Robert Plomin es un psicólogo y genetista americano que ha destacado por sus investigaciones sobre genética de la conducta y que recientemente ha publicado este libro que trata de indagar y posicionarse sobre el eterno dilema nature-nurture y vaya si lo hace. El libro lleva un subtitulo que se pregunta ¿Cómo hizo el DNA para hacernos ser como somos?. Dicho de otro modo: Plomin es un determinista genético y argumenta que que las diferencias genéticas causan la mayoría de las variaciones en los rasgos psicológicos, como la personalidad y las habilidades cognitivas y por supuesto el IQ. La forma en que tus padres te educan, las escuelas a las que asistes, no tienen mucho efecto en esos rasgos. Los niños son similares a sus padres, pero esa similitud se debe a la genética compartida, más que al entorno familiar compartido.
Casi todos los rasgos psicológicos tienen una heredabilidad significativa, incluso las inclinaciones políticas. En gran medida, o naces un poco liberal o un poco conservador, Esas son en síntesis sus ideas que también podría compartir Judith Harris. o el mismo Gregory Cochran
Plomin es conocido por haber acuñado y demostrado la importancia del entorno no compartido para referirse a los factores ambientales que reducen la similitud de los individuos criados en el mismo entorno familiar. Dicho de otro modo, en una familia cada hermano comparte el mismo entorno que los demás mientras que al mismo tiempo cada hermano deja de compartir ese mismo ambiente cuando comienza a tener experiencias no compartidas con sus hermanos, que pueden ser amistades, enfermedades o estilos de vida, por ejemplo un hermano tuvo contacto con las drogas y los demás no.
En realidad las ideas de Plomin vienen a reforzar las que Turkheimer publicó en el 2000 y que fueron mal recibidas pues se oponían al mito de la pizarra en blanco que tanto gusta a los progresistas.
Según Turkheimer, las tres leyes biológicas -genéticas- que gobiernan los rasgos conductuales y que fue expuesta en “Tres leyes de la genética de la conducta y su significado“ son sin duda uno de los hallazgos fundamentales de la psicología científica a la que por cierto siguen sin asumir gran parte de los psicólogos y no digamos ya los políticos, los jueces y el publico en general. Son estas:
1.- Todos los rasgos conductuales humanos son hereditarios.
2.-El efecto de criarse en una misma familia es menor que el de los genes.
3.- Una porción sustancial de la variación de los rasgos conductuales humanos no se explica ni por los efectos de los genes ni por las familias. Es decir existe algo oculto o azaroso en el desarrollo vital de una persona.
Los valores de heredabilidad de un rasgo conductual cualquiera se sitúa aproximadamente en torno al 0.25-0,75, siendo la media el 0,5, lo que a efectos prácticos significa que la mitad de la variación de la inteligencia y de los rasgos de personalidad son hereditarios.
Si la mitad de la variación es genética es evidente que la otra mitad será atribuible al medio ambiente.
Lo lógico es que cuando hablamos de medio ambiente pensemos enseguida en la familia y en los entornos de crianza, pero “medio ambiente” es algo que va mucho más allá de eso, un niño puede haber tenido una enfermedad, un accidente o cualquier otra calamidad en su infancia que también debe ser contabilizada como “medio ambiente”, por no hablar de los embarazos, es por eso que los genetistas hablan de medio ambiente compartido (aquel que comparten todos los hermanos o miembros de una familia) y el medio ambiente exclusivo que difiere para cada caso particular (un hermano tuvo la meningitis y el otro no). Más allá de eso, los humanos no nos criamos en un medio ambiente como los simios sino que -al decir de Heidegger- somos arrojados al mundo y no tenemos más remedio que configurarnos en relación con ese mundo que el propio Heidegger llamó ser-en-el-mundo en su obra “Ser y tiempo”. Por tanto el concepto “medio ambiente” es para mi muy confuso. Es por eso que me fue muy útil la lectura de Heidegger que diferencia entre el Ser y el Ser-en-el-mundo.
Uno es lo que hace cuando anda a ciegas en ese territorio al que ha sido arrojado, un mundo inhóspito (unheimlich) al que llegamos como un astronauta que fuera arrojado a una civilización extraterrestre sin saber nada de ella. Lo que uno hace es en cierto modo una especie de programación social que nos lleva de aquí para allá a fin de ser útiles para la sociedad, trabajar, ganar dinero, pagar hipotecas, casarse o no casarse, tener o no tener hijos, educarles, jugar a los bolos, encender barbacoas, conducir nuestro automóvil para llegar a un trabajo estúpido que no nos llena -salvo la barriga- que va creciendo cada día más a base de repostería. La tarea del filósofo en este sentido es igual de sin sentido que estas vidas anónimas de seres caducos y transitorios, tan caducos y transitorios como el filósofo. Pero hay una diferencia: algunos filósofos profesionales y otros no profesionales no se dejan engañar por esta visión del mundo y saben la verdad.
El asunto sorprendente es que el medio compartido solo representa el 10% o menos de toda la varianza, lo que significa que en términos estadísticos es irrelevante, y señala en la dirección de que el medio ambiente exclusivo es más importante que el medio compartido, es decir que las experiencias con amigos o iguales tiene más importancia e influyen más en nuestra personalidad que la crianza que compartimos con nuestros hermanos. Estoy de acuerdo con esta idea.
Naturalmente la publicación de este libro -políticamente incorrecto- desató una cascada de criticas tanto de la izquierda como de la derecha. Unos se sintieron atacados en su convicción de que los humanos somos en realidad buenos (El buen salvaje) como en la convicción de que somos iguales y que es la educación universal la que puede atemperar las diferencias individuales, ideales ambos de la modernidad. Los otros se sintieron insultados en la idea de que los padres son los garantes de la moralidad y del destino de sus hijos y de paso en su idea de que las atenciones de los padres durante la infancia de sus hijos es fundamental a la hora de hacer de ellos “hombres o mujeres de provecho”.
Lo cierto -en mi opinión- es que el papel de los padres- a la luz de los datos presentados por Plomin es más que dudosa si apelamos solo a eso que hemos llamado al entorno compartido. Aunque hay que recordar que esos estudios se hicieron con población normal (más allá de eso,con población WEIRD) y que no son superponibles a lo que sucede con la patología psiquiátrica y probablemente tampoco con no-WEIRDS),
No puede dudarse de que las poblaciones psiquiátricas -en cualquier caso- se hallarían en un extremo de la varianza y que los malos tratos en la infancia, las negligencias parentales, los abandonos o las perdidas tienen relevancia entre la patología psiquiátrica que presentan los pacientes reales, pero es cierto que esta varianza no puede explicar las diferencias entre hermanos criados en un mismo entorno compartido.
Mi opinión es que los padres tienen alguna relevancia en el futuro de sus hijos: la principal de ellas es la protección que hacen de sus vástagos en tanto son los que pueden decidir en qué grupo social van a desarrollarse o socializarse estos. Debe ser por esta razón por la que los defensores de la educación publica llevan a sus hijos a la educación privada igual como hacen los conservadores o ricachones. Lo cierto es que es de sentido común la idea de que las compañías -que en el futuro se llamarán “contactos”- o el vecindario o barrio en el que se socialicen nuestros hijos -sobre todo si pasan mucho tiempo solos o en la calle- van a determinar su futuro mucho más de si estamos divorciados, las madres trabajan y no tienen demasiado tiempo para atenderlos o si la pareja parental es homosexual. Cosa que no agrada nada a la derecha.
Si usted alguna vez se sintió culpable por las diferencias de sus hijos ya lo sabe, la mayor parte de las diferencias entre hermanos son genéticas, pero no solo genéticas, sino que el medio exclusivo se lleva la otra mitad de la culpa.
Tenían razón nuestros padres cuando hablaban de las malas compañías.
Mi opinión sobre el tema.-
- La mayor parte de estos estudios que tratan de demostrar que la genética es muy importante y que la crianza importa poco (pues crianza es como llamamos al medio ambiente compartido), están hechos en personas normales (no población psiquiátrica) y casi con toda seguridad anglosajones (WEIRDS como conté más arriba). Echo de menos una población menos rígida que incluya africanos y chinos por ejemplo.
- Es verdad que el medio no compartido probablemente tiene más importancia de lo que hemos creído hasta ahora: las experiencias adolescentes por ejemplo no pueden ser consideradas “crianza” y cualquier clínico sabe la importancia que estas experiencias tienen en el desarrollo posterior de la personalidad, sobre todo las experiencias con drogas, con la exclusión del grupo, y los conflictos con el -siempre lleno de defectos- cuerpo. Por no hablar de los conflictos de la sexualidad emergente.
Es verdad que cualquier adolescente cuya infancia haya discurrido en un entorno seguro puede descarrilar en la adolescencia si sus experiencias vitales le llevan por ese lado. En este sentido es cierto que el ambiente no compartido tiene más peso que el ambiente compartido.
4) Pero todo el mundo estará de acuerdo en que la buena crianza genera un apego seguro lo que posibilita un despliegue de fenómenos de maduración cerebral que tienen mucha importancia en la conducta, los valores, y el despliegue de la inteligencia. Nadie negará que el ambiente compartido en un orfanato se caracteriza por el déficit y los cuidados impersonales, es decir que lo que comparten todos esos niños es una ambiente muy poco saludable y deprivado y estaremos de acuerdo en que ese tipo de instituciones son nefastas para la salud mental a largo plazo de estos niños, tengan la genética que tengan.
Ahora bien, Plomin va mas allá en el libro y plantea algunas cosas con las que estoy de acuerdo del todo como algo que compartí en el tuit de más abajo:
Significa que depende donde vivas y te desarrolles, en qué cultura lo hagas aparecerán dificultades y sufrimientos que no hubieran aparecido de vivir en una sociedad simplificada.
Lo que viene a añadir un nuevo elemento: no solo es la genética, ni la crianza o los ambientes no compartidos, sino el mundo, ese lugar donde habitan personas, cosas e ideas con las que hemos de interactuar de grado o por fuerza.
Y unos vienen mejor dotados que otros para la complejidad.