El cuerpo anoréxico es un cuerpo más allá del principio del placer (Recalcati)
La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa son enfermedades emparentadas, podríamos decir que son primas hermanas dobles, por parte de padre y de madre. Y lo son porque ambas participan de una misma pulsión si bien utilizan mecanismo diferentes, más bien mecanismos inversos, pues comer y ser comido, devorar y ser devorado son posiciones distintas sobre un mismo tema. El tema de la carne y sus transformaciones.
Hay algo común entre ambas patologías y ese algo común es el vómito. Fenomenológicamente hablando existen anorexias solo restrictivas y anorexias purgativas, mientras que en la bulimia puede que no existan vómitos, lo que siempre habrá son conductas compensatorias de la sobreingesta (“hambre de toro” significa la palabra “bulimia”) y probablemente el peso que puede ser incluso normal en las bulímicas pero siempre por debajo del IMC en las anoréxicas. Trazar limites entre ambas entidades es complicado puesto que ambas participan en síntomas parecidos y en una pasión: deshacerse del cuerpo, si bien es mucho más notable en la ascesis de la anoréxica, podríamos decir que la buíimica es una anoréxica sin voluntad ni disciplina en su lucha contra el hambre. Estas conductas compensadoras tienen que ver también con el deporte del que hablaré en otra ocasión pues el deporte es uno de los pretextos más utilizados por las bulimicas para sus purgaciones calóricas.
Pero antes de entender algo sobre esta cuestión es necesario hacer una incursión sobre qué es eso de la pulsión. Algo que no debe confundirse con el instinto.
La pulsión es el instinto puramente animal después de haber pasado por la barrera del símbolo, dicho de otro modo: la pulsión es el instinto después de haber pasado por los estadíos ontológicos del desarrollo del niño y sus orificios (boca, oreja, ojo, ano, uretra, pene o clítoris y vagina). Es obvio que el niño trae de serie una serie de instintos mamíferos como hozar, llorar, reflejos prensiles, etc, pero estas reacciones instintivas se pierden con el desarrollo, incluso hay psicoanalistas como los lacanianos que piensan que en el humano no hay ni rastro de instinto, todo es pulsión. Y todo es parcial.
Y: la pulsión solo obedece a si misma, el objeto es simplemente el señuelo de la pulsión. En realidad la pulsión se limita a dar vueltas alrededor del objeto.
Y no cabe duda de que en los trastornos alimentarios el orificio implicado es la boca. La boca por donde comemos, hablamos, vomitamos, chupamos, tragamos y mordemos. La boca es un orificio ambivalente, sirve para cosas muy alejadas e incluso opuestas: chupar y morder son acciones opuestas, una incorpora y la otra destruye.
Ascetismo y pureza.-
El ascetismo anoréxico es un ascetismo muy distinto al de las místicas medievales, en estas existe un otro trascendente al que la pulsión se somete en nombre de una ley divina, pero en la anoréxica moderna no existe Dios, no existe una beatitud que se abre al otro de la trascendencia sino que es un estado que se realiza de forma materialista: se trata de alcanzar el cero (Recalcati, 2002), se trata pues de una atracción hacia el vacío que indica un empuje moral, un goce de la privación, una meta de la pulsión donde podemos contemplar su carácter anti-instintivo. En esta dimensión podemos contemplar el aspecto moral (un trastorno por moralización) que ya he señalado en alguna ocasión cuando me he referido a la búsqueda de la pureza.
“Soy asquerosa”
El cuerpo humano o mejor la carne es el vehículo de toda impureza, es la carne la que se metamorfosea y cambia añadiendo orina, menstruaciones, saliva, esperma, sudor, heces. La carne está sometida a la degradación y a la putrefacción pero no el cuerpo que es en cualquier caso su representación. Es la carne la receptora del asco, de un asco bien distinto al asco de la histeria que es un asco ambivalente y donde el goce inconsciente suele estar en el polo opuesto al síntoma observable. En la histeria se tiene asco a lo que se desea, en la bulimia se tiene asco al vacío, o mejor el vacío ha venido a sustituir al inconsciente. El inconsciente que observamos en las neurosis simplemente no existe, no ha llegado a establecerse. Es por eso que el cuerpo no existe pues el cuerpo es representación, solo la carne queda como mediación entre el sujeto y su deseo.
Efectivamente, el cuerpo no es lo mismo que la carne. la carne es la objetivación del cuerpo que no es sino la abstracción de la misma. Es por eso que las anoréxicas presentan una extrema disociación entre como se ven en el espejo y como son en realidad pues lo que contemplan es su cuerpo alucinado, ese imaginario que pretenden hacer desaparecer liquidando todo lo que en ellas es carne. En la bulimia por el contrario ese mismo estado de no-ser y de anti-amor que preside el goce anoréxico se alcanza a través del hecho de devorar: el exceso y no a través del sacrificio de la privación. El vómito es una conducta absurda pero útil como las autolesiones, una forma de volver en sí, de volver a encarnarse.
La anorexia es una perdida de los confines, del sentimiento de mismidad, un defecto fundamental en todas las patologías narcisistas, sean psicosis o no. Un extravío del propio cuerpo que se manifiesta con el temor de engordar. El cuerpo-gordo no se percibe como el cuerpo del sujeto sino como una imagen totalmente ajena, en este sentido comer y engordar es una experiencia muy dolorosa porque se vivencia como una experiencia de expulsión, de exilio del propio cuerpo, una experiencia disociativa que en algunas formas graves (melancólicas) de anorexia nos han contado algunas pacientes, es como si el cuerpo se separara del sujeto, invirtiéndose hacia el exterior; naturalmente comer y engordar constituye una experiencia catastrófica para estas pacientes.
Volviendo al caso de la anorexia melancólica es necesario recordar ahora que “melancolía” no equivale a lo que entendemos hoy como depresión, la melancolía en su acepción clásica es una forma de psicosis, de manera que podemos hablar de anorexias psicóticas como el caso de Ellen West. uno de los primeros casos documentados de anorexia melancólica a cargo de Ludwig Biswanger.
Un clinica del vacío.-
Dice Recalcati que la clínica de la anorexia (de los trastornos alimentarios) es una clínica más allá del principio del placer. Se trata de una clínica del vacío. ¿Qué significa esto exactamente?
La clínica clásica es una clínica de la falta, una clínica edípica: una clínica donde el paciente ha pasado por ciertas etapas ontológicas que han terminado por constituirle como sujeto deseante, con la represión que inaugura el inconsciente y con la vuelta de lo reprimido en forma de síntoma bien disfrazado para que resulte irreconocible.
Todos nosotros somos capaces de sentirnos vacíos cuando nos falta algo. En estos momentos de reclusión siento no poder ver a mis hijos, a mis nietos. Los echamos de menos, ocupaban un espacio que ahora se encuentra vacío, las perdidas, la jubilación, las separaciones, las despedidas nos devuelven esa experiencia de vacío, pero la falta puede sustituirse o recobrarse pero el vacío sin falta no puede llenarse.
El asunto es que ya casi no vemos conflictos edípicos en la clínica. Más abajo daré la opinión de Recalcati sobre como se configuran los síntomas nuevos.
Los neuróticos antiguos ya no se suelen ver en la práctica debido al desvanecimiento de Edipo, lo que es lo mismo que hablar del declive del padre y de la autoridad representada por él. Lo que ahora solemos ver son patologías nuevas mucho más primitivas ontológicamente hablando: niños que no han atravesado con éxito el destete lo que implica problemas en representarse la ausencia-presencia o recuperación-abandono del objeto, niños que o bien son demasiado obedientes o demasiado recalcitrantes, etc. En este post puede el lector recordar el sinuoso camino que recorre un niño hasta que alcanza la simbolización plena.
Dicho de otra manera: los conflictos precoces (pre-edípicos) parecen estar en el núcleo de la formación en adultos de esos síntomas nuevos. Y nos llevan a comprender como determinados pacientes sin perder el principio de la realidad y llevar una vida aparentemente normal están presididos por un defecto de estructura tal que les lleva por ejemplo a sentirse abandonados por cualquier razón espúrea e incomprensible para el adulto común.
Es necesario entender ahora que el amor es un sentimiento que precisa para establecerse haber llegado a un cierto nivel de simbolización, mientras tanto hay un apego feroz y no tanto un amor adulto, lo realmente existente es un amor o apego infiltrado de odio, pues ambos van en el mismo pack. Eros y Tanatos eran hermanos gemelos y solo podemos desprendernos de lo tanático con la represión y el equilibrio del amor, es decir aquello que va más allá de la necesidad.
Lo que vemos hoy es una clínica del vacío y no tanto una clínica de la falta y es por eso que las entidades clínicas han cambiado. No es que el vacío sea lo contrario de la falta sino que la falta es necesario que sea establecida para poder nombrar el vacío. De lo contrario el vacío nos succiona como esos espacios altos que parece que nos llamen para precipitarnos por ellos.
La falta es el nombre que le damos al vacío cuando ya ha sido simbolizada la diferencia entre el Yo y el otro. En este sentido la clínica del vacío es una clínica del anti-amor (Recalcati, 2002) donde el otro apenas existe de forma independiente sino como un accesorio narcisista del propio Yo.
El fetichismo del hueso.-
Es paradójico señalar que adelgazar, mantenerse delgados, escuálidos o vomitar es una forma de recuperar el propio cuerpo, más concretamente para extraer el cuerpo de la carne. Eso que hacemos cuando mandamos en la carniceria deshuesar un pollo. Solo que en este caso nos quedamos con la carne y no con el hueso. Las anoréxicas hacen lo contrario.
“El hueso es la parte permanente de mi misma”
Pues la anorexia no solo es un goce del vacío sino una forma de tratamiento del vacío, es decir del riesgo de disolución de la imagen del cuerpo, de la mismidad. El hueso es lo que frena las metamorfosis del cuerpo. El hueso es el sentido del cuerpo, algo que se exhibe de un modo bien distinto a la exhibición histérica que busca la seducción. La anoréxica no busca seducir o resultar ser el deseo del otro (que es el ideal estético del cuerpo delgado) sino en cualquier caso asustar, un modo de sustraerse al vacío de lo lleno.
Para finalizar este post diré que estas patologías del vacío son transversales, es decir transclinicas y pueden afectar a cualquier estructura (sea del cuadrante que sea), y lo mismo sucede con el TLP o trastorno limite de la personalidad. Dicho de otro modo no es necesario ningún cuadrante o estructura para contenerlas, a veces son patologías completas y otras veces síndromes injertados en el TOC (primer cuadrante) o en la histeria (segundo cuadrante). De las dimensiones del tercer cuadrante o estructura moral y moralizante ya he hablado pero es necesario recordar que al menos en su origen estas patologías y sus condiciones adheridas siempre proceden del deseo de adelgazar, es decir todas proceden del deseo de exhibir un cuerpo atractivo, un cuerpo que se exhibe, otra pulsión parcial pasiva, es decir femenina.
Bibliografía.-
Massimo Recalcati: “La clinica del vacío: anorexia, dependencias, psicosis”. Sintesis. Madrid 2002.