Aquellos de ustedes que leyeron el anterior post ya estarán al tanto de la idea de que existe en las mujeres (y tambien en los hombres aunque en menor medida) una doble subjetividad. Por una parte la mujer es sobre todo una madre, con unos órganos y un sistema hormonal, emocional e inmunitario destinados a la maternidad, es decir a albergar en su seno a una vida ajena. Este solapamiento de madre y feto en un solo cuerpo tiene también correlatos psicológicos que se mantendrán durante toda la vida, hasta tal punto que podriamos dividir a las mujeres en dos grupos, las que han sido y las que no han sido nunca madres, pero incluso estas han tenido -a su vez una madre- por tanto no pueden escapar de su influjo arquetípico. No cabe duda de que llegar a ser madre completa el ciclo biológico y psicológico de la mujer hasta la plenitud.
Pero ser madre no es por sí mismo un bálsamo de Fierabrás porque hay razones perversas para serlo, una de estas razones es por ejemplo la motivación de retener a una pareja concreta y sustituirla más tarde en su preferencia por el hijo. El caso es que ésta doble subjetividad es hoy mucho más perceptible debido a un hecho fundamental: las mujeres deciden hoy cuando y con quién van a ser madres y esta libertad de elección -que es un subproducto de la tecnología contraceptiva y reproductiva- ha instalado en el imaginario de nuestros conciudadanos algunos fantasmas que de alguna manera modifican los antiguos que circularan por nuestra mente, cuando la maternidad no era electiva sino algo continuo con la actividad sexual. Hubo un tiempo en que sexo y reproducción eran la misma cosa y si se disociaron ambas actividades fue a causa de la introducción de la pildora anticonceptiva, alla por los años 60 del pasado siglo.
La introducción de esta tecnología tiene luces y sombras y no cabe duda de que la liberación de la mujer, su acceso al mercado del trabajo fuera de casa y sobre todo su introducción en el devenir histórico puso las bases de la igualdad al tiempo que preparó el campo para la emergencia de otras desigualdades.
Pues habia dos monstruos esperando en la orilla: uno de ellos es el mercado de la belleza (cosmética) y otro el de la alimentación. No pueden abordarse las patologias alimentarias o las patologias de la personalidad en las mujeres sin recordar que:
1.- Las mujeres tienen hoy multitud de contactos sexuales antes de tener el primer hijo.
2.-Que cada dia más se retrasa la edad de incorporación a la maternidad y que existe un claro déficit en el indice de reemplazo generacional. El retraso de la edad reproductiva genera -a su vez- disfunciones tanto en los hombres como en las mujeres aumentando los indices de esterilidad en ambos sexos.
3.-Que la maternidad choca hoy con muchos inconvenientes para la madre. En este sentido es posible afirmar que nunca como hoy estas dos subjetividades femeninas se han llevado tan mal. Pareciere como que integrar femineidad con maternidad tenga hoy mas dificultades que nunca.
4.-Paralelamente, existen pocas oportunidades para encontrar una pareja masculina con un compromiso a largo plazo. Una de las razones que explican este fenómeno es que el sexo barato (sin compromisos) o fugaz desanima a los hombres en cuanto a establecer relaciones más a largo plazo. Y si se encuentra pareja la probabilidad de que se rompa precozmente es muy alta. Se trata de la precariedad.
En resumen, hoy ser madre es un engorro no solo para el cuerpo de la mujer, sino para su trabajo, proyecto de vida y su belleza o bienestar fisico, no es de extrañar pues que existan tan pocos niños en nuestro pais, uno con los indices más bajos de natalidad en Europa. Si a ello unimos los pocos incentivos que el Estado destina al apoyo de estas maternidades tenemos servida la explicación de este déficit demográfico.
Por su parte los hombres en general no aspiran a ser padres y se mueven más por el principio del placer, por la búsqueda de sexo. En este sentido hay una asimetría motivacional casi completa, una mujer necesita llegar a ser madre para “completarse” y a veces lo logra renunciando a parte de su proyecto o incluso de sus gustos, pero este deseo no es simétrico en el hombre aunque es frecuente que los hombres accedan a la paternidad no de motu propio sino a consecuencia del deseo de su pareja. Es un toma y daca frecuente en las parejas más funcionales, al fin y al cabo la mujer tambien accede a complacer a su pareja simplemente por el hecho de complacerle.
De manera que no hay simetría en el deseo de hombres y mujeres, somos muy diferentes en cuanto a los itinerarios del deseo y al margen de que la mujer haya tomado la masculinidad como referencia para su liberación, al fin y al cabo no habia otro modelo. Es por eso que para muchas mujeres libertad es hacer como hacen los hombres, sexo ocasional, dinero, poder, rivalidad y brillo profesional, valores masculinos que por cierto no alcanzan a todos los hombres en igualdad de oportunidades. Cuando las mujeres reivindican todas estas cosas no caen en la cuenta de que están reivindicando ser hombres y renunciando a su más preciado tesoro: su femineidad que es el bien por el que los hombres buscan poder y brillo. Y una mujer comienza a ser femenina ( y dejar de ser histérica) cuando renuncia a ser un hombre.
Cuando los políticos hablan de feminizar la politica en el fondo están diciendo lo contrario: favorecer que las mujeres lleguen a ocupar los mismos puestos de liderazgo que los hombres es masculinizar a las mujeres, pues ni la politica ni la empresa se feminizan tan solo poniendo más mujeres y peor si es con cuotas que llevan al esperpento la igualdad.
No hay simetría en una pareja pero si hay simetría entre la madre y su hijo, no es de extrañar que el embarazao llene de completud a muchas mujeres y que sea una de las épocas más jubilosas de la vida de una mujer, mientras anduvieron embarazadas.
Ahora bien las condiciones ideales en que escribí el párrafo anterior son eso, ideales. ¿Qué sucede en la realidad subjetiva de las personas concretas?
El arquetipo materno contiene un tabú universal, la madre es un intocable cercano a lo sagrado y por eso, la maternidad es también un hecho que se supone arcangélico, algo más allá de lo humano. Pero la verdad es que también sabemos todos que las madres no solo aman a sus hijos sino que también les rechazan y muchas veces les odian. En casos extremos -como Medea- les asesinan.
Pensar otra cosa sería inhumano, ¿pues qué razones deberían tener las madres para amar y solo amar a sus hijos? ¿Por qué una mujer deberia acceder a una maternidad ideal sin tener en cuenta sus intereses?. Intereses que muchas veces se hallan lejanos con respecto a los del hijo.
Ser madre para una mujer es una complicación psicológica pues ser madre es ser como su madre. ¿Qué opinión tiene usted de su madre? ¿Tiene alguna razón para no querer parecerse a ella?
Cuando una mujer tiene un hijo ha de enfrentar precisamente este tabú, el de la veneración forzada, el tabú de la virgen-madonna. Un tabú que el hombre no enfrenta desde su propio cuerpo como la mujer sino desde fuera de él mismo. El hombre no lleva a una “madre mala” en su interior y si la lleva no le compromete corporalmente y siempre puede proyectarla afuera en ese desplazamiento que Welldon ha llamado el complejo de virgen-puta, pero la maternidad activa y gatilla en la mujer los afectos, emociones y recuerdos que tuvo en su relación con su madre, la obliga a revivirlos y desde su interior, es como una retraumatización.
El hombre suele escindir a las mujeres en estas dos partes, la virgen que es inaccesible y es venerada y la puta que es denigrada y usada como un bien de consumo. Pero la mujer puede hacer algo parecido, si bien es para ella imposible disociar su cuerpo de su maternidad, su madre, de su bebé.
Esta es la razón por la que la maternidad es la fuente de estragos psicológicos más importante que conocemos en psicologia humana, pues no existe un terror primordial más intenso en un bebé que el temor a ser abandonado, dañado, mutilado, o absorbido (devorado) por la madre. Un terror que simétricamente es vivido tambien por la madre con respecto a su hijo si esas fueron las condiciones en que se crió.
Los daños de las madres hacia sus hijos proceden del uso transgeneracional de la proyección, la idealización, o la negación, lo que la madre disoció o ignoró de sus propios padres lo proyectará en la siguiente generación. Es posible afirmar que el uso de de los distintos mecanismos de defensa están relacionados con el deseo de no-saber, de seguir ignorando lo que el cuerpo ya sabe pues aquello que no se integró vive disociado en el cuerpo. Y es a través de la proyección que podemos librarnos de los efectos perjudiciales de lo escindido. El uso de la proyección frente a los hijos protege a las madres del sufrimiento, de la enfermedad e incluso de la muerte.
Pero enferma a los hijos.
Vale la pena ver este video donde una mujer aquejada de un probable trastorno limite de la personalidad (TLP) nos cuenta sus experiencias y su liberación (parcial) a través de la comprensión de la relación con su madre. Vale la pena ver el video completo porque en el próximo post pretendo profundizar más sobre la causalidad del TLP.
Todo puede reducirse a un ataque a la madre, a la madre embarazada, claro. A la diana madre-hijo.