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¿Abuso sexual o incesto?

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Debe ser por mi formación psicoanalítica que prefiero hablar de incesto en lugar de abuso sexual. El abuso sexual es una figura jurídica que no discrimina si su victima es un niño o un adulto (lo mismo sucede con la palabra violación), mientras que la palabra incesto se refiere sobre todo al intercambio sexual entre parientes (sean biológicos o adoptivos). Más abajo veremos que además existe una versión extendida del termino “incesto” que conocemos con el nombre de “relaciones incestuosas”.

Toda figura jurídica trata de proteger un derecho o un valor, en este caso la libertad sexual: el término abuso sexual lo que sanciona es el derecho de alguien para decidir con quién se relaciona sexualmente, mientras que el término incesto no presupone libertad sexual en un menor sino que protege a la infancia de los contactos forzados o más o menos tolerados que se dan entre miembros de distintos lugares de la barrera generacional, usualmente entre padres e hijos, pero tambien entre abuelos/nietos, tios/sobrinos o entre hermanos de distinta edad.

Asi, mientras el término “abuso sexual” es un termino jurídico que se enfrenta con la contradicción de que en algún lugar hay que poner la edad de corte para declarar que una relación es o no consentida “libremente”, un lugar frecuentemente aleatorio según paises. El incesto, sin embargo es un término psicológico que no se plantea en ningún caso esta circunstancia y se limita a etiquetar como incestuosa cualquier relación que tienda a pervertir esta barrera generacional, siendo la más frecuente la que afecta a padastros e hijastras, tal y como ya comenté en este post.

¿Que es un tabú?

Un tabú es una prohibición -que incluye en sus claúsulas una prescripción- y que se acata en nombre de la especie, en nombre -en este caso- de la convivencia entre humanos, aunque contiene entre sus clausulas un precepto socioteológico, como sucede con la palabra “maldad”. El tabú es algo que va más allá de la prohibición jurídica, es decir algo que va mas allá del código penal. Si acatamos el tabú del incesto no es por miedo a su castigo penal sino por un horror primordial, que es una prohibición que nos atañe como humanos, que nos atañe colectivamente, socialmente, el tabú es algo que acatamos en nombre de lo sagrado, de lo numénico. De lo incognoscible.

No hay civilización sin tabués.

Y una condición del tabú es que protege algo que es, en sí, atractivo, de no ser asi el tabú no sería tabú y se encontraria protegido por las mismas leyes aversivas que hacen que el hombre no coma alimentos ponzoñosos o que un perro no beba alcohol. Y que sin embargo no desdice la hipótesis de la aversión en su cumplimiento.

Se trata de de algo que instituye en sí mismo la cultura, el intercambio, algo que de acatarse minimiza el impacto de la rivalidad sexual entre las generaciones: una familia es algo más que un vínculo de parentesco es sobre todo, un sistema donde las generaciones no se reproducen simultáneamente. Existe -debe existir- una barrera generacional que separe a aquellos que se están reproduciendo y cargan con la responsabilidad de la crianza de aquellos que aun no están en edad de hacerlo y que deben delegar poder en sus mayores, lo que conlleva muchas ventajas para estos últimos: será la ultima oportunidad que tienen para ser alguien especial, para gozar de ese “favoritismo” que todos los hijos disfrutan de sus padres y que ya nunca más volverán a disfrutar. No existe institución más antidemocrática que la familia, yo quiero a mis hijos más que a los suyos y a la hora de favorecerles les preferiré a cualquier otro, de eso no cabe ninguna duda. Eso se llama nepotismo y es la base de la familia, es decir del tabú del incesto en el sentido de que debo renunciar precisamente a las mujeres que más he amado: mi madre y mi hija para ser hijo y padre.

¿Qué se pervierte con la consumación del incesto?

Todo esto se pervierte con el incesto, no solamente este aspecto de limitación entre generaciones sino también la reactivación de las rivalidades sexuales y de la confusión de roles, algo que erosiona la confianza y la predicción de que las cosas “irán bien” a pesar de todo. Si cohabito con una hija mia, estoy igualándola o aun prefiriéndola a su madre lo que operará como un reactivador de rivalidades sexuales y de celos entre ambas, dejarán de ser madre e hija y se convertirán en hembras que compiten entre si por los bienes que aporta el macho, ambas regresarán a los temores primigenios de la caverna. Si yo cohabito con mi madre estoy compitiendo con mi padre directamente y exponiéndome a su venganza: el filicidio es la consecuencia directa de esta conducta y por eso el tabú del filicidio-parricidio es una consecuencia del tabú del incesto.

Los niños o niñas que han sido sometidos al incesto sufren a largo plazo las consecuencias de este antecednte siguiendo las constelaciones del espectro traumático, casi cualquier patologia psiquiátrica es posible desarrollar e incluso ninguna tal y como conté en mi post anterior. Aunque probablemente el desarrollo más probable en un niña superviviente del incesto sea la prostitución.

Y no es de extrañar puesto que todos nosotros llevamos de serie un cajoncito donde vamos acumulando y amontonando todos los bienes que hemos recibido en forma de protección, cuidado, alimentación, reconocimiento, confort, tranquilización, ternura, etc y en otro de esos cajoncitos habitan las excitaciones sexuales, y las emociones negativas como rabia, verguenza, miedo y culpa. Ambos cajoncitos han de permanecer aislados el uno del otro pero si los objetos que deben proporcionar cuidado y protección son los mismos que se meten en la cama con nosotros y nos procuran excitación y placer sexual entonces terminamos por conformar un módulo cerebral confuso y enmarañado, un Superyó  con una cartografía peculiar donde el Ideal del Yo, el Yo ideal y el Superyó punitivo aparecen mezclados. Y entonces solo queda una manera de aislar unos contenidos de otros: la disociación.

grafico

Enmarañamiento emocional secundario a las patologías del Superyó

La excelencia disociativa de las prostitutas es bien conocida y ha sido estudiada por Estella Welldon: disocian amor y sexo,al tiempo que con su actividad mercantil denigran a su género, se vengan de los hombres y de su madre, al tiempo que perciben ganancias con su actividad y su conducta supone un grito de triunfo edípico. Tres en uno, siempre y cuando sean capaces de separar su vida privada de su vida “laboral” cosa que las más experimentadas entre ellas consiguen, si bien algunas fracasan al”enamorarse” de algún cliente y pasar a ser su víctima como fueron en su infancia de su perpetrador.

Los bordes del incesto.-

Otra de las ventajas del uso de la palabra “incesto” en lugar de “abuso sexual” es que podemos extenderla a la comprensión de otras circunstancias donde el trato sexual no está del todo establecido pero si una atmósfera incestuosa o erótica que está relacionada con los roles de cada cual, estoy pensando en este momento en las relaciones de profesor-alumno o entre las de terapeuta y paciente. Aqui en este post hablé precisamente de esta cuestión: las relaciones incestuosas no se dan tan solo cuando se han establecido relaciones fisicas reales con un adulto sino tambien cuando ocupamos lugares simbólicos que no nos pertenecen por edad, es decir cuando somos parentizados. Del mismo modo el tabú del incesto implica también a las relaciones que combinan intimidad y poder y convocan a la transferencia, es decir a los afectos infantiles.

Pues ser hijo, padre o madre no son tanto personas sino topos, es decir lugares o posiciones. De lo que se trata en relación con la salud mental de los individuos es que cada uno ocupe su lugar, tal y como conté en este post que titulé “El semicirculo de Ulises”.

Las consecuencias de haber sido victimas de incesto son multiples y diversas, naturalmente no es lo mismo haber sufrido un episodio aislado que un incesto continuado. Tampoco es lo mismo haber sufrido violencia o intimidación que sólo haber sido seducido a través de palabras o regalos.

Ser víctima de un incesto contiene no pocos beneficios secundarios para las víctimas que pasan a si a ocupar el lugar que le pertenece a su madre en la cama de su padre o padrastro. No sólo pueden equilibrar un hogar en crisis debido a enfermedad, depresión o incompetencia materna sino que se ven en una posición de poder con respecto a toda su familia. Con todo parece que el silencio forzado (el mantenimiento del secreto) es una de las variables que mejor predicen el resultado final en forma de trastorno de personalidad o cualquier otra variante del espectro traumático. Pero peor pronóstico tiene cuando la niña buscó ayuda en la madre y no la encontró.

El secreto muchas veces se mantiene durante años y son solo algunas las pacientes que en entornos terapéuticos se atreven a contarlo. La razón de esta lealtad hay que ir  buscarla en sus orígenes. Una muchacha puede considerar que está traicionando a su perpetrador si cuenta lo que le sucedió a un extraño, aun siendo un médico. Y es entonces cuando la caja de Pandora se abre y emergen todos los contenidos que se amontonaron durante años: la impotencia, la culpa, la vergüenza y la sensación de deslealtad.

En ocasiones la hija está inconscientemente en connivencia con el incesto, no solo por las demandas de su padre sino también porque responde a la incapacidad de la madre para hacer frente a la situación.

En este sentido -continua Estella Weldon- el incesto influye en los diferentes miembros d ella familia:

1.- Una descarga de las tensiones entre marido y mujer.

2.- La satisfacción sexual cuando es fácil de obtener y seducir al objeto parcial (la niña) siempre de forma secreta.

3.-El secretismo, que es clave para comprender el incesto ya que incluye un reconocimiento y situación familiar de la niña en concreto.

4.-Una descarga de intensa hostilidad: la venganza hacia la mujer en ella persona de su hija que es el chivo expiatorio del perpetrador.

5.-En restablecimiento de algún tipo de dinámica familiar o equilibrio y que incluye la negación o ignorancia por parte de la madre.

6.- La revelación del secreto cuando el incesto deja de ser necesario para la dinámica de la familia.

En conclusión: el concepto de incesto es mucho más explicativo que el constructo “abuso sexual” que es un término jurídico pero que no es capaz de apresar las sutilidades de una crianza presidida por la seducción o la sexualización precoz , muchas veces también combinada con abusos físicos o psicológicos. El incesto apresa mucho mejor la idea de transgresión de los limites generacionales, el papel de la familia en el mantenimiento del secreto y la inclusión de la violencia como una forma particular de incesto.



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