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El lado oscuro del sentido (X)

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Matarse no es lo mismo que morirse

A lo largo de mi vida profesional he tenido ocasión de enfrentarme a decenas de casos de suicidios consumados y a centenares de parasuicidios, es decir intentos de suicidio frustrados por la baja letalidad del método empleado. En Urgencias he atendido a pacientes graves, menos graves, bipolares o melancólicos, y también a pacientes dudosos que he tenido que evaluar a fin de proponer o no un internamiento involuntario.

Recuerdo el caso de un chico joven al que la guardia civil habia encontrado en el campo tratándose de ahorcar. A pesar de que le exploré en profundidad no hallé en él ningun signo de patología mental. Y aquí viene una de las reflexiones más importantes y probablemente sorprendentes que voy a hacer en este post: no todos los suicidios responden a una patologia mental. Lo cierto es que el suicidio no es en si mismo una enfermedad sino en todo caso una patología social -una patología de los vínculos sociales- tal y como cuentan en este articulo. Se trata de una idea antiintuitiva, pues ¿no es razonable pensar que para suicidarse hay que estar algo loco? Bueno, esto es lo que sostienen los defensores del modelo médico de la prevención del suicidio, pero no se corresponde con lo que yo he vivido en mi experiencia.

Sigue siendo cierto que ciertas patologías tienen riesgo de suicidio y de hecho una parte de las conductas suicidas son atribuibles a la patología, como el trastorno bipolar o la depresión, pero también hay riesgo en ser hombre, vivir solo o abusar del alcohol. O estar divorciado o en proceso de divorcio o pertenecer a las fuerzas armadas. Por no decir que la posesión de armas o de sustancias letales (como los insecticidas o herbicidas de los agricultores) son factores de riesgo que hay que valorar, pero la idea más robusta que he extraído de mi experiencia personal en la clínica es que no hay manera de predecir qué pacientes van a suicidarse o cuales no .

Más que eso: la mayor parte de los suicidios no son población psiquiátrica y por tanto no llegan al sistema de salud y menos a los psiquiatras: se trata del grueso de los suicidas, de esos 4000 suicidios del 2021, sólo menos de la mitad responderían a una causalidad psiquiátrica conocida.

También es posible que se piense que esta patología, existiría pero no fue detectada. Este argumento es tautológico porque si no fue detectada ¿qué nos permite inducir que existía?. Contrariamente a esta idea conozco casos de personas que se han suicidado por razones ajenas a su patología psiquiátrica. recuerdo especialmente el caso de una adolescente que se encontraba en tratamiento por un problema alimentario leve y que durante las vacaciones de Navidad y delante de sus padres se precipitó por la ventana. No tenia ninguna patología grave ni tomaba medicación alguna, ni nadie detectó ningún problema o síntoma alarmante. Todo parece indicar que se trató de un suicidio impulsivo (las chicas suelen suicidarse por precipitación y los chicos por ahorcamiento), pero había algo más que no pertenece al territorio de la Psiquiátria sino al territorio de lo social y los vínculos sociales. Esta chica había sufrido un descenso en su reputación, pues en las redes sociales sus amigas la habían acusado de quitarle el novio a otra, cosa que resultó ser falsa o que es -en cualquier caso- irrelevante. de manera que este suicidio respondería más bien a una defensa extrema de la reputación social, un suicidio moral, hay que recordar que para un adolescente la exclusión social es más letal que la propia muerte. Y la muerte, en esta mentalidad exonera de culpa.

De manera que los afectos que están detrás de un suicidio puedes ser muy variados, no solo la depresión, sino también la ira, la venganza, la acusación social y el sentimiento de haber sido excluido del grupo. Para una revisión del tema os recomiendo leer este post de Pablo Malo donde se recogen todos estos subtipos.

Porque a mí de lo que me interesa hablar en este momento es de otra cosa relacionada: el suicidio precedido por homicidio. Es decir el homicidio-suicidio, algo que he tenido que refrescar a raíz del suicidio reciente de una guardia civil que asesinó a sus hijas antes de dispararse ella misma.

¿Qué puede llevar a una madre a matar a sus hijos? Hago esta pregunta a sabiendas de que todos podemos entender que un hombre mate a sus hijos como venganza contra su mujer, se siga o no de suicidio pero es mucho más difícil de entender en una madre, por eso en los periódicos casi siempre se habla de suicidio ampliado. Se llama así a una patología psiquiátrica muy rara en la que el individuo frecuentemente melancólico mata a los hijos que dependen de él precisamente para ahorrarles los sinsabores de quedar huérfanos. Esto se lleva a cabo a partir de delirios melancólicos como una previsible catástrofe o la predicción de algo apocalíptico. En este sentido el crimen previo sería algo compasivo, una perversion de la compasión.

No cabe duda de que es difícil de responder a esta pregunta en ausencia de antecedentes psiquiátricos, pero el tema de homicidio-suicidio está bastante bien estudiado (en la bibliografía hallareis ciertos artículos) y para resumir la cuestión diré que se supone que el suicidio es primario, es decir lo que quiere el suicida es matarse y solo secundariamente decide matar a sus hijos o familiares dependientes. Lo interesante es que hoy ya no se habla en la literatura especializada de suicidio ampliado sino de homicidio-suicidio.

Y se ha llegado a algunas conclusiones:

1.- El homicidio-suicidio es un subtipo especial del suicidio, de modo que cuando disponemos de métodos para prevenir el suicidio también estamos evitando el homicidio-suicidio. La idea antigua (moderna) de que el suicidio era un homicidio invertido vuelve a iluminarse con los nuevos hallazgos.

2.- Los crímenes en masa pueden ser un subtipo donde el perpetrador puede andar buscando que le abatan.

3.- Cualquier persona con un elevado riesgo de suicidio debería ser valorado también con respecto a un posible  potencial de violencia contra los demás. 

4.- Familicidio y suicidio del perpetrador están tan estrechamente unidos en nuestro estudio que se añade a la evidencia de que el familicidio debería ser considerado como una subclase del suicidio extendido o homicidio-suicidio según Marzuk, Tardiff y Hirsch (1992)”.

Dicho de otra manera: el suicidio sobre todo el que va precedido de homicidio, el crimen en masa y el familiaricidio y a veces el crimen de género (uxoricidio) están relacionados. ¿Qué los une?

La inversión teológica.-

Se trata de un concepto filosófico que pertenece a Gustavo Bueno y que podemos explicar así:

El proceso que tuvo lugar en la época moderna, y que culminó en Hegel, en el que los conceptos teológicos se usan para hablar del Mundo, y no de Dios como ente trascendente. La metafísica y la teología revierten sobre el Mundo (natural o histórico). No se habla de Dios, sino del Mundo desde Dios. (Nicolás Malebranche: «Nosotros vemos en Dios todas las cosas»).

Dicho de otro modo más claro: la secularización ha pervertido el sentido de la vida que de ser trascendente ha pasado a ser inmanente dandole al individuo el poder de decidir sobre la vida de los demás, más allá de la propia en la convicción de que su conducta se ajusta a una moral «sui generis» que con frecuencia se halla pervertida, pues solo la moral puede ser pervertida, desviada de su propósito. Y matar y morir tienen mucho sentido.

Por eso:

Bibliografía.-

Frei A, Ilic A. Is familicide a distinct subtype of mass murder? Evidence from a Swiss national cohort. Criminal Behaviour and Mental Health : CBMH. 2020 Feb;30(1):28-37. DOI: 10.1002/cbm.2140.

La perversión de la virtud


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