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Una conciencia doble (III)

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El-Alfabeto-Contra-la-Diosa-de-Leonard-Shlain-Editorial-Debate-Pensamiento-colonia-centro

Efectivamente ese plegamiento de la percepción que llamamos “autoconciencia tuvo muchas ventajas para nuestros antecesores pero también tuvo sus efectos secundarios y no cabe ninguna duda de que estos efectos indeseados están relacionados con una de las principales ganancias de esta autocociencia, me refiero a la aparición del lenguaje y más allá de eso a la aparición del alfabeto.

Leonard Schlein fue un médico y escritor norteamericano que escribió un libro muy bien documentado sobre la guerra, la crueldad y el dominio de unos sobre otros incluyendo a las culturas patriarcales sobre las matriarcales y que cuenta además con una hipótesis muy original y que hará las delicias de mis lectoras feministas. Para Schlain el efecto secundario más importante en esta asimetría cerebral que constituye el eje de nuestra consciencia dividida hay que ir a buscarla al predominio del hemisferio izquierdo (masculino) sobre el hemisferio derecho (femenino).

La verdad del asunto es que esta idea de hemisferios derechos e izquierdos ha tenido mucho éxito en el imaginario popular, pero más aun la tiene esa arbitraria equivalencia que se hace de lo femenino con lo derecho y lo masculino con el costado izquierdo de nuestra cabeza. Y lo cierto es que las cosas no son así de simples -suponiendo que hubiera una anisotropía mediada hormonalmente-, pero sigamos con la especulación de Schlain porque tiene otros puntos de vista de interés para esta serie de post sobre la consciencia.

En realidad es cierto que:

La historia de nuestra especie puede interpretarse como una constante guerra de Troya, no entre troyanos y griegos sino entre el matriarcado y el patriarcado. Entre la naturaleza y la cultura pero no creo que esto tenga nada que ver con los hemisferios cerebrales, aunque si creo que existe cierta relación entre los usos de símbolos arbitrarios y ciertos malestares.

El propio Timothy Crow ha señalado que la esquizofrenia es una secuela, un precio evolutivo que pagamos por la hominización, y dice más: por la adquisición del lenguaje. ¿Qué tiene el lenguaje que tiene consecuencias tan abyectas en la mente de los humanos?

Haga usted la siguiente prueba, mire esta imagen procedente de un jeroglífico maya:

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Y ahora mire esta palabra:

“PÁJARO”

Obviamente el icono nos recuerda mejor al pájaro real que la palabra “pájaro”. Ambos son símbolos pero no se trata de símbolos equivalentes, uno -el icono- es un símbolo analógico y no significa solamente “pájaro”. Los jeroglíficos utilizan un lenguaje polisémico según que el pájaro esté en movimiento, en tierra, volando, se encuentre nadando, tenga plumas, etc.

Sin embargo la palabra “pájaro” es un símbolo digital, que no puede ser otra cosa más que un pájaro y que incluye en su categoría a todos los pájaros, especies distintas, etc. La palabra “pájaro” no es ese pájaro que tengo en mi cocina sino todos los pájaros del mundo pero contiene dos novedades sobre el icono: está muy alejado del pájaro real al que no se le parece en absoluto y es una palabra arbitraria que bien podría ser sustituida por otra cualquiera.

Y si está alejada y es arbitraria es obvio que para entender a que nos referimos cuando hablamos de pájaros es necesario que exista un consenso, al menos entre los que hablamos un mismo idioma. En este post hablé precisamente de la presumible resistencia -en clave de ficción- que algunos de nuestros ancestros dedicaron al lenguaje digital.

Pero aquí no acaban las ambigüedades del lenguaje porque cualquier cosa puede referirse a si misma o denotar otro tipo de realidad, me refiero ahora al lenguaje escrito. Por ejemplo en un nivel denotativo:

Pájaro es un animal con plumas y alas que vuela.

O bien:

“Pajáro” es un sustantivo trisilábico.

Nótese que esta última oración el comentario o la oración se refiere a la palabra “pájaro”. estamos en un nivel distinto al anterior, estamos en lo connotativo.

Es cierto pues que en el lenguaje se hallan ocultas claves para la interpretación de lo que queremos decir con él. De manera que un mensaje escrito y aun hablado es sobre todo dado al error, a la mala interpretación o a la confusión. Hay algo en el lenguaje diabólico, algo equívoco por no hablar de las connotaciones metalingüisticas que puede proporcionar.

Para Schlain la aparición del alfabeto (lenguaje escrito) es la razón por la que el hemisferio izquierdo marcó un predominio de asimetría en nuestra especie y es el origen de la hegemonía del patriarcado sobre el matriarcado, una especie de hemisfericidio del que han hablado otros autores.

Y es cierto que en nuestra especie existe un cerebro asimétrico y que  nuestro hemisferio izquierdo parece estar relacionado con los aspectos cognitivos más racionales, sin embargo no comulgo con la idea de que masculinidad y femineidad estén emparentados con la especialización de estos hemisferios. De ser así, las mujeres serian menos racionales que los hombres, y si lo son -como parecen demostrar algunas pruebas sobre su especialidad neurocognitiva-, no es atribuible al predominio de un hemisferio sobre otro.

Tampoco comparto la idea de que, la guerra, la barbarie, las atrocidades, la tortura, o la persecución de unos contra otros puedan explicarse en términos de abolición de los iconos por las letras y aunque Schlain trata de trazar paralelismos entre la evolución del alfabeto y la invención -de por ejemplo la imprenta- con el recrudecimiento de ciertas guerras que asolaron Europa durante siglos, lo más cierto es que no podemos pensar que estos fenómenos se encuentren asociados a la emergencia de la palabra impresa en detrimento de la imagen tal y con él sugiere.

Por otra parte, ciertos autores están pensando en una cultura matriarcal previa, una cultura lunar que fue sustituida tal y como nos cuenta la mitología griega por un poder patriarcal residido por Zeus y su parlamento de dioses olímpicos. Esto puede ser cierto pero creo que esta cultura matriarcal está idealizada y no se contempla por ejemplo la costumbre de sacrificios humanos como paradigma de aquellas civilizaciones matriarcales. Es cierto que la guerra a gran escala pudo  ser un invento del mandato de poder biológico de los hombres, pero es también posible que los tamaños poblacionales de aquellas culturas primigenias no permitiera en todo caso más que pequeñas incursiones a una escala menor que las guerras que babilonios, egipcios y asirios propiciaron en la antigüedad. También es posible que la guerra a esta escala fuera un subproducto de la acumulación de excedentes que caracterizó al Neolítico y la acumulación demográfica en ciudades cada vez mas grandes.

Dicho de otro modo es poco posible que en el paleolitico existiera la guerra tal y como nos ha llegado a nuestros días aunque no son de descartar incursiones con el fin de proveerse de hembras, territorios de caza o recursos.

Con todo, lo que nos interesa averiguar es ¿cómo era esa conciencia primigenia antes de esa escisión que nos convirtió en seres duales? ¿Como éramos cuando aun teníamos una consciencia unitaria?

Será en el próximo post donde buscaremos pruebas en la palentología a fin de escarbar en los rastros que de los huesos y los fósiles neanderthales podamos extraer sobre su consciencia, su personalidad o su forma de pensar.

Bibliografía.-

T. Crow (2000):

“Schizophrenia as the price that homo sapiens pays for language: a resolution of the central paradox in the origin of the species”. Brain Res Brain Res Rev. 2000 Mar;31(2-3):118-29.



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