Robert Cullen fue un medico escocés que vivió a finales del siglo XVIII, es decir pertenece a la modernidad y a él debemos la conceptualización de lo que hoy llamamos neurosis. Un concepto que formaría parte de un binomio trascendental en la historia de la Psiquiatría. Neurosis-psicosis es la dicotomía que forjó y sigue forjando el eje de torsión en las clasificaciones psiquiátricas hasta nuestros días en que la palabra “neurosis ha perdido brillo a favor de los “trastornos de personalidad”, algo que no viene a aligerar la cuestión sino a complicarla pues los trastornos de personalidad son en realidad versiones menores (mitis) de las patologías psiquiátricas más graves pero no se oponen a ellas sino que son considerados como fenómenos liminares o de transición. Por contra, las neurosis trazan una frontera teórica entre las enfermedades leves (comunes) y las más graves.
Pero en realidad lo que es realmente liminar es nuestra época, la que nos toca vivir.
Así el siglo XIX fue el siglo de la histeria y la neurastenia, el siglo XX es el siglo de la esquizofrenia y la depresión y el siglo XXI lo será de los trastornos alimentarios y de los trastornos liminares como el TLP que no en vano se denomina trastorno limite de la personalidad. Limite o fronterizo.
Y no sólo eso sino que el paradigma de la Psiquiatría se movió desde la observación (Charcot por ejemplo), hasta la escucha janetiana y freudiana, pero solo para caer más tarde en la cuenta de que los humanos nos mentimos a nosotros mismos, ocultamos nuestras intenciones y parecemos ciegos a ellas. Fue así como surgieron las filosofías de la sospecha, “todos mienten como decía House”. La neurosis puede considerarse un paradigma de ello, un autoengaño poco exitoso.
El elefante en la mente o en la habitación es un libro escrito por Robin Hanson un polímata, es decir una de esas personas que sacuden varias disciplinas tanto humanistas como científicas y acaban en alguna universidad dando clases de economía. En su libro -que no está traducido al español- nos explica porqué somos tan deshonestos con nosotros mismos y habla de nuestros motivos ocultos. Dicho de otra forma nos habla del autoengaño desde una perspectiva que me ha convenido rescatar en este post.
Venimos cableados para engañar y autoengañarnos y cada vez lo hacemos mejor.
Un resumen del libro.-
Aquí está la tesis que exploraremos en este libro: Nosotros, los seres humanos, somos una especie que no solo es capaz de actuar por motivos ocultos, sino que estamos diseñados para hacerlo. Nuestros cerebros están diseñados para actuar en nuestro propio interés y, al mismo tiempo, nos esforzamos por no parecer egoístas frente a otras personas . Y para desviarlos del camino, nuestro cerebro a menudo nos mantiene a “nosotros”, nuestras mentes conscientes, en la oscuridad. Cuanto menos sepamos de nuestros propios motivos desagradables, más fácil será ocultarlos a los demás. El autoengaño es, por tanto, estratégico, una estratagema que utilizan nuestros cerebros para verse bien mientras se comportan mal.
La mayor lección del libro es que ignoramos al elefante porque hacerlo es estratégico: nos permite el medraje y la autopromoción y aparecer mejores o más valiosos de lo que somos. Nos permite presentarnos como enfermos cuando en realidad no queremos hacer algo o bien deseamos algo bien distinto a lo que declaramos.Nos permite recaudar apoyos y solidaridad a nuestra causa, sea cual sea. El autoengaño nos permite actuar de manera egoísta sin tener que parecer egoístas frente a los demás.
Mas que conocerte a ti mismo deberíamos hablar de confrontarse con uno mismo.
El primer beneficio es el conocimiento de la situación: una comprensión mejor y más profunda del mundo social humano. Es fácil creer en las historias que otras personas nos venderían sobre sus motivos, pero al igual que el golpeteo de un mago, estas historias a menudo son engañosas.
Cuando las reuniones en el trabajo parecen una pérdida de tiempo innecesaria, ese desperdicio puede ser el punto; Los rituales costosos pueden servir para mantener un equipo cohesionado o ayudar a los líderes ansiosos a consolidar el control sobre sus subordinados.
Tenemos un enorme punto ciego en el centro mismo de nuestra visión introspectiva. Si vamos a cuestionar a nuestros compañeros de trabajo y amigos, no deberíamos darnos un pase fácil. De hecho, conocer nuestros propios puntos ciegos debería hacernos aún más cuidadosos al señalar con el dedo a los demás.
Las personas que son capaces de reconocer verdades incómodas y discutirlas desapasionadamente pueden mostrar una combinación de honestidad, capacidad intelectual y quizás incluso coraje (o al menos una piel dura).
Otro beneficio de confrontar nuestros motivos ocultos es que, si elegimos, podemos tomar medidas para mitigarlos o contrarrestarlos . Por ejemplo, si notamos que nuestras empatía nos lleva a ayudar a personas lejanas pero abandonamos a nuestra familia y a los más cercanos podemos confrontar el verdadero motivo que se oculta en esa supuesta empatía. Un valor al que se le da demasiada importancia hoy, sin caer en la cuenta de su lado oculto.
Otra estrategia prometedora es ponernos en situaciones en las que nuestros motivos ocultos se alinean mejor con nuestros motivos ideales . Por ejemplo, si queremos expresar creencias sinceras pero precisas, podríamos adquirir el hábito de apostar por nuestras creencias.
Un enfoque prometedor para la reforma institucional es tratar de reconocer la necesidad de la gente de lucirse, pero desviar sus esfuerzos de las actividades derrochadoras hacia aquellas con mayores beneficios y externalidades positivas . Por ejemplo, siempre que los estudiantes deban lucirse aprendiendo algo en la escuela, preferimos que hayan aprendido algo útil (como cómo manejar las finanzas personales) en lugar de algo menos útil (como el latín).
Al final, nuestros motivos fueron menos importantes que lo que logramos con ellos. Puede que seamos animales sociales competitivos, egoístas y autoengañados, pero cooperamos en nuestro camino hacia la maldita luna.
VIDEO TED: https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=V84_F1QWdeU
El blog de Robin Hanson
.