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La castración

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«Castración» es una palabra polisémica, existe una castración física: la que se lleva a cabo en veterinaria para suprimir el estro o el merodeo de nuestras mascotas y también en Cirugía cuando se extirpan las glándulas internas relacionadas con la reproducción (histerectomía y ovariectomía). Existe una castración química que se emplea en Medicina como hacemos con la ciproterona que se usa (con permiso judicial) para disminuir la libido de algunos agresores sexuales pero también para tratar el ovario poliquístico de las mujeres (sin efecto genésico) y como sucede con la finasterida, un medicamento usado para tratar el adenoma de próstata y que tiene como efecto secundario esa supresión de la libido que por cierto también tienen algunos antipsicóticos y antidepresivos, también algunos antihipertensivos.

Pero la castración a la que voy a referirme es la castración simbólica, es decir la castración psicológica. Una palabra que aun tiene múltiples acepciones, si bien lo que la diferencia de la castración física es que en esta se extirpan las glándulas reproductoras (los testículos) mientras que la castración psicológica lo que se pierde es el pene. Mejor dicho se refiere al falo porque es el falo lo que puede ser castrado.

Es por eso que no voy a ocuparme de la perdida del pene, que es una tarea que no ocupa a psiquiatras o psicólogos sino a la perdida o ganancia del falo. El falo es un símbolo, algo que no existe más que en la imaginación y al decir de Freud en el desarrollo ontológico del niño.

Un termino que se usa mucho en psicoanálisis, la palabra «falo». Podemos pactar que esa palabra remite a otra, «el pene» que es un órgano que existe realmente. Pero pene y falo no son sinónimos, sólo lo son en cierta escala; uno pertenece al terreno de lo material y el otro es un termino conceptual, en realidad su significado es puramente semántico: «el símbolo de lo que falta o de lo que completa». Aqui hay un post donde hablo del falo y no voy a volver a repetirme salvo para decir que el falo no existe pero tiene efectos falizadores. Es decir algo que no existe puede tener efectos en la vida de los hombres, algo que por otra parte no precisa demostración. Se trata de un axioma.

Freud -como todo el mundo sabe- creía que el niño varón atravesaba una fase de desarrollo en la que desarrollaba una «ansiedad de castración», esto es el miedo a perder su pene. Este miedo está relacionado con el complejo de Edipo y tiene que ver con su intenso apego hacia la madre, a la que literalmente considera de su propiedad. Ahí aparece el padre que es el portador de esa amenaza. Se supone que el niño abandona ese deseo -por miedo a la castración- y termina identificándose con el padre y sus atributos viriles.

Como podemos observar Freud no pensaba que la castración fuera un fenómeno metáforico sino literal. Freud pensaba en el pene y su perdida y no en ese símbolo que hemos venido a llamar «falo» y que no equivale -tal y como lo pensamos hoy- tanto al pene como a cualquier cosa que se pueda perder u obtener en la infancia y lo más probable es que el niño pierda la atención de la madre si tiene otros hermanitos menores. Esta perdida del pecho ha venido en llamarse efecto Westermack del que ya hablé aqui, lo que nos lleva a pensar el complejo de Edipo de otra manera.

Esa perdida podemos computarla como castración pero no tiene un significado sexual sino afectivo. El falo como elemento simbólico que es y por tanto intercambiable puede hacerse equivaler con el pene o con cualquier otra cosa de valor para el niño pues semánticamente remite a la completud, el falo sería un significante de la falta pero también de lo que la completa, es por eso que el falo aun sin existir tiene efectos falizadores, del mismo modo que tiene efectos falibles, es decir la equivocación, engaño o error en cualquier aspecto de la vida si acabamos por identificar el falo con la completud, que en cualquier caso siempre será imaginaria.

Ahora bien, sí existe algo que completa al ser es también posible pensar que haya algo que pueda despojarlo de esa completud. En este sentido los psicoanalistas actuales tienden a pensar que castración es sinónimo de abandono, pérdida o separación o amputación de un proyecto de vida. En el niño varón es muy posible que el pene tenga un valor añadido de riesgo de perdida o de daño sobrevenido teniendo en cuenta que su función de excreción de orina está siempre relacionada con la vergüenza, puesto que es imposible para el niño ocultarlo una vez que ya ha controlado esfínteres y se ha desechado el pañal (de una fase anterior que es sólo excretora). Lo mismo sucede con las erecciones espontáneas que siempre son para un niño algo inexplicable y embarazoso. El pene es motivo de orgullo «fálico» y también motivo de reservas y de temores.

¿Qué sucede en la niña? El complejo de Edipo, es decir el aprendizaje sobre la sexuación y el tabú del incesto, es para las niñas algo más complicado. Aqui hay un viejo post sobre el asunto que me permitirá escarbar en la falización secundaria de las niñas.

Usualmente decimos que una mujer es fálica sí tiene atributos masculinos (físicos o psicológicos, de gustos o de juegos) pero en realidad todas las niñas pasan por una etapa de falización secundaria. Por alguna razón poco clara las niñas suelen desidentificarse precozmente de sus madres y se dirigen hacia sus padres en busca de afecto. Parece obvio afirmar que las niñas tienen un apego hacia la madre menos intenso que los niños. Una interpretación de este fenómeno está relacionado con la similitud entre madre y niña, sin esa polaridad creadora que se da en los sexos de distinto signo (Freud diría que la niña se decepciona de su madre por no tener pene), también es posible que el «doble estandard» es decir la percepción por parte de la niña de que la vida de su padre es más interesante que la de su madre juegue un papel especial. Pero lo cierto es que tanto las madres-cocodrilo (las tradicionales) como las madres-llavero (las profesionales) como las fanáticas del apego y del colecho generan igual tipo de disconformidad en las niñas. Es como si no hubiera un modelo suficientemente atractivo para imitar o por lo menos que aun no hubiera emergido.

En cualquier caso lo cierto es que los niños quieren ser como sus mayores, quieren jugar en la liga de los mayores, y las niñas en la de los niños, pues lo que un niño quiere tener es lo que no tiene, es decir la edad, el tamaño o las prestaciones de sus hermanos o compañeros de juegos mayores. Precisamente a estos les sucede el fenómeno contrario: los niños mayores se aburren de jugar con niños pequeños y les excluyen. Esta exclusión es también castración, en tanto que el niño siente que aquello que admira y desea es inalcanzable.

Ya he dicho que el falo es intercambiable y desplazable, puede ser pene, fuerza, tamaño, ojos, atractivo, tetas, sacar buenas notas, ser poderoso, ser popular, etc. Todas estas situaciones cumplen la función falizadora y son por tanto castrables. Con las mujeres sucede algo que va mucho más allá de estas consideraciones: la mujer puede quedar embarazada, el bebé, es también falo, tal y como proponía Freud:

pecho=pene=heces=bebé

Es decir el bebe efectúa un relleno de una suplencia: la falta de falo. Es por eso que suele decirse que muchas mujeres solo llegan a su plenitud cuando quedan embarazadas. Pero también es cierto lo contrario: cuando las mujeres se fanatizan con la maternidad o se politizan con la desmaternalización y ese deseo se convierte en una obsesión mortificante que lleva a la mujer a someterse a duras pruebas de fertilidad y de intentonas para quedar embarazada o bien a renunciar a ella por motivos ideológicos, es decir un falo ideológico. Aqui hay un buen articulo sobre la fanatización del deseo de ser madre y también sobre la ausencia de modelos maternales que en cualquier caso se encuentran infiltrados de valores mercantilistas donde la felicidad y la autorealización son exigencias que caen sobre el sujeto sometiéndole a pruebas tan duras que no siempre dan buen resultado ni aseguran una crianza armónica.

En suma, el falo ha venido para quedarse, podemos creer en él o no -como en Dios- pero desde ese lugar que llamamos abstracciones o Ideas seguirá ejerciendo sus influjos sobre la vida común de las personas. Recordemos ahora que todos estamos completos pero todos nos sentimos en falta (incompletos), por eso existe el deseo y por eso existe el amor, si bien el deseo no hace sino perseguir -casi siempre- un sucedáneo.


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