La civilización fue impuesta por una minoría a la mayoría, esta que supo apoderarse de los medios de poder y coerción. Esto no es inherente a la cultura, sino que depende de las formas imperfectas de la cultura desarrollada hasta ahora. Parece que toda civilización ha de basarse sobre la coerción y la renuncia a los instintos. Todos los hombres integran tendencias destructoras, antisociales y anticulturales.
Sigmund Freud. En: El porvenir de una ilusión
Cuando oímos la palabra evolución -en realidad el concepto- lo primero que nos viene a la mente es la idea de «cambio». Pero no un cambio cualquiera sino algo así como un cambio «para bien». Para lo contrario tenemos otra palabra: «involución», un cambio para retroceder, como ir marcha atrás, como si existiera una flecha teleológica que nos impulsa a ir hacia adelante siempre a mejor. Pero hay una mala noticia: la evolución -tanto la natural como la cultural- carecen de teleología, es decir de propósito y además de eso no puede operar hacia atrás. Y otra mala noticia: la evolución moral de nuestra especie parece no avanzar en absoluto.
La mayor parte de nosotros estamos comprometidos con la idea de que la evolución cultural y la evolución natural son corrientes opuestas y que gracias a la evolución cultural hemos conseguido altas cotas de bienestar, de progreso como se dice ahora y sobre todo de igualdad. A la gente en general les gusta mucho que hayamos progresado hacia la igualdad aunque los que así piensan no pueden explicarse porqué esa igualdad solo se ha conseguido a duras penas en occidente pero no en el resto del mundo. Los bienpensantes ponen como ejemplo de progreso a haber abolido la esclavitud, el descenso de homicidios y la ganancia de perímetro social más allá del pequeño grupo tribal que nos impedía el paso hacia nuevos horizontes, pero no explican la persistencia de estas lacras incluso en nuestro entorno.
Lo que no saben explicar -sin recurrir a las diferentes velocidades de civilización en distintos entornos- es porqué la esclavitud no ha desaparecido del mundo, ni la servidumbre feudal, ni el tráfico de personas ni la pobreza en términos absolutos. ¿Cómo explicar entonces el progreso si solo afecta a ciertas partes de la población mundial?
Existen otros que sin embargo piensan de modo distinto y auguran una catástrofe planetaria de proporciones apocalipticas. Estas personas son bastante pesimistas para nuestro futuro del mismo modo que los anteriores se muestran optimistas.
«El genoma ya no evoluciona involuciona» Luis Beato
Nature versus culture.-
Recientemente estuve leyendo una entrevista que le hacían al Dr Beato con motivo de su jubilación y que podéis leer aquí. El Dr Beato es un defensor de la selección natural y su hipótesis fundamental es que la evolución natural se ha detenido merced a la intervención humana, sobre todo por los progresos de la medicina que hace viables fetos disgenésicos que hace recientemente pocos años acabarían muriendo por inadaptaciones graves al medio ambiente. El Dr Beato es además muy pesimista con respecto al daño que nuestra especie le está haciendo al planeta en virtud de una tasa reproductiva que no para de crecer geométricamente amenazando nuestro ecosistema.
Personalmente no creo que exista una evolución natural y otra evolución cultural sino que me inclino a creer que la evolución cultural es la evolución cultural a escala humana . Y esto incluye naturalmente a los cambios que introducen las elites en el manejo de la vida de los demás. De manera que estoy de acuerdo con Freud, la evolución cultural es poco de fiar. No siempre nos lleva al progreso y muchas veces nos impulsa a retroceder a entornos ancestrales en algunas cuestiones como hoy sucede con la precariedad sexual.
Las opiniones del Dr Beato son muy incómodas y muchas gente entraron al trapo de sus conclusiones con los epítetos al uso y las comparaciones con el nazismo. Pero lo que dice el Dr Beato es verdad, pero no es toda la verdad. Lo que es evidente en sus opiniones es que es un malthusiano. Beato contempla solo una parte de los mecanismos de la evolución: no todo se transmite con el genoma sino que hay otros modo de transmisión.
La idea de que una especie posea un rasgo determinado lleva consigo la idea de que este rasgo debe tener cierto soporte hereditario que lo transmita de generación en generación. Desde hace poco se está empezando a dejar atrás el error de pensar que el soporte es exclusivamente genético. Sin embargo, se está estableciendo la idea de que existen otras formas de transmisión hereditaria. Según Eva Jablonka y Marion Lamb, existen otras tres vías de evolución además de la genética: la vía epigenética, la vía conductual y la vía simbólica [Así, los rasgos no son genéticos o adquiridos, o genéticos al X% y adquiridos al (100-X)%, sino el resultado la interacción continua de dos tipos de información, la genética y la del entorno, donde el entorno se compone del entorno de cada célula del organismo (epigenético), el entorno del embrión, y el hábitat y el entorno social.
Aqui hay un buen artículo sobre el libro de Jablonka y Lamb.
De manera que la evolución es un hibrido entre lo natural y lo cultural, pero hay mas que eso. Según algunos sigue evolucionando pero no como creemos.
Hay muchos ejemplos de como la evolución cultural ha intervenido en nuestro genoma para construir habilidades nuevas que añadir a nuestro patrimonio genético. Seguramente el caso más conocido sea nuestra adaptación a la leche un subproducto de la ganadería. El efecto Baldwin.
Se conoce con el nombre de efecto Baldwin a la progresiva tolerancia a la leche por parte de nuestra especie. Venimos de serie con un gen que se dedica a sintetizar lactasa, un enzima que descompone la lactosa de la leche y permite asimilarla y que nos es muy útil durante la niñez. Este gen se inactiva durante la infancia de modo que en realidad nuestra especie está diseñada para no tolerar la leche y tener retortijones y diarrea cuando la tomamos. ¿Cómo es posible que no seamos todos intolerantes a la leche y sigamos bebiéndola durante toda la vida?
Se trata de una adaptación, nuestro organismo «aprendió» a tolerar la leche cuando inventó la ganadería y comenzó a domesticar especies animales. Se trata de uno de los ejemplos más claros de que la naturaleza influye en la cultura y que la cultura a su vez tiene un efecto retroactivo sobre la naturaleza, en este caso en nuestra genética.
Sin embargo tal y cómo puede verse en el gráfico de arriba la distribución geográfica de la tolerancia a la leche no es un hecho universal. Ciertos países como Holanda (los países bajos), el norte de Alemania y Escandinavia tienen los indices mas altos de tolerancia láctea, mientras que otros como el Sur de Africa o extremo oriente tienen los indices más altos de intolerancia.
Lo importante es comprender que en nuestro organismo existe una «facilitación» para esta adaptación, puesto que venimos de serie con el gen de la lactasa, solo que se amortigua con la edad pero puede volver a ser activado o desactivado definitivamente. Dicho de otra manera: los cambios culturales pueden provocar cambios en la naturaleza humana, pero hay cambios fáciles, cambios difíciles y cambios imposibles: aquellos que son incompatibles con nuestra naturaleza.
Cambios incompatibles con la naturaleza humana.-
Supongamos que el gobierna aprueba una ley mediante la que todos estamos obligados a decir la verdad, no solo en entornos jurídicos sino en cualquier entorno incluyendo a los privados, tampoco podemos mentirnos a nosotros mismos y es obligado con pena de cárcel decir siempre la verdad. Naturalmente esta ley seria imposible de seguir no ya por maldad o inmoralidad del mentiroso sino porque atentaría contra nuestra propia autoestima y búsqueda de estatus que como vimos en el post anterior es consustancial a nuestra especie.
Es un ejemplo de ciencia-ficción que me sirve para explicar que los cambios culturales tienen un limite y que ese limite son nuestras adaptaciones anteriores. En la medida que esos cambios sean compatibles con nuestra naturaleza estaremos en condiciones de afirmar que esos cambios tendrán recorrido.
Estoy seguro de que el lector podrá encontrar ejemplos recientes de cómo el estado, las elites políticas tratan de implantar nuevas leyes para regular la vida en común y que no hacen sino polarizarla y caotizarla aun más.
Es fácil saber pues qué leyes podrán ser costumbres naturales dentro de 100 años y qué leyes o costumbres son incompatibles con nuestra naturaleza. Y nombraré una, muy importante: la propiedad privada. Todo aquello que vaya en su contra tendrá poco recorrido.
A no ser que la elite política recurra al comunismo global y a la represión de los disidentes.