Solo hay una medicina: la que funciona (MInchin).
No deja de ser curioso la campaña que ya hace algunos años se desencadenó en las redes sociales contra la homeopatía. Es curiosa por lo virulenta que se está volviendo y que ya alcanza ya a los propios Laboratorios Boiron, a los que se les acusa de timadores y ladrones y lo peor: de vender productos que ni ellos mismos saben como funcionan. Los que con tanta acritud arremeten contra la homeopatía cometen sin embargo varias falacias como por ejemplo la de decir que la homeopatía no hace nada y al mismo tiempo proclamar su peligrosidad. Circulan chistes sobre la homeopatía, como ese que se rodó en Urgencias donde el medico prescribe un medicamento homeopático a una persona en coma o ese otro donde se recurre a la supuesta peligrosidad de ciertos fármacos homeopáticos al tiempo que se habla de efectos adversos o secundarios.
¿Pero no habíamos quedado en que las sustancias que contienen los medicamentos homeopáticos son inertes?
¿Tiene el placebo efectos secundarios?
Que las redes ardan en ciertos temas politicos forma parte de la agitación social y de la propaganda, ¿pero qué sentido tiene arremeter contra la homeopatía?
A mi me recuerda mucho al toro de Tordesillas. La polémica digo. Una polémica moral.
Unos cargados de razones “morales”, los animalistas antitaurinos y otros de razones “científicas” aducen que la homeopatía es un peligro para la salud.
El único peligro para la salud consiste en dejar de tomar un tratamiento eficaz para tomar uno homeopático o alternativo, como recientemente ha sucedido con este caso. Lo mismo sucede con los del toro de Tordesillas, el único peligro es ponerse delante del toro. Pero para usted y para mi el toro no representa ningún peligro.
Pero para algunas personas -capturadas por la falacia moralista- esto no es así. El toro de Tordesillas es malo por si mismo luego hay que acabar con esa fiesta si o si, porque es mala por razones morales, es bueno que así sea (falacia moralista). El problema es que los que quieren ponerse entre sus cuernos defienden la tradición por razones parecidas pero opuestas: razones culturales, razones identitarias.
“Toreamos el toro porque somos de aqui y ustedes no lo comprenden porque son forasteros.”
Algo muy parecido sucede con los movimientos antivacunas. No vacuno a mis hijos porque son mis hijos y nadie ha de decirme lo que tengo que hacer para proteger su salud. Y siempre habrán argumentos contra las sospechosas vacunas, ¿Pues no pertenecen a ese oscuro negocio de la Big Pharma?
Los antivacunas son naturalistas y enfrente tienen a los militantes del integrismo médico.
¿Y quien tiene razón?
Eso no importa, lo que realmente importa es por qué algunos padres han decidido no vacunar a sus hijos, otros recurrir a la homeopatía, a la medicina germánica o a la descodificación biológica. Los casos en los que una persona bien informada abandona un tratamiento eficaz, -por ejemplo una quimioterapia para un cáncer de mama- y recurre solo a una terapia alternativa son muy escasos y representan el extremo de la fanatización o la desesperación. La mayor parte de las personas que recurren este tipo de terapias lo hacen de forma complementaria, sin abandonar sus tratamientos convencionales.
Indudablemente la medicina “oficial”, o moderna, o científica, está hoy desprestigiada a ojos de muchos. Cualquier médico habrá oido en su consulta esta frase “No quiero química” o “no quiero pastillas” Su hándicap es precisamente el argumento de autoridad, la medicina convencional se percibe como adicta al statu quo, a los mecanismos de poder. Desliza el antes romántico ejercicio de la medicina hacia los sospechosos entresijos del capitalismo. Distorsiona el significado de las relaciones de los médicos con la industria farmacéutica, la legislación sanitaria, los congresos profesionales o las guías de consenso. La ciencia, para muchos, huele a poder, a poder interesado en el lucro.
A este respecto me gustaria comentar una anécdota que contó Bessel Van der Kolk -uno de los expertos mundiales en el tema del trauma- respecto a la experiencia americana que siguió a los atentados del 11-S en un congreso que se llevó a cabo en mi ciudad.
El Gobierno después de los atentados proveyó de fondos para atender a la población expuesta con el fin de prevenir o tratar los sintomas de estrés postraumático que pudieran presentarse. Se confeccionaron dos listados, uno con las personas que tenian derecho a esta prestación y otra con los psiquiatras y psicólogos acreditados para el tratamiento del TEP.
Pasó el tiempo y Van der Kolk que pertenecia a la comisión de expertos que seleccionaba las técnicas y a los profesionales idóneos para tal menester cayó en la cuenta de que muy pocos habian optado por las terapias recomendadas segun los criterios que establece la ciencia.
Intrigado por este misterio se puso a investigar por su cuenta qué había sucedido con las victimas del suceso.
La mayor parte de ellos habian renunciado a los tratamientos propuestos por el gobierno y sin embargo habian optado por pagarse tratamientos de acupuntura, masajes, homeopatia y otros tratamientos alternativos.
Naturalmente ninguno de estos tratamientos está indicado para la prevención o el tratamiento del TEP.
Pero parece que las personas cuando han de seleccionar para sí un tratamiento no lo hacen siguiendo las recomendaciones de “la evidencia cientifica” sino siguiendo otra clase de criterios.
Van der Kolk concluyó que debiamos seguir investigando las razones por las que el público se muestra inclinado a seguir terapias no convencionales a sabiendas de que carecen de eficacia demostrada y rechazan las recomendaciones gratuitas que se le realizan desde las autoridades sanitarias.
Pero ya casi sabemos las razones por las que el público en general se ha polarizado tanto en estos temas y en otros como los políticos, sabemos porque una buena parte de la población está afiliada a la new age:
Mas allá de la multitud de supersticiones pasadas de moda, ridiculas o contradictorias, la New Age responde a un sufrimiento real provocado por una dislocación psicológica, ontológica y social. (Houellebecq)
Y también:
La New Age manifiesta una voluntad real de ruptura con el siglo XX, con su inmoralidad, su individualismo, sus aspectos libertarios y antisociales; expresa que ninguna sociedad es viable sin el eje federador de una religión cualquiera y constituye una poderosa llamada a un cambio de paradigma.
O dicho de otro modo: más vale una superstición con sentido que un tratamiento convencional impersonal o administrado por un autómata.
Mi recomendación.-
Pero si usted tiene una enfermedad seria no lo fie todo a las supersticiones o a la simpatía de su terapeuta. Busque soluciones convencionales y después haga lo que quiera, al fin y al cabo la mayor parte de los sufrimientos que padece no son enfermedades.
Un post muy interesante y relacionado: Lo Natural como destino