El desencadenamiento es algo muy parecido a la fisión nuclear
Una psicosis desencadenada si no va seguida de suicidio u homicidio siempre tendrá mejor pronóstico que una psicosis negativizada,
Confieso que voy a escribir este post aun impactado por la terrible noticia que nos llega de Sallent donde un par de gemelas se precipitaron al vacío con intención letal. Una intención que llegó en el acto a una de ellas y la otra parece que se encuentra aun en estado grave ingresada en un Hospital. Yo he visto a lo largo de mi vida varios intentos de suicidio por precipitación y otros suicidios consumados por la misma técnica: arrojarse al vacío desde un piso alto.
Una precipitación es siempre una caída al abismo, más abajo veremos qué entiendo por abismo.
No es necesario decir que para llegar a ese punto hay que estar en un estado mental de absoluta angustia y desesperación casi psicótica, pero más raro aun es que ese fenómeno se produzca «a deux», en este caso en dos hermanas gemelas. Y más raro aun es la edad de ambas (12 años). Creo que es la primera vez en mi vida profesional que asisto como lector a un caso tan insólito.
Naturalmente la prensa ha buscado culpables y parece que los ha hallado en el principal sospechoso escolar: el bullyling. Las niñas estaban siendo sometidas a un acoso continuo en el colegio porque eran argentinas y no hablaban el catalán. El siguiente sospechoso es la transfobia: al parecer una de ellas se había cortado el pelo a lo chico y quería que la llamaran Iván y en cierto modo lo ha conseguido porque hoy en el telediario de la 1 un locutor hablando de su funeral se ha despedido de Iván. Como puede observarse ambas teorías encuentran un sentido según las ideologías que defienden. En primer lugar los que suponen que la inmersión lingúistica provoca suicidios en adolescentes y por otro lado los que creen que el problema era la transfobia de los alumnos la que habría llevado a la supuesta transgénero al suicidio. Cada cual arrima el ascua a su sardina, pero ambas teorías están equivocadas y son por así decir sesgadas y perversas. Y todo esto lo digo reconociendo que el bulliling es un factor de estrés muy importante para ciertos niños y niñas según edades, pero aqui falta otro sospechoso habitual: las redes sociales. Y no es que las redes no tengan influencia sobre el comportamiento de algunos y algunas, pero lo más importante a mi juicio es porqué se trazan estas teorías desde la prensa, porque se aprovecha un hecho tan luctuoso para echarse en cara unos a otros las culpas de las causas de estos eventos, que casi rozan lo conspiranoico cuando no lo delirante. Nada sucede sin causa, es cierto pero muchas veces las causas no están donde las buscamos, a veces las causas son externas a los individuos sufrientes, se encuentran en los enlaces de las cosas.
A propósito de la «teoría del desencadenamiento» Gustavo Dessal que mantiene en Facebook una pagina que titula «El manicomio global» escribe:
«Cuando Internet pasó de ser un sistema de uso exclusivamente militar y se convirtió en un derecho universal, fueron necesarios varios años para tomar la medida de cómo el mundo habría de transformarse».
En la actualidad, la civilización en su conjunto depende del acceso a Internet. Más allá de las orientaciones políticas hay una coincidencia indiscutible: Internet es sin duda alguna el espacio en el que todos habitamos, lo cual encierra una interesante paradoja. Se trata de un acontecer político pero a la vez transpolítico, puesto que Internet es indispensable en todas las orientaciones ideológicas, incluso en las que se oponen al uso de Internet.
Dicho de otro modo: Internet es el espacio que construimos todos los que estamos en él, lo usamos y nos usa, como el lenguaje, nos participa y participamos de él.
«Desde democracias relativamente fiables como la de los Países Escandinavos hasta la Yihad Islámica, todo el espectro de culturas y regímenes funciona sobre la base de Internet. Al respecto podemos adoptar al menos dos interpretaciones. Una, fundada en la convicción paranoica de que se trata de un invento deliberadamente fabricado por una elite de poder científico-técnico con el propósito de dominar el mundo -no faltan argumentos para esta teoría- y otra que formulo como la “teoría del desencadenamiento”.
Un desencadenamiento puede definirse como un ruptura, una especie de súbita aparición de un material psicológico irracional, pero para que se de esa ruptura es necesario que haya un limite que romper. Y ese limite no es una transgresión cualquiera, no es una regla, o una ley, o una norma social sino un significante.
Y un significante es una llave que abre una caja donde duermen los significados, es decir los sentidos. En esta manera de pensar la abolición, la expulsión de un significante es la expulsión de un campo semántico por completo (que Lacan llamaba forclusión) es seguido de varias catástrofes previsibles. Por ejemplo si abolimos la palabra «sexo», el significante que pasara a ser pensado por la mayoría será «genero», pero genero no es un significante sino un significado, por eso admite a trámite muchos sentidos. Otro significante es «muerte», ¿qué sucede si la muerte es abolida por la ideología imperante, qué sucede si el significante «muerte» desaparece del léxico? Pues que será sustituida por otro significado: «venganza», «dejar de sufrir», «otra vida», ¿hemos dejado de creer en la muerte?
«Ambas comparten un punto de partida que se asoma a la psicosis, pero la segunda considera que el “desencadenamiento” se produce cuando atravesado un punto de inflexión crítico, la invención se autonomiza de sus creadores».
«La teoría del desencadenamiento pretende estudiar las posibilidades de que las tecnologías alcancen ese grado crítico que las vuelva hasta cierto punto inmanejables. Rusia fue pionera en comprender que la guerra cibernética poseía un alcance imprevisto. La creación de sistemas de ataque y contraataque fue el primer anuncio de que se llegaría a un estado en el que el dominio de los datos podría transformarse en algo fuera de todo control. La teoría del desencadenamiento no invalida ni reduce la guerra en su sentido clásico, la guerra que devora los cuerpos además de condenarnos a la ruina económica. Son guerras perfectamente compatibles y que en determinados períodos, como el actual, se sincronizan como un mecanismo de alta precisión».
«La teoría del desencadenamiento propone también que el legítimo debate sobre la causa de la situación creada entre Estados Unidos, la OTAN y la Federación Rusa ha desbordado a sus actores. No niega que dichos actores poseen una responsabilidad que está fuera de toda discusión, pero al mismo tiempo dichos responsables se encuentran sobrepasados por la lucha que han iniciado, al punto de que el atolladero vuelve inexplicables los objetivo militares de muchas acciones. En suma, la teoría del desencadenamiento plantea que el presente y el futuro a medio plazo, unido a la destrucción del planeta, nos confronta a un real que no se rige por las clásicas leyes políticas, financieras y de poder, sino a un abismo en el que nos precipitamos sin que pueda delimitarse quién está en el tablero de control.»
Cuando hemos sido superados por la situación que sucede cuando vamos más allá de los limites éticos compartibles suceden verdaderos desastres. Es como si la pulsión de muerte apareciera en forma de abismo y no pudiera ser detenida por ninguna estrategia, ni siquiera la guerra de Ucrania, ni una negociación pueden resolverla, puesto que ninguno de los actores puede perder la guerra ni ganarla. Esto es un ejemplo de no-desencadenamiento, proseguir la guerra es una estrategia para evitar el abismo. Es algo así como si el mundo se hubiera vuelto loco a sabiendas de que su locura no puede ser reducida por ningún método a su alcance, pues no hay nadie al mando y solo espera el abismo que representa la pulsión de muerte, que no es otra cosa sino haber ido demasiado lejos en aquello que no debe ser franqueado ni expulsado de la conciencia.
«España es uno de los países pioneros en transplantes de órganos de donantes fallecidos, y cuyas familias se muestran dispuestas a que el ser amado que han perdido pueda trascender en la salvación de una vida. Es tal vez uno de los rasgos más sobresalientes de esta sociedad donde sobreviven gestos de amor y solidaridad que superan con creces la descomposición política que corroe el Manicomio Global».
La teoría del desencadenamiento puede también dar cuenta de los extremos a los que puede llegar la fractura de las bases éticas de la sociedad humana. El doctor H. Barry Jacobs, establecido en Virginia (USA), perdió su licencia médica en 1977 por fraude al sistema sanitario Medicare. Tras cumplir con los diez meses de prisión a los que también fue condenado, no tuvo el más mínimo escrúpulo en crear la compañía “International Kidney Exchange Ltd.” (“Intercambio Internacional del Riñón”) dedicada a la compraventa de riñones. Dado que se puede vivir con un solo riñón, el doctor Jacobs ha hecho de esa característica anatómica un negocio desorbitadamente lucrativo. No se trata de un tráfico ilegal de órganos, sino de una transacción en la que alguien puede vender uno de sus riñones para obtener un dinero que gastará según sus necesidades o deseos. Lógicamente, el doctor Jacobs es quien establece el precio en función de una serie de variables, tales como el estatus social del vendedor o comprador, y también su motivación. Todos sus críticos admiten que su capacidad quirúrgica lo sitúan como unos de los más expertos del mundo.
Hace unos años, Al Gore estudió un plan para regular el tema de los transplantes de órganos en los Estados Unidos. Realizó numerosas entrevistas para buscar asesoramiento e investigar la situación real en la que se hallaban esas prácticas. No faltó una conversación con el doctor Jacobs, y vale la pena transcribir un fragmento de ese diálogo.
Al Gore: “He oído que usted viaja por Sudamérica y África pagándoles a personas muy pobres el vuelo a los Estados Unidos para que se sometan a una cirugía de extracción de un riñón que será utilizado en el nuestro país. ¿Es eso parte de su plan?”
“Bueno, es una de las propuestas”, respondió Jacobs.
Al Gore: “Usted también ha dicho que el pago varía dependiendo de la persona involucrada”.
“Sí, pero nadie los obliga. Son ellos quienes deciden”, contestó Jacobs.
«Conforme a mi teoría del desencadenamiento, la aberración moral que el capitalismo entraña de forma latente o decididamente manifiesta va más allá de las intenciones y responsabilidades de individuos repugnantes como el doctor Jacobs. Los engranajes políticos, económicos e ideológicos se mueven en el sentido de establecer una normativización de lo impensable y el desprestigio de la verdad conduce a una infamia que sobrepasa a todos los seres hablantes. La teoría del desencadenamiento ahonda en las raíces del adoctrinamiento generado por la acción de la pulsión de muerte desanudada de todo límite. No pretende exonerar a los verdugos, sino poner al descubierto los procesos que hacen posible su existencia».
El suicidio es algo parecido o algo que puede interpretarse de este modo. La mayor parte de los suicidios no tienen una explicación psicológica clara y cuando se la encuentra es demasiado tarde para el suicida, y probablemente falsa en cuanto a su causalidad (autopsia psicológica). El suicidio es un desencadenamiento de algo que internamente estuvo latente no detectado o pasado por alto, y que si no hubiera sido desencadenado se hubiera convertido con el tiempo en otra cosa: psicosis ordinaria le llaman algunos lacanianos, desquicio prefiero llamarle yo.
¿Como reconocer una psicosis ordinaria?
No recortes los campos semánticos que proceden de los significantes mayores de nuestra lengua.