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Valjean y Javert

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Los Miserables es una novela de Victor Hugo que leímos obligatoriamente en el Bachiller y que más adelante se convirtió en un musical y en una película. Un musical que he visto dos veces y una película que he visto también dos veces, precisamente porque el género de los musicales siempre me ha interesado.

El caso es que recientemente ha vuelto a ser emitida por la Sexta y después de verla por tercera vez caí en la cuenta de que Javert y Valjean tienen mucho en común. Precisamente andaba pergeñando un post para explicar uno de esos ejes de los que hablé en mi post anterior (el  binario melancolía-paranoia) cuando echaron la película. Es por esa razón que he decidido dedicar a esos dos personajes de Victor Hugo este post. Pues Valjean y Javert son las dos caras de un mismo personaje.

Valjean es un melancólico que vive afligido por su pasado, por una pequeña falta que cometió en su juventud mientras que Javert es un perseguidor obsesionado con capturar a Valjean que había huido mientras estaba en libertad condicional. La persecución  implacable de Javert a Valjean es el leit-motiv de la obra y lo es mientras en Francia suceden muchas cosas que parecen no interferir en absoluto con la intencionalidad del uno de redimirse (en el caso de Valjean) o de darle caza en el caso de Javert.

Lo que destaca del personaje de Valjean es una búsqueda culpable de redención, algo que sucede cuando después de haber robado al obispo que le dio cobijo y protección mientras era un fugitivo es perdonado por él y es además premiado con el mismo candelabro de plata que había robado. Podríamos decir que Valjean es redimido socialmente por ese gesto del obispo y puede así rehacer su vida, pero su redención moral tardaría algún tiempo en suceder. EL dolor moral y la culpa son sus síntomas perpetuos.

Valjean es un melancólico porque se siente en deuda, primero con el obispo que le perdonó pero también con Fantine que es una mujer que trabajaba en una de sus fábricas y es despedida (sin que el lo supiera) y arrojada a la calle y abocada a la prostitución y a la degradación física. Esas dos faltas le perseguirán de forma insistente hasta el punto que se pregunta ¿Quien soy yo?, varias veces a lo largo de la obra. Para deshacer su deuda con Fantine decide hacerse cargo de su hija Cosette que es explotada por un tabernero sin escrúpulos y su esposa. Dedicará su vida a reparar en Cosette el daño (involuntario) que infringió en su madre Fantine. Deuda y culpa tienen en alemán la misma raíz y ya aqui hablé de ese concepto Nietzschiano de culpa= deuda. Es por eso que el deudor necesita un castigo pues sin castigo no hay reparación si bien es cierto -que como buen melancólico- Valjean no merece un tribunal tan riguroso o severo como él mismo se infringe.

Dicho de otro modo Valjean es un héroe shakesperiano que se debate entre la condena (si se entrega a la justicia) o a la maldición si sigue huyendo.

Javert por su parte es un policía cuya extracción humilde es muy similar a la de Valjean solo que se siente en cierto modo superior a él en tanto que representante del Estado, de la Ley y de Dios se siente legitimado a perseguirle de por vida no importa que obstáculos tenga que superar. Lo que destaca de Javert es su rigor, implacable en esa persecución.

Muchas veces pensamos que un paranoico es un perseguido pero pocas veces pensamos en ellos como perseguidores. Javert es precisamente el ejemplo literario más palpable de esta inversión paranoica. A pesar de que Valjean le perdona la vida en dos ocasiones nada parece hacerle dudar de su misión pues como todo paranoico le ciega la certeza, lo que distingue a un paranoico es su trato con la verdad. Javert tiene toda la razón y es por eso que él es bueno y el otro totalmente malo y es además incapaz de toda compasión al considerarse vehiculo de una Justicia divina que está más allá de él mismo. Es precisamente porque no puede soportar sentirse en duda con Valjean que es a fin de cuentas un ladrón que al final se suicida.

Melancolía y paranoia.-

Melancolía y paranoia pueden ser vistas como entidades separadas (discontinuas) o como entidades continuas según sostengamos la teoría de la continuidad o de la discontinuidad. Lo cierto es que la melancolía tiene delirios propios (como la autoacusación, de ruina, indignidad, el delirio de culpa y otros) pero también es posible hallar en algunos melancólicos delirios propiamente paranoides como las celotipias o envenenamiento, querulantes o de plagio. Así hay melancolías con tinte kraepeliniano y melancolías con tinte kreschmeriano. ¿Es la melancolía la causa de la paranoia? ¿Que es antes, o son simultáneas? ¿Protege la melancolía del rigor paranoide o del crímen? ¿Sufre el melancólico el castigo que el paranoico llevará a cabo?

Hay tantos ejemplo en la clínica como para sostener cualquiera de las dos teorías explicitadas anteriormente. El lector puede visitar este post donde hablé del caso Wagner que fue seguido durante mucho tiempo por Robert Gaupp y puede aportar algunos datos a la pervivencia de ambos clusters (lo paranoico y lo melancólico) en una misma estructura clínica.

Lo que vemos en “Los miserables” es un subjetivación de ambas posiciones a través de dos personajes unidos por un mismo aunque opuesto deseo: el uno de capturar a aquel que tiene demasiadas misiones que cumplir antes de dejarse arrestar. El otro (Valjean) ha de cumplir primero con su tarea que no es otra sino dejar a su hija Cosette en manos de su reemplazo: Marius, un joven revolucionario pero burgués que podrá cuidarla en su ausencia.

Una vez muerto Javert, y culminada su tarea Valjean vuelve al lugar donde renació: a  la abadía donde aquel obispo le cambió la vida y a reunirse por postrera vez con Fantine -con las cuentas ajustadas-  mientras Francia parece revivir en un nuevo orden.


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