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La traumática historia del trauma (XVI)

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scaer

En cualquier caso es el cuerpo quien soporta la carga

 

Me preguntaba en el post anterior cómo era posible que la paciente que describí hubiera desarrollado un TEPT en ausencia del criterio A, es decir el desencadenamiento a través de un estrés agudo, intenso y objetivo. Para intentar arrojar un poco de luz sobre este tipo de episodios leves pero con consecuencias clinicas  graves, hemos de considerar dos aspectos fundamentales:

Por un lado los afectos de  la retraumatización, es decir el efecto sumatorio de microtraumas sobre un trauma silenciado más antiguo u original, algo que podriamos comprender desde la teoria del kindling (1) y por otro lado los efectos de una descongelación abortada (Scaer, 2001) para lo que he rescatado este texto del propio Scaer (traducido por F. Orengo).

La anomalía humana en la congelación o freezing (2).-

Poca literatura se dedica a trabajar el tema de la respuesta de congelación en la especie humana. Incluso en el caso de una amenaza muy importante es raro para un ser humano colapsarse y aparecer inconsciente sin herida física. Aunque algunas personas tiemblan y presentan ligeras sacudidas después de un evento que les produce un shock, raramente desarrollan la conducta relativamente estereotipada que se ve en animales. Por el contrario, éstos comentan frecuentemente que se sienten como si estuvieran “en shock”. Ese estado se describe como con una sensación de despegamiento, de acorchamiento emocional o afectivo e incluso de confusión. El tiempo con frecuencia parece quedarse quieto. Algunos pacientes informan que se encuentran como si estuvieran “fuera de sus cuerpos”, comentando los acontecimientos traumáticos como si los estuvieran viendo en una tercera persona.
Aunque algunos comentarán que se encuentran “llenos de adrenalina”, muchos otros comentan la sensación de sentir una calma notable. Aunque pueden haber ocurrido serias heridas, el dolor normalmente no es intenso durante este periodo, un acontecimiento en consonancia con el papel que juegan las endorfinas en la respuesta de congelación. Los psicólogos y psiquiatras se refieren habitualmente a este fenómeno con el término disociación que se define como “un proceso inconsciente por el cual un grupo de procesos mentales se separa del resto del curso del pensamiento, resultando en un funcionamiento independiente de dichos procesos y en una pérdida de las relaciones habituales entre contenidos mentales como, por ejemplo, la separación del afecto de la cognición”.
La disociación muy probablemente constituye un elemento muy fundamental de la respuesta de congelación y las personas que refieren síntomas de shock y acorchamiento emocional después de un evento traumático y exhiben síntomas de disociación, están en ese momento en plena repuesta de congelación. De hecho, muchos de los síntomas postraumáticos que ocurren con frecuencia durante años
después del trauma irresuelto son característicos de la disociación o de la recurrencia de los síntomas de congelación.
El punto más importante en este contexto es que el ser humano parece recobrarse de este estado de shock sin ninguna de las actividades muscular y física observadas en los animales cuando se recuperan del acto de la congelación después de una amenaza. Rara vez ve uno víctimas de un acontecimiento traumático agudo caerse al suelo, temblar, sacudirse o sudar recuperándose a continuación con una respiración profunda y lenta. Uno está tentado a considerar esta respuesta como una adaptación positiva a la conducta animal básica como resultado del neocortex frontal en desarrollo que nos permite pensar, resolver problemas y planificar sin tener que estar sometidos a la tiranía del instinto más primario. Sin embargo existe una real preocupación de que en la especie humana esta aparente falta de descarga de la energía autónoma después de haber ocurrido una congelación, pueda no ser de hecho un mecanismo adaptativo funcional. En vez de ello, podría representar una peligrosa supresión de la conducta instintiva, resultando en una agravación de la experiencia traumática en la memoria inconsciente y en los sistemas de excitación y alerta del cerebro.

El proceso de culturalización de la especie humana ha resultado en un patrón creciente de vida urbana en un hábitat o confinamiento cerrado que de manera intrínseca puede inhibir la capacidad instintual de huida o de defensa de uno mismo bajo amenaza. Esto, a su vez, puede instaurar un estado de indefensión, predisponiendo una respuesta de congelación en los humanos cuando se encuentran bajo amenaza. Este mismo estado de inmensa proximidad e interdependencia cultural puede también actuar inhibiendo la descarga natural de energía autonómica de congelación en estos casos.

Una repuesta a este dilema puede residir en la observación de la conducta animal. Levine describe una conversación que tuvo con cazadores africanos. Cuando son capturados, los animales entran habitualmente en una repuesta de congelación o inmovilidad. Después de su suelta, éstos atraviesan por un repertorio de conductas típica de la descarga de congelación descrita anteriormente. Si no pasan por el periodo de sacudida y temblor, generalmente mueren después de ser soltados de
nuevo al medio salvaje. Este hecho puede llevarle a uno a especular que la retención de la tremenda energía autónoma de la respuesta de lucha / huida / congelación en el cuerpo y en el Sistema Nervioso Central de estos animales les reduce su capacidad para adaptarse a las amenazas y demandas de una existencia en un ambiente salvaje.

Normalmente, la conducta autoprotectiva en los animales es posible que sea inhibida por una conducta análoga a un estado de disociación intermitente en humanos. De hecho, existe evidencia de que la descarga de congelación puede ser inhibida en los animales mantenidos en cautividad crónicamente como es el caso de animales domesticados o de laboratorio o animales que residen en zoos o circos. De hecho,
estudios antiguos sobre la respuesta de estrés en animales de laboratorio estaban limitados por la excitación intrínseca asociado con el manejo de los mismos que llevaba una respuesta de congelación y a una consecutiva o subsecuente “neurosis experimental”.

Los modelos teóricos de kindling (1) como un posible acontecimiento neurofisiológico en el desarrollo de síntomas de estrés postraumático se presentan mas adelante. La circuitería autoperpetuada incluida en el kinding es asombrosamente compatible con la ausencia de descarga de las secuencias sensoriomotores defensivas de la conducta que precede a la respuesta de congelación o inmovilidad: La retención en la memoria procedimental de esta experiencia puede servir como un elemento interno recurrente de patrones de excitación continuos alternando con embotamiento y disociación, constituyendo la naturaleza fundamentalmente bipolar y autoperpetuativa del trastorno  de estrés postraumático hasta que este acto de huida o autodefensa ha sido
completado. El “cerebro de supervivencia” por tanto puede continuar percibiendo que la amenaza continua existiendo siendo incapaz de relegarla a la memoria como una experiencia pasada.

Conclusiones.-
La teoría que sostiene que la traumatización humana tiene sus raíces en la inhibición de la descarga de congelación después de haber sobrevivido a una amenaza de muerte tiene importantes implicaciones para el tratamiento de los trastornos físicos y emocionales en víctimas de trauma. Los acontecimientos neurofisiológicos y neurohormonales incluidos en la respuesta de lucha/huida/congelación tienen profundos efectos sobre todos los órganos y sistemas del cuerpo. Creo, en esa medida, que los efectos de la respuesta de congelación irresuelta sobre el cuerpo y el
cerebro tienen importantes implicaciones sobre la concepción y el tratamiento de la enfermedad humana en general.

La descarga de congelación truncada o abortada parece ser el acontecimiento fisiológico que inicia los cambios en el sistema nervioso central que llevan al trastorno de estrés postraumático. Muchas de estas enfermedades crónicas entre las que se encuentran las más comunes y ante las que la Medicina alopática se ha mostrado más inefectiva al tratarlas, puede muy bien tener sus raíces en los insidiosos efectos sistémicos a los que da lugar la traumatización. De hecho, creo que la queja más común en la actual practica médica es decir, aquella del dolor crónico persistente e inexplicable, tiene sus raíces en los cambios persistentes en la circuitería cerebral asociada con una traumatización irresuelta por un lado, por otro por la tendencia continuada a disociar que acontece y se desarrolla frente al estrés o la amenaza.
Como habíamos comentado, el patrón de movimiento defensivo en el momento del evento traumático queda almacenado en la memoria procedimental con fines adaptativos ante amenazas futuras relacionadas e incorporadas con todo detalle en un patrón postural neuromuscular que a su vez se programa dentro del ciclo del trauma.
Por el mismo principio, la entrada al tálamo de impulsos somestésicos y nociceptivos asociados con la misma amenaza, se almacenan en la memoria procedimental condicionada, llevando a la perpetuación de la experiencia de dolor como un instrumento de supervivencia disfuncional.

Como habíamos señalado anteriormente la mayor parte de mi experiencia relacionada con el trauma humano se encuentra en relación con accidentes de tráfico, siendo el diagnóstico mas común en estos paciente el de síndrome de latigazo cervical. La belleza de usar este síndrome como modelo para el trauma es el hecho de que los pacientes que han experimentado esta lesión presentan de rutina un sorprendente conjunto de síntomas similares, muchos de los cuales desafían una explicación médica. Como se puede ver, todos estos síntomas variados y multisistémicos son explicables cuando son vistos e interpretados desde el modelo de una descarga de congelación abortada y de sus implicaciones neurofisiológicas y conductuales, en ausencia de una lesión física tangible. El latigazo cervical y su complejo sintomático
asociado representan una muestra única de las consecuencias somáticas de la traumatización vistas como una función de una descarga de congelación truncada o abortada.

(1) ¿Qué es el kindling?.-

Kindling puede ser traducido como encendido o más bien como sensibilización o sea lo contrario de la habituación. Se trata de una hallazgo de Goddard que buscaba un modelo animal de epilepsia para el laboratorio, trabajando con ratas y varias especies animales descubrió que las repetidas señales eléctricas subconvulsivas podian operar a medio y largo plazo de forma acumulativa y disparar una convulsión. Una vez establecida este nuevo umbral ya no era necesario seguir estimulando al animal que quedaba asi convertido en epiléptico, es decir tenia convulsiones en ausencia de los estimulos.

El kindling puede establecerse mediantes descargas subconvulsivas eléctricas pero tambien con sustancias quimicas (picrotoxina, lidocaina, etc) y tambien – y de ahi su interés en la patologia humana- mediante experiencias ansiógenas o eventos estresantes. Un evento estresante cualquiera (en una personalidad vulnerable) puede encender el mecanismo que después irá incrementándose en la evolución del individuo y más tarde independizándose del sistema haciendose automático (caótico en cuanto a desordenado pero previsible). El kindling se estableció como un modelo explicativo de muchas enfermedades mentales sobre todo para el trastorno de pánico, la dependencia al alcohol, y la cocaina, asi como un modelo perfecto para estudiar las oscilaciones del humor del trastorno bipolar y tambien los trastornos de personalidad interictales de la epilepsia, o la adicción al alcohol.

(2)¿Qué es el freezing?.-

Cuando la huida o la lucha ya no son físicamente posibles, y el animal que va a ser cazado está en un estado de indefensión, con frecuencia entra en un estado de congelación o inmovilidad que representa un reflejo totalmente instintivo e inconsciente. Esta conducta es común en la mayoría de las especies incluidos reptiles, pájaros y mamíferos. Dado que este tipo de reflejos se han desarrollado como un medio de perpetuación de la especie, la respuesta de congelación es claramente de importancia crítica para la supervivencia.
En un sorprendente número de casos, el ataque del predador puede ser instigado por la simple presencia de la pieza a cazar más que por el hambre, en cuyo caso la respuesta de congelación de la presa puede abortar el ataque instintivo del predador con el resultado de la supervivencia de la misma.

Bibliografía.-

(1) Scaer R.C. “The body bears the burden. Trauma, dissociation and disease. The
Haworth Medical Press. New York. London. Oxford. 2001.

Scaer_The_body_bears_the_burden  Post extraido de este pdf con traducción de Francisco Orengo.



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