Ayer día 3 de Diciembre se organizó en la UJI (Universidad Jaime I de Castellón) unas jornadas (la segunda edición) sobre conciencia global.
Fui convocado por Antonio Grandio, organizador de las jornadas para debatir sobre el siguiente tópico: ¿Estamos asistiendo a una mutación radical en la conciencia humana?
Es obvio que si, lo que no sabemos es si es radical o gradual y tampoco sabemos ni podemos saber qué dirección tomará dicha mutación. Allí, en las jornadas se dieron cita sobre todo los positivistas de esta idea, lo que creen que, en efecto, estamos condenados a mejorar. Yo, fui invitado seguramente para sostener el punto de vista contrario, el punto de vista pesimista que es el que sigue:
Ayer en Globcon hubo un interesante debate entre optimistas y pesimistas racionales, aquellos que tienen una visión teleológica del hombre y que la humanidad camina hacia un perfeccionamiento de la conciencia humana (los optimistas) y aquellos como yo (estaba solo en corral ajeno) que no creen en la perfectibilidad del hombre ni en la implantación de una conciencia global, yo creo que el mundo no camina hacia la globalización sino hacia la segregación, la fragmentación y el etnocentrismo radical. La democracia no se implantará universalmente, las tiranías y los Imperios seguirán existiendo y muchos países rechazarán la democracia como ya viene sucediendo en el mundo árabe.
No niego el progreso, ni el cientifico, ni el tecnológico ni la idea de que la acumulación de conocimiento pueda mejorar nuestro bienestar material o nuestra salud. Lo que cuestiono es que ese “progreso” es absolutamente independiente del progreso en el sentido moral de la humanidad. La idea del perfeccionamiento humano es una utopía que procede de los subproductos mentales que nos legó el cristianismo.
Se pone siempre el ejemplo de la abolición de la esclavitud como ejemplo de que el mundo camina hacia ese perfeccionamiento. Pero la abolición de la esclvitud no es algo irreversible y de hecho aun existe. La esclavitud puede volver con una mascarada u otra.
Las utopías deben ser modificadas por una suerte de realismo político. que tome en consideración los hallazgos de la neurociencia y puedan ser aplicados a la naturaleza humana.
Esta fue la opinión -naturalmente minoritaria- que defendí a lo largo de todas las jornadas. Pero si quieres ver mi intervención síguela desde aquí: