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El extraño caso del Sr Broca (XIII)

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El señor Broca habita en el hemisferio izquierdo de todos los seres humanos, se trata de una estación de paso, un nudo de comunicaciones y es el responsable del lenguaje, me refiero al lenguaje verbal, al entender que la conducta es también un tipo de lenguaje (no lineal o discursivo) que no utiliza palabras sin dejar de ser por ello comunicación, una comunicación que a veces puentea la conciencia y la reflexión es decir el pensamiento, precursor necesario del lenguaje.

Antes de ubicarse definitivamente en el lóbulo temporal izquierdo de nuestra especie, un Broca embrionario habitó las profundidades límbicas del rinencéfalo, donde aun queda algo de él en estado vestigial, por eso aun nos acordamos de gritar, rebuznar, gruñir, ladrar o relinchar. Los sonidos que emiten los animales, vocalizaciones u onomatopeyas que forman parte del repertorio de sonidos que los humanos podemos aun emitir y que residen todavía allí, aunque en este caso no podemos hablar de un lenguaje sino de señales auditivas que comparten con el lenguaje su misión de comunicación o señalización. La diferencia que existe entre el gruñido (protolenguaje) y el discurso es la misma que existe entre un ordenador digital y un ordenador analógico, aquel es serial, este opera en paralelo, el lenguaje es un código matemático y secuencial, el gruñido opera por aproximación, puede significar muchas cosas, que casi siempre señalan su origen. Prueben ustedes a demandar silencio, mediante la conocida onomatopeya ¡chisssssss!, nada hay tan parecido al sonido que procede de un reptil venenoso.

Con todo los monos son capaces de señalar sonidos a veces con una enorme complejidad, según que el depredador sea una serpiente, un leopardo o un águila. Y además los interlocutores adecuarán su secuencia conductual a este signo, de modo que escaparán en el sentido correcto: hacia los árboles si el depredador es terrestre o hacia tierra si el depredador es aéreo. Se admite, sin embargo, que los monos son incapaces de poseer una teoría de la mente propia, es decir no saben que sus congéneres, también sienten, piensan y se asustan igual que ellos (M. Smith, 2001). Dicho de otro modo: el lenguaje es algo más que señalización.

La primera pregunta que nos debemos de hacer en estilo evolutivo, es ¿por qué el señor Broca se trasladó de lugar? Y cómo no: ¿por qué eligió el hemisferio izquierdo?.
A la primera pregunta responderemos en clave evolucionista diciendo que siguió un camino preformado por la propia filogénesis que determinó la emergencia de un tercer cerebro, la corteza cerebral y lo superpuso al cerebro mamífero y al reptiliano componiendo un cerebro trino (Mc Lean 1973). Parece obvio suponer que si esa fina corteza cerebral había nacido precisamente para albergar las funciones superiores del Sapiens, como la facultad de planear, de decidir, de rastrear o de evaluar situaciones complejas, era allí donde había que emigrar para encontrarse en la vecindad de las estructuras racionales y servirles además de soporte.

Pensamiento, imagen y lenguaje comparten un territorio común de rastros y de códigos y aunque aun no sabemos si son o no la misma cosa, es más que evidente que se trata de procesos yuxtapuestos con algunas salvedades que iremos desvelando en esta serie. La primera es que el pensamiento – como la inteligencia – no es una categoría unitaria sino dimensional o modular-, existen varios tipos de pensamiento entre los que me gustaría destacar ahora el pensamiento intuitivo y el racional como ejes de mi discurso.
Pero antes de contestar la segunda pregunta, ¿por qué el señor Broca se instaló en el hemisferio izquierdo? me gustaría señalar al lector mi interpretación del enigma de los hemisferios, el enigma de la lateralización. ¿Por qué existen dos hemisferios?
También podríamos llamarle el enigma del dos, que en biología parece como un eje de torsión, un estribillo de la lógica evolutiva. Dos sexos, dos hemisferios, dos cadenas de producción hormonales, dos ojos, ¿para qué? ¿por qué esta manía duplicadora en la naturaleza?

Una razón es la explicación de la redundancia, existen duplicados para evitar la disfunción de una copia, si se estropea un ojo siempre quedará otro. Aun más: si existen duplicados en los genes es porqué la evolución se reserva un espacio para funciones que aun no se han instalado del todo en los fenotipos, se trataría de un fondo de inversión mediante el cual la filogénesis se reservaría futuras potencialidades.

Desde el punto de vista de la teoría informacional hay que señalar que la redundancia de un sistema reduce el ruido del mismo, un ruido que puede llegar a interferir en la señal. Para evitar este ruido no hay más remedio que o bien reducir el sistema a patrones lineales o bien aumentar su redundancia.

Uno mas uno son a veces tres, cuando las sinergías trascienden a las propias matemáticas (cuando operamos en sistemas no lineales). Sabemos que tenemos dos ojos, pero cada uno de ellos ve cosas diferentes y es gracias a esta divergencia de visión lo que propicia la visión tridimensional, después de intercambiar información eléctrica a través de los haces por donde viajan las señales visuales que se entrecruzan en el cuerpo calloso antes de proyectarse en la corteza occipital.

Otra explicación que no se contradice con las anteriores es la hipótesis de la especialización que deriva de la ruptura de la simetría a la que tienden los sistemas abiertos. ¿Por qué existen dos sexos, si nos podríamos apañar siendo hermafroditas como los caracoles? También podríamos optar para continuar reproduciéndonos sexualmente por la solución de las doradas que cuando son jóvenes son machos y cuando son mayores se hacen hembras, así tienen los dos puntos de vista y eluden la famosa guerra de los sexos que tanto nos entretiene a los humanos.

La razón es que las doradas tienen pocas cosas que aprender en relación con el potencial de aprendizaje de los humanos. Seguramente si existen dos sexos- instalados en individuos diferentes- en casi todas las especies es por la razón de que la especialidad reproductiva aconsejó la disparidad de individuos que pudieran soportar la complejidad de los aprendizajes relacionados con la función sexual.

La naturaleza obtiene de la duplicación un certificado de garantía en cuanto a la especialización, pero además se asegurará de que exista una especie de constante comunicación entre ambos duplicados a fin de que intercambien sus puntos de vista y negocien soluciones creativas entre ellos.

La lateralización evolucionó posiblemente desde la casi simetría de ambos hemisferios y muy probablemente a partir del constante estimulo motor del miembro superior derecho, que aun hoy y sobre todo el pulgar (la oposición del mismo) era necesaria para el uso y construcción de herramientas y que precisaba de una destreza que penalizaba una extremidad en relación a la otra. El “Homo habilis” inició pues el proceso que conocemos como lateralización, determinando la especialización de los hemisferios cerebrales y con él asentando las bases anatómicas del lenguaje Y eso sucede precisamente con los hemisferios cerebrales, uno, el izquierdo se encarga del pensamiento analítico, matemático, serial, racional que procesa su información en serie y sigue una lógica lineal, mientras que el derecho es intuitivo, gestáltico, mantiene conexiones aleatorias con el todo y percibe de un modo global y holistico las situaciones a partir de su procesamiento en paralelo de la información que maneja. Ambos, además, están conectado por un grueso cordón llamado cuerpo calloso que se encarga de transportar información de uno a otro hemisferio.

Además y como la naturaleza es redundante dispone de otro sistema de intercomunicación hemisférica: la comisura anterior que se encarga tan sólo de transportar información olfativa de hemisferio a hemisferio, información sexual que en el hombre es vestigial, pero que representa en casi todos los animales una clave química de identificación interindividual. Incluso en ellos la gama de registros olfativos es muy corta, los receptores se especializan fundamentalmente en responder a iones volátiles COOH, NH3, CH3 y SO2, generalmente iones relacionados con estímulos hormonales de tipo sexual. Si en el hombre este tipo de receptores han perdido parte de su función orientadora respecto a los efluvios que emanan nuestros congéneres, no es porque hayamos perdido potencialidad de identificación sino porque la hemos ganado.
Fiarlo todo al olor no parece ser una buena estrategia cuando se trata de identificar enemigos o hembras.

Si no lo creen pueden preguntarle al escarabajo, siempre prendado de la orquídea que en la evolución ha aprendido a asemejarse a la escarabaja para conseguir que aquel la polinice gratis mientras cree que está copulando con una hembra de su especie a la que imita en forma y color. Naturalmente la función de la orquídea está en parecerse pero no en suplantar del todo a la escarabaja puesto que esta estrategia terminaría por aniquilar su propia estirpe a poco que el escarabajo decidiera retirar para siempre sus ardores sexuales de su especie. Cuando el escarabajo que es medio ciego descubre su error, ya es demasiado tarde y la orquídea habrá aprovechado su ardor sexual para su propio beneficio.

Las señales olfativas son una posibilidad bien repartida en la naturaleza pero no la única posibilidad de señalización. Está el canto y el graznido, el aullido y el gruñido por nombrar las señales que se emiten desde la boca, pero la evolución tardó millones de años en aprovechar la cavidad bucal para la señalización y aun cabe preguntarse el por qué.
Precisamente el que el sonido que emitimos en el lenguaje utilice el mismo orificio que usamos para respirar y comer es la prueba de que el lenguaje o la señalización acústica ha sido la última en aparecer en relación a las otras estrategias comunicacionales. Un sin fin de autores han señalado desde el siglo pasado que podía existir una correlación entre el lenguaje y las psicosis. Crichton-Browne en 1879 ya señalaba que “las regiones cerebrales que han evolucionado más tardíamente y que están localizadas en el hemisferio izquierdo pueden ser las primeras afectadas en los casos de locura” (en Sanjuan, pag 200, op. Cit)

Antes del sonido gutural ya existían – en efecto- marcadores acústicos que operaban como señalizaciones: hay que destacar el frotamiento de las patas para emitir señales, piensen en las molestas cigarras estivales o en las llamadas nocturnas de los grillos, se trata de sonidos que no son emitidos por la laringe y que no precisan de aparato fonatorio alguno, piensen en los ultrasonidos que emiten los cetáceos o los murciélagos: una señalización arcaica que precedió en millones de años a los sonidos emitidos por distintos animales a través de la boca o – al menos- que evolucionó paralelamente a aquella.
No parece existir ninguna duda acerca de que la señalización que se obtuvo a través del sonido emitido por la laringe supuso un hito evolutivo precursor del lenguaje simbólico que aprendimos a utilizar quizá para señalar los peligros y combinar estrategias de caza eficaces cuando se operaba en grupo, ampliando los mecanismos de señalización e introduciendo nuevos usos..

Pero antes del lenguaje estuvo la onomatopeya, el silbido, las fogatas y otras formas de señalización analógicas que le precedieron, como advertencia, imperativo o interrogativo. Para ello la evolución sólo necesitaba la puesta a punto de un órgano fonatorio que pudiera dar una mayor versatilidad al lenguaje y lo obtuvo retrotrayendo la laringe casi al mismo tiempo en que la bipedestación se imponía en la evolución de los simios que nos precedieron.

Y ahora es cuando conviene replantear la segunda pregunta que más atrás hacía acerca de la razón por la que el señor Broca se instaló en el hemisferio izquierdo.
La razón por la que el señor Broca se instaló en el hemisferio izquierdo es probablemente banal y podría responderse diciendo que si había dos posibilidades en alguna de ellas debía decidir instalarse lo hizo precisamente allí donde el cerebro había instalado el resto de componentes del raciocinio, se trató de una instalación por vecindad (Ringo et al 1994). Sin embargo si la instalación se hubiera realizado al azar, cada especie lingüística hubiera optado por una solución distinta y no es este el caso, el señor Broca prefirió el hemisferio izquierdo en todas las especies en que el lenguaje tiene algún desarrollo como en los simios y también en el austrapoliteco. De entonces para acá decidió quedarse en el costado izquierdo y ahí sigue.

De lo que se deduce que el área del lenguaje tiene que ver con las facultades superiores de la corteza cerebral y más que eso muestra una preferencia obstinada por este lado de babor, por más que las funciones motoras no dependan para nada de la función verbal del lenguaje. Los zurdos (un 20% de la población) siguen teniendo al señor Broca en el costado izquierdo., así es en la actualidad y así fue en la prehistoria del hombre (Sagan 1997)

Sin embargo el señor Broca se reservó una estrategia de urgencia. En los niños que sufren algún tipo de lesión en el hemisferio izquierdo, siempre que esa lesión se produzca antes de los 2 años, el señor Broca es capaz de mudar su estrategia de asentamiento en el hemisferio izquierdo y podrá optar por instalarse en el derecho, lo que indica que al menos durante el tiempo en que la ventana plástica de la neurogénesis lo permite, el señor Broca es bastante versátil y nada obstinado: puede cambiar de opinión según las necesidades.

Cuando se tienen dos hijos es inevitable que uno sea más listo que el otro, lo mismo sucede cuando se opera con dos ordenadores. La especialización de los hemisferios evolutivamente hablando pudo derivar desde una inespecífica cuasisimetría de ambos hacia una progresiva especialización que vino precisamente de la inevitable mayor destreza de un hemicuerpo, en este caso del derecho. Es precisamente la mayor destreza con la mano derecha la que estiró del hemisferio izquierdo y lo forzó a la especialización y probablemente este fenómeno fue recíproco y bidireccional, un hemisferio incapacitó al otro y a las funciones motoras del hemicuerpo izquierdo mientras sepultaba – en otro orden de cosas- nuestra inteligencia intuitiva al mundo de los sueños, de la creación y del arte.

Bibliografia.-

MAYNARD SMITH, J y SZATHMARY, E ” (1995): “The major transitions in evolution. Oxford.W.H. Freeman.  (2001): “Ocho hitos de la evolución: del origen de la vida a la aparición del lenguaje”. Metatemas. Barcelona.

RINGO J.L, DOTY,R.W, DEMETER,S y SIMARD P.Y. (1994) “Time is of the essence: a conjecture that hemyspheric specialisation arises from interhemyspheric conduction delay.” Cerebral Cortex, 4:331-343.

SANJUAN Julio (ed): “Evolución cerebral y psicopatología”. Triascastela. Madrid 2000.

SAGAN, C: “Los dragones del edén”: Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana. Ed Critica. Barcelona 1997.


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