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Invulnerables e invertebrados

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Confieso que no había leído a Lola Lopez Mondejar y que supe de ella después de leer el libro de Rosa Montero del que hablé en mi ultimo post, pues es una cita recurrente en su ensayo de ficción titulado «Los peligros de estar cuerda».

Lola Lopez Mondéjar es una psicoanalista española que tiene además, una carrera literaria muy similar a la de su mentora Rosa Montero y por lo que he leído de ella con intereses estéticos muy parecidos, esa fusión de la que ya hablé acerca de la literatura (la ficción) con la ciencia, la psicologia y el psicoanálisis como modelo de aprendizaje sobre lo humano, tanto de lo normal como de lo patológico. En definitiva es una persona interesada en lo que he venido en llamar «psiquiatría traslacional», al menos en este libro pues trata de explicar lo psicológico – lo individual- a partir de lo social, de lo político y de la organización de lo humano por instancias que están más allá de lo elegible por el sujeto. Una postura critica que comparto en tanto que las patologías nuevas que vemos en la clínica no residen tanto en los individuos concretos sino en las estructuras sociales, en las instituciones.

Señalaré a continuación que eso que he llamado «psiquiatría traslacional» y que tiene mucho que ver con el concepto de neurociencia, tiene proveedores, son la antropología, la genética, la psicologia social, la sociología, el psicoanálisis y la psicologia evolucionista, la ultima en llegar. De lo que trata este enfoque es de traer a la clínica los hallazgos de otras disciplinas extra-psicológicas y extra-medicas a fin de obtener alguna ventaja para construir modelos coherentes o útiles y si es posible ayudar a configurar terapias que resuelvan problemas clínicos puntuales de los pacientes que nos consultan. El modelo biomédico parece que se nos quedó insuficiente para entender como las patologías sociales e institucionales se trasladan a los sujetos concretos y crean en ellos situaciones liminares: ni están en un lado ni en otro, algo que por cierto ya ha merecido atención por parte -sobre todo- de algunos psicoanalistas y sociólogos como Bauman.

Y todo parece indicar que esa traslación tiene lugar a través de inducir fenómenos en masa que aunque ya habían sido descritos por la psicología clínica aun no hemos sido capaces de desplazar el foco de atención, que para nosotros los clínicos sigue siendo el individuo que sufre o que goza de manera autárquica.

Y aquí es donde se ubica esta nueva epistemología de los sufrimientos del hombre: son nuestras instituciones las que están enfermas y son ellas las que enferman a los ciudadanos a través de las creencias compartidas y difundidas por los medios de comunicación, el cine, el mundo del espectáculo, la política y la literatura y como no las redes sociales.

La tesis central de Lola Lopez está enfocada en la fantasía de invulnerabilidad, es decir de la omnipotencia grandiosa narcisista que se encuentra en el origen de ese desplazamiento que han sufrido las sociedades democráticas actuales desde Edipo (la Falta) hasta Narciso (el vacío) del que ya nos habia hablado Recalcatti.

La falta y el vacío.-

Las neurosis clásicas se caracterizan (desde el punto de vista psicodinámico) como entidades caracterizadas por la represión. La represión es un mecanismo de defensa destinado a hacer desaparecer de la conciencia los elementos discordantes desde el punto de vista moral o de la autoestima del niño. Una neurosis se caracteriza por el retorno de lo reprimido, los síntomas neuróticos son precisamente eso que no se quiso saber y se condenó al ostracismo del inconsciente. Usualmente los neuróticos clásicos eran pacientes que habían desarrollado fuertes fijaciones en el nivel edípico 4-6 años donde el niño ha de lidiar con una serie de dificultades relacionadas con la sexuación, la castración, es decir de la falta: lo que le falta a mamá, lo que tiene papá, ese es el conflicto típico del Edipo: averiguar quien tiene y quien no tiene y averiguar porqué los que no tienen lo perdieron para protegerse uno mismo de esa perdida del Falo. No olvidar que el Falo es un símbolo de lo que falta.

Los neuróticos antiguos ya no se suelen ver en la práctica debido al desvanecimiento de Edipo, lo que es lo mismo que hablar del declive del padre y de la autoridad representada por él. Lo que ahora solemos ver son patologías nuevas mucho más primitivas ontológicamente hablando: niños que no han atravesado con éxito el destete lo que implica problemas en representarse la ausencia-presencia o recuperación-abandono del objeto, niños que o bien son demasiado obedientes o demasiado recalcitrantes, etc.

Dicho de otra manera: los conflictos precoces (pre-edípicos) parecen estar en el núcleo de la formación en adultos de esos síntomas nuevos. Y nos llevan a comprender como determinados pacientes sin perder el principio de la realidad y llevar una vida aparentemente normal están presididos por un defecto de estructura tal que les lleva -por ejemplo- a sentirse abandonados por cualquier razón espúrea e incomprensible para el adulto común. Así se explican por ejemplo algunos feminicidios. Sencillo, algunos hombres se sienten celosos no ya de amantes imaginarios de sus parejas, sino de su propia pareja. No soportan el abandono y no es de extrañar que estos crímenes se lleven a cabo ante la amenaza de un próximo divorcio. Esta conducta no puede explicarse cómo una celotipia clásica, pues el criminal no asesina a un rival sino a su propia pareja. Está señalando así el motivo de su enloquecimiento: no soporta la idea de ser abandonado y entonces destruye a su objeto de amor. Un paso al acto que puede explicarse no solo desde el punto de vista de la intolerancia narcisista al abandono sino también por la perdida del eje moral que regula la conducta y que Lola llama «invertebración». Es como si los individuos «huecos» -por utilizar sus propias palabras- carecieran de Superyó, como si hubieran desaparecido todas las prohibiciones edípicas que ahora se encuentran disreguladas y sometidas a la presión del Yo Ideal. La invertebración y la invulnerabilidad van en el mismo pack.

Lo que se reprime no es ya la sexualidad sino el afecto y el vinculo que en cualquier caso se vive como algo peligroso.

Los sospechosos habituales.-

A la hora de identificar cuales son las causas de esta deriva social Lola Lopez identifica al neoliberalismo como causa principal de este desastre.

Confieso que cuando oigo esa palabra, lo primero que me viene a la cabeza es la foto de las Azores con Bush, Blair y Aznar y si lo digo es precisamente para que el lector tome conciencia de cómo funciona la propaganda política. En realidad definir esa palabra es complicado pero es verdad que ha sido el liberalismo quien nos ha traído hasta aquí y de su mano hemos legado a esto que llamamos buenismo que no es sino la objetivación de que esa fantasía de invulnerabilidad se ha abrochado bien en este sistema liberal que parece no ser consciente de sus limites, aunque lo cierto es que también la secularización del mundo tiene mucho que ver en la desaparición de Edipo que era bastante eficaz a la hora de regularizar -intrapsiquicamente- las relaciones sexuales y las de intercambio interpersonal y social, a través de los relés, culpa y vergüenza.

El otro sospechoso habitual es «el patriarcado», también muy difícil de definir aunque la mayor parte de los lectores estarán convencidos de que el patriarcado -realmente existente- es un sistema perverso que consiste en que los hombres oprimen a las mujeres, una palabra fea que parece explicarlo todo. Pero nada de eso. En realidad el patriarcado es un sistema de filiación mediante el cual los hombres saben que los hijos de su mujer son suyos y su responsabilidad en alimentarles y criarles y que por tanto «heredan» legítimamente una tradición procedente del padre y que privilegia la vida de la mujer y de los niños sobre la propia.

Existe una contradicción cuando se dice que las patologías actuales se deben a la desaparición del patriarcado mientras al mismo tiempo se acusa al patriarcado de todos los males de ese transito. Lo cierto es que el patriarcado ha sido benefactor para la sociedad en su conjunto y ha aportado estabilidad al mundo de la familia y contención moral a los probables disidentes, solo tenemos que ver como su desaparición no ha logrado mejorar los estandares de vida -sobre todo en lo sexual- y más que eso ha empeorado la salud mental de la población. Dicho de otra forma, los males de la actualidad no se deben al patriarcado sino a su desaparición. al declive del padre.

Por ultimo me ha llamado la atención el sesgo feminista e izquierdista de la autora. No se anda con matices para explicarnos que existe un fanatismo identitario como consecuencia de esa perdida de referentes que consolidan la identidad en este caso nacional. Y pone como ejemplo a Abascal, Salvini y Le Pen. Llama la atención la ausencia de Putin, los Castro o Maduro de esa lista de nacionalistas radicales. Mi opinión es que existen fanatismos identitarios nacionales claro está, pero la verdad es que hay algunos bien vistos y otros mal vistos. Por ejemplo en nuestro país, España, está muy mal visto ser un patriota, tener una identidad nacional o usar los símbolos nacionales, algo que para los ucranianos está muy bien visto. Hasta saber historia de España está mal visto y hay una sospecha de fascismo sobrevolando el ambiente intelectual español. Estoy seguro de que es la leyenda negra la responsable de que a nosotros los españoles no nos dejen ser españoles e incluso nos obliguen a dividirnos a través de la propaganda y las autonomías.

Me ha llamado mucho la atención de que el psicoanálisis haya sido penetrado por las ideologías de izquierda y negrolegendarias que son en definitiva el punto final del liberalismo, la meta a la que tiende de forma continua el liberalismo whig

Pero la lectura de este libro me ha obligado a profundizar en otras cuestiones, me refiero al estatuto epistémico del psicoanálisis, algo que irremediablemente haré en mi próximo post, puesto que el psicoanálisis necesita una revisión del modelo que propuso Freud y que parece haber evolucionado tan torpemente como el liberalismo..


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