En el post anterior comencé a explicar cómo se relacionan los zombies entre sí y en este momento me propongo extender esa explicación hasta los mínimos detalles. Hablé allí de que en realidad imaginamos dos formas de relación: una es guardando el turno, es decir «primero uno y luego el otro», como guardando la cola del pan hasta que nos toque, una especie de oscilación periódica. La otra es el colapso, es decir que uno de ellos colapse la expresión del otro. Estas dos formas son la manera en que se relacionan dos zombies polares o duales, o sea son la excepción y lo que está mas cerca de la patología, pero en la practica los zombies no se relacionan así. Veámoslo más de cerca.
Un zombie puede ser un rasgo de carácter, una emoción, un síntoma o una condición psíquica cualquiera y ciertos zombies están más cerca y guardan relaciones uni o biunívocas fuertes unos con otros, la condición para hablar de zombie es comprender que se trata de fenómenos vivos (con ausencia de conciencia individual) y que evolucionaron de forma independiente unos de otros, si bien hay que contemplar el fenómeno del posible adyacente, Podríamos pensar en lo posible adyacente como si fuera una casa que se expande con cada puerta que se abre. Empiezas en una habitación con cuatro puertas que dan a habitaciones que no has visitado todavía. Una vez que abres una de esas puertas y entras en una de las otras habitaciones, se vuelven a abrir nuevas puertas que llevan a nuevas habitaciones. Sigues abriendo puertas y al final construyes un palacio. Sus límites crecen a medida que lo exploramos (Steven Johnson).
Y esto sucede porque los zombies no solo establecen relaciones con otros zombies sino tambien relaciones semánticas con otros conceptos y elementos tal y como podemos ver en este supuesto zombie de la alegría:
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Las redes semánticas que establecen las neuronas de nuestro cerebro son en realidad posibles adyacentes: están relacionadas a través de la lógica del lenguaje y son en realidad, infinitas puesto que somos capaces de ir añadiendo significados nuevos a emociones viejas a la vez que somos también capaces de borrar significados antiguos. Es por eso que el lenguaje es la mayor herramienta de manipulación y también de cambio psicoterapeutico que conocemos.
Vimos también en el post anterior que lo que entendemos como opuestos son en realidad un artificio lingüistico, ¿en qué sentido son opuestos el hombre y la mujer? ¿Son opuestos el salado y el dulce? Más cerca están algunas emociones de ser consideradas como opuestas: la mayor parte de mis lectores estarán de acuerdo en que la alegría y la pena son emociones opuestas, pero solo son opuestas en un sentido categorial: el que imprime el lenguaje. Incluso hay una figura retórica como el oximoron para retorcer este problema. No, la alegría y la pena no son emociones opuestas, antes al contrario se encuentran muy cercanas entre sí (son posibles adyacentes) pues aparecieron evolutivamente en tiempos bastante cercanos entre si, la alegría para señalizar el éxito de una empresa de caza, la pena para apartar nuestros esfuerzos de tareas imposibles. En este post por ejemplo hay una historieta divertida de cómo me imagino que aparecieron ambas emociones en tiempo ancestral.
La alegria y la pena.-
Se trata de dos zombies bien conocidos por todos. Cualquiera de nosotros puede experimentarlas dependiendo de la situación. Probablemente en condiciones de maduración cerebral normal, la alegría es anterior a la pena, pues aunque los niños lloran mucho no siempre se trata de una señalización de pena, sino de rabia, aburrimiento o dolor. Aun recuerdo la alegría de mi nieto al dar sus primeros pasos. Si lo pensamos pasar del decúbito al gateo y un poco más tarde ser capaz de mantenerse en pie para dar los primeros pasos debe ser una experiencia muy divertida y que modifica definitivamente el mundo al establecer la tercera dimensión a través del movimiento. La pena tendrá que esperar un poco más, cuando el niño comience a separarse de la madre: la separación es la primera experiencia penosa que tenemos en nuestra vida y muchas veces ambas experiencias se solapan. Se trata sin duda, de posibles zombies adyacentes, de la que el payaso triste es su arquetipo.
Como puede observarse en el gráfico de arriba la pena esta relacionada semánticamente con conceptos que no dudaríamos en considerar como opuestos a los que convoca la alegría. Pero vuelvo a repetir que se trata de una ilusión lingüistica, no existe ninguna evidencia que sostenga la idea de que la depresión y la mania por citar los casos más extremos de esta patología (en este caso periódica) representen dos enfermedades distintas. Más bien estamos seguros de que el trastorno bipolar es la misma enfermedad tanto si cursa con manía o si cursa con depresión.
Decía Karl Abraham que la manía es una defensa contra la depresión y no es cierto del todo, tal y como veremos a continuación. Los zombies pueden relacionarse entre si de tres formas:
1.- Nutrición
2.- Desgaste
3.- Control.
Utilizo adrede la terminología de la MTC (medicina tradicional china) para ilustrar la idea de que efectivamente existe una relación entre manía y depresión (alegría-pena) pero no es como la suponemos. Lo que sucede en realidad es que la alegría (Fuego) controla (es decir pone limites) a la pena (Metal), pero a la inversa no sucede lo mismo: la pena no controla la alegría, sino la rabia (Madera).
Nosotros no utilizamos esta manera de pensar más bien geométrica sino una lógica lineal, a través de la cual imaginamos que ambos zombies: alegría y pena se relacionan de forma dialéctica: si crece uno disminuye el otro y viceversa, pero en cualquier caso no pensamos en ambos zombies como subproductos de una misma totalidad sino como síntomas desagradables y separados entre si por una fenomenología bien distinta. Pero no caemos en la cuenta de que al establecer estas relaciones de oposición en realidad estamos fiándolo todo a la arbitrariedad del lenguaje. En realidad, lo cierto es que el oximoron es en este caso verdadero: puede haber una melancolía jovial y puede haber una alegría triste como a veces comprobamos en los borrachos: ahí suele aparecer todo el conglomerado bien junto: una alegría y conductas estùpidas junto a un humor irritable y depresivo. Sucede porque el alcohol es un desinhibidor, es decir es capaz de disolver los enlaces que hacen que los equilibrios entre zombies se rompan y adquieran una especie de mixtificación como vemos que sucede en el trastorno bipolar mixto, donde aparecen síntomas de la serie maniaca y depresiva a la vez.
Dicho de otra forma, si existe un trastorno mental llamado trastorno bipolar es porque los zombies de la alegría y la pena se encuentran relacionados entre si por fuertes mecanismo semánticos y probablemente también por su aparición evolutiva simultánea o casi simultánea en nuestra especie (posible adyacente). Y por ultimo porque se encuentran excesivamente polarizados.
Lo cierto es que la mejor manera de preservar la totalidad es hacer que ambos zombies se hablen y no se ignoren entre sí. Lo importante es que la totalidad sea siempre mayor que la suma de los zombies, pues si la totalidad es menor que la suma de ambos entonces estamos en el campo de la patología. Dicho de una forma más psicológica: la eutimia es el equilibrio entre zombies de la alegría y la pena. La eutimia es siempre mayor que la suma de ambos zombies.
Ahora bien, hasta ahora hemos hablado de un mecanismo de relación entre zombies que hemos llamado «control» que recordemos es la forma mediante la cual un zombie inhibe y pone limites a otro. Pero hay otras dos maneras de relacionarse: la «nutrición» que llamaremos activación y el «desgaste» que llamaremos desactivación, por utilizar una terminología más occidental.
Activación y desactivación:-
Si echamos una mirada al gráfico de la MTC de relaciones entre elementos, veremos que el Metal (Pena) nutre (activa) al elemento Agua (Miedo). esto significa que a veces la pena puede manifestarse en síntomas fóbicos o ansiosos en general. Que el Fuego (alegría) activa a la Tierra (reflexión o sus excesos). A su vez la Tierra activaría el Metal (pena) lo que es lo mismo que decir que el exceso de obsesividad tiene un efecto depresivógeno. O que el exceso de Agua (Miedo) que nutre la Madera (rabia) puede ser una clínica de odio o de rencor que procede en realidad del Miedo.
Como puede verse la MTC inventó una patofisiología sin saber nada de fisiología, gracias a un tipo de pensamiento geométrico y circular que es antagónico de nuestro pensamiento lineal de causas y efectos aislados dicotómicamente y que es capaz de relacionar 5 elementos entre sí, al menos los más importantes (las emociones primarias) -aunque los chinos consideran al pensamiento también como una emoción primaria- en un circuito de ida y vuelta donde las partes se relacionan con el todo de una forma que podemos entender simplemente echando un vistazo al gráfico de arriba.
La desactivación es lo que los chinos llaman «desgaste», unos elementos comen la energía de otros, como los lactantes se comen literalmente a la madre (como dicen los psicoanalistas y su concepto de «canibalismo») y sus recursos y en realidad no dejan de hacerlo hasta que la madre vuelve a quedarse embarazada o termina por destetar literal y simbólicamente a sus crías humanas.
En este sentido el Fuego consume la madera, lo que es lo mismo que decir que la alegría desactiva (desgasta) la rabia o que el Agua (Miedo) desgasta (desactiva) la pena, cómo estamos acostumbrados a observar en la clínica. Una clínica fóbica o ansiosa puede estar ocultando una pena sin elaborar.
De manera que aunque los zombies no son haceables, es decir, no podemos meternos dentro de su engranaje para modificarlo, al menos estamos en condiciones de establecer las condiciones que regulan a estos 5 grandes que la MTC describió que podemos -gacias a ella- construir entornos terapeuticos que favorezcan sus equilibrios que en cualquier caso vendran presididos por una maxima:
Evitar la polarización y la dualidad entre zombies, es decir evitar la periodicidad de zombies aislados entre si y que debieran ir juntos y evitar a toda costa el colapso de zombies muy importantes para la adaptación, algo que podemos ver en la esquizofrenia -una dualidad radical- que siempre representa un colapso de ciertos significantes que han sido sacrificados en la pira de lo temido y nunca dicho.