar que los contenidos mentales se agrupan más en función de similitud de contenidos que por clusters temporales.
Y debe ser por eso que aparecen al despertar cancioncillas parasitas que nos acompañan durante parte del día. Los restos que no enactuaron del todo en el sueño.
El lector interesado en este tema, puede visitar este post donde hablé precisamente de como enactuan los sueños con la realidad.
El sueño es una neorealidad y del mismo modo opera la música en nuestro cerebro emocional: nos convoca y nos apela emocionalmente a pesar de no significar nada.
La palabra “sentido” no es exactamente igual a la palabra “significado”. El sentido es lo que une la parte con el todo. El sentido es contextual y análogico, el significado es lineal y digital. Nosotros los humanos estamos diseñados para encontrar sentido a los acontecimientos de la vida, estamos, por así decir, condenados a encontrarlo.
Sucede por una razón fundamental: porque la verdad desnuda no aporta ningún relato y es por eso que preferimos algo con sentido, aun irracional, que la verdad sin narrativa. Nosotros los humanos queremos narrativa, queremos un relato. Y usualmente lo encontramos.
Es por eso que encontramos y buscamos interpretaciones a nuestros sueños, a nuestros trastornos psicosomáticos, a nuestros síntomas y a la música, con o sin letra, con o sin imágenes. Nuestro cerebro funciona en gran parte como una maquina analógica, que trabaja desde sus estructuras más profundas a través de un mismo algoritmo, de abajo arriba y de atrás adelante. A veces nuestro cerebro se sincroniza y entonces todo adquiere sentido, le llamamos “Eso”. Y es precisamente la música quien lo consigue, entre otros. Más allá que la cognición, que el deporte o que cualquier otro entrenamiento. la musica es capaz de comunicar nuestro cerebro más ancestral con el moderno y es precisamente este a través de sus recuerdos y sus aprendizajes el que hace el resto. El que hace de cemento de unión.
Y es por eso que algunas letras parece haberse pensado para ciertas musicas. Oigamos esta “Canción de la tierra de Mahler” y sigamos la letra.
La música sugiere un himno telúrico, me trae imágenes de terremotos, de volcanes, explosiones, desastres naturales, la emergencia del hombre desde un simio cualquiera. Me recuerda a Kubrick y a “2001 una odisea del espacio”. La letra tiene un cierto sentido metafísico. Música y letra parecen haber sido pensadas simultáneamente, movidas por un mismo cluster de creatividad. Parecen hechas la una para la otra.
Pero no es más que una ilusión, una ilusión creada por el compositor a través de su propia subjetividad, de sus propias redes analógicas. Música y letra tienen una misma atmósfera un mismo símbolo de la tonalidad. Empastan bien, pero no por ellas mismas sino por la pasta del que la compuso y del que la oye. Somos nosotros los verdaderos arquitectos del sentido.
Y de ahí el placer que nos provoca.
Encontrar sentido provoca pues placer y es por eso que algunos médicos o psicólogos han trazado una tabla de equivalencias entre determinadas emociones y ciertas enfermedades. Aqui puedes ver una tabla (una más) de estas equivalencias. Tiene mucho sentido, lástima que no sea verdad.
O lo que es lo mismo: es verdad si esa verdad resuena en ti y eres capaz de transformarla a través de tu propio trabajo creativo.
¿Qué significa la música? por Leonard Bernstein, clase magistral
El mensaje banal de una canción
Anirudt Patel, el articulo de “Nature” sobre la sincronización cerebral provocada por la música (2000)