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Los oximoron de tu mente

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yinyan

He recibido algunos emails de lectores llamando la atención sobre un hecho en relación con mi post anterior. ¿No es su titulo “la felicidad de la tristeza” un oximoron?.

Claro que lo es.

Un oximoron es una figura retórica, una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una misma expresión. Es algo así como una contradicción lógica (in terminis) y se trata de una figura literaria muy buscada por los poetas. El asunto es que la contradicción procede de un hecho cerebral que nos viene con el lenguaje, nuestro mundo conceptual está regido por la dictadura de los opuestos, es por eso que nos resulta incomprensible que en la tristeza haya cierta felicidad, pero quien así piensa es porque no ha visto en su vida un enfermo melancólico profundo, de esos que deliran con contenidos de indignidad o de condenación. Esos enfermos que creen que son merecedores de un castigo ejemplar por haber llevado a cabo un “pecado”, una maldad (en el pasado) por la que merecen y buscan una redención personal en ese castigo y que usualmente se proporcionan a sí mismos. Obviamente estos enfermos exageran o inventan (deliran) ese supuesto pecado de juventud, pero lo que les hace diferentes a lo que entendemos como depresión simple en la actualidad es un secreto goce en la aplicación de un correctivo proporcional.

Quien no haya visto nunca (y la mayor parte de los profesionales no han visto nunca) a un melancólico profundo no puede comprender que sufrimiento y goce vayan de la mano en la clínica real que presentan los humanos y que la exageración, el orgullo vanidoso y un cierto placer grandioso de ser único (aun para lo más perverso) pueda coexistir con el dolor moral más profundo, la inacción más espantosa, la casi-muerte del deseo.

Y sucede porque las dos cosas pueden ir juntas. Se trata del oximoron de nuestra mente.

Supongamos estas dos definiciones:

1.- Los españoles somos  ricos.

2.- Los españoles somos pobres.

De esta dos definiciones -que no pueden ser ciertas a la vez- surge una síntesis: “los españoles no son (en su mayor parte) ni ricos ni pobres, lo que significa que pueden ser las dos cosas a la vez”. Pero si pueden ser las dos cosas a la vez es porque las premisas anteriores son falsas, pues la verdad es una nueva premisa que es capaz de dar cuenta de ambas proposiciones. Lo mismo sucede con la salud y la enfermedad o la locura y la cordura.

Lo usual es que podamos tener achaques más o menos compensados siguiendo sanos o sintiéndonos enfermos. Pues las dos cosas pueden darse a la vez. Podemos elegir -si estamos demasiado comprometidos con el pensamiento dual-categórico- en sentirnos enfermos incluso sin enfermedad o en sentirnos sanos enmedio de una enfermedad si somos capaces de escapar del influjo categórico como sucede en el pensamiento lateral..

El aufheben hegeliano.-

Cuando estamos sometido a los tironeos de la contradicción, contradicción que es la simiente del propio lenguaje en el sentido de que el lenguaje es categorico/dual y por tanto sometido a contradicciones, no tenemos mas remedio que echar mano de la dialéctica y es eso precisamente lo que hacemos.

La palabra aufheben [eliminar] tiene en el idioma (alemán) un doble sentido: significa tanto la idea de conservar, mantener, como, al mismo tiempo, la de hacer cesar, poner fin. El mismo verbo “conservar” ya incluye en sí el aspecto negativo, en cuanto se saca algo de su inmediación y por lo tanto de una existencia abierta a las acciones exteriores, a fin de mantenerlo. De este modo lo que se ha eliminado es a la vez algo conservado, que ha perdido sólo su inmediación, pero que no por esto se halla anulado.

Hegel reconstituyó -como todo el mundo sabe- las leyes de la dialéctica y le añadió el concepto que hoy mantenemos yendo más allá de la identificación entre diálogo y busqueda de la verdad que procede de la epoca clasica. Para Hegel la dialéctica es:

El acto mismo del conocimiento es la introducción de la contradicción. El principio del tercero excluido, algo o es A o no es A, ( en el caso que nos ocupa felicidad y tristeza serian opuestos y por tanto una excluiría a la otra) No- A es la proposición que quiere rechazar la contradicción y al hacerlo incurre precisamente en contradicción: A debe ser +A ó -A, con lo cual ya queda introducido el tercer término, A que no es ni + ni – y por lo mismo es +A y -A. Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra cosa. Esto significa la superación de la lógica formal y el establecimiento de la lógica dialéctica.

Todas las cosas son contradictorias en sí mismas (en el pensamiento dominante categórico-dual) y ello es profunda y plenamente esencial. La identidad es la determinación de lo simple inmediato y estático, mientras que la contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad, el principio de todo automovimiento y solamente aquello que encierra una contradicción se mueve.

La imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro, que es lo más importante, cómo lo uno se convierte en lo otro. (Tomado de la wikipedia).

Para Hegel dialéctica es el movimiento mediante el cual la vida se abre paso a través de las contradicciones: todo conocimiento contiene el germen de la contradicción, lo que se nos oculta son las transiciones , el cómo resolvemos esta tensión entre contrarios.

Hegel adelanta en su Lógica que este proceso de superación de los contrarios tiene tres tiempos, tres fases que están contenidas misteriosamente en el verbo aufhebenSuspender, conservar y elevar. Vamos a verlos más de cerca.

Necesitamos suspender (dejar de hacer o empeñarse en) aquello viejo, obsoleto que ya no nos sirve y sustituirlo por algo nuevo. Pero lo viejo no se destruye, se conserva de una u otra forma. La transición de lo nuevo a lo viejo se realiza para encontrar un nivel de definición nuevo que pueda abarcar lo que se suspendió y lo que se conservó (lo suspendido), algo así es el metabolismo alimentario: unas cosas se aprovechan, otras se guardan y otras se desechan.

Piense en este dilema muy frecuente en la vida de todos nosotros: una mudanza. Usted compra un piso nuevo porque puede permitírselo económicamente, porque su familia se ha ampliado o simplemente porque ha cambiado de ciudad. La mudanza, es una traslación emocional que puede contemplarse desde el punto de vista dialéctico. Lo viejo es abandonado o vendido (pero no destruido o aniquilado), lo viejo dejará huellas emocionales en su memoria y usted podrá conservarlo o no dependiendo de sus recuerdos. Pero usted se ha mudado para vivir mejor (u obligado por las circunstancias en caso de ser un menor), para mejorar aun sabiendo que quizá echará de menos a sus vecinos o los rincones de su antigua casa. Esta es la evaluación que solemos hacer cuando nos mudamos de domicilio, estamos felices porque ese cambio de vida nos eleva hacia un lugar supuestamente más feliz, cómodo o amplio que el anterior, pero no somos demasiado conscientes de ciertas operaciones que también hacemos en nuestro intus psicológico y sobre las que podemos aprender si contemplamos la interioridad de las depresiones por mudanza (descritas por Lange en 1934).

Lo que les sucede a estos pacientes es que se deprimen después de haberse mudado y quedan presos de una especie de perplejidad pues ellos mismos no comprenden su estado de ánimo, reconocen que han mejorado y sin embargo están deprimidos. Esta es una de esos tipos de depresión que no pueden ser explicados a través del duelo o fracaso entendido como pérdida sino de ganancia. En mi opinión se han dado explicaciones muy exóticas a este fenómeno que para mi tiene sólo una explicación: la dificultad del depresivo en desprenderse de lo viejo y su tendencia a conservar lo inservible.

Un desprenderse de lo viejo distinto a lo que sucede en el sindrome de Diógenes o en el TOC donde está dificultad parece más bien relacionada con objetos, aqui la dificultad parece que está relacionada con lo simbólico, el depresivo acapara basura, colecciona trastos inservibles en el sentido de que es incapaz de dejar de hacer algo que hizo durante mucho tiempo tal vez porque es incapaz de mudar de deseo. Se trata de un desprendimiento al que nosotros, los seres humanos comunes ni siquiera codificamos puesto que los tres tiempos de la dialectica en realidad transcurren en un mismo momento dialéctico.

Es bien sabido que los depresivos toleran muy mal la ambigüedad lo que es lo mismo que decir que carecen de resistencia frente a las contradicciones dialécticas, mostrándose por lo general incapaces de integrar el episodio anterior, es por eso que los ataques depresivos suelen ser recurrentes con o sin alternancia maníaca. El depresivo parece no haber aprendido nada de su crisis y es precisamente este hecho el que perpetua la oscilación tímica hasta el infinito.

Tal y como comenté en este post tanto la pena como la alegria se seleccionaron -evolutivamente hablando- porque funcionan como relés -conmutadores- de nuestro psiquismo señalando hacia tareas conclusas o recompensas a compartir. Decia alli que:

La euforia de la manía es una averia del hemisferio derecho que es el que trajina con la deshinbición, una actitud fundamentalmente adaptativa y que surgió para compartir, como un modo de comunicar al resto del grupo social la euforia por el hallazgo de comida, seguridad o haber alcanzado un determinado objetivo comunal. También para propiciar la promiscuidad sexual y fortalecer los vínculos sociales en el clan, dotando a los sujetos de una energia suplementaria y de una sensación de poder hacer cualquier cosa. Es lógico que una emoción asi fuera seleccionada positivamente.

La tristeza por su parte es tambien muy adaptativa (aunque no lo parezca), pues es necesaria como marcador emocional para reconocer las pérdidas y más importante aun: para no seguir invirtiendo recursos en proyectos destinados al fracaso. La tristeza o la pena es pues una emoción muy importante pues nos permite -cuando es adaptativa- despegarnos de la rutina, del pasado o de vínculos imposibles de recuperar. Es una emoción de hemisferio izquierdo y seguramente apareció más tardíamente en la evolución tal y como conté en este post.

El objetivo de la alegria es aumentar la sociabilidad y es por eso que la logorrea, la desinhibición, el hipererotismo, la disminución de la necesidad de dormir y la expansividad forman parte del cluster de síntomas de toda mania. El objetivo de la depresión es la retirada o escape social social (withdrawal) tal y como comenté aqui a propósito de la hipótesis del rango social de Price (1967) y es por eso que síntomas como inhibición psicomotora, anhedonia, abulia, quietud y desinterés forman parte del cluster de sintomas de la depresión, una conducta que viene a decir algo asi como “Yo ya no compito, dejadme en paz”.

Las tres partes o tiempos del proceso dialéctico son pues el mismo proceso y se encuentran gobernados por emociones arcaicas de escalada y desescalada seleccionadas por la evolución por su cualidad de señalamiento y reconocimiento de tareas que implican inversión de recursos y gasto. Es necesario reconocer que nuestros esfuerzos en una determinada tarea están destinados al fracaso para que dejemos de empeñarnos en esa tarea y la sustituyamos por otra nueva.

De manera que el proceso dialéctico a través del cual resolvemos problemas definiendo una tercera categoría abarcativa y de distinta escala que las anteriores en conflicto, es el proceso mediante el que resolvemos las contradicciones a la que nos condena nuestro pensamiento dual/categórico. Pero el problema no acaba aquí puesto que una vez instaurada la nueva categoría volverá a entrar en contradicción pronto o tarde con su contraria. A este proceso le llamamos vida.

Es por eso que el oximoron no me parece solamente una categoría literaria más o menos absurda sino una transgresión a las leyes del lenguaje que es utilizada por algunas mentes lucidas y sabias como herramientas de innovación intelectual como sucede con los koan zen.

Bibliografia.-

G.W.F. Hegel, La ciencia de la lógica.

H. Tellenbach: “Melancolía: vision histórica del problema, endogeneidad, tipologia, patogenia y clinica”. Morata. 1975


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