Quantcast
Channel: neurociencia neurocultura
Viewing all articles
Browse latest Browse all 797

El terrorista ecléctico

$
0
0

La esquizofrenia es una forma de estar loco pero no es la única manera de conceptualizar la locura

Aún conmocionado por los hechos de anteayer en los que un refugiado sirio acometió en un parque infantil contra todo lo que se moviera y encarnizándose con niños pequeños, algunos de ellos bebés, me propongo esclarecer estos hechos aunque probablemente este esclarecimiento no será útil para muchos. Ciertamente a la gente lo que le gusta es comprender lo que sucede en una clave causal comprensible y simple. ¿Por qué lo hizo?. Sobre esta cuestión han aparecido hoy en las redes al menos tres teorias:

1.- Es un atentado yihadista.

2.-No es un atentado yihadista porque el terrorista no es musulmán.

3.- ¿Se trata de un enfermo mental? De esta opinión es el Dr Cabrera que anteayer en Horizonte arriesgó una hipótesis psiquiátrica: una esquizofrenia desorganizada.

Cada una de esta hipótesis arrastra un desideratum político. O es o no es un acto de terrorismo. O estaba loco o no lo estaba. O gritó por Jesucristo o no fue él. En realidad lo que la gente no sabe es que estas preguntas son en realidad banales pues el terrorismo y los actos terroristas han evolucionado en el mismo sentido que las enfermedades mentales: hacia la individualidad y la incomprensibilidad no clasificable. Hacia la complejidad.

El terrorismo empezó en epoca moderna en Europa después de la segunda guerra mundial. A veces en forma revolucionaria y casi siempre presididos por atentados, con bombas, asesinatos, magnicidios o secuestros llevado a cabo por grupos organizados clandestinamente, no por individuos sino por grupos que buscaban un rédito político, usualmente debilitar a un gobierno, asesinar a su presidente, forzar al Estado a una negociación, etc. Lo interesante de estos grupos políticos es que precisaban de un pretexto político para llevar a cabo sus acciones, pero lo importante es comprender que estas ideologías -generalmente marxistas-leninistas o comunistas- no siempre respondían a las verdaderas intenciones de sus ejecutantes.

Por ejemplo en España que durante unos 40 años sufrimos el terrorismo de ETA, parece claro que aunque aquellos militantes parecían ser nacionalistas y socialistas en realidad no lo eran tanto si perseguimos sus orígenes: unos orígenes en las parroquias católicas y un mentor: Sabino Arana que no era en absoluto un comunista sino un carlista-foralista, un tradicionalista ultracatólico que buscaba apoyos para su causa en el Reino Unido y del que incluso plagió su bandera. Parece extraño que un grupo como ETA se declarara a sí mismo socialista. En realidad buscaban la independencia de Euskadi (como Sabino Arana) en función de un concepto nacionalista de tipo étnico. La ideología de izquierda no era sino un recurso acorde con el Zeitgeist de su tiempo. ¿Qué otra ideología cabía en ese momento en que Europa y occidente figuraban en el eje USA?. Todos los grupos terroristas europeos del siglo XX tenían esa característica, eran de ideología izquierdosa. A la fuerza.

Algo así le sucedió a Fidel Castro cuya revolución comenzó para expulsar del poder a un dictador corrupto amigo de los USA que trataba de convertir a la isla en un casino y un prostibulo. En realidad Fidel se educó en los jesuitas y no era en absoluto un hombre de izquierdas, pero terminó en brazos de la URSS precisamente porque el entorno cultural en que se produjo la revolución cubana tuvo lugar en la guerra fría. Los que se oponían a USA debian de ser marxistas, en Cuba y en toda Europa, si bien ninguna revolución se llevó a cabo en Europa: la gente vivía demasiado bien. El tiempo de las revoluciones ya pasó.

Luego vino el atentado yihadista donde se mezclaba el odio anti-occidental, la religión y un terrorismo basado en bombas, ametrallamientos, o atropellos más o menos al azar, como en Paris, Londres, Barcelona, Madrid y otros.

La ultima fase es el «lobo solitario», un yihadista mas o menos radicalizado y controlado por la policía que cuchillo en mano o automóvil se dedica a llevar a cabo persecuciones de viandantes o a asaltar a paseantes enmedio de la calle peatonal. A veces ese lobo solitario no es un fanático religioso sino un paria lleno de odio y resentimiento cada cual por sus razones. Un crimen de autor sin motivos políticos sino subjetivos.

Las enfermedades mentales son patoplásticas, no solo responden a criterios de época sino que mutan en función de su cultura de origen.

Marino Perez por su parte establece una separación entre locura y esquizofrenia. La esquizofrenia es una etiqueta diagnóstica mientras que la locura es un fenómeno universal, un «universal antropológico». La esquizofrenia es la forma que toma la locura a partir de la modernidad (desde 1700 para acá). La esquizofrenia es una forma de estar loco y emerge de la locura pero conviene no confundirlas, pues la locura está mayormente representada en las sociedades orales, mientras que la esquizofrenia precisa de un hombre dividido (la duplicidad empírico-trascendental de la que habla Louis Sass) y es más frecuente en las sociedades alfabetizadas.

Cuando Emil Kraepelin visitó la isla de Java tratando de averiguar si en aquellas sociedades primitivas podían contemplarse los mismos cuadros psiquiátricos que él había descrito en Alemania, cayó en la cuenta -en realidad buscaba formas hebefrénicas y paranoides- de que los locos de aquellos lares nada tenían que ver con los locos europeos. Allí se producían también formas de locura, presididas por el arrebato, por ejemplo después de haber sufrido una traición, desplante o injusticia relacionada con la comunidad, entonces el individuo pasaba un periodo de apatía, y salía del mismo con un profundo arrebato de rabia que le llevaba a asesinar a todos aquellos que encontraba en el camino, se trata de la escenificación de una afrenta. Se trata del conocido amok, que nada tiene que ver con nuestro concepto de esquizofrenia (ni de cualquiera de las otras psicosis) Dicho de otra manera: la locura salvaje (incivilizada) carece de delirios o de las experiencias esquizofrénicas habituales, sino que se manifiesta a través de actos antisociales o transgresiones sociales que alcanzan el asesinato fuertemente sancionado por las culturas de origen. «Volverse loco» es en este sentido una escenificación y esa misma escenificación desencadena los procesos precisos anormales de la locura. De manera que «volverse loco» no es debido a una causa especifica yoica (variable independiente) como de variables dependientes. (Marino Perez, 2012.) Y la variable dependiente es la cultura sobre todo el peso que tiene la comunidad y sus prescripciones sobre el individuo.

Otras formas de locura las representan las formas trágica y la forma religiosa, que tienen algo en común: hay siempre un Dios o deidad que impulsa al héroe hacia su destino o bien hay una conversión también arrebatada, que es similar a las experiencias-inspiraciones delirantes que alguna vez hemos visto en pacientes actuales. Se trata de formas mas sofisticadas que el amok, y dependiendo de la cultura (clásica o cristiana) van a manifestarse de forma bien distinta: la huida del mundo y los anacoretas son propios del mundo cristiano, pero deambular por el monte lejos de la tribu o mantenerse confinado para estar solo es una forma de anormalidad propia también de culturas orales.

La etnopsiquiatría.-

George Devereux fue un psiquiatra que escribió un texto seminal a partir de sus estudios étnicos y fundó una nueva disciplina que llamó «etnopsiquiatría».

La idea fundamental de Devereux ya había sido intuida por Shakespeare: «la locura tiene método», es decir uno no tiene más remedio que o bien inventarse una nueva forma de locura o anormalidad que logre eludir todas las clasificaciones psqiuátricas, policiales o jurídicas o bien conformarse con ser un especímen clasificado por alguna de ellas. Se trata de una idea muy potente de Devereux.

Vivir en sociedad sea cual sea la cultura que la soporte está llena de contrariedades y eventualidades, pero la misma cultura -en situaciones de estrés- proporciona las indicaciones para la conducta incorrecta. Es decir nos ofrece los modelos para estar mal cuando los necesitamos y enloquecer es una forma de estar mal.

La anormalidad más que carecer de normas es una normalidad alternativa que contraviene la normatividad vigente pero no por ello carece de norma, de método.

En este sentido cobra valor la idea de que la «enfermedad mental» no es una enfermedad como el resto de enfermedades sino una metáfora.

¿Qué significa que es una metáfora?

Significa que si aparece es porque está ocupando el lugar de otra cosa, pues eso es la metáfora: un desplazamiento.

Lo que se desplazaría en esta concepción de la enfermedad mental sería un estado mental cualquiera, algo que nos caracteriza a todos los humanos. Así el aburrimiento, el miedo, la cólera, la pereza, la indolencia, la melancolía, la nostalgia, el optimismo. la apatía, la codicia, el sentimiento de exclusión o inadecuación, la exaltación, el entusiasmo son estados mentales que todos hemos sentido o hemos podido sentir, es como una paleta de posibilidades que tomamos en nuestra vida en función de las circunstancias y de nuestra configuración genética. Depende de lo que predomine durante un cierto periodo de tiempo, este estado pasará a formar parte de la figura predominante en nuestra mente, el resto pasará a ser el fondo y no saldrá en el cuadro.

Lo que sale en el cuadro son las consecuencias de esa disidencia, que es siempre una disidencia contra el mundo. Y hay tres posibilidades en la perspectiva de ese cuadro: la clínica, la judicial o una anormalidad nueva que cada uno ha de inventar según sus gustos.

Es por eso que todos podemos estar locos y lo estamos alguna vez, al menos parcialmente si bien no cabemos en ninguna clasificación psiquiátrica ni jurídica.

Lo que importa no es estar loco sino nuestro modo de ser-en-el-mundo que no necesariamente coincide con la hipóstasis, es decir a cómo somos en realidad.

Significa que cuando nosotros o el Dr Cabrera dice “esto es una esquizofrenia”, lo que está haciendo es calcando nuestras conceptualizaciones a cualquier cultura y pasando por encima del hecho de que los síntomas psiquiátricos son dependientes de la cultura y nuestras clasificaciones solo sirven para la nuestra pero no explican las formas que la locura adquiere en las demás.

De hecho la locura se caracteriza por un ataque al consenso, sea el que sea, si ir vestido es la norma entonces el loco se desnudará, si torear coches en la autopista es peligroso el loco los toreará, si matar está prohibido y es algo deleznable, habrá algún loco que lo hará. Pues hay un hálito de venganza en todo ello, no solo de rebeldía sino de ataque al consenso, al cuerpo social.

Locura es todo aquello que ataca el consenso social. Corresponde a la sociedad discriminar los ataques tolerables de los intolerables.

No es lo mismo estar loco que estar diagnosticado de esquizofrenia, por cierto que los psiquiatras franceses ya han dictaminado a estas horas que el sirio en cuestión no padece enfermedad mental alguna.

Algunas personas creen que matar a alguien y mucho más matar a un niño es un síntoma de locura y es muy posible que lo sea, en una concepción étnica de los conflictos humanos del tipo que proponen los estudiosos de la transgresión, pero iríamos muy lejos si tratara de explicar porque en occidente la locura se segmentó en varias agencias: la justicia, la psiquiatría y el consenso social que excluye y sanciona. Habría que remontarse a Esquirol y a su concepto de monomanía para entender porque las locuras individuales de este tipo fueron excluidas de los manuales estadísticos de enfermedad mental.

Bibliografia.-

Marino Perez Alvarez: «Las raíces de la psicopatología moderna: la melancolía y la esquizofrenia». Pirámide. Edición 2012.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 797

Trending Articles