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Lo autógeno que hay en ti

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autogenics

Hace un tiempo me invitaron a dar una conferencia en una Fundación que tiene como cometido el tratamiento, prevención y rehabilitación de toxicómanos. En dicha Fundación trabajan en la actualidad dos colaboradores que durante años anduvieron trabajando y formándose en “Patología dual” en mi Servicio de Psiquiatría del Consorcio Hospitalario de Castellón. En la actualidad aquellos becarios de investigación son los líderes de ese proyecto y con el pretexto de la publicación de mi libro “Consejos al joven terapeuta”, me propusieron dar una conferencia en la sede de su institución.

Yo les dije que efectivamente la psicoterapia fue uno de los ámbitos de mi interés durante mi vida profesional pero que “no sabia nada o muy poco sobre psicoterapia aplicada a las drogadicciones”. Ellos me convencieron -sin embargo- para seguir adelante con aquel plan puesto que según sus propias palabras “la mayor parte de su personal, son educadores y no son expertos en psicoterapia”, de manera que aun con mis recelos iniciales accedí a dar esa conferencia.

Desde entonces, he de confesar que me preocupé mucho sobre la forma y los contenidos sobre los que iba a hablar y como siempre sucede en la vida, algo salió en mi rescate. Me refiero a un libro que un amigo psiquiatra -Luis de Rivera- me mandó para que le diera una ojeada.

Me puse a leerlo e inmediatamente comencé a recordar algunas cuestiones que tenia olvidadas. El libro se llama “Autogenics” y trata de una técnica basada en el entrenamiento autógeno de Shultz si bien está enfocada al tratamiento de múltiples disfunciones incluyendo a las drogadicciones.

Estas técnicas, hoy se engloban en dos palabras muy usadas por el publico en general, me refiero a la palabra “yoga” y a la palabra “mindfullness”. Palabras que ya forman parte del acerbo cultural de muchas personas si bien su uso es bastante incierto, dado que existen muchas versiones de esta tecnología, con muchos enfoques mundanos (como la relajación) y casi siempre dirigidas por personal no médico, trufadas de pretensiones espirituales o de palabras sin significado alguno para un occidental.

Concretamente la palabra “mindfullness”, es difícil de entender en español a qué se refiere. En un post anterior ya hablé de ello pero me gustaría ahora repasar qué queremos decir cuando hablamos de ese tipo de técnicas:

  • Un estado de concentración donde la conciencia se focaliza en un objeto o una función corporal.
  • Un estado para conseguir autorelajarse lo que se considera beneficioso tanto desde el punto de vista psicológico como médico.
  • Un estado disociado de la conciencia donde pueden haber estados de trance.
  • Un estado místico donde se conciencian realidades superiores o elementos religiosos.

Como podemos observar la palabra es polisémica, hay muchas cosas que podemos querer decir con esa palabra pero existen pocos autores que hayan puesto el énfasis sobre la cuestión central: la atención.

La atención es una cualidad de nuestra mente que nos permite focalizarnos o concentrarnos en algo, una idea, una imagen, una sensación, un objeto cualquiera.Y es además una cualidad continua. Significa que va desde un estado hiperatencional como sucede en el trance o la absorción hasta la difusión de la atención. O estamos distraídos, vagando de una idea a otra (pensando en las musarañas se decía antes) o bien estamos capturados por una idea o bien por una imagen como sucede con la captura icónica del síndrome de Stendhal.

Todo esto tiene que ver con la sugestión en estado de vigilia y con la hipnosis (en estado de trance), claramente, somos capaces de ser capturados por la voluntad de otra personas que puede inducir estados de conciencia prefijados e incluso insertar recuerdos falsos en nuestra memoria. Se trata de algo bien conocido desde hace mucho tiempo en que la hipnosis fue la herramienta principal que los médicos usaban para abrirse paso en la patografía de sus pacientes. Si se abandonó era por sus efectos secundarios, el hipnotizado podía mentirse a si mismo con el fin de agradar al médico. La falsificación de síntomas y recuerdos fue la razón principal de su casi total abandono como herramienta terapéutica. Freud fue el primero en abandonarla cuando cayó en la cuenta de que sus pacientes le decían en estado de trance lo que él quería oír.

Desde entonces -sin embargo- ha habido un florecimiento casi continuo de terapias que prescindiendo de la hipnosis han tratado de bucear en los antecedentes de los pacientes y cuyo número seria innegociable para un post como éste. Un bloque de esas esas terapias es la meditación, que mas abajo definiré.

La mayor parte de nuestra vida transcurre en piloto automático, somos capaces de llevar a cabo tareas sin pensar en ellas, sucede por ejemplo cuando conducimos. Si el itinerario es aburrido nos “ponemos en piloto automático” y no pensamos en lo que estamos haciendo, esto es muy peligroso y no le aconsejo a nadie que lo lleve a cabo pero hemos de reconocer que los ambientes “aburridos” son muy distractores. Lo que reclama la atención de nuestra atención con más frecuencia son las amenazas (reales o imaginarias) y los objetos apetitosos. Apetencia y miedo son pues los estímulos que mayormente reclaman nuestra atención,

Cuando tenemos que llevar a cabo una tarea, como escribir este post necesitamos poner en juego nuestra atención, de lo contrario nada de lo que dijera seria inteligible. Entonces hablamos de atención activa, es decir necesitamos hacer un esfuerzo de voluntad para llevar a cabo una tarea que necesita de nuestra íntima colaboración. Sin embargo existe otra forma de atención. Me refiero a la atención pasiva: de eso va el mindfullness y en realidad todas las técnicas inventadas para desarrollar esta potencialidad son técnicas conocidas desde la antigüedad y muy utilizadas por las religiones. Meditar es otra forma de hablar de lo mismo siempre que no confundamos meditar con reflexionar. La diferencia es que reflexionamos para aclarar algo mientras que la meditación no pretende nada, ni busca ningún resultado. La meditación es una reflexión descascarillada.

crisis

Este tipo de técnicas también se usan en medicina bajo distintas formas y enfocadas a distintos sufrimientos, casi siempre en régimen hospitalario como en el caso de Kabat Zinn y su enfoque dirigido al dolor, al estrés postraumático, a los postinfartados o a los implantados medulares, también a las drogadicciones y a otras patologías incluyendo las orgánicas. Probablemente el libro de Kabat Zinn es el mejor tratado sobre esta cuestión, pero es un libro difícil de leer, muy enfocado hacia profesionales y poco práctico. Sin embargo el libro de Luis de la Rivera es fácil de leer, prescinde y mucho de términos del sánscrito y nos permite entender en qué consiste esto de “Autogenics” y da en el clavo cuando afirma que de lo que se trata en lo autógeno es que uno mismo sea capaz de autoprovocarse a voluntad la entrada en ese estado mental y sin la comparecencia de un otro.

Meditar es sinónimo de contemplar u observar y tal y como dice Sloterdijk en una reciente entrevista concedida en el Pais, “para ser observador hay que dar un paso atrás”, es decir no inmiscuirse en el ruido de la vida, de las discusiones, de los debates o de las algaradas intelectuales que tanto proliferan hoy. Meditar no es pensar, ni reflexionar sino mas bien observar nuestro interior sin ningún plan, sin ningún propósito. es algo difícil de hacer puesto que no estamos entrenados para ello, y el concepto central es también difícil de pillar; es por eso que los primeros pasos en este tipo de técnicas son siempre dirigidas por otros y hasta existen niveles de complejidad como en la sofrología de Caycedo. El propósito del entrenamiento autógeno (como quiera que se le nombre) es que el sujeto sea capaz de ejercerlo por sí mismo, de ahí lo de autógeno. Y del poder del ahora, es decir la detención del tiempo:

Tal y como podemos oír en “Delta” de David Crosby , los pensamientos y el tiempo pueden detenerse, se trata de una experiencia contemplativa muy común, nos sucede volando en un ala delta tal y como describe David Crosby, pero también buceando, contemplando una obra de arte, oyendo música, haciendo el amor, meditando o a través de ciertas drogas como el cannabis. Pero necesita -como todo- entrenamiento de lo contrario este estado mental pasaría inadvertido y no dejaría ningún poso sobre nuestra memoria para reutilizarlo.

La metáfora de la taza.-

Luis de Rivera propone en su libro la “metáfora de la taza” para comprender como nuestra vida psíquica transcurre entre tres niveles de definición que en mi opinión son muy útiles para este entrenamiento de nuestras potencialidades psíquicas. Se trata de los tres componentes de una taza: el asa, el recipiente y el contenido. El asa es la palabra, el recipiente la abstracción y el contenido, la experiencia vivida, la vivencia.

Ayer fue el día de la madre, la mayor parte de ustedes creerán que se trata de una festividad para festejar a nuestras mamás. Pero se equivocan. Nuestras mamás son el contenido de la taza (sea te, vino ,agua o café) pero en realidad el día de ayer festejaba la maternidad como abstracción. Nosotros los españoles tenemos una gran devoción por las madres, es decir por las diosas femeninas que llamamos vírgenes. En cada pueblo hay una virgen bien distinta a la de sus vecinos, ¿cómo es posible que existan tantas vírgenes? preguntaba yo de pequeño a mi padre. Porque no se trata de una mujer concreta sino de todas las mujeres como esa diosa india llamada la Durga que tiene tantos brazos -contestó mi padre-. Y no entendí nada, claro está porque a esa edad mi pensamiento era totalmente concreto, es decir era el asa de la taza, creía que la palabra “madre” y mi madre eran la misma cosa y que la virgen María y la virgen de mi pueblo eran la misma virgen.

Más adelante, una vez establecido el pensamiento abstracto ya comprendí esta cuestión y otra aun más metafísica si cabe: ¿Cómo es posible que sean virgen nuestra madre?

Pues porque solo una virgen (un útero vacío) puede ser la madre de toda la Humanidad. Esto ya me lo dijo uno de mis maestros y no mi padre.

Lo interesante de la metáfora de la taza es que podemos prescindir del asa (en realidad podemos coger el vaso con la mano) y podemos prescindir del liquido si queremos seguir sin beber pero no es posible beber sin el recipiente. Lo importante es el concepto, la abstracción.

La mayor parte de la gente no sabe abstraer pues la tendencia autoreferencial de nuestra conciencia nos hace caer una y otra vez en nuestras vivencias a las que tratamos como verdades universales. La experiencia-vivencia individual es prácticamente distinta en cada uno de nosotros. Siguiendo con la palabra “madre”, para cada uno de nosotros esa vivencia es bien distinta, hay madres entregadas, cariñosas, protectoras, rechazantes, criminales, inteligentes, frías, enfermas, distantes, abandónicas, amorosas o recalcitrantes. Pero la vivencia es indiferente a la abstracción: la madre es el símbolo femenino primigenio y está ahí esperando que lo observes de cerca, que le contemples, que medites sobre él. Lo que importa es el recipiente.

Ni sobre la palabra “madre” que es en cualquier caso solo un signo que puede significar cosas bien distintas. Los etimólogos no se ponen de acuerdo si madre procede del amor o de la negación de la muerte a-mor-moris. En cualquier caso a mi no me parecen contradictorias. ¿Y a ti?

En conclusión: el libro de Luis de la Rivera es un libro que te permitirá iniciar un trayecto hacia lo autógeno, sin derivar en conceptos filosóficos o místicos que emborronen el resultado.

Y es esto de lo que voy a hablar en mi conferencia pues en mi opinión las psicoterapias no sirven de mucho en los pacientes drogodependientes y no sirven porque la psicoterapia es una conversación íntima que se queda en la superficie de las cosas (en la corteza cerebral y la razón). Nadie puede convencer a nadie a través de la razón y tampoco con la persuasión pues ninguna palabra tiene tanto atractivo como la droga que se consume. Ninguna psicoterapia es eficaz sin llegar al diencéfalo, al cerebro profundo, al hipotálamo. Es ahí donde hay que llegar si queremos cambiar a alguien que ya sabe lo que es un cuerpo de goce.

 

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