El cuerpo es ubicuo
Hildegarda de Bingen
No cabe duda de que el problema mente-cuerpo es una de las patatas calientes de la neurociencia y que todavía no se ha aclarado. En mi opinión la causa de este misterio es que mientras el cuerpo (la materia corporal) ha cambiado poco o nada en toda nuestra evolución, la mente y la mentalidad ha cambiado y sigue cambiando en función del “espíritu de cada época”. Dicho de otra manera: la mente cambia más rápidamente que el cuerpo que apenas lo hace.
Mi área de conocimiento preferida en clínica siempre han sido los trastornos alimentarios (como ya cualquier lector de mi blog sabe). Y ocuparse de los problemas alimentarios supone plantearse alguna vez el tema del cuerpo y la corporalidad. En este sentido la corporalidad seria el cuerpo sentido, el cuerpo representado por la mente, mientras que el cuerpo propiamente dicho no es una representación sino un hecho factual. Es eso que tenemos y que somos, para bien y para mal.
Dicho se otra manera cuando hablo de cuerpo no me refiero al cuerpo de los radiólogos o los forenses, sino al cuerpo-en-el-mundo como decía Merleau-Ponty.
En este post me propongo recorrer los cuatro estadíos (cuatro que podrían y podrán ser más en el futuro) que configurarán cuatro grandes épocas históricas a grandes trazos con repercusión en nuestra idea del cuerpo, se trata de un ejemplo de como nuestra época delimita y encuadra nuestra percepción, algo así como si “el espíritu de cada época” definiera un marco a través del cual nos observamos no solo en cuanto a la forma sino también a la funciones corporales, veremos también como esta definición que hace la época con nuestra corporalidad implica también a nuestra mentalidad a la vez que arrastra nuestro concepto de cuerpo a lo infrahumano.
En definitiva no es lo mismo el cuerpo para un griego de Atenas que para un músico pop actual.
El Cuerpo I, el cuerpo como forma.-
Corresponde a la época clásica, una época donde existía una identificación perfecta entre cuerpo y mente. Es la época del cuerpo idealizado, de la belleza, ideal en el sentido de inalcanzable y también de la búsqueda por parte de los médicos de las razones internas de ese mismo cuerpo para la enfermedad: se trata del inicio del naturalismo médico y de la identificación hipocrática de enfermedades de órganos concretos a través de síntomas que pueden explorarse y objetivizarse. esa búsqueda de razones internas no dejó atrás al cerebro: la trepanación es una técnica bien documentada en la antigüedad.
A pesar de la evidencia de que las trepanaciones no eran nada sutiles, lo cierto es que casi a mitad de los pacientes sobrevivían a estas excavaciones craneales. Si bien casi nunca los médicos encontraban lo que andaban buscando, lo cierto es que la trepanación debió salvar a la vida a aquellos que presentaban síndromes traumáticos o hemorragias severas.
La distorsión del espejo, reflejando al doble.
El cuerpo humano es una chapuza debido al azar evolutivo lo cierto es que ciertas zonas del mismo son inaccesibles a nuestra mirada. Casi nadie ha podido ver su espalda, por ejemplo sino a través del espejo. Este invento cosmético en principio sirvió a nuestros antepasados para conocer mejor su anatomía. No es de extrañar de que antes del espejo no hubiera arte, al menos arte ideal como nos legaron los clásicos. Lo interesante de los espejos es que nos devuelven una imagen distorsionada, o mejor invertida, lo de la derecha aparece en la izquierda, sin embargo arriba sigue siendo arriba y abajo abajo. Otra curiosidad es que el espejo es una superficie que delimita un “horizonte de sucesos”, más allá del cual no podemos saber que hay. No podemos atravesarlo, ir más allá a no ser que seamos Alicia y podamos atravesar espejos, algo muy importante para entender que a veces lo que vemos en el espejo no es la realidad de nuestra forma sino una interpretación previa que hacemos de ella. Es importante recordar este fenómeno especular de inversión para más adelante.
El cuerpo II, el cuerpo como continente.-
El cristianismo introdujo una variante decisiva en nuestra visualización del mundo y de nuestro cuerpo. Introdujo la dualidad, al especular que el cuerpo era sólo un vehículo material, desechable y temporal de un principio elemental destinado a la inmortalidad. Le llamaron alma, un principio que insuflaba el Creador en cada ser humano cuya tárea a largo plazo no era otra sino cumplir con las prescripciones religiosas a fin de encontrar en la otra vida una vida eterna.
La idea es que después de la muerte acaecería la “resurrección de los muertos” donde seriamos juzgados por el creador quien según nuestra obras nos condenaría al infierno o nos invitaría a su presencia Eterna. Esta idea sobrenatural no es una invención del cristianismo y ya los griegos creían en la metempsicosis, algo muy parecido -con matices- a lo que en el budismo es la reencarnación. La creencia en una vida más completa y auténtica después de la muerte. La diferencia con el cristianismo es que aqui se castiga las malas acciones y se premia con el paraíso a las buenas. es decir no es sólo la creencia en un más allá sino que aparece la balanza de nuestras acciones a lo largo de la vida.
El objetivo entonces para cualquier cristiano es acumular la mayor cantidad de posible de actos virtuosos y evitar las tentaciones del cuerpo. Pues las tentaciones siempre vienen del cuerpo. Aparece la noción de pecado que es la forma en que la culpa toma posiciones en la mente del individuo. En este sentido la culpa siempre tiene un origen teológico.
El cuerpo deviene así algo pecaminoso destinado a la putrefacción y al olvido, lo importante es seguir la guía de vida que nos ofrecen los mediadores entre Dios y el hombre, los sacerdotes y seguir una vida si es posible de gracia y santidad.
En este sentido aparece una figura que siempre recuerdo en sucesivos post, me refiero a Santa Catalina de Siena, un santa anoréxica de la que hablé aquí. Obviamente si señalo a este personaje histórico es para hacer entender al lector que las razones por las que Catalina se convirtió en anoréxica distan mucho de ser las razones por las que las muchachas actuales enferman del mismo modo. Pero hay algo en común: la penitencia o el sacrificio de lo corporal.
El cuerpo III, el cuerpo cartesiano.-
Descartes nos legó una versión del cuerpo que ha tenido mucha repercusión en el progreso de la ciencia. Lo que inventó fue un cuerpo mecánico que puede descomponerse en piezas. Arrinconó el alma sin negarla pues de otro modo hubiera acabado en la hoguera y se mostró partidario de no mostrar atención al todo del organismo humano y de separar la res cogitans de la res extensa, inventando sin saberlo el reduccionismo.
Consiste en la idea de que para comprender como funciona algo, como la maquinaria de un reloj, lo mejor es descomponerlo en partes mas pequeñas a fin de estudiarlo mejor. Se pierde el contexto pero se gana en precisión en la comprensión de los mecanismos que animan las cosas. Descartes era un hombre de su tiempo y contemporáneo de Newton que revolucionó la física con sus observaciones y experimentos. Podemos afirmar que la ciencia tal y como la conocemos hoy es una desarrollo que comenzó con Descartes y que supuso un divorcio entre mente y cuerpo, un divorcio que aun no hemos sido capaces de reparar.
No cabe duda de que el reduccionismo ha dado grandes satisfacciones a la ciencia y a la medicina, no es así sin embargo en mi especialidad – la psiquiatría-, donde este reduccionismo no nos ha llevado más que a una decepción detrás de otra. El reduccionismo es en este sentido una herramienta y a la vez limite de un conocimiento trascendente y se sitúa en una concepción mecánica de la vida anímica. Para mi la compulsión y la repetición son los representantes mas característicos de esta manera de pensar el cuerpo, así existen masturbadores o comedores compulsivos, adictos a cualquier cosa -aun sin substancias- que basan su goce en la repetición, y sobre todo esa diabólica manía de equivocarse siempre en la misma dirección que observamos en personas que parece que no aprendan de su experiencia.
Es el mecanicismo de su concepción mental de un cuerpo al que representan como una maquinaria.
El cuerpo IV. El infracuerpo.-
Michael Jackson el negro que se veía blanco en el espejo
Es el cuerpo del humano actual y debe su aparición a eso que ha venido en llamarse postmodernidad de la que he hablado ya en numerosas ocasiones en este blog. No voy a volver a cansar a mis lectores con una descripción sobre la postmodernidad sino remitiéndoles a este estupendo post de Pablo Malo donde habla de sus orígenes y de los autores implicados en su difusión.
Lo que me interesa resaltar en este epígrafe con respecto al tema que nos ocupa son los cambios que nuestra mente ha registrado a través de esta inmersión en el espíritu de nuestro tiempo. ¿Cual es el cuerpo de los ciudadanos actuales?
El cuerpo que se quiera tener. Basta con desearlo para obtenerlo pues no hay ninguna verdad objetiva que defender sino el propio deseo. Esta explosión de maneras de ser puede el lector explorarlas en múltiples ámbitos como la identidad sexual y se caracteriza por una diseminación de imaginarios que tienen en común ser fugitivos de la norma. Una norma que ya no opera como algo que nos sujeta a la tierra con una plomada de realidad sino que es algo a retorcer, algo a subvertir, algo a diversificar,
La convicción de los ciudadanos actuales de que es posible ser o tener el cuerpo que quieran explica la explosión de trastornos alimentarios y otros relacionado como los trastornos de identidad o las formas de alimentación exóticas. Las psicologías positivistas y buenistas de alguna manera han contribuido a ello (“si quieres puedes”) junto con los avances de la cosmética y la cirugía estética, las dietas adelgazantes, el fitness (modelado del cuerpo) los gimnasios y el ejercicio compulsivo, así como los purgantes y ciertas drogas musculotrópicas.
De manera que es imposible que las anoréxicas de hoy se sometan a dieta hipocalórica por las mismas razones que Santa Catalina. Ella quería deshacerse del cuerpo y ser solo espíritu, nuestras anoréxicas ya no saben qué cosa es el espíritu. La secularización del mundo y la revolución cartesiana terminaron por hacer aparecer un hombre unidimensional donde el cuerpo es tratado sólo como un objeto de goce y solo goce.
Lo interesante es anotar que cuando el infracuerpo aparece parece que se desatan todas las pulsiones primitivas (infrahumanas) de la mente. Lo interesante es que algunos de nuestros conciudadanos recurren a este tipo de “tratamientos” para tener el cuerpo que desearían más allá del horizonte de sucesos del espejo, no son conscientes de que están liberando instancias indiferenciadas, primitivas y antisociales y no lo son precisamente por lo que Ken Wilber ha llamado “la falacia pre-trans”, tomar como ascenso lo que es un descenso o como algo elevado lo que en realidad es infrahumano, como progreso lo que es regresión.
Y lo es porque el espejo refleja una inversión, en este caso simbólica, algunos autores se refieren a este mecanismo como satanismo.
El monstruo que me propuse ser