Oh padre Zeus! ¡De cuántos males
no librarías a los hombres si tan sólo les hicieras
ver a qué demonio obedecen! (Pitágoras)
La mente tripartita.-
La idea de que el alma humana se compone de tres partes podemos rastrearla hasta Platón, que habló del Logos, Ephythimia y Thymos. La primera seria la parte racional, la segunda la parte apetitiva o instintiva y la tercera la parte emocional-pasional o afectiva por decirlo en términos comprensibles para los ciudadanos actuales.
Otros autores han profundizado sobre este asunto que se ha venido a representar casi siempre con caballos, carros y aurigas (el mito del carro alado) o carruajes en el caso de Gurdieff y otros autores metafisicos que hablan de cuatro cuerpos, o cinco energias en el caso de Goswami que habla de una conciencia quintuple.
En cualquier caso la intuición de que el psiquismo humano no es unitario, es una idea que ha recorrido la historia de la filosofia, la metafisica, la teología y de la ciencia desde tiempos remotos. Y asi hasta llegar hasta Freud que describe en la segunda tópica (la primera fue la simple división entre consciente e inconsciente) su teoria tripartita: el Ello, el Yo, y el Superyó, que son -con distinto nombre- las mismas ideas platónicas sobre el alma, sólo que Freud no creia que el alma racional el Yo o Logos (según Platón) fuera inmortal.
El resto es muy parecido: el Yo es la parte racional, sintética, organizadora y planificadora de nuestra mente, el Superyó es nuestra parte moral y punitiva y el Ello la parte instintiva o pulsional.
Narcisismo y masoquismo.-
De esta relación entre los componentes de la mente surgen dos estructuras bien conocidas por el psicoanálisis, el narcisismo y el maoquismo. Por decirlo de una manera fácil de entender:
El narcisismo es al Yo, lo que el masoquismo es al Superyó.
A lo largo de nuestra vida vamos acumulando experiencias, vivencias, pensamientos y dijujando un mapa de soluciones prácticas a través del Yo que ha de mediar constantemente entre los impulsos del Ello y la censura Superyoica. En este sentido y siguiendo a Freud podriamos decir que la civilización surge precisamente de la represión o supresión de lo instintivo. Es por eso que existe la moral, una especie de franquicia que abre lo colectivo en nuestro interior a fin de asegurarse que el egoísmo individual no se ejerza en contra de los intereses del grupo.
Tanto el masoquismo como el narcisismo con estructuras precognitivas, es decir rastros de la organización primordial de nuestro psiquismo, un poco como los ejes o andamios donde irán coagulando el resto de contenidos psíquicos: nuestra personalidad, nuestros gustos/preferencias, elecciones sentimentales y profesionales, y nuestras habilidades se organizan en torno a esos ejes.
Uno (narcisismo) rinde pleitesía a una Amo, al Yo, el otro, el masoquismo rinde acatamiento al otro amo al Superyó. Podemos representarnos asi -a la manera de Magritte- lo que sucede cuando somos excesivamente narcisistas o excesivamente masoquistas. Nuestro rostro se oculta y la manzana emerge, un bella metáfora para hablar del conflicto figura-fondo. Lo que deberia ser fondo ocupa el primer plano y viceversa. En cualquier caso la manzana nos oculta al tiempo que no nos deja ver. Se trata de la escotomización de cuando intentamos “vernos por dentro”.
Del narcisismo ya me ocupé en una serie de post que están aqui, y aquí a propósito del caso Kevin de manera que en este post voy a ocuparme del segundo Amo, el Superyó.
El masoquismo según Freud.-
El masoquismo – del mismo modo que el narcisismo- es una estructura psíquica de carácter ontológico: evoluciona a partir de las relaciones que establecemos con nuestras figuras de referencia: a través de nuestros padres aprendemos a amar y a odiar. Aprendemos las reglas y las prohibiciones y aprendemos además de una figura de referencia que es “aquel que nos educa”, y que tiene la potestad punitiva. Usualmente la madre es el objeto primordial que guía los caminos que no podemos andar y lo hace a través de dos cuestiones fundamentales: la comida y la defecación. A través de ellas aprendemos algo más que alimentarnos o a evacuar: aprendemos a tomar/recibir y los aprendizajes de la limpieza que coinciden con nuestros hábitos expulsivos. Evacuar se solapa con la limpieza exigida, es por eso que aprendemos a “depositar nuestras heces” en un orinal y no en las paredes. Algo muy parecido a lo que enseñamos a nuestras mascotas: les enseñamos a no ensuciar nuestra casa.
Pero esta disciplina es algo que es sentido como una limitación y un castigo si desobedecemos ciertas reglas. Mas tarde el mundo de la reglamentación irá extendiéndose hacia otros lugares y temáticas. es posible afirmar que la educación-instrucción de un niño es fundamentalmente una tarea que implica restricciones, prohibiciones que han de acatarse si no quiere uno quedarse sin el amor del progenitor encargado de esa disciplina.
Los progenitores delegan el papel de “policía bueno” y “policía malo” a lo largo de la crianza y según las épocas y los contextos culturales. El tiempo donde se decía “ya verás cuando llegué el papá” parece haberse desvanecido. Hoy ya ninguna mamá dice tal cosa entre otras cosas porque la mamá está tan ausente de la crianza como los papás. Lo más probable es que la figura punitiva hoy se encuentre desvanecida entre mucamas, abuelas y cuidadores de guardería. Significa que los protagonistas de tales disciplinas se han fragmentado y ya no es el papá, ni la mamá los encargados de establecer esa disciplina.
Clases de masoquismo.-
Para Freud el masoquismo tiene tres subtipos: el femenino, el moral y el erógeno o sexual. Freud suponía que las mujeres son esencialmente masoquistas, un masoquismo -guardián de la especie- vinculado al sexo reproductivo. La vida sexual de la mujer transcurre entre embarazos, partos, puerperios, crianzas, enfermedades y accidentes. Hay que recordar ahora que los accidentes del parto, las infecciones y las hemorragias han sido una plaga en la vida sexual de las mujeres hasta hace recientemente poco tiempo. Quedar embarazada en la Edad media era toda una proeza y así y todo nuestra especie ha tenido mucho éxito reproductivo, algo que no puede explicarse sino a partir de que el sufrimiento, el dolor, las penalidades y la muerte sobrevuelan cualquier intercambio sexual. Eros y Tanatos se reúnen en cada coito y forman una pareja que como la pelota del match point puede caer de éste lado o del otro lado de la red.
Es por eso que tanto el masoquismo moral, como el masoquismo erógeno son más frecuentes en las mujeres que en el hombre. Como una franquicia que el sexo reproductivo ha dejado en el inconsciente femenino y es por eso que existe un masoquismo que es -al mismo tiempo. guardián de la vida y adaptativo desde el punto de vista del fitness. Pues sin ese masoquismo no existiría la especie humana.
Pero para entender mejor qué es el masoquismo y sobre todo su función reparadora hemos de adentrarnos en los terrenos del Superyó y hemos de cartografíar su territorio.
Será en el próximo post.
Bibliografia.-
Un buen texto sobre las funciones reparadoras del masoquismo.
Los cuatro cuerpos de Gurdieff.-
El carruaje es el armazón (el cuerpo), los caballos, son las emociones, nuestra parte animal, la pasión y la motivación, el cochero es el experto que guía a los caballos y se ocupa de ellos, de darles de comer, limpiarlos y guarecerlos, el cochero es el Yo convencional, el que se ocupa de las cosas rutinarias de la vida, pero en esta metáfora falta algo: el cliente, el Amo del coche o carruaje: es él quien sabe donde hay que ir y aunque él no se ocupa ni del carruaje, ni de los caballos ni conoce el tráfico de las calles ni los itinerarios como sabe el cochero, es el único que sabe donde quiere ir, el resto de los elementos “no saben” o bien su saber es instrumental como el del cochero o instintivo como el de los caballos.