La palabra enacción es un neologismo (enact) propuesto por Francisco Varela para las ciencias cognitivas y la biología que podría traducirse como representación coemergente. Enact viene a significar dos acciones distintas: bien “promulgar” una ley (hacer la propuesta de ley, aprobarla y hacerla ejecutar, bien “representar” un papel teatral o declamar -haciendo vivir- un cuento, un suceso, etc). Hay que distinguirla del acting out que seria una especie de cortocircuito conductual que transformaria una emoción en una conducta sin pasar por el filtro de la reflexión. La palabra “enacción” está emparentada con el histrionismo y la ficción: con aquello que creamos a partir de roles,
La propuesta de Varela tiene que ver con una pregunta de interés inconmensurable para las ciencias de la mente ¿Es la realidad (el mundo) que vivimos algo que está ahí con independencia de nuestras percepciones acerca del mismo? ¿Está el mundo preconfigurado o pre-dado? Si esto fuera así nuestra mente no sería mas que un objeto arrojado al mundo con intención de convertirse en un eficaz espejo de la realidad y nuestras percepciones no serian más que una representación más o menos imperfecta de esa misma realidad.
La idea se opone al paradigma representacional kantiano en el sentido de que según este modelo (metáfora del ordenador) el cerebro no se limita a procesar elementos de la realidad como hace un ordenador que opera con símbolos, sino que antes que eso el cerebro crea la realidad adelantando una hipótesis sobre ella.
Varela propone una hipótesis muy osada, los contenidos mentales dibujan en su propia organización -autoorganización- un mundo sensible percibido que en parte es una emergencia, una creación autopoyética que procede del ordenamiento en clases de esos mismos contenidos mentales. Así realidad-mundo y fenómenos mentales se encontrarían en un continuo dialogo tranformador. En este sentido la propuesta de Varela es similar al Dasein de los fenomenólogos
El Yo esencial ha recibido varios nombres (si mismo, Sujeto, identidad) del mismo modo la energía que lo impulsa (élan vital, libido, voluntad, Chi) es un vacío con conciencia. O dicho de una manera más simple, lo que yo soy o usted es, es el Ser replegado sobre sí mismo: ya lo dicen los físicos que el vacío absoluto no existe y que siempre se conserva algo de energía, seguramente esa energía que anima lo animado es precisamente lo que Schopenhauer llamaba la Voluntad y otros como Freud llamaron la líbido, otros el chi y otros de cualquier otra forma, pues ese vacío burbujea y se expande como dicen que hace el universo, se expande desde el principio de los tiempos que ahora se llama big bang o sea desde que decidimos nacer.
Pero ese vacío aspira a rellenarse, a veces le basta un nombre, una propiedad, una bandera, unas señas cualesquiera de identidad, pero es precisamente esa identificación la que nos separa de los otros y no sólo de los otros sino de la realidad.
Uno de los campos que podrian beneficiarse de este enfoque es el eterno debate entre libertad y libre albedrio.
Libertad y libre albedrío.-
¿Somos libres o estamos determinados?
Se trata de uno de los debates más trascendentes, antes ocupación de la filosofía y la religión, hoy tarea de las ciencias de la mente o -como suele decirse- de las ciencias cognitivas. El asunto aun no se ha resuelto y sigue siendo tema de debate acalorado entre aquellos que defienden modelos deterministas y que suelen acusar de idealistas a aquellos otros que defienden que el ser humano es libre para elegir entre esto, aquello o lo otro. Es cierto que este debate entre idealistas y deterministas se parece mucho (si es que no es el mismo debate) que el que mantienen los reduccionistas y los espiritualistas.
De no haber sido por los ordenadores, la robótica y la ingeniería cognitiva este debate hubiera ya cesado sin acuerdo entre ambas partes, pero ha sido resucitado gracias a los problemas que plantea la inteligencia artificial y la tecnología que es posible desarrollar gracias a estos artefactos llamados a ser nuestros perfectos ayudantes en tareas que precisen tareas redundantes, automatizadas o complejas. Pero hay que añadir a esta evidencia el que los robots del futuro pueden emular de forma bastante similar a la inteligencia humana, si bien y tal como comenté en el post anterior será bastante dificil que adquieran emociones aunque es muy probable que pueda conseguirse un “como si” las tuvieran.
Gracias a los ordenadores las ciencias cognitivas avanzaron en dos o tres décadas lo que no consiguieron los filósofos de todos los tiempos después de discusiones y escisiones interminables, pero el empantanamiento en el que se encuentran las ciencias de la mente es bastante parecido al que alcanzaron los filósofos, el problema sigue siendo el mismo ¿qué relación hay entre la mente y el cerebro?
Y en el caso que impulsa este post, la pregunta concreta es ¿el hombre está determinado o es libre?.
A diferencia de los neurocientíficos los ingenieros cognitivos no hablan de libre albedrío sino de “grados de libertad de un sistema”, lo que puede definirse como cuanto azar le vamos a permitir a un sistema determinado, qué limites le vamos a poner y sobre todo qué reglas, pues son las reglas las que van a delimitar “los movimientos” del robot. Sin embargo la libertad de la que hablan los ingenieros no tiene nada que ver con el concepto “libertad” que manejamos los humanos.
La libertad es una idea, una abstracción que sin embargo tiene también una connotación que no es nada abstracta. La libertad (la falta de libertad) del cautivo o prisionero no es una entelequia sino algo experiencial, algo corporal. De la misma manera la falta de libertad en un régimen autoritario no tiene tampoco nada que ver con el mundo de las ideas sino que es algo tangible: la policia irrumpe de noche en un domicilio y secuestra a los sospechosos. Eso no tiene nada que ver con las abstracciones, cualquier persona puede ser detenida por sus opiniones políticas y en ese sentido todos pueden experimentar esa falta de libertad.
Aquel que niega que el cautivo o el disidente político de un régimen autoritario carece de libertad o es un cínico o es un idealista, es decir uno que cree que en realidad la única libertad que merece la pena ser tenida en cuenta es la libertad interna, la capacidad de elegir sobre opciones posibles sin atender a la falta de libertad objetiva que lleva a la cárcel a los disidentes.
Está tambien el extremo contrario: aquel que apela a la libertad como idea para conseguir sus fines -ajenos a la libertad en sí misma- pues ya no puede apelar a la coartación de la libertad. Es lo que sucede hoy con el nacionalismo vasco por ejemplo (aunque es un fenómeno común a los nacionalismos) un fenómeno emparentado con una forma de pensar la historia de forma idealista ¿qué le hace suponer a un vasco que en un Estado independiente iba a tener más libertad de la que goza hoy? Todo parece indicar que los nacionalismos apelan a la libertad como abstracción pero lo hacen casi siempre en un entorno de libertad que les permite cualquier tipo de manifestación de sus reivindicaciones políticas. Este fenómeno resulta cuanto menos paradójico, pareciera como si tuviéramos dos versiones distintas de la libertad (una abstracta y otra concreta) y las utilizáramos de forma reversible para que nos cuadren los argumentos. Se trata de la conocida falacia pre-trans descrita por Wilber y que consiste en tomar las abstracciones como realidades concretas y los hechos como abstracciones.
Si descontamos las excepciones que hacen de la libertad un hecho concreto, el estado de cosas que tenemos en nuestros entornos democráticos es el de que la libertad ha pasado a ser una idea que sólo se corporeiza -se encarna- con la falta de libertad y que al cesar estas condiciones nos quedamos a solas con la abstracción, la libertad ha dejado de ser algo tangible y se ha convertido en un ideal platónico. De la libertad solo podemos experimentar su falta. Es por eso que el mejor caldo de cultivo para aspiraciones secesionistas sean las dictaduras, aunque los separatistas no están en contra del autoritarismo sino que son su más firme aliado. Gracias a ellos las dictaduras se robustecen y si son ellos los que ganan al final se convierten en otra dictadura.
Este fenómeno politico bien conocido, en mi opinión no ha sido estudiado adecuadamente desde este punto de vista del conflicto entre determinismo e idealismo. Creo que no es suficiente con decir que “ambos contendientes se necesitan” o que “se retroalimentan”. En realidad ambos comparten una misma cosmovisión histórica que es parte de la forma idealista o determinista de pensar la realidad.
Los idealistas por otra parte son más favorables a creer en el libre albedrio y tambien en Dios aunque suelen mantener conceptos superficiales sobre la libertad, por ejemplo la libertad no es tener una amplia paleta de objetos elegibles, sino saber que aquello que se eligió fue realmente y conscientemente elegido y aceptar sus consecuencias. Pero el libre albedrío en el que creen algunos no tiene nada que ver con la convicción profunda de que el ser humano es libre para elegir aun aceptando que existe en todos nosotros una determinación, en este sentido los psicoanalistas que han abordado este problema hablan de sobredeterminación: los síntomas están sobredeterminados decía Freud. Aquellos que no entienden a Freud suelen decir que era -a causa de esta afirmación- un pandeterminista y que en su psicología no hay lugar para el libre albedrío, pero es precisamente todo lo contrario.
El concepto de sobredeterminación freudiano significa que un efecto E no procede directamente de una causa C de un modo lineal. Significa que a una causa C, pueden seguirle multiples efectos E, E´, E´´, etc. y al revés: que un efecto E, puede deberse a una causa C, C´, C´´etc. Y una novedad que anticipa la causalidad circular: que un efecto E puede preceder a una causa C. Freud está introduciendo un factor causal que está más allá de la propia causa, este factor es el azar psicológico, algo distinto del azar en el que piensan los ingenieros como más abajo se verá. Esta manera de pensar la causalidad en Freud está muy cercana a nuestros conceptos actuales de no-linealidad o causalidad caótica. Hay que señalar ahora que en epoca de Freud no se habia establecido aun la teoria de sistemas ni se sabia una palabra de cibernética. Otra cosa es que se cuestione si toda causa ha de ser de naturaleza sexual que en mi opinión no contradice el fondo de la cuestión acerca de la no-linealidad en las relaciones causa-efecto.
Ahora bien esta no-linealidad no es tampoco asimilable al concepto de azar que manejan los ingenieros. El azar visto desde este punto de vista significa la cualidad de un fenómeno que no responde a una causa, orden o finalidad concreta y cómo psicólogos este tipo de azar no es tampoco el que nos interesa aquí pues lo humano está siempre presidido por la intencionalidad. Es verdad que todos los seres vivos podemos tener accidentes, una familia concreta, enfermedades, condicionamientos históricos, económicos y hasta climáticos que no tienen nada que ver con la libertad ni el libre albedrio, son asi y están determinados. Tampoco tenemos ninguna responsabilidad en estar en ese lugar donde una maceta nos cayó -por azar- encima de nuestra cabeza. En psicologia no entendemos el azar del mismo modo que lo entienden los matemáticos, en el sentido de aleatoriedad. Para nosotros el azar es aquello que no está determinado y si no está determinado, fijado, o pre-dado es porque nosotros podemos o pudimos elegir qué hacer.
El azar asi visto es más bien un menú desplegable de incertidumbres, una especie de paleta de opciones que se abre ante cualquier itinerario vital. Ahora bien es necesario ahora realizar una matización, cuando usted va a un restaurante y elige un plato para comer está usted ejerciendo el libre albedrío, comer lo que le apetece. Este tipo de libertad está a su vez condicionada, por sus gustos y por su dinero, de manera que no existe un libre albedrío independiente de otros factores, todo está relacionado con todo. Del mismo modo las elecciones mentales que implican valores o proyectos de futuro, no se plantean tampoco en ausencia de otros condicionantes. Un hijo puede elegir ser médico como su padre porque existe una facilitación familiar para ello, aun en ausencia de toda intromisión parental. Las elecciones no se producen en el vacío sino que precisan de carriles, de guías que nos vienen de la tradición o de la mitología familiar por ejemplo. En este sentido el libre albedrío no es lo contrario del azar, sino los grados de libertad que los humanos tenemos en un contexto dado, instante a instante. El libre albedrio tiene dos limites: el azar en bruto por una parte y por la otra aquello que nos es imposible contemplar como opción elegible.
Esto nos lleva de la mano al siguiente argumento que reporté en este post sobre la causalidad kármica. La causalidad psíquica -el libre albedrío- es la capacidad de los humanos de elegir y operar dentro de ciertos limites, en un campo de elecciones que es al mismo tiempo terreno y kairós (oportunidad) dado que sólo podemos elegir lo que sucede en el presente pero no podemos cambiar el pasado ni el futuro, la causalidad kármica no excluye la causalidad ni tampoco el azar sino que supone una via de enmedio, asi la tradición budista en la autoría de Nagarjuna llamó a esta via la Madhyamaka bien estudiada por Francisco Varela y para lo que dirijo al lector interesado a estos post:
Enaccion, emergencia, sueño y creatividad
Flores y abejas: historia de un acoplamiento
La idea de Varela inspirado por esta tradición búdica es que cada elección construye una guía que facilita y restringe la paleta de elecciones siguientes como un desarrollo arboriforme o fractal de decisiones, este tipo de ideas compatibilizan el azar con la causalidad, a la vez que describen el hábito, puesto que no nos es posible admitir ningún hecho sin causalidad y al mismo tiempo es también imposible pensar en una libertad individual por afuera de los limites de lo azaroso y de las propios condicionamientos con los que el sujeto viene al mundo.
El concepto que Varela llamó enacción y Humberto Maturana autopoyesis, es la tercera vía que compatibiliza y resuelve en gran parte el dilema entre determinismo y idealismo. Eso si, el camino no es nada fácil porque nos obliga a construir un mundo sin fundamento último y también por tanto una ética sin Dios, ni castigos o beneficios individuales.